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Eso que llaman amor (2016)

Eso que llaman amor
90 min.
5,6
21
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Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Eso que llaman amor… narra tres historias que tienen como punto de partida La Polonesa, una cafetería en el centro de Medellín: Camila debe llevarse a casa los restos de su único hijo asesinado, ya que el cementerio será demolido. Erika se prepara para viajar a España con la ilusión de reencontrarse con su pequeña hija (y con una nueva vida); pero antes decide hacer un último servicio a un cliente japonés en un hotel, que le traerá una sorpresa inesperada. Marlon y la Muchacha Alegre trabajan en la calle como estatuas humanas, y –después de un día de labores mientras ambos se quitan sus disfraces en el pequeño cuarto de una residencia, cada uno conocerá, no solo el rostro del otro, sino la realidad de sus vidas. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Historias cruzadas
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Colombia Colombia
Título original:
Eso que llaman amor
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2017: Premios Macondo: Nominada a mejor sonido
7
El amor indeclinable por los hijos
Erika (Linsy Holguín), es una prostituta prepago que ansía irse a España para reencontrarse con su hija, pero, el hombre que le tramita los documentos de viaje, le exige más dinero del que posee para entregarle el pasaporte. Camila (Beatriz Ángel), es una anciana que se ve obligada a llevarse para su casa el cajón donde reposan los huesos de su hijo asesinado, ante la inminencia de transformación del cementerio; y Marlon (Pedro Julio Arias), es un joven dedicado a la labor de mimo estático o estatua viviente, como se les llama en las calles de Medellín, cuya esposa le ha abandonado y apenas le deja ver a su hijo al que ama profundamente.

El eje central de, <<ESO QUE LLAMAN AMOR>>, el segundo largometraje del director colombiano, Carlos César Arbeláez -de afortunado debut con, “Los Colores de la Montaña”- resulta ser, pues, el amor por los hijos de unos padres que pasan por situaciones difíciles. Pero, el amor tiene muchas formas de expresarse, de facilitar el desahogo, de traer esperanza… o de generar frustración, y cosas como éstas, son las que vamos a ver en tres historias que se moverán, un poco al estilo de, “Third Person” (Paul Haggis, 2013), donde hay tres seres que luchan cada uno por un hijo que pesa fuertemente en sus existencias.

El filme de Arbeláez -realizado con otro guion de su autoría-, se centra en la gente de bajos recursos, y como suele ocurrir con otras historias ya contadas en el cine colombiano, la esperanza trae su luz, pero luego pareciera desvanecerse como el agua entre los dedos, trayendo esa frustración y ese desencanto que oscurecen el paisaje. El mérito está en que hay aquí mucha sensibilidad en lo contado y aunque, en el caso de Camila, suena anticuado y sentimentaloide el peso que concede a unos huesos que sólo sirven para alimentar el negocio de los curas, en las otras dos historias hay poesía y sensibilidad a borbotones.

Por su parte, ese “selenita frustrado" que encuentra en “la muchacha alegre” una anhelada esperanza para ahuyentar su soledad; y ese japonés que paga generosamente a una muy bella prostituta, más para que lo escuche que para satisfacer otra suerte de apetitos, son seres que nos llegan y que nos permiten entender lo complejo que puede ser el corazón humano… y, sobre todo, el gran riesgo que se corre cuando uno se anima a condenar.

Las historias resultan muy bien interrelacionadas y al director se le aplaude que se mantiene al margen de cualquier sensacionalismo… aunque ésto signifique sacrificar el interés de tantos espectadores que sólo buscan impacto y emociones fuertes. Arbeláez reivindica el valor de lo simple y opta por lo emocional como línea directa hacia el alma humana. Con ésto, quizás no consiga largas filas en las salas de cine, pero está mucho más cerca de conseguir la trascendencia.

Fui a ver esta película con mi hija a un centro comercial y la sala estuvo totalmente disponible para ella y yo. En cambio, para un filme insulso como, “Sully” (Clint Eastwood, 2016), abundaba el interés. La gente sigue prefiriendo alejarse de la realidad que esforzarse por comprenderla… y es, ésta, una de las principales razones por las que abunda la infelicidad.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Contradicción formal
Eso que llaman amor de Carlos Arbeláez recuerda el último cine de Gaviria en ese intento de crear personajes reales sacados de la calle, con sus gestos y su voz, pero embutidos en estructuras narrativas típicas, mil veces vistas en el cine y la literatura. Se trata de tres parejas que viven historias ligeramente conectadas a lo largo de una sola jornada. No es necesario entrar en los detalles de la trama, baste con decir que uno de los personajes es una prostituta de buen corazón y otros dos son payasos que ríen para no llorar. Quizás la intención de semejante convencionalismo es conectar con el público, que reconoce los personajes y se siente invitado a la conversación, en vez de repelido por unas historias y unos seres demasiado sui géneris. La intención de llegar al público es por supuesto muy encomiable, y es un hecho que una cierta dosis de convencionalismo le hace bien a muchas obras, al proporcionarles un terreno de cierta firmeza para lanzarse a exploraciones más arriesgadas. Pero por otro lado, personajes e historias demasiado estereotipadas puede ser nitroglicerina guionística, que puede estallar en las manos de quien manipula tales figuras acartonadas sin el suficiente cuidado y finura.
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