Magos y robots aparte, "Patinazo a la gloria" una sorpresa de lo más refrescante en la lamentable cartelera que nos suele acompañar por estas fechas.
Will Ferrell se acopla a Jon Heder (el freak protagonista de "Napoleon Dynamite") para repetir el esquema de "Zoolander" y "Cuestión de pelotas" con irregulares resultados. La cachonda premisa inicial -un dueto de patinadores artísticos rivales que, por azares de la vida, acaban aliándose para competir en la categoría de dobles como primera pareja hombre-hombre de la historia- da lugar a una serie de grandes momentos cómicos (esos trajes y mallas horterísimas) sobre un guión deslavazado y una débil subtrama romántica. Para el que aprecie este tipo de humor, puro Saturday Night Live, se garantizan risas y sonrisas durante el 100% de la película. Lo mejor: el apoteósico final y la canción que lo acompaña.

Algo extraño ocurre cuando una saga de cinco películas, dirigidas por diversos realizadores muy distintos entre sí (desde Chris Columbus a David Yates, pasando por Alfonso Cuarón y Mike Newell) resultan ser tan parecidas como una gota de agua a otra. Pocos resquicios de verdadera personalidad artística se reflejan en ellas, de modo que los filmes, que no decaen ni tampoco suben de nivel, podrían visionarse todos seguidos sin que nadie advirtiese la diferencia. En esta entrega de "Harry Potter y la Orden del Fénix", el mago y sus compañeros comienzan un nuevo curso escolar enfrentándose a peligros cada vez mayores (como en todas las demás películas). Se unen nuevos personajes -genial Imelda Staunton en el rol de Dolores Umbridge y asombrosa Evanna Lynch como Luna Lovegood, con la que guarda un parecido físico espeluznante- y repiten la gran mayoría de actores que han aparecido a lo largo de la saga. La adaptación está muy recortada con respecto a la novela, por lo que sólo se centran en la trama principal, eliminando gran parte de las intrigas secundarias. El guión se centra sobre todo en las correrías de Umbridge y en los eternos traumas de Harry, que al final acaban resultando cansinos. Para los que vean la versión doblada, comentar que han cambiado las voces del trío protagonista, lo cual se hace un poco extraño. En general, la película continúa la franquicia sin mejorarla ni empeorarla y cuenta incluso con alguna escena memorable*
Mención aparte merece la estelar aparición de Helena Bonham-Carter como una desquiciada y aterradora Bellatrix Lestrange, sin duda, uno de los personajes más interesantes para desarrollar en la siguiente entrega de la serie.

* Ver spoiler

1ª Estrella: Por un elenco de actores (especialmente los hindúes) asombrosamente natural y entrañable.
2ª Estrella: Por ser puro cine de entretenimiento que no deja de lado la calidad ni la personalidad.
3ª Estrella: Por una banda sonora maravillosa y unas coreografías repletas de encanto y color.
4ª Estrella: Por un vestuario y una ambientación de lujo.
5ª Estrella: Por una historia atípica sobre opresores y oprimidos.
6ª Estrella: Por un guión lleno de vida y un sentido del humor totalmente universal.
7ª Estrella: Por la más apasionante (y peculiar) película deportiva que he visto en toda mi vida.
8ª Estrella: Por una manera de hacer cine comercial que deja en mantillas a casi cualquier película de relleno de Hollywood.

En mi caso, que he ido a ver la película como mera acompañante, sin sentir el más mínimo interés por la serie original (yo era más de Mazinger Z), no albergaba ninguna expectativa en particular, con lo que no he salido ni decepcionada ni exaltada tras ver esta estruendosa, larguísima y a ratos agotadora revisión de aquellos dibujos animados. Del cine salí más bien con una impresión de agobio considerable, que es la que me suelen producir las películas de Michael Bay, un director amante del destrozo de coches, decorados y edificios al por mayor. En realidad, la segunda parte de la película, va más o menos de eso. Derrumbes, choques y ruidos por doquier utilizando como excusa argumental la eterna batalla entre los malos malos y los buenos buenos. Supongo que las personas que hayan crecido con la serie y hayan coleccionado aquellos preciosos muñecos de los robots que ahora son casi piezas de museo, han podido disfrutarlo de una forma que los demás no podemos. Por mi parte, creo que un director con algo más de personalidad quizás hubiera conseguido un producto más completo y ameno para todos aquellos que no conocíamos los dibujos

Los dos filmes que Chicho Ibánez Serrador rodó en los años 70 ("La residencia" y "¿Quién puede matar a un niño?) comparten, además de director, un rasgo similar; ambas envejecieron de manera irregular, pero ambas proponen ideas, escenarios y terrores que se adelantaron a una buena cantidad de películas posteriores.
Este filme, aparentemente modesto, comienza con una escalofriante sucesión de escenas documentales donde niños africanos, vietnamitas, judíos, etc...sufren las consecuencias de las salvajadas adultas. De ahí saltamos a una pareja de turistas, un hombre y su mujer embarazada, que se enfrentan a un horror inconcebible en forma de niños que asesinan adultos (no destripo nada que no se haya dicho antes), presas de una especie de mesmerismo colectivo.
El desarrollo posterior es convencional y lógico. La película, más allá de un planteamiento moral que va más allá del simple terror, tiene unas cuantas escenas que superan en salvajismo (y no por explícito, ya que se recurren a las elipsis en la mayoría de las escenas) a mucho de lo visto en películas más sangrientas, pero menos impactantes.
A destacar también la cuidada ambientación, los correctos actores y una banda sonora de lo más inquietante.

