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Sympathy for the Underdog (1971)

Sympathy for the Underdog
93 min.
6,5
102
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Trailer (JAPONÉS con subtitulos en INGLES)
Sinopsis
Gunji, un yakuza envejecido y liberado tras pasar 10 años en prisión, quiere reunir a su antigua banda para recuperar su lugar en el mundo del crimen de Yokohama. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine negro Crimen Yakuza & Triada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Bakuto gaijin butai (Sympathy for the Underdog) (Gambler: Foreign Opposition) (Gamblers in Okinawa)
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
Bro!
Tras rendirme ante el gran Fukasaku de la saga de yakuza más concienzuda de la historia del cine, “Yakuza papers”, me dispongo a seguir con interés su filmografía. En el camino me encuentro una joya oculta, cuyo título habrían filmado los Rollings: “Sympathy for the underdog”.

Gran película japonesa de yakuza, una de las grandes del género, en la inequívoca línea marcada por el cineasta nipón en toda su filmografía. En esta ocasión, se reduce el número de escenas multitudinarias, plagadas de extras repartiendo estopa. En su lugar hay una tendencia más cercana a los primeros planos y escenas de transcurso más pausado que de costumbre, siempre teniendo en cuenta que es Fukasaku al fin y al cabo, todo dentro de lo admisible dentro de su estilo (lo que él entendiera por primer plano y escena pausada, que no tiene que coincidir necesariamente con el concepto que tenemos los demás).

He visto por alguna parte que Kitano se inspiró en esta película para su “Sonatine”, pero lo cierto es que, después de verla, puedo afirmar que eso no es del todo cierto, sino que la película producto de esa inspiración fue “Brother”. Los paralelismos son abundantes, para empezar las inseparables gafas de sol del protagonista, seña de identidad, además de la trama de caída y ascenso progresivo dentro del crimen organizado, la presencia de los americanos de turno y el sentimiento de hermandad que surge entre los integrantes de la pandilla, que aciertan a llamarse entre ellos “brother” o “bro” en la versión subtitulada en inglés.

Absolutamente recomendable para amantes del cine asiático o de mafia.
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7
"El puto territorio pertenece al primero que lo coja"
Puede que de esta forma tan concisa y directa quede resumida la esencia de la presente historia, pues para un yakuza lo verdaderamente importante es hablar poco y actuar, y usando más los nervios y el coraje que la cabeza.
Y esa esencia sólo ha sabido capturarla un director en especial en toda su plenitud.

Diez años de carrera en la industria, y gracias a sus descarnados "thrillers" de estilo cruento y endiablado, han convertido a Kinji Fukasaku en uno de los más populares realizadores japoneses que existen; incluso ha gozado de oportunidades que sus coetáneos nunca saborearon: hacer películas de grandes presupuestos y producción internacional. Tras reemplazar a Kihachi Okamoto para una de ellas, "Tora! Tora! Tora!" (la más famosa), decide regresar a su distintivo género junto a la estrella Koji Tsuruta en el que sería su último proyecto conjunto hasta reunirse en "The Gate of Youth" una década después.
Junto a sus colaboradores Fumio Konami y Hiro Matsuda, teje una trama pensada en un principio como secuela de "Nihon Boryoku-dan", sin embargo termina formando parte de la exitosa serie "Bakuto", iniciada en 1.964 por Shigehiro Ozawa y bajo producción de los estudios Toei, en la que el mismo Fukasaku tomaría partido encargándose de su sexta entrega ("Bakuto Kaisan-shiki"). Para esta novena y penúltima parte el director decide rodar en terreno extranjero, y descartando su deseo de marchar a Vietnam acaba escogiendo una Okinawa aún bajo la hegemonía de los EE.UU., y a la que poco le quedaba para regresar al dominio nipón.

