A ti de vida, el infame coso ésta española serranía, con el toro por montera, capeando en pelota picada al trasluz de luna mezquina, un garzón (Christopher Rydell) menea el rabo a escondidas para demostrar cuan vestigioso e íbero es... Mas el garzón cae en las ardides del éxito, no sin antes jalonarse unos frondosos cosos, entre lidia y lidia, dicen por ahí, una candora cocainómana, (Saron Stone) pestañea al son que arriba la ola, no sin antes enseñar algo de carne, algo de felpudo, la muy ella: toda pechugona. Y en su páramo candor y en su estío lastimero ... se constriñe el castizo mugir, que con resabia premura e íbero cerril, desloma su fuste en las nalgas de la fermosa doncella, cual espada en ristre, clava en estoque del inocente chicarrón. No sin saber, que pronto clamará al mundo: "-Siento dejar éste mundo, sin probar... pipas Facundo-"...

Con el fulminante estreno de Terminator 5, decidí embarcarme en una sentada veraniega de acción, viajes temporales y robots asesinos.

Viendo las cinco películas, procedo a emitir un veredicto sobre ésta saga: está definitivamente muerta en lo estrictamente artístico hablando. Sin su creador original (James Cameron) cada nueva entra ha ido cavando un pozo aun más hondo. Y ahora mismo es una franquicia prostituida hasta el extremo. Incluso el propio Cameron tuvo que recurrir a Terminator 2 para salvar el culo ante el fracaso de "Abyss", (1988)

Terminator Salvation no es una mala película, de hecho. tiene partes muy bien enfocadas y escenas arrolladoras. Sólo tiene una pega... Que nada tiene que ver con la atmósfera y tono de las dos primeras entregas. Aquí hay demasiada luz, los T-600 escasean y las batallas masivas entre humanos y cyborgs, (como en los flashbacks de la primera y segunda película) son de cartón piedra: demasiada luz para una historia postapocalíptica. Acaba siendo una especie de western mezclado con Matrix y la Guerra de los Mundos. Desierto, desierto y más desierto. Nada de urbes aniquiladas con toneladas de esqueletos y máquinas gigantescas acechando el campo de batalla a los pocos humanos que se atreven a plantarles cara.

Esta película fue concebida para terminar de lanzar a un pésimo actor, (Sam Worthington) y dar carnaza a un Christian Bale que no pega como John Connor. En si misma, esta película no es Terminator. De haber sido concebida como una película independiente y con personalidad propia, la consideraría una buena película. Pero de Terminator sólo tiene el título. La BSO es horrible, nada que ver con el clásico de Brad Fiedel.

En fin, una pena. Quedará como una rareza más dentro del Frankenstein que es en si misma toda la saga.

.... Exactamente eso debieron de pensar productores, publicistas y demás parafernalia hollywoodiense: la película, igual que sucediera con "El Cuervo", (Alex Proyas, 1994) se iba a vender y publicitar ella solita, sin gastar un duro en marketing. Se volvía a repetir la misma tragedia: un actor guapo, prometedor y con varias películas de "culto", pasaba a mejor gloria una vez más por el consumo compulsivo de drogas, (eufemísticamente tapado por su adinerada familia).

Lo cierto es que aquí no hablamos de la película, hablamos de un personaje: el Joker. Una nueva representación que venía a plantar cara, al otrora carismático actor Jack Nicholson, cuya interpretación era y es recordada como memorable, ("Dime chico... ¿Has bailado con el Demonio a la luz de la Luna?") Nadie apostaba un duro por el joven guaperas Ledger, y las críticas no se hicieron esperar... Hasta que hizo su presentación estelar, y voila: Ledger brillaba desde las sombras con un maníaco-psicópata-sociópata compulsivo.