Fui a verla al cine cuando tenía unos doce o trece años y me gustó tantísimo que obligué a la pobre de mi madre a llevarme ¡cuatro veces en un mes!. También recuerdo que la peli permaneció en cartel varios meses (algo insólito incluso en aquellos años), es decir, no era la única espectadora hechizada por un inmortal cuento de hadas que se reencarnó al estilo Disney con una elegancia y belleza encomiables. Desde el misterioso comienzo, en los que se narra el prólogo de la historia en forma de vidriera (precioso) se van sucediendo las escenas memorables, que todos conocemos; el padre de Bella llegando al siniestro castillo de la Bestia, Bella acudiendo al rescate, los impagables secundarios (el reloj, el candelabro, la señora Potts...), el celebérrimo baile hasta llegar a un final que no por clásico, resulta menos emocionante: la transformación de Bestia en príncipe (creo que todos preferíamos a la Bestia, pero en fin...la zoofilia no va con Disney) y el "fueron felices y comieron perdices". Para disfrute de aficionados a la animación clásica, este es un festín inolvidable, incluso con ese puntito cursi tan propio de la factoría que acaba viéndose con cariño.

Graciosísima parodia de "Los chicos del barrio", de John Singleton; el punto de partida de ambos filmes, las visicitudes de una pandilla de negros en un barrio "chungo" donde las drogas y las peleas callejeras son el pan de cada día, se convierten en "Los colegas del barrio" en una desopilante colección de gags surrealistas, escatológicos y sexuales muy al estilo de una obra posterior de los hermanos Wayans, "Scary Movie". Recomendable para amantes de la comedia chorras americana y con más gracia que la mayoría de ellas.

Harry Potter ya no es sólo un fenómeno de la literatura infantil sino quizás también, uno de los cada vez más escasos clásicos que la literatura fantástica ha legado desde que Tolkien publicó "El señor de los anillos". Su adaptación a la gran pantalla se presentaba con una pinta fantástica; por un lado, el entrañable Chris Columbus a la dirección y por otro, unos efectos especiales de campanillas, música de John Williams y un reparto británico realmente alucinante (John Cleese, Richard Harris, Alan Rickman, John Hurt, Maggie Smith...). Con estas cualificaciones, era muy complicado hacer un bodrio y, en efecto, resultó una encantadora película familiar, con escenas verdaderamente bonitas (la travesía hacia Hogwarths se queda en la retina) y niños no demasiado repelentes. Más a lo Chris Columbus que a lo J.K.Rowling, pero conservando la esencia de lo maravilloso que contiene ese ingenuo primer libro de la saga. La historia, como en el libro, llena de sorpresas, magia y humor; también como en la novela, una cierta falta de trascendencia.

Kevin Smith se agencia una novia muy mona llamada Joey Lauren Adams. Como la chica quiere ser star, aprovecha que su amorcito está en plena racha (acaba de rodar "Clerks" y "Mallrats" y le pide una protagonista en su próxima opus magna. Enchochado con la rubia chavala, el director de "Clerks" filma una comedia romántica que gira en torno a los grititos, sonrisitas y pataletas de su churri. Para que nadie le robe protagonismo, pone al soso de Ben Affleck y al aún más soso Jason Lee como vértices de un triángulo amistoso-amoroso. Para poner la guinda final, el propio Kevin sale con un discursito tan pánfilo como bonachón...y ¡vivre l'amour!. He aquí una tontuna de comedia romántica-sexual que rechiflará a adolescentes (tanto a los adolescentes de 15 como a los de 50 que también los hay) y a fans de Kevin y dejará indiferente al resto.

Impresionante thriller coreano que relata la larga y frustrante persecución de un asesino en serie, aderezada por multitud de meteduras de pata policiales y un régimen político-militar que no hace más que dificultar las cosas. Los personajes no son glamurosos detectives al estilo americano, sino unos policías de pueblo cuyos métodos resultan más que cuestionables y que no sólo se tienen que enfrentar al artífice de los asesinatos, sino también a su propia estrechez de miras. El guión es lúcido, amargo, muy humano, al estilo de las novelas de Dennis Lehane y combina a la perfección los pormenores de la trama criminal con las vivencias y maneras de encarar la vida de los personajes.
Si esta película hubiera sido rodada en Occidente, seguramente estaríamos hablando de un clásico del cine negro; pero como es coreana, se convierte más bien en una inapreciable rareza que no todo el mundo podrá conocer.

Olvidemos a Amenábar: Chicho Ibánez Serrador ha sido el artífice de algunas de las películas más perturbadoras e inquietantes del cine en España y además, Lili Palmer le da cien mil vueltas a Nicole Kidman. Este filme que se desarrolla en la atmósfera opresiva de un internado femenino, se habrá quedado "trasnochado", como afirma la crítica, pero su impactante final remite directamente a otra película actual* que tuvo una excelente acogida hace muy poco. Es cierto que el tipo de terror que se expone en "La residencia" ya apenas tiene cabida en el género hoy en día, pero esto no le resta un ápice de su eficacia a la hora de acongojar. La interpretación de la Palmer, perfecta en su papel de directora dominatrix pone la guinda a un pastel de gusto "vintage" donde confluyen crímenes, engaños, insinuaciones lésbicas y torturas psicológicas. A posteriori, cabe reconocer que Chicho fue nuestro Dario Argento patrio, con que el no comparte delirio estético pero sí intenciones y poder de fascinación horrorizada.



* Ver spoiler

No nos llamemos a engaños. Nada protagonizado por Christopher Lambert puede ser muy bueