Hacia Crimea (2019)

Es la puesta en escena del eterno debate entre comprensión de distintas generaciones. El respeto mutuo y el entendimiento en el seno de unas circunstancias extremas pero que hacen que las compartamos a la perfección. No deben de despreciarse los detalles de respeto entre sus dos protagonistas, que viven a flor de piel todo lo que los separa. Un camino corto y doloroso como metáfora del descubrimiento del otro. Un camino largo y sin fin de dolor interno por no haber entendido el significado de los miedos del prójimo. Un camino eterno de aceptación del otro como aceptación de uno mismo para poder seguir adelante a pesar de las circunstancias. Además se expresa con exquisita facilidad todo el embrollo bélico de una situación vivido a distintos niveles e intensidades hasta en el seno propio, el más cercano. Intentar entender una realidad a través de la ejemplificación de un momento ficcionado.

El director ucraniano Nariman Aliev nos presenta su opera prima. El guión ha sido elaborado basándose en una idea de su amigo Novruz Hikmet. Estamos ante una road movie difícil de catalogar y que nos depara bastantes temas interesantes. La película tuvo su presentación oficial en el Festival de cine de Cannes dentro de la sección Una Cierta mirada y ahora la podemos disfrutar en nuestro país dentro del Festival de cine de autor de Barcelona dentro de la sección Talents

La película nos cuenta la historia de un viaje de un padre con su hijo pequeño, desde el centro de Kiev hasta las tierras más lejanas de la península de Crimea. Durante el viaje transportan en su coche el cadáver de su hijo mayor, muerto en la guerra durante los conflictos bélicos de Donbass. La familia pertenece a un clase de etnia denominados los tártaros musulmanes de Crimea. Dentro de sus costumbres está la de dar un entierro digno a los miembros de la familia. Por eso el viaje también será considerado como parte del duelo.

Durante el desarrollo de la cinta vamos viendo las distintas formas que tienen de ver la vida tanto el padre como el hijo. El padre es muy tradicional y siente un gran resentimiento por la pérdida del hijo, mientras que el hermano pequeño piensa de otra manera, es más efusivo y está más acostumbrado al mundo actual y no comparte tanto las viejas raíces familiares. Pero ese distanciamiento entre ellos ira cambiando, con todo lo que les va ocurriendo a lo largo de todo el trayecto.

La película te provoca sentimientos encontrados, por un lado presenta una estructura narrativa muy interesante, con un guion bien elaborado y con unas imágenes estupendas (sobre todo la zona de los lagos de Crimea). Pero a medida que va transcurriendo la trama, te van surgiendo dudas, sobre todo por falta de información. La cinta invita al espectador a la reflexión e intenta mostrarnos de una manera bastante sutil el conflicto y la relación actual entre Ucrania y Rusia. Su visionado me ha parecido interesante, sobre todo para descubrir nuevas costumbres y formas de actuar en distintas partes del mundo. Recomendable

Lo mejor: Las imágenes de la zona de Crimea
Lo peor: Le falta algo de información en la historia para entrar del todo en la película

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net