Hasta ahí, nada que objetar. Ahora bien, meterse entre pecho y espalda más de dos horas de película, es todo un prodigio. Pues es muy irregular, comienza a lo grande, casi rozando la perfección, para luego diluirse como la mantequilla excesivamente extendida: el ritmo de la película falla por su obsesiva necesidad de querer contar más de lo que puede. Se introducen personajes que literalmente se comen el metraje sin aportar absolutamente nada, rozando en ocasiones el tedio.

Es como si de alguna forma, Nolan usara todos los personajes, (incluido Batman) como mera excusa para introducir al Joker. No profundiza en ningún personaje y la la historia de "amor" está impostada, es maniquea y hasta ridícula: no te la crees en ningún momento, porque es innecesaria, anodina y hasta cutre.

Se ha comparado mucho ambos Jokers, (el de Ledger y el de Nicholson) pero ambos proceden de películas y planteamientos diametralmente opuestos: el de Ledger refleja nuestra sociedad actual: deprimente y compulsiva. El de Nicholson reflejaba satíricamente el mundo del hampa y el cine negro. Y sobre la coincidente muerte junto con el desaparecido Brandon Lee: seamos honestos, aquel actor consiguió la fama única y exclusivamente como icono goth en plena efeversencia grunge. Pero su capacidad interpretativa estaba muy por debajo del actor de "Brokeback Mountain", "Ned Kelly" "The Four Feathers" y su Joker.

Se lleva un siete por Ledger, si no estuviera él presente en la película, pondría un 5.

K-19 fue un sonoro fracaso, no tanto de su directora, si no de su principal actor: Harrison Ford, que llegó a exigir 5.000.0000 de dólares.

La película al igual que el submarino naufragó en taquilla, pero no por su falta de calidad, si no por el tema que toca y la forma en que lo hace.

Al público general no le gustan las películas de submarinos, pero si además al ungüento le añades el drama de una catástrofe nuclear a bordo, y un comedido y admirable respeto por las víctimas y la marina rusa, (el público americano se empalma fácilmente con bodrios ultranacionalistas made in Tom Clancy)) que en su osada y desesperada lucha contra el "enemigo invisible" perecieron de forma horrible, pero evitaron una catástrofe de proporciones inimaginables.

Es una gran película, entretenida y respetuosa con los hechos que se sucedieron. Aunque lo verdaderamente trágico es que no se rodara una película sobre el hundimiento del Kurks. Drama que azotó tan sólo dos años antes a todo el mundo, al saber que tras la catástrofe del submarino, el Gobierno Ruso dejó morir a los supervivientes para que no revelaran las causas reales del hundimiento, (colisión/ataque accidental con otro submarino norteamericano)

Kathryn Bigelow es considerada como una de las mejores cineastas del cine americano actual. Claro está que el listón no está muy alto. Que todavía exista gente que eleve a categoría de obras maestras, productos 100% carne de surtido Eroski, (Días Extraños, En tierra Hostil) es un indicativo de que el Departamento de Estado nortemaricano no precisa de grandes alardes para lobotomizar al público.

Bigelow tiene dos películas ciertamente interesantes: Los Viajeros de la Noche, (1987) y Le Llamaban Bodhi, (1991). Películas de gran carga incendiaria y realización firme.

Desgraciadamente, ésta directora no deja de ser un instrumento más de la inefable panda de trogloditas que gobernó la Era Bush: Ron Paul, Condoleezza Rice, Donald Rumsfeld y el vejestorio "premio nobel de la Paz" Henry Kissinger, (el típico Maquiavelo a la sombra del trío calavera, famoso por quitar y poner dictaduras como quien juega al parchís) que a la sazón del "Despierta América", entraron en una orgía ciega de petroleo, belicismo y ultraconservadurismo WASP.

La película es lenta, predecible y vestida de una sobriedad que roza la indigencia... En aras de dar un aire "implacable" a otro cuento chino inventado por el Departamento de Estado, ahora en manos de los Demócratas, (sí, los mismos que en su día plantaron cara a Abraham Lincoln para defender la Esclavitud en USA) liderados por el lobo con pelliza de cordero: Obama.

