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Paulina (2015)

Paulina
100 min.
6,2
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Sinopsis
Paulina es una joven abogada que regresa a su ciudad para dedicarse a labores sociales. Trabaja en un programa de defensa de los derechos humanos en zonas humildes de la periferia de la ciudad. Tras la segunda semana de trabajo, es interceptada y atacada por una patota. Remake del clásico del cine argentino del mismo nombre, que en 1961 dirigió Daniel Tinayre, con Mirtha Legrand como protagonista. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Enseñanza Abusos sexuales Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
La patota
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Argentina-Francia-Brasil;
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Premios
2015: Festival de Cannes: Gran Premio Semana de la Crítica, Premio FIPRESCI
2015: Festival de San Sebastián: 3 Premios ("Horizontes Latinos")
2015: Premios Sur: Mejor actriz (Dolores Fonzi)
2015: Premios Fénix: Mejor actriz (Dolores Fonzi)
2016: Premios Platino: Mejor actriz (Dolores Fonzi)
8
Contra la corriente
La flamante remake del clásico de Daniel Tinayre , realizado en 1960, justifica la actualización de su propuesta, que incorpora la actualidad de su propio tiempo y a su vez interpela hasta qué punto nos hemos desacostumbrado a los dilemas éticos y su consecuente dialéctica para defender ideas y consecuencias.

La película arranca con un largo plano secuencia que registra una descarnada discusión que enfrenta dos puntos de vista opuestos. El relato abre con un áspero diálogo entre la joven Paulina (Fonzi), recién recibida de abogada, y su padre, un juez de notoria trayectoria (Oscar Martínez) que espera de ella la continuación de una carrera en el ámbito del derecho, donde se le abren todas las puertas. Sin embargo, la joven ya tiene una decisión tomada al respecto: abandonar su especialización y regresar a Misiones, su tierra natal, para integrarse en un proyecto docente con jóvenes estudiantes de zonas marginales. Su padre se opone a esta decisión, pero Paulina decide seguir adelante.
Ya en zona semirrural, con los aserraderos que permanentemente reciben árboles extraídos de una selva cada vez menos verde, Paulina y sus ideales chocan con la realidad: la diferencia de idioma y de clase social son apenas el inicio de una tarea ardua que se complicará cuando un grupo de jóvenes jornaleros la confunden con una prostituta y es víctima de una emboscada y agresión sexual.

La película de Mitre toca puntos sensibles por el trasfondo del tema abarcado que no ocupa el primer plano pero cuenta y mucho. Santiago Mitre realiza un juego de temporalidades que también estaban en la película original: interrumpir y volver sobre el tiempo narrado, con el fin de retomar el hecho conflictivo desde diferentes ángulos. Este recurso refleja la complejidad del caso y permite diferenciar móviles y motivaciones.
La nueva versión se hace eco de los debates políticos contemporáneos y las distintas reacciones ante un hecho de violencia de género, con su posterior reclamo de justicia, generando posiciones encontradas. Al respecto, el film opera contra la idea de venganza que tan opuestamente canaliza otro film argentino reciente como Relatos Salvajes.

Es que “La patota” no sólo es una película política sino también una propuesta desconcertante, que puede dejar perplejo al espectador a la luz del irritado sentimiento social del ojo por ojo y diente por diente.

El planteo central es ante todo un conflicto ético, distante por igual del puro misticismo y del melodrama. La película se torna cada vez más inquietante y desafiante de la mano de su protagonista.

Plantea las ansias de cambio social, poniendo el cuerpo y la voluntad transformadora. Del otro lado, se acentúan las normas que conservan y legitiman. En la diferencia de posturas ideológicas se centra el relato. Cuando la heroína se convierte en víctima, como lo remarca su padre juez, todos esperan una justicia equiparada al castigo.
Sabemos que Paulina no cree en la justicia institucionalizada, que desconfía de su capacidad, porque “no busca la verdad sino culpables” -afirma- y en la expectativa acerca de si su convicción permanecerá irreductible, se sostiene el suspenso.

Con un tema sólido, buenas actuaciones y una estética que llena los ojos de buen cine, “La patota” se mira sin respiro hasta desembocar en un largo plano final memorable y sin palabras, que refuerza ese punto de vista que avanza de frente y nos enfrenta, con la fuerza de las convicciones.
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37 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Una mujer contracorriente
Estamos ante un retrato poderoso de un personaje femenino que marca su independencia, que se enfrenta a su padre y a su novio, se rebela contra una previsible carrera exitosa en la judicatura y se revuelve contra las decisiones que otros toman por ella, colisionando con los convencionalismos al uso y demostrando que la integridad moral no conoce de vínculos afectivos, ni de servilismos trasnochados, ni de sumisiones tácitas o expresas. Independencia ante todo y con la cabeza bien alta. Ser iconoclasta no significa llevar siempre la razón, pero al menos transitas tu propio camino (y no el camino que te trazan los demás, por mucho que digan quererte). Ser heterodoxo conlleva un precio pero la protagonista está dispuesta a pagarlo. Es el peaje de los inconformistas.

También estamos ante un remake de una película argentina estrenada en 1960, debida a la pluma del español Eduardo Borrás y dirigida por Daniel Tinayre. Lo que hace más de cincuenta años fue un retrato rupturista y original de una mujer ultrajada por sus alumnos, ahora adolece de un exceso de verborrea ampulosa y contiene cierto tufillo a naftalina y rebeldía de opereta. No basta con tener un personaje potente y una historia interesante, conviene atender también a la verosimilitud psicológica y a la coherencia del relato. Y aquí hay un déficit notorio en cuanto a revelar las motivaciones de su protagonista, lo cual hace casi ininteligible su cadena de decisiones, enturbia sus reacciones insólitas, afea su afán por llevar la contraria por sistema.

Contar con la presencia cautivadora – avalada por una excelente actuación – de Dolores Fonzi contribuye a confundir al espectador. Ella está muy por encima del material que transita, ella tiene una fuerza y transmite una verdad de la cual el relato carece por haberse quedado estancado o anticuado. Su magnetismo difumina que el relato hace aguas por varios frentes: ¿Es un alegato indigenista o una apología del engaño judicial? ¿Es una alabanza de la rebeldía o un panegírico del síndrome de Estocolmo? ¿Es una loa a la ayuda a los desfavorecidos o una denuncia de las ñoñas buena intenciones de los pijos capitalinos? ¿Es una defensa de la mujer emancipada o una ofensa para las mujeres libres? La narración es ambigua, críptica y esotérica y no convence. La simpatía que despierta su estrella no compensa los altibajos de la trama.

En definitiva, película interesante e intensa, que te arrastra como un huracán y te zarandea sin piedad, con algunos momentos memorables (el plano-secuencia inicial), pero tras el visionado repara uno en sus costuras y se rebelan sus debilidades. Imperfección camuflada de virtud.
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27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
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