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Uno tras otro (In Order of Disappearance) (2014)

Uno tras otro (In Order of Disappearance)
116 min.
6,3
4.394
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Sinopsis
Nils conduce una barredora de nieve por un remoto paraíso nevado. Un día recibe una llamada telefónica: su hijo, que acababa de empezar su carrera universitaria en Oslo, ha muerto por una sobredosis de droga. Sin embargo, Nils no cree la versión oficial, y en su empeño por averiguar la verdad y cobrarse venganza, se verá envuelto en una guerra entre bandas de narcotraficantes. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Acción Comedia Comedia negra Crimen Venganza Zonas frías/polares
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Noruega Noruega
Título original:
Kraftidioten (In Order of Disappearance)
Duración
116 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Noruega-Dinamarca-Suecia;
Links
Premios
2014: Festival de Berlín: Sección oficial largometrajes a concurso
7
Ágil, divertida y desprejuiciada nueva obra de un realizador a tener muy en cuenta.
Hace tres años, el noruego Hans Petter Moland propuso, dentro de la competición oficial de aquel año, una suculenta comedia negra titulada A SOMEWHAT GENTLE MAN. IN ORDER OF DISAPPEARANCE vuelve a acreditar la capacidad del realizador noruego para abordar esta especialidad tan del gusto del espectador contemporáneo. La mezcla de géneros, además de uno de los rasgos inexcusables de la modernidad, se está convirtiendo en peaje artístico de imposición casi obligatoria. Corren muy malos tiempos para la pureza, así que debemos de conformarnos con lo que nos ofrece el cada vez más numeroso plantel de fusionadores cinematográficos: Petter Moland se halla entre los mejores.

Su nueva película nos propone una suerte de thriller gansteril, acometido desde una óptica irónica que permite que el enredo argumental no cese, salvo en el arranque, de pringarse puntualmente de ácida comicidad. El film arranca presentándonos a su personaje principal, un veterano conductor de quitanieves. Nos hallamos en Noruega. Pleno invierno. Un pequeño pueblo situado en los alrededores de Oslo. Nils acaba de ser declarado Ciudadano del Año por la efectividad y la disposición con la que ejerce su trabajo en las carreteras de la población. Sin embargo, la placidez que parece rodearle se quiebra de súbito al tener noticia de la muerte de su único hijo. La policía dictamina que ha sido por una sobredosis de droga. Él se niega a aceptar ese dictamen: el espectador ya sabe que se halla en lo cierto. El joven ha sido asesinado por un par de esbirros de un importante narcotraficante. Nils no tardará en investigar y tomar drásticas decisiones por su cuenta.

IN ORDEN OF DISAPPEARANCE resulta un notable ejercicio cinematográfico por la desinhibida tonalidad que Petter Moland impone al fluir del relato. El noruego sabe controlar en todo momento los riesgos que supone autoimponerse la incursión en este tipo de cine negro que dinamita los presupuestos genéricos dirimiendo una mirada cáustica, violenta y paródica a los hechos contemplados. La película está acribillada de una hilarante acumulación de sarcasmos, reflexiones y escenificaciones afiladamente cómicas que no impiden el devenir frontal, bien dominado, de unos acontecimientos en los que la sed de venganza de unos y otros irá deparando una sanguinolenta espiral de violencia escenificada siempre con sequedad y dureza.

El aprovechamiento del espacio helado, desierto, blanquísimo e intransitable en el que se desarrollan la mayoría de los hechos, la acertada dirección de actores, la mediación de unos diálogos atinados y mordaces, la vindicación bien fundamentada de un, podríamos decir, “scandinavian western” (la soledad del héroe, sus paseos por el entorno, la situación aislada del hogar, el rifle, los rasgos del protagonista, etc.), el aplomo con el que se inscribe lo excéntrico (el capo mafioso, la relación con su exmujer, el carácter idiotesco con el que se perfilan muchos de los secundarios) y el acierto de un recurso como la enumeración necrológica de quienes van siendo abatidos se convierten, todos ellos, en causas por las que no dudamos en recomendar el visionado de esta ágil, divertida y desprejuiciada nueva obra de un realizador a tener muy en cuenta.
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31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Mr. Quitanieves.
155/10(13/15/09) Atractivo thriller noruego, el realizador Hans Peter Moland ofrece un film sobre venganzas con un claro tono coeniano (por los hermanos Coen), con un sentido de humor negro, bizarro en ocasiones, ácido, corrosivo, con un guión (original) sencillo de Kim Fupz Aakeson que a medida que avanza se bifurca en subtramas que dan mucha vida al relato. Con una construcción de personajes hábil, con un desarrollo de la narración fluido, componiendo situaciones cáusticas, con explosiones de violencia que rozan lo paródico, con diálogos mordaces y cortantes. La cinta nos sumerge en un submundo alejado de la imagen bucólica-ordinaria que tenemos del país escandinavo, poblado de gangsters, mafias balcánicas, drogas, asesinos a sueldo, abocándonos a un mundo dominado por la ley darwinista del más fuerte. Remanece un humor sardónico en el que se ríen de los políticos, de la policía, de los villanos de pacotilla, de lo que se esconde tras una fachada idílica de falsa felicidad. Asimismo es de muy buen gusto la ambientación, hermosísimo marco de campos infinitos nevados, desiertos de impoluto blanco, contrastando con la cantidad de sangre que se vierte en el film, dominado por enormes máquinas quitanieves, deviniendo todo esto en una especie de western a la escandinava donde “un padre coraje”. Film que no inventa algo, pero es que solo aspira a que pases un buen rato, y esto lo consigue con creces.