Es un intento de justificar una mentira, pero además mal hecha, porque no resulta excitante, no te atrapa ni te crees el mensaje mesiánico que impera en todo el metraje: el que la hace, la paga. Suena todo a "chivo expiatorio". Como si se practicaran una autofelación, un homenaje sórdido y lo peor de todo: extenuantemente aburrido.

Recuerdo a fuego la vez que fuí al estreno de Jurassic Park (1993) el revuelo mediático fue brutal: series de dibujos animados sobre dinos, cientos de juguetes aprovechando el "revival" de estos entrañables bichos... Hasta en el Congreso de los Estados Unidos se debatía a viva flema el impacto negativo sobre la sociedad norteamericana esa efervescencia dinomaníaca (sic)

Lo cierto es que ni la película del otrora "Rey Midas" era la genialidad que aparentó ser en su momento ni el paso del tiempo le ha sentado bien: no por los efectos, (un magnífico resultado de las estaciones de trabajo Sillicon Grafics, los mismos que diseñaron la CPU de N64) si no por si inusitado concepto de la simpleza y el infantilismo por bandera.

Lo que quiero decir, es que si ya le película original cojeaba por su rampante naturaleza blockbusteriana, (y unas soporíferas secuelas) era de esperar ninguna genialidad. Pero sin incurrir en un ejercicio de nostalgia pulp... Jurassic World no sólo entretiene, también ofrece espectacularidad y momentos hilarantes (y tópicos) como el de la tía buena con tacones y el beso en mitad de la tempestuosa orgía dinosaurica.

Cientos de chavales hablan maravillas de la película, les ha encantado y la han catapultado al tercer puesto de las pelis más taquilleras de la historia. Así que si hay algo que debemos reconocer, es que la peli ni es el bodrio que los nostálgicos pintan, ni la nueva era de los dinos. Es el perfecto blockbuster para chavales. Y creedme si os digo, que por lo menos a mí me entusiasma más ver la ilusión de los niños disfrutando de un producto que, al igual que ellos, una vez a mi también me impresionó. No nos dejemos llevar por el recuerdo que nos resabia más papistas que el Papa criticando un producto clavado en su propuesta al original.

Drama crudo, sostenido y cruel sobre el egoísmo que rodea nuestras relaciones. Personajes desvalidos, sórdidos y conmovedores.

Éste tipo de películas me encantan, quiero decir, que ofrecen una visión intimista, diáfana y hasta pomposa. Pero a la vez, como toda gran obra que se precie, detrás de tanta pulcritud, se esconde un regusto amargo, traicionero e impredecible.

Blind es de esas películas que desearías no ver nunca, no por su calidad, (sobresaliente) si no por los azotes y escarnios de su propuesta: mala leche al máximo. Quizá hasta morbosa por la crudeza "aterciopelada" que se gasta el filme.

Los cuatro personajes conforman un todo, y su autor juega a desdoblar, bilocar y superponerlos como si de un puzzle se tratara, para hacia el final, desvelar el mensaje final del filme: en ésta vida hay dos clases de personas: las que se caen y se levantan por si mismas, y las que al caerse al pozo, se aferrarían a cualquier cosa con tal de salvar su pellejo: egoísmo puro y duro.

Si "Instinto Básico" fue y es una de las películas más emblemáticas de los 90', es por la multitud de copias que surgieron a raíz de aquella película. Por aquella época, pululaban en las cadenas "privadas" Antena 3 y Tele5 auténticos bodrios eróticos, sin sustancia y felpudo.

Bruce Willis tuvo que aceptar éste papel con el único objetivo de frotar el pellejo con la efervescente Jane Marsh, en tórridas escenas de sexo y una diegesis para el despolle general del personal, (esa BSO cutre que engalana las escenas de sexo, resulta realmente cómica y sonrojante)

Pero lo peor es el ritmo: auténtico muermazo, insípido y predecible. Con un villano a todas luces predecible y carente de carisma alguno.

