- Sinopsis
- Un hombre que vive en su automóvil queda atrapado en un guerra no declarada entre los motociclistas y conductores de automóviles. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Comedia dramática
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2012 / Grecia
- Título original:
- L
- Duración
- 87 min.
- Guion
- Música
Premios
Efthymis Filippou
29 de enero de 2017
”A veces voy en coche
A veces voy en moto
Pero siempre, siempre, siempre llevo oro.”
Oro, Socorro Socorro
De las 5 películas que lleva guionizadas Efthymis Filippou (Canino, Alps, ésta, Langosta y Chevalier, enumeradas por orden cronológico) todas tienen unas constantes y pautas comunes, siendo las principales y más evidentes que sus personajes están recluidos en un espacio acotado y oprimidos/alienados de formas que oscilan entre lo sutil y lo explícito y reglado. En L el espacio exiguo de maniobra se reduce a lo zulo, pues el protagonista vive en su coche y no es poca la inquietud que eso provoca si se compara con la barca de Chevalier, el hotel de Langosta, el casoplón de Canino o el rol interpretativo de sustitución de Alps. En L, además, vivir y moverse en un determinado vehículo implica pertenecer a un estrato social determinado. Porque en L la gente vive en sus coches, en sus motos, en sus yates, siendo la chusma ya la gente carente de vehículo que vive al raso y se desplaza a gatas, a lo vagabundo loco.
L es la película de Filippou menos interesante de todas, si bien no deja de tener sus brillantes alegorías y reflexiones. Aquí se habla de la lucha de clases de una manera bastante sui generis, y se toca lo volátil que es la pertenencia a un estrato social determinado: sobreentendiéndose que ir en coche equivale a clase media basta tan solo la pérdida del empleo de uno para perder la credibilidad entre los de su misma clase, el cariño y respeto de esposa e hijos y ganarse la defenestración al descenso en la pirámide social.
A veces voy en moto
Pero siempre, siempre, siempre llevo oro.”
Oro, Socorro Socorro
De las 5 películas que lleva guionizadas Efthymis Filippou (Canino, Alps, ésta, Langosta y Chevalier, enumeradas por orden cronológico) todas tienen unas constantes y pautas comunes, siendo las principales y más evidentes que sus personajes están recluidos en un espacio acotado y oprimidos/alienados de formas que oscilan entre lo sutil y lo explícito y reglado. En L el espacio exiguo de maniobra se reduce a lo zulo, pues el protagonista vive en su coche y no es poca la inquietud que eso provoca si se compara con la barca de Chevalier, el hotel de Langosta, el casoplón de Canino o el rol interpretativo de sustitución de Alps. En L, además, vivir y moverse en un determinado vehículo implica pertenecer a un estrato social determinado. Porque en L la gente vive en sus coches, en sus motos, en sus yates, siendo la chusma ya la gente carente de vehículo que vive al raso y se desplaza a gatas, a lo vagabundo loco.
L es la película de Filippou menos interesante de todas, si bien no deja de tener sus brillantes alegorías y reflexiones. Aquí se habla de la lucha de clases de una manera bastante sui generis, y se toca lo volátil que es la pertenencia a un estrato social determinado: sobreentendiéndose que ir en coche equivale a clase media basta tan solo la pérdida del empleo de uno para perder la credibilidad entre los de su misma clase, el cariño y respeto de esposa e hijos y ganarse la defenestración al descenso en la pirámide social.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
L la que se fuman los jroñas.
17 de diciembre de 2012
Malditas marcas blancas, Hacendado nos engaña, importación de yogures griegos de estramonio ¡ya!.
A Iliadis, Lanthimos, Tsangari y Makridis, jinetes del apocalipsis del cine moderno y actual, enfants terribles del nuevo orden mundial y visionarios de un sistema social quien sabe si demasiado próximo ya, se ve que la crisis les ha dado bien duro en el cerebelo y allá por el Egeo, publico y directores, con desalmadas perspectivas de y para oriundos ineludiblemente insensibles, ávidos de sombrío humor cuales zombies ansiando carne fresca de caballo o yegua, se descojonan en los cines y se descojonan en sus casas mientras que más allá del Verno y del Vrontous ponemos cara de búho y creemos que estos tipos no están tomando el pelo. Que bien me caen estos tipos.
A Iliadis, Lanthimos, Tsangari y Makridis, jinetes del apocalipsis del cine moderno y actual, enfants terribles del nuevo orden mundial y visionarios de un sistema social quien sabe si demasiado próximo ya, se ve que la crisis les ha dado bien duro en el cerebelo y allá por el Egeo, publico y directores, con desalmadas perspectivas de y para oriundos ineludiblemente insensibles, ávidos de sombrío humor cuales zombies ansiando carne fresca de caballo o yegua, se descojonan en los cines y se descojonan en sus casas mientras que más allá del Verno y del Vrontous ponemos cara de búho y creemos que estos tipos no están tomando el pelo. Que bien me caen estos tipos.
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6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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