El escenario es Noruega, el protagonista es Nils (Stellan Skarsgård), un sueco de mediana edad que vive con su mujer en un pequeño pueblo rural, es un veterano conductor de máquina quitanieves en una vida plácida. Estamos en pleno invierno y le comunican que su hijo ha muerto de sobredosis en Oslo según versión oficial, Nils no la cree y comienza a investigar por su cuenta, comenzando una letal venganza increscente, acabando con varios esbirros de un poderoso mafioso noruego, "Count" (Pål Sverre Valheim Hagen), este creerá que es la mafia serbia, comandada por “Papa” (Bruno Ganz), la que está acabando con su gente, comenzando una guerra contra estos. Entre los muchos personajes secundarios que aparecen destacan, Marit (Birgitte Hjort Sørensen), ex esposa del “Count”, con el que comparte la custodia de un hijo, y Egil (Peter Andersson), hermano de Nils.

La historia discurre por senderos fríos, te cala la gelidez climática, esto se mezcla con ingenio con la acción salpicada de sardonismo humorístico, con personajes extravagantes en momentos excéntricos, un capo mafiosillo metrosexual, dos matones gays que ocultan su affaire, otro matoncillo que hace parapente. Todo ello en un relato que ha sido contado ya tropecientas veces, el padre-hermano-esposo-amigo vengador que debe destapar su lado atávico para acometer su vendetta, pero consigue el director aportarle frescura, chispa, enfocándola desde un prisma incluso paródico del subgénero, recordando a films como “Fargo” por su puesta en escena rural blanca, por su trama criminal de ramalazos de violencia y por su oscuro humor, incluso al nuevo cuasi-discípulo de los Coen, Martin McDonagh, en sus obras “Escondidos en Brujas” o “Siete psicópatas”, con un sentido de la comedia negra que por momentos cruza lo políticamente correcto haciendo chanzas, sobre los inmigrantes, sobre suecos, sobre chinos, sobre las etnias, sobre los tópicos de los países del mediterráneo, sobre los secuestros o el síndrome de Estocolmo.

El realizador utiliza un recurso estilístico brillante, y es que cada vez que muere alguien la pantalla se funde a negro, aparece el nombre de la víctima a modo de obituario, con su fecha de nacimiento y de fallecimiento, con el icono de la fe que profese, católicos romanos, ortodoxos o judíos, algunas muertes se describen en perspicaces elipsis fuera de campo, se sugieren y aparece el obituario, dejando una sensación de comedia negra punzante, recurso similar al utilizado en la serie de Alan Ball “A dos metros bajo tierra”.

Si cabe ponerle un pero sería que su arranque impide sepamos algo de fondo del protagonista Nils, al inicio matan a su hijo, y a continuación un tipo normal se convierte en una máquina despiadada de matar, esto nos impide empatizar humanamente con él, lo presentan de modo brusco en dos pinceladas, no sabemos si Nils era ya violento de antes o es algo sobrevenido, esto nos impide notar el contraste entre el tipo ordinario que quizás era con el que se convierte por mor de la muerte de su vástago.

Stellan Skarsgård borda con laconismo y carisma su rol de padre coraje, aporta gran personalidad y porte adusto. Pål Sverre Valheim Hagen resulta muy divertido con su capo mafioso vegetariano, un caricaturesco metrosexual, con pose de malote impostada, le otorga una turbadora vis cómica. Bruno Ganz resulta majestuoso en su papel de una especie de “El padrino” de Marlon Brando, del que adopta hasta su forma de hablar ronca, con pose taciturna, mirada intensa, demuestra lo gran actor que es, insuflando hondura a su capo.

La puesta en escena resulta prodigiosa, con un fabuloso diseño de producción de Jorgen Stangebye Larsen, con ese contraste marcado entre la urbe de Oslo con lo rural de parajes interminables de blanquísima nieve, ello embellecido por la luminosa fotografía Philip Ogaard (“Kitchen stories”), con tomas generales que recuerdan a las de “Fargo”, con hermosos paisajes blancos, con lindas tomas nocturnas, con líricas escenas con la máquina quitanieves, alegoría esta profesión de la limpieza que ejerce Nils sobre el panorama de delincuencia. Esto señala a fuego el aire perturbador del relato. (sigue en spoiler)
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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