Las escenas con primeros planos a los espejos y las rimbombantes frases de Willis, ya son la traca final para una película de tercera regional. A veces pretende ser "Instinto Básico", otras va de "Doble Cuerpo" y otras de "Vértigo"... Siendo, como es de esperar, un auténtico desastre. Pues Richard Rush ni es Paul Verhoven, ni Brian de Palma, ni por supuesto el genio británico.

En resumen: no pierdas el tiempo, salvo que quieras contemplar las tetillas y el felpudo de una tal Jane March.

Cuando vi el video promocional de James Cameron alabando Terminator Génesis, como verdadera secuela de Terminator 2, estaba claro que uno no podía tomarse en serio sus palabras, pues tras los chascos de Terminator 3 y Terminator 4, quedaba claro que la saga y Arnie estaban perdidas.

Por lo que decidí ir a ver la película con las menores expectativas posibles y con la sensación de "juguete nostálgico". Y sin embargo, a pesar de que la crítica la ha masacrado, la película funciona y lo hace de verdad. Ya no estamos ante un subproducto "marca blanca" que fue la desastrosa T3, ( Nick Stahl, Claire Danesl eran y son de lo peor de toda la saga) o la insufrible T4, con Sam Worthington que hacía de la película un pastiche esquizofrénico que no sabía hacia dónde ir.

Terminator Génesis es la redención a toda aquella debacle, que si bien es cierto que tiene sus grandes defectos, (Jai Courtney, el actor que hace de Kyle Reese, es el típico "niñato" ciclado de gimnasio sin carisma alguna y con el cerebro de un neardental que sucumbe ante un Arnie, que a pesar de sus carencias interpretativas, se lo come vivo) posee grandes virtudes: es entretenida, posee escenas espectaculares que reinventan lo visto en T1 y T2. El primer tercio de la película en 1984 es una pasada, y sólo decae el rítmo un poco en su segmento final con un Skynet y un Kylee Reese que dan grima. Emilia Clarke es de lejos, lo mejorcito de la cinta y Jason Clarke, con ese rostro y esa mirada, consigue retrotraernos a Robert Patrick. Hay errores de guión y fallos, pero se perdonan por la naturaleza del producto, que no deja de ser una franquicia hecha por y para reventar las taquillas veraniegas. Sólo que en éste caso cualquier fan de verdad de las originales verá como no sólo es un homenaje a todos los "frikis" si no que es un reboot bien hecho y transmite esperanza por revitalizar la saga.

Seamos honestos, los "Guns N' Roses" originales, (Slash, Duff, Adler, Izzy y Axl) jamás volverán a sembrar el caos y el terror por medio mundo, como hicieran con sus insignes giras allá por 1988 y la gira "Getting The Ring Motherfucker" (1991-1993)

Guns N' Roses sucumbieron a su propio destino: la implosión interna debido a las drogas, los egos y la partida de uno de sus fundadores fundamentales: Izzy Stradlin. Lo que vino después fueron quince putos años de silencio discográfico, con uno de los hypes más grandes y más caros de la historia de la música: Chinese Democracy. Costó 13 millones de dólares y no cumplió las sobredimensionadas expectativas de un nombre que se le venía grande a su único integrante original: William Axl Rose.

Pues bien, teniendo en cuenta que de éste viaje tan largo, ya sólo queda Axl Rose como único estandarte de la legendaria banda, en 2014 se digna a publicar un directo con la actual formación, que sin desmerecer en absoluto, en lineas generales todo suena a plástico. Los tres guitarristas que lleva ahora son de otra escuela, demasiado técnicos y fríos para transmitir un rock callejero, macarra, farlopero, sudoroso y empapado en Jack Daniel's. Lejos queda ya la primera reencarnación de los Guns, allá por el 2001, cuando Axl supo elegir a dos de los mejores guitarristas de la escena, Robin Finck y Buckethead. Dos freaks que aportaban al grupo un aura y un sonido moderno y la vez sucio. Pero el eterno retraso del "Chinese Democracy" y los caprichos de Axl, acabaron con estos dos miembros en la calle, hastiados de servir a un tipo que se tira cinco años sin hacer nada y de la noche a la mañana puede llamarte para dar una gira por medio mundo porque simplemente le sale de las pelotas.

