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Humor amarillo (Serie de TV) (1986)

Humor amarillo (Serie de TV)
30 min.
7,1
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Reportaje sobre el programa
Sinopsis
Un programa de pruebas y juegos donde unos 100 participantes intentaban superar varios obstáculos y juegos húmedos, sucios y salvajes. Su presentador principal era Takeshi Kitano y los participantes del concurso eran sometidos a pruebas de destreza, donde, en su mayoría, recibían golpes y sufrían caídas. Su objetivo era llegar al castillo de Takeshi, defendido por unas tropas un tanto pintorescas. El ganador de todas las pruebas recibía un millón de yenes (aproximadamente 10.000 dólares).

En España fue extremadamente popular en los años 90 debido a su doblaje paródico a cargo de Juan Herrera y Miguel Ángel Coll, que remontaba los programas originales con nueva voz en off. El formato fue tan exitoso que ha tenido versiones en varios países y en 2023 Amazon estrenará una nueva versión en Prime Video.
Género
Serie de TV Comedia Acción
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Fûun! Takeshi Jô
Duración
30 min.
Compañías
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10
De lo más grande
No podré olvidar nunca este concurso de los domingos al mediodía. Me partía literalmente de risa, casi al mismo nivel que cuando veía la serie de bromas canadiense Just for laughs. Mi mujer me miraba extrañada, pelín fastidiada por verme reír sin poder comprender que es lo que me hacía gracia, en tal alto grado, ante tanta tontería, pero es que era sublime esa avalancha de seres impetuosos corriendo hacia a la victoria o hacia... su castigo.

El comportamiento de estos japoneses eran los propios de sus fanáticos soldados en la guerra, afrontar el desafío con el mayor valor para luego caer sin medir las consecuencias del golpe que se iban a dar, la mayoría de las veces inmediatamente después de saludar; y si superaban la prueba me imagino que alcanzarían íntimamente la inmortalidad pensando que Takeshi, y su banda de jueces, desde su Olimpo donde vigilaban, estarían dando signos de aprobación.

Estaba el presentador, con chaqueta a lo Elton John y un sable samurai para dar la orden de partida, y entonces los valientes concursante partían a la carrera, carrera en la que pronto las bajas se sucedían.

Varias eran las pruebas y no voy a relatarlas todas pero grandiosa era la que diversas puertas sobre unas pistas escondían trampas para acabar con el concursante (redes, agujeros llenos de barro...) Una de ellas era una pared de ladrillo. El concursante tenía que ir a la carrera eligiendo la pista en la que creyera que podría pasar. Si se topaba con la pared, la hostia era memorable, hasta rebotaba varios metros.

Y no hablemos del puente, que al intentar atravesarlo les disparaban pelotazos desde un cañón escondido para enviarlos al vacío. O la pista elevada circular sobre agua que en una plataforma tenían que ir salvando obstáculos. Las caídas incluían piruetas involuntarias y volteretas impensables. Todas las pruebas demostraban una gran imaginación y una puesta en marcha realmente original, inolvidable concurso, con un humor grandioso, igual con algo de sadomasoquismo por el hecho de reírse a costa de ver golpes, pero así era porque los concursantes disfrutaban.

Se le intentó imitar pero nunca fue superado.
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30 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Esperpento simpático difícil de olvidar
En 1990, las cadenas de televisión privadas aterrizaron en España. Un cambio sustancial frente a la situación imperante hasta entonces, en tanto que los canales públicos perdieron el monopolio de las transmisiones televisivas.

Como la televisión era (y sigue siendo) un negocio goloso, no tardaron en aparecer empresarios de pelaje diverso y moral distraída que, con la ayuda de sus buenos conglomerados económicos, intentaron llevarse un trozo del pastel. Nacieron así canales de TV como Tele5 o Antena3, por citar dos.

Unas primeras televisiones privadas que se caracterizaron por empezar con unos recursos que, aunque nada desdeñables, eran limitados en relación al tipo de negocio. Además, sus infraestructuras estaban recién nacidas, por lo que carecían de rodaje. En consecuencia, todo lo apostaban al ahorro de perras y a la publicidad descarnada. Había que abrirse paso gastando poco e ingresando mucho, sin importar las cuestiones éticas.

Y fue precisamente en ese contexto casi de pioneros cuando nació "Humor amarillo". Un programa de TV, surgido de una gestión harto dudosa (véase spoiler 1), en donde se intentaba hacer reír a los telespectadores usando unos recursos bastante discretos. Una solución de mínimos en donde los costes de producción fuesen anecdóticos.

La idea era simple, aunque resultona. Se partía de un concurso televisivo japonés emitido durante los 80, del cual se habían adquirido los derechos sobre decenas de episodios. Acto seguido, un par de narradores españoles doblaban el contenido con absoluta libertad y delirio, inventándoselo todo y priorizando el cachondeo más salvaje posible. Y ya está. Eso era "Humor amarillo".

La surrealista tarea recayó por entonces en dos locutores con tablas en el mundo de la radio experimental, Juan Herrera Salazar y Miguel Ángel Coll. Ambos, usando unos medios pobres a rabiar (véase spoiler 2), se inventaban la narración de cada episodio mientras hacían humor en pareja ("de crochet", como dice el propio Juan Herrera). La clase de gracias en donde uno lanzaba un chascarrillo y el otro lo remataba.

"Humor amarillo" resultó un éxito, con hasta un 31% de audiencia, ya que nunca se había visto nada parecido en España. Sus responsables, en un ejercicio de libertad que hoy sería impensable, rebautizaron las pruebas con nombres chorras, a la vez que se inventaron al famoso personaje de el Chino Cudeiro (véase spoiler 3). Un personaje cuyo origen, además, fue de lo más curioso (véase spoiler 4).

"Humor amarillo" se emitió en España entre 1990 y 1995, periodo durante el cual era casi imposible encontrar a alguien en este país que no conociera el programa. No obstante, y ya en el 2006, el canal de televisión Cuatro lo recuperó, emitiéndolo hasta el 2007 con un nuevo doblaje. Uno que, en esta ocasión, recayó en Fernando Costilla y Paco Bravo (véase spoiler 5).

Aunque el primer doblaje de "Humor amarillo" es el referente y el que lo dio a conocer, el realizado la segunda vez fue mucho más intenso y rápido. Para mi gusto, mejor que el anterior, que era bastante lento. No obstante, esto es solo un gusto personal, a la vez que un reflejo de cómo cambió la televisión en quince años.

En resumen, "Humor amarillo" no era un programa de gran calidad. Era pobre en medios, reciclaba un material vetusto, y sus chistes eran burdos y simplones. Sin embargo, también es verdad que se pasaba un buen rato, y que es imposible no sentir cariño por las infinitas tonterías que se podían decir por entonces. No sé si eran tiempos mejores, pero al menos los más tontos aún no habían sometido a la sociedad argumentando sentirse ofendidos.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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