La voz melancólica y dura de Masuo Gunji inicia este relato dividido en tres episodios, al estilo de la novela negra más clásica, en el solitario escenario del exterior de una cárcel donde ha estado encerrado una década; quien otrora fue uno de los jefes de la familia Hamamura es ahora un vagabundo recién despierto en una tierra que no le pertenece, nada salvo la amistad con sus compañeros de fatigas: Ozaki, Susumu, "Shark", Kudo, "Gunshot" y "Old man". Así seguimos los pasos de este hombre que vio cómo su familia fue devorada por sus aliados, los Daitokai, e incluso perdió a una mujer en el transcurso del enfrentamiento.
Pero Yokohama no es sitio para fundar un nuevo clan, y menos a la sombra de sus enemigos, así que el lugar de la aventura se dispone en la exótica Okinawa, atestada de anuncios de Coca-cola, extranjeros de todos los colores y grandes corporaciones norteamericanas, por donde el director pasea su cámara (muchas veces sin permiso) desnudando de toda parafernalia sus callejuelas, bares y prostíbulos y enseñándolos tal como son, con su olor a humo, alcohol, sudor de mujeres, basura y sangre, el escenario de una guerra que se desencadenará por las ambiciones de Gunji y los suyos, dispuestos a conquistar poco a poco el territorio y de paso a vengarse de la Daitokai y de aquellos con quienes guarden conexiones.

La minuciosa presentación de personajes llega poco a poco, de forma natural, con cada paso que dan nuestros protagonistas. En "Bakuto Gaijin Butai" Fukasaku ya muestra el estilo que le ha consagrado: encuadres mareantes en los momentos de tensión, abundancia de aspereza, oscuridad del alma humana, cuerpos supurantes de sangre y odio, cinismo y crueldad como método de supervivencia, pero nunca olvidando el particular honor del código yakuza y su aproximación íntima al trágico destino de todo el que lo sigue. Como de costumbre hace un retrato a pie de calle de los desamparados, los exiliados y nos obliga a caminar junto a ellos, a llorar con ellos y a sentir el crujir de los huesos en cada pelea.
"La Batalla de Argel" le sirve de principal inspiración y para añadir un contrapunto más trágico se añade un doble físico de la amada perdida de Gunji, una joven prostituta con la cual termina de componer su sinfonía de los perdedores. La codicia, la traición, los disparos y los navajazos en las tripas se dan literalmente de tortas con el anhelo de alcanzar un sueño imposible (el de Gunji de dominar el territorio; el de la chica de marchar a Japón), con el deseo de atisbar un instante de amor entre tanta inhumanidad y podredumbre, con la triste despedida de los seres queridos (la amante, el hermano, el hijo).

Es este lirismo el que todo lo impregna, el lirismo fatalista de Fukasaku, el de la violencia, la desgracia y la muerte. Y cuando ya estamos atrapados en esta salsa de mezquindades que nos remite al cogollo más desapacible del cine negro y cuyo odio brota de manera extraña entre compatriotas de diferentes territorios, el nipón y sus compinches Konami y Matsuda cierran con un tercer acto, en realidad tercer capítulo de la historia, centrado plenamente en la venganza final, que, emulando inopinadamente (y sin ningún disimulo) al "Grupo Salvaje" de Peckinpah, nos regala uno de los clímax más feroces e impactantes de todo el género.
El director también se caracteriza por dotar a sus películas de colofones realmente espectaculares (el de "Violent Panic" es el mejor ejemplo), y lo cumple con creces en esta ocasión. Koji Tsuruta, muy contenido, vuelve a dar vida a un personaje realmente interesante, creando éste un gran contraste con el más rocambolesco Yonabaru, encarnado por el siempre magnífico Tomisaburo Wakayama; los geniales Asao Koike y Hideo Murota encabezan un reparto secundario e internacional donde cabe destacar a Tadao Nakamaru, el ex-yakuza en la vida real Noboru Ando, Toru Yuri, Tsunehiko Watase y esa preciosa Akiko Kudo.

No se trata de una obra maestra, pues este tipo de películas no lo pretenden ser ni tampoco el sr. Fukasaku, pero queda como otra gran muestra de su cine, una obra salvaje, entretenida, descarnada, sucia, oscura y con ese inconfundible aroma a cine "exploitation" tan propio de la década.
Relato de criminales puro y duro, sin duda fuente de inspiración para otros realizadores ligados al género.
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