Hoy por hoy, ir a ver a los "Guns N' Roses" versión 3.0 es un espectáculo asegurado: las canciones siguen ahí, Axl, (a pesar de no ser ni la sombra de lo que una vez llegó a ser) hace bien su papel y los músicos demuestran profesionalidad. Pero todo es tan frío y tan mecánico, que uno no puede parar la tentación de ponerse el show del Ritz 88, París 92 o el mismo Tokyo Dome del 92. El problema del Set-list ya es atávico: desde 2001 lleva prácticamente tocando las mismas canciones sin ninguna variación, lo que hace el show predecible y aburrido.

Fui a ver ésta película porque me convenció mi hermana; a día de hoy soy incapaz de entender cómo me dejé llevar por la tangente para ver a cinco lobas haciendo como que actúan frente a la pantalla.

Ya por aquella época me había tragado "Showgirls" y "Cockteil", por lo que al ver la peli, tuve un deja vu continuo. Paul Verhoven hundió su carrera en la infame, pero hiperrecauchutada película, lo que en terminología de calle se traduce en un: daba para una paja. "Cockteil" se empeñaba en mostrarnos a un Tom Cruise obsesionado con el éxito a cualquier precio. Ambas películas se pueden criticar, pero hay una hecho innegable: a día de hoy te pones las dos pelis, y las disfrutas.

Sin embargo "El bar Coyote", tuvo la virtud de extender la moda del tanga entre el sector femenino, porque lo que es la película, en si misma, no hay nada. Un subproducto que nos habla de los miedos e inseguridades de una tipa que pretende ser una "estrella de la canción", pero... ¡Oh sorpresa! no descubre su talento hasta que se folla al ciclado de turno y la engatusa para cumplir su sueño, en plan "tu sigue tragando, que yo te como la oreja todo lo que tu quieras", (impagable la escena de la tipa con el típico "casiotone" cutre presidiendo su picadero particular).

El grave problema de la película, es que adolece de historia. Parece que todo el tinglado está montado para lanzar al estrellato a Piper Perabo. Y sin embargo su carencia de talento y habilidades interpretativas logró aupar a Maria Bello, actriz más madura y con más registros.

En resumen: película que nos habla de una niñata que decide irse a New York a hacer carrera en el mundo de la música, pero como no tiene muy claro lo que realmente quiere, acaba en un bar de calientapollas que compiten a ver quién es la más zorra.

Pagafantear es tan antiguo como la prostitución, existe desde que el mundo es mundo. Los monos se pagafantean entre sí: te consigo dos platanos, y eres mi mona preferida. Pero, ironías de la vida, la mona se va con el orangután que es más suyo, más egoísta.

Como decía Gordon Gekko, (Wall Street) lo más valioso de éste mundo, es el tiempo, porque todo el que se malgaste con alguna/a inmadura, no lo recuperarás jamás. Ir de pardillo, de chico majete y sensible, puede desnortar al sector femenino: mujeres que tienen tatuado a fuego el falocentrismo y la sociedad patriarcal desde el momento mismo de ser destetadas, donde el egoísmo, la dominación y el control es sinónimo de seguridad, romanticismo y estabilidad.

