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Japan Organized Crime Boss (1969)

Japan Organized Crime Boss
97 min.
6,7
28
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Sinopsis
Nada más salir de la cárcel y esperando por una vida tranquila, un yakuza de Yokohama llamado Tetsuo Tsukamoto debe coger las riendas de su familia tras la muerte de su jefe. Su pequeña banda está en medio de una contienda entre un gran grupo yakuza de Osaka y la alianza de Tokyo por el control de la ciudad. Él trata de mantenerse fiel al viejo código yakuza, pero eso no le prepara para enfrentarse con los nuevos matones, que viven y luchan sin honor. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama Yakuza & Triada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Nihon boryoku-dan: Kumicho
Duración
97 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
7
Futuros organizados.
Idílicos futuros de paz. Crimen vulgarizado con guante blanco. Lealtades de vieja escuela y sangrado romántico. Sueños de líder, pesadillas de amante. Honor de naturaleza indigna. La corrupción sujeta víctimas con cadenas muy cortas.

Fukasaku impregna a sus personajes de romanticismo. Ensalza valores familiares en estructuras con distorsión de éticas. La sucesión de sangrientas batallas agiliza el ritmo de una cinta más preocupada por el sufrimiento personal. Vacaciones de sangre para el osado fugitivo.

"Perdóname. Rompí tus sueños, como los de mi esposa. No se me permitió soñar. Un yakuza siempre será un yakuza, su destino no le pertenece".
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7
Mi destino sellado con sangre
Los últimos rayos del Sol de la tarde entran por la ventana y revelan un escenario en ruinas. El yakuza suspira.
"Nunca pude soñar: Al fin y al cabo un yakuza es un yakuza...su destino no le pertenece". La mujer, a su lado, no puede entenderlo.

Esta es una de las interpretaciones definitivas del gran Koji Tsuruta, anunciando, y la nombrada secuencia sirve de paradigma de ello, el ocaso del yakuza. El yakuza honorable o yakuza "del camino recto" como tan bien lo vendió Toei a lo largo de los '60, se iba a dar de bruces cuando en la década siguiente Kinji Fukasaku quebrara dicho concepto con sus "Batallas sin Honor ni Humanidad". Pero aún quedaba algo de honor y humanidad en el género y quien mejor lo representaba era el nativo de Nishinomiya, dispuesto a iniciar otra saga para la productora (de las docenas que ya había protagonizado...).
Basándose en las andaduras de la familia real Yamaguchi, Fumio Konami y Norio Osada, colaboradores del director, dan comienzo con "Nihon Boryoku-dan" a una de esas clásicas fábulas gangsteriles del momento. En retrospectiva la película se postula como todo un preámbulo de las "Batallas", en especial gracias a su prólogo, que nos sitúa en un Japón hecho añicos, arruinado y humillado tras la 2.ª Guerra Mundial, cuyo único método de supervivencia es el mercado negro, controlado por los primeros clanes yakuza. Relato narrado, colores sepia, documentación histórica, imágenes de archivo, combates filmados con nervio y cubos de sangre...Fukasaku define su particular estilo para la posteridad.

El guión nos lleva entonces al Japón actual, el del capitalismo, el de la gran industria, un imperio financiero, social y político levantado desde las tripas del repugnante submundo. Visión agria donde las haya acerca de la prosperidad económica. En este lugar también prospera otro imperio, el de la familia Danno, que a fuerza de violencia han conseguido escalar peldaños inimaginables en la sociedad. Es en este escenario de cambios donde entra Tsukamoto, tras una larga condena en prisión; muy propio de las conocidas como "ninkyo-eiga", este hombre es representado cual yakuza de la vieja escuela lanzado a una tierra extraña.
Un tipo de yakuza cuya mentalidad no encaja con los ideales del nuevo sistema. La lucha se desencadena precisamente por ello. La postura ambiciosa de Danno es la de un político corrupto, pasando por encima de quien sea por la expansión y el control absoluto de la nación, empleando los métodos más sucios mientras se regodea en su cinismo ofreciendo una imagen pública diametralmente opuesta; la del protagonista es la postura del gángster clásico, a quien le basta con marcar los límites de un pequeño territorio, alimentar a sus secuaces y mantener lejos a otros malhechores.

Lo curioso de esta historia es que Tsukamoto se encuentra con tal responsabilidad de bruces, tras ser su oyabun atacado por una banda rival y transferirle a éste los poderes, y en lugar de abandonar al clan, compuesto básicamente de jóvenes que no tienen donde caerse muertos, se queda con ellos para protegerles. Sin muchas complejidades pero con un entramado plagado de giros y subtramas, "Boryoku-dan" profundiza en el deber y sacrificio de este hombre contra la crueldad exterior, personificada en un antiguo "aniki" que ahora trabaja para Danno, o en una pandilla de drogadictos recién llegada a esta Yokohama de sangre, tiros y basura.
Sin descolgarse por el mosaico colectivo como sucederá en las "Batallas", Fukasaku introduce una galería de pintorescos secundarios que estrechan el círculo alrededor del caballero yakuza de Tsuruta, y quienes llegarán incluso a robarle el protagonismo durante buena parte del argumento. Parte de culpa la tiene el Tomisaburo Wakayama más asqueroso que pueda imaginarse, a las órdenes de esos locos sibilinamente utilizados por Danno para borrar al anterior del mapa; imagen que pone sobre el tapete el tema esencial de la película: los yakuzas modernos y corruptos contra los rectos y honorables.

Prueba de fuego: (en Zona Spoiler). Este sentimiento de humildad y honor vibra en el interior de un secundario metido con calzador en la historia (la verdad...), Oba, mutilado por los hombres de Danno, (interpretado por el gángster real Noboru Ando), a quien encargan el asesinato de éste para luego deshacerse de él, pero encontrando en el camino la ayuda de Tsukamoto. Mientras, los episodios de ambos con sus mujeres sacan a relucir el lado más oscuro, melancólico y romántico de la poética "fukasakiana" de este periodo.
Ellas, cerca de los hombres pero ajenas al microcosmos de miseria en el que se dejan la piel, no alcanzan a comprender la máxima básica del yakuza por la que ellos viven: luchar por el clan, mantener a los compañeros y posponer cualquier intento de ilusión, de sueño pasajero. Podemos ver cómo cada personaje hace planes pero ninguno llega a buen puerto, y sólo queda la resignación a la fatalidad y el honor, siempre el honor; el que domina al protagonista, sin embargo, se dispara tras la decisión sacrificial de Kazama (joven Bunta Sugawara que aún era un secundario en este cine).

Y de algún modo, este honor pareciera transmitirse entre los hombres que aún conservan algo de esa humildad perdida en el cinismo de los tiempos modernos (lo que lleva a momentos increíbles, ya que nada hace pensar que despojos como Tsubaki o Miyahara pudiesen mostrar el más mínimo atisbo de honor).
Pero ese es el espíritu de las "ninkyo-eiga": los caballeros que atacan de frente con cuchillos contra los gángsters del progreso que disparan por la espalda. Una delicia de matanza servida con crueldad, fango, plomo y cámaras espasmódicas para los duros de estómago.
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