Cuando levanta la niebla (1952)

Sujetos con carácter atormentado, con mirada huidiza y de porte inseguro a veces bordean los lindes de la locura en esa frontera difusa en la que casi nadie sabe donde comienza la cordura.
Y la banda sonora acompasa su cadencia a las oscilaciones y a la duda.

Película intensa, argumento sobrio, escenas cargadas de dramatismo, melodrama poderoso que apenas puede oponerse a ese hado funesto que conduce al ser humano por la sinuosidad de las sombras.

Hay tantas formas diferentes de llamar al amor que cuesta creer que a menudo se presenta sin ser invitado.
Aunque hallándose A. de Córdova por medio las cosas resultan más sencillas.

He de admitir que siento poca devoción en general por el cine de Emilio Fernández, al que encuentro excesivamente relamido. No obstante todos los recelos que en consecuencia pudiera tener respecto en la presente película se disipan a los diez minutos. Aquí sabe conjugar a la perfección fondo y forma, deja a Arturo de Cordoba y a su mujer la composición de unos magníficos personajes, bien acompañados por la bellleza de Maria Elena Marques y la presencia de ilustres secundarios como Tito Junco y Julio Villareal, y crea una de las mejores muestras del cine negro mejicano. Mención aparte merece la impresionante fotografía del gran Gabriel Figueroa