Ellas entienden el romanticismo como un acto penitencial de sufrimiento, de catarsis. Que inexorablemente desembocará en una profecía autocumplida: el autoengaño y el tranquimacín. La falacia ontológica del destino manifiesto: soy única, soy una princesa y necesito mi príncipe azul, (entendido éste como la pastilla de Prozac de color azul y la sinfonía del canal Divinity)

Sin embargo, la natura es muy inteligente, (y cruel) y por más que alguien alguna vez te diga: somos amigos, sólo recomiendo una cosa: conserva la amistad, si y solo sí, la chica en cuestión tiene amigas potencialmente follables. El resto sólo te conducirá a una desagradable y aséptica decepción abocada a un final tan sórdido como triste, reflejado por Lope de Vega cientos de decenios antes de que tú, insufrible lector, nacieras: el perro/ o la perra del hortelano. Además, los monos nunca saltan a otra rama, sin tener agarrada otra: no es egoísmo, es una muestra biológica de evolución.

Una película que caricaturiza la figura del pagafantas y que muestra, (quizá con demasiado bulto) lo que nadie en su sano juicio debería hacer: convertirse en un muppet de cualquier choni sin personalidad.

En un mundo donde las apariencias son más importantes que la propia persona, donde la intimidad/privacidad pende de un fino hilo acerca de la sobre exposición o la inexistencia. Llega David Fincher y decide hacer un drama/biopoic de un tipo bastante mediocre moral y socialmente, (Zuckerberg).

Lo realmente destacable de la película, es su trasfondo, mostrando como por inercia el personaje construye un muro a su alrededor para hacer todo lo aséptica posible cualquier interacción con el mundo real: amigos, ligues y demás fauna humana. Donde un "like" puede generar un "boast" en un ego o un "depress" si no tienes likes o thumbs, (pulgares para arriba).

La Red Social no pasa de ser una T.V. movie con un director de renombre hablando de la obviedad de hoy en día: esas personas que simulan tener una "happy life". Nada es blanco y negro, pero la sobre exposición de Facebook como Gran Hermano donde todas las fotos han de ser un expositorio de lo perfecta que es tu vida, se resume perfectamente: Dime de que presumes y te diré de lo que careces.

No es una mala película, tiene mensaje y una buena banda sonora, pero Eisenberg es un actor bastante mediocre: se limita a presionar F5 constantemente...

Acabo de salir del cine, y no me cabe mayor asombro ante el espectáculo visual, pirotécnico, ultra-violento, psicotrónico y circense al que acabo de asistir. Que un señor de setenta años, haya firmado la versión más cruda de toda la saga en una época de maximización de costes, (y censura) con elementos ultra freaks, es cuando menos encomiable y un ejercicio de valentía punk.

Ésta reinvención es quizás la más equilibrada de las cuatro epopeyas apocalípticas, una especie de redención a su tercera parte, (La Cúpula del Trueno, 1985) película que el tiempo ha sabido poner en su lugar: no era un prodigio, pero afianzó la estética postapocalíptica.

George Miller ha conseguido plasmar el guión original mutándolo para las nuevas audiencias: influencias de videojuegos que a su vez copiaban a las películas originales, (Fallout, Borderlans, Rage...) del culto a la sangre, se ha pasado al culto a la sexualidad, (ninfas directamente sacadas del catálogo de Nubiles y Victoria's Secrets). Con un villano, Immortan Joe que evoca por momentos al barón Vladimir Harkonen, aunque sintiendo algo desaprovechada su imponente presencia.

Mad Max no es el prota, aquí está lo mejor de la película: Charlize Theron, la mutilada con más ovarios de todo el firmamento postapocalíptico: su mejor papel que la redime de la desastrosa Prometheus.

Imprescindible y un rara avis en el cine mainstrain del Hollywood más sanguinario e implacable.

Phenomena es tras "Suspiria" una las obras más compactas, coherentes y bien ejecutadas de Dario Argento. En su día supuso todo un éxito de taquilla, lo que constituye todo un logro para un filme de viva extrañeza, donde por momentos, no sabemos a qué atenernos, como si por alguna razón fuéramos partícipes de los brumosos paseos nocturnos de nuestra noctámbula favorita: Jennifer Connelly, (que dos años más tarde protagonizaría "Dentro del Laberinto" junto a Bowie).

