Trailer (ESPAÑOL)
Ver 4 más- Sinopsis
- Documental que muestra la vida de una pequeña clase de un pueblo a lo largo de todo un curso, mostrándonos una mirada a la educación primaria en el corazón de la Landa francesa. Una docena de alumnos entre 4 y 10 años, reunidos en la misma clase, se forman en todas las materias bajo la tutoría de un solo profesor de extraordinaria dedicación. Maestro de la autoridad tranquila, el profesor Georges López conduce a los chicos hacia la adolescencia, mediando entre sus disputas y escuchando sus problemas. (FILMAFFINITY)
- Género
- Documental Enseñanza Colegios & Universidad Infancia Vida rural
- Dirección
- Reparto
-
Documental
- Año / País:
- 2002 / Francia
- Título original:
- Être et avoir
- Duración
- 104 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Links
Premios
"Una única mirada que logra hacernos ver algo tan invisible como el crecimiento..."
Ángel Fernández Santos
[Diario El País]
"Una maravillosa película (...) la cámara convierte en espectáculo fascinante el día a día en un aula, sin juzgar ni manipular."
Alberto Bermejo
[Diario El Mundo]
13
13
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
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Tiempo de aprender
17 de febrero de 2008
Aquí no caben las estrellas made in Hollywood.
Aquí no hay guionistas demagogos.
Aquí nadie recita a Shakespeare de memoria.
Aquí los profesores no consiguen lo imposible.
Aquí no vemos saltos deslumbrantes y efectistas.
Aquí el llorar no es algo que se ensaye.
Aquí no hay videoclips con luces de colores.
Aquí los pijos no se encierran en su concha de vacío existencial.
Aquí no se resuelven integrales triples sin esfuerzo.
Aquí sólo hay personas.
Niños.
Un maestro.
Nociones de lenguaje y geometría.
Aquí se intuye el infinito.
Paso a paso.
Y Aquiles no da caza a la tortuga.
===
ES hermosa por lo que no TIENE.
Aquí no hay guionistas demagogos.
Aquí nadie recita a Shakespeare de memoria.
Aquí los profesores no consiguen lo imposible.
Aquí no vemos saltos deslumbrantes y efectistas.
Aquí el llorar no es algo que se ensaye.
Aquí no hay videoclips con luces de colores.
Aquí los pijos no se encierran en su concha de vacío existencial.
Aquí no se resuelven integrales triples sin esfuerzo.
Aquí sólo hay personas.
Niños.
Un maestro.
Nociones de lenguaje y geometría.
Aquí se intuye el infinito.
Paso a paso.
Y Aquiles no da caza a la tortuga.
===
ES hermosa por lo que no TIENE.
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91 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jojo aprende a ser mayor.
19 de febrero de 2008
En mi escuela infantil había una higuera enorme que nos daba sombra en verano. Por ella trepábamos si las profesoras no nos veían. También nos proporcionaba unos deliciosos higos, que todos esperábamos como el maná, cuando llegaba la época. Yo sólo comía de aquellos higos, con mis compañeros. Fuera de allí no me gustaba comerlos.
Recuerdo aquella época con la misma impresión con la que se recuerdan los sueños, una región que existe de una manera particular, pero a la que no se puede volver si no es con la imaginación, o de la mano de Nicolas Philibert.
Durante una época mi padre estuvo muy enfermo. Yo no dije nada, aunque toda la clase lo sabía. Mi profesora también lo sabía. Una mañana no pude contener las lágrimas. La señorita Araceli no me habló, solo me miró de una forma especial; en esa mirada había muchas cosas, pero sobre todo estaba la certeza (o al menos así quería yo creerlo) de que todo se iba a solucionar. Un maestro enseña también con lo que no dice; un buen maestro nos enseña a aceptar que hay cosas que ya nunca volverán a ser igual y este es el aprendizaje más duro.
Siempre he pensado que crecer es un proceso dramático, de renuncia. En cierta manera, el niño que todos fuimos sigue ahí, en esa escuela, compartiendo sus lápices y sus libros con los demás, jugando en los charcos. Nos cuesta no mirar allí de vez en cuando.
Ahora, como profesora, al igual que el maestro de la película, también oigo alejarse tras la puerta las voces de mis alumnos en el mes de junio; al igual que el maestro de la película, ordeno la clase, en silencio, pensando en todo lo que no dije, en todo lo que compartimos, más allá de los lápices y los libros. Y pensando que al final, quizás la infancia es algo muy sencillo y muy hermoso: un patio con una higuera y alguien que te cuida.
Recuerdo aquella época con la misma impresión con la que se recuerdan los sueños, una región que existe de una manera particular, pero a la que no se puede volver si no es con la imaginación, o de la mano de Nicolas Philibert.
Durante una época mi padre estuvo muy enfermo. Yo no dije nada, aunque toda la clase lo sabía. Mi profesora también lo sabía. Una mañana no pude contener las lágrimas. La señorita Araceli no me habló, solo me miró de una forma especial; en esa mirada había muchas cosas, pero sobre todo estaba la certeza (o al menos así quería yo creerlo) de que todo se iba a solucionar. Un maestro enseña también con lo que no dice; un buen maestro nos enseña a aceptar que hay cosas que ya nunca volverán a ser igual y este es el aprendizaje más duro.
Siempre he pensado que crecer es un proceso dramático, de renuncia. En cierta manera, el niño que todos fuimos sigue ahí, en esa escuela, compartiendo sus lápices y sus libros con los demás, jugando en los charcos. Nos cuesta no mirar allí de vez en cuando.
Ahora, como profesora, al igual que el maestro de la película, también oigo alejarse tras la puerta las voces de mis alumnos en el mes de junio; al igual que el maestro de la película, ordeno la clase, en silencio, pensando en todo lo que no dije, en todo lo que compartimos, más allá de los lápices y los libros. Y pensando que al final, quizás la infancia es algo muy sencillo y muy hermoso: un patio con una higuera y alguien que te cuida.
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