El fantasma invisible (1941)

En la década de los años 30 y primeros años de los 40 se produjeron un aluvión de películas de intriga y terror donde la temática giraba en torno a asuntos relacionados con el psicoanálisis freudiano, además de la hipnosis, la telequinesis o la telepatía, incluso el maestro del género como Alfred Hitchcock tiene varias de sus obras sobre dichos temas, pero en este caso hablaremos de una de serie B del director Joseph H. Lewis que aún siendo muy floja tiene un poco más de nivel que otras de la época.

Y es que Lewis era un cineasta muy superior a gente que cultivó este tipo de películas como William H. Pine, Victor Halperin, Ford Beebe o el mismo Ed Wood entre otros. No en vano tiene una película del nivel de “El demonio de las armas” que está bastante bien, aunque en este caso en una de sus primeras cintas dirigidas el nivel es bastante escaso, pero deja ya constancia de cierta maestría con la cámara a la hora de filmar que no tenían los anteriormente mencionados.

La historia, muy teatral, con prácticamente unidad de espacio y escasos actores, tiene como protagonista a un clásico de este tipo de películas como es Bela Lugosi, que aunque es verdad que sigue siendo uno de los actores que más terroríficamente ha mirado jamás a una cámara de cine, no deja de ser un tipo interpretativamente limitadísimo aunque es cierto que la pantalla le quiere y eso no es fácil de encontrar.

Lo peor sin lugar a dudas es un guión muy poco trabajado y excesivamente infantil –en el sentido de la verosimilitud de las explicaciones- y como casi siempre la música de este tipo de películas de serie B que rivalizan en cuál de ellas es más mala.

Lo mejor sin duda la dirección, con algún travelling destacado y el interesante montaje por encima de lo habitual, además de la presencia de Lugosi que siempre es un punto más.

Muy regular, aunque cómo dura poco más de una hora, aconsejo a los eruditos que la echen un vistazo.

Nota: 4,4.

Una de asesinos en serie. Este además es un vaguete y estrangula a sus víctimas sin salir de casa. Y la policía ni se lo huele. Vaya inútiles. Si encima cometen un flagrante error judicial, de ésos que si fuese la víctima afroamericana hoy en día quemarían la ciudad y, de paso, se llevarían todos los plasmas.

La película tiene un guión nada creíble. Una serie de situaciones absurdas. El asesino no es consciente, le da como un vahído y se transforma en Chiquito de la Calzada, pues cuando está en modo "killer" anda igual que el genial humorista.

Bela Lugosi es un punto, intentando una interpretación de alguien con problemas mentales pero que desconoce padecerlos. De hecho, la escena final, con un primer plano de su rostro, mostrando cuando lo descubre, es magnífica, lo mejor de la película.

Verse puede verse, si uno no es demasiado exigente. El aprobado raspado se debe al gran Lugosi.