Lo que en apariencia carece de sentido o cohesión, cuando contemplamos su apoteósico final (inspirado quizás en la primera Viernes 13), nos percatamos de todo el ungüento. Pero mientras, hemos asistido a un espectáculo visual sin precedentes, una riqueza de colores, atmósferas y texturas que sólo Dario Argento puede mezclar con sabiduría.

Hay dos versiones: la versión que se estrenó en los cines en 1984 y otra versión extendida sin censurar. Ambas son plenamente disfrutables, pero se agradece unos minutos más de disfrute por ese sueño pesadillesco en el que nos sumerge el gran Argento.

Indispensable para lo amantes del terror, el cien de suspense y los ambientes malsanos.

El siempre sagaz y genial Oscar Wilde dijo una vez que: “En este mundo sólo hay dos grandes tragedias: una es no conseguir lo que deseas y la otra conseguirlo.”

EEUU consiguió todo tras la II Guerra Mundial, la supremacía sin precedentes, el Imperio por el Imperio. Y ya se sabe cuando el diablo se aburre... Caza moscas con el rabo.

Joseph Conrad en un ejercicio típico de cinismo chusco británico, compuso una obra crepuscular, onírica y brumosa sobre la brutalidad de los Belgas en el Congo. (Obviando por mucho las "hazañas" de los británicos en sus periplos sudafricanos en la guerra de los Boers, donde crearon los campos de concentración)

Coppola te brinda una road movie acuática que por momentos te hace exudar frenesí, locura y adicción irracional ante lo desconocido. Sheen en busca de su idolatrado Némesis, al que ha de redimir pues Kurtz es el abismo nietzscheano que refleja la locura de una América deslomada, abnegada e hipócrita ante sus propios pecados.

Leyendo a Kissinger, el maquiavélico secretario de Estado norteamericano, aquel que dirigió parte del teatro apocalíptico desde las ponzoñas de su despacho, enviando Napalm, Agente Naranja al país confucionista, al enemigo invisible, a la paranoia del efecto dominó comunista. Uno comprende al país que se despedazaba y despedaza a diario en orgías sanguinarias raciales y culturales. Enviaban a la muerte a generaciones enteras, y el que no moría, sucumbía a la locura o la drogadicción.

Tres horas de puro arte, filosofía y literatura. Coppola esboza los diferentes pasos hacia la locura... La muerte...-"El horror, el horror..."-.

No puedo imaginar el dolor de huevos con el que acabaría el ninfomaníaco de Douglas al rodar la escena que adorna el cartel de la película con la exuberante Demi Moore, (a pesar de estar operada, es la tía cañón por antonomasia a pesar de su edad)

Pero es comprensible la angustia que atenaza el impertérrito miembro del Douglas: en ésta vida no hay mejor polvo, que aquel que se mantiene tras una larga ausencia o una discusión. La intensidad de las emociones dan lugar a los instintos más primarios, que es de lo que va el sexo: una comunicación a nivel más primordial.

La película juega con ese morbo: un duelo de titanes sexuales donde el Douglas tiene todas las de perder, pues se mezcla la ira de una mujer despechada y los negocios. Ya lo dice el dicho: En la hoya nunca metas la polla. Mostrando las desastrosas consecuencias de tener que lidiar con un "moving" laboral que no sólo busca destruir profesional y anímicamente a Douglas, si no azuzar su lecho marital desde sus mismos cimientos, cual Stallin con Trosky: eliminarlo de todos lados.

Es una gran película, no un clásico, pero sí muy entretenida donde Demi Moore se devanea entre el terror y el morbo más suicida. Aunque su personaje esté algo desdibujado por sus sinuosos contornos, hay que ir al spoiler para entender la putada de su personaje.

"9 Semanas y Media", "Atracción Fatal" e "Infiel" son una especie de exégesis de Adrian Lyne sobre las relaciones de pareja: en "9 Semanas..." se nos muestra la primavera de una relación, pasando por la crisis marital en "Atracción Fatal" para finalizar la trilogía con "Infiel": una batalla entre la estabilidad o la aventura.

"Infiel" es una gran película, se mire por donde se mire, la traición perpetrada por Diane Lane, no lo es tal si tenemos en cuenta el contexto que rodea a la dupla Gere-Lane: un matrimonio con una gran diferencia de edad, sumido en una rutina tan plomiza que la pobre Lane, (aquí una animal sexual en su plenitud) contempla como se le van agriando poco a poco las primaveras de su vida en una relación que no la llena ni de lejos, (Richard Gere consigue por fin hacer un buen papel alejado del genttleman típico de sus recurrentes papeles)

La película es un viaje, el espectador está más que a gusto como cómplice del engaño, jugando con el sentimiento de culpabilidad y el morbo de lo prohibido. Una aventura con todas las de la ley, donde se plantea la batalla entre la implacable soledad de la rutina marital y el exuberante pero peligroso trayecto hacia la incertidumbre.

Una gran película, si bien, estéticamente muy por debajo de lo mostrado en "9 Semanas y Media"... Pero que supera de lejos los restantes trabajos del director en la década ominosa ochentera.

Digo que inquieta, porque de alguna forma, Michael Douglas consigue que te identifiques con el pavor y horror que se debe sentir al destruir el matrimonio por un simple viaje sexual. Glenn Close está terrorífica en su rol de mujer despechada y obsesionada con "cazar" al Douglas.

Y aunque el argumento parece haber sido llevado a la pantalla cientos de veces, Adrian Lyne forja una gran historia de drama y suspense... Otorgando una gran moraleja a la historia: los hombres somos terriblemente simples e ingenuos, pero a la vez gozamos de una brutalidad innata y egoísta que no nos detiene si lo que se trata es de "cuidar de la manda" o "abandonar el nido".

Es una gran película con sus pros y sus contras, (todo lo típico de Adrian Lyne)

Adrian Lyne es un director que marcó los 80' con productos tan videocliperos como casposos: "Flashdance" y "Atracción Fatal" son junto a la cinta que nos ocupa, los tres pilares del cine "made in 80", siendo "9 semanas y media" la cúspide, el cenit mismo del estilo videoclipero y plastificado: la fotografía es absolutamente impecable, pues aquí, a diferencia de las otras dos, si hay plasticidad y excelentes encuadres.

Sin embargo, la película no termina del todo de funcionar por esa mezcla entre el drama y el videoclip. Las escenas de sexo, hoy en día no lo son tal, si la comparamos con la evolución sexual de la sociedad occidental: todo está hipersexualizado, de tal forma que lo que antaño era escandaloso, hoy parece una peli disney.

Sin embargo, la peli hay que verla, es un clásico, (muy menor) pero un clásico que reventó las taquillas y las bragas de medio mundo con un Mickey Rourke en estado de gracia tanto físico como interpretativo: su papel de yuppie frío y calculador hace las delicias de las fantasías más primarias femeninas: un tipo "hecho a si mismo", duro, elegante, misterioso, cuasi patriarcal y que sabe follar a sus "víctimas" de tal forma que hasta la muñeca Basinger, sucumbe a los irremediables encantos del torturador. Mostrando algo muy pocas veces reflejado claramente en éste tipo de cine: la fase crítica que va de la "novedad" a la consolidación de la pareja. Siendo el gran Rourke el perfecto Peter Pan incapaz de satisfacer a una Kim, que pide bastante más que unos meros azotes y un buen polvo. Pide compromiso y seguridad, un rol más patriarcal. Siendo la escena de una belleza que pasma, el encuentro entre ella y un pintor con alzheimer la clave para comprender el desenlace final de una película bastante discreta en su planteamiento sexual, (la polémica de la época, hoy es más que risible, por muy erectos que estén los pezones de la Basinger con los cubitos de hielo)

Una perfecta película para constatar cómo en nada ha cambiado el juego de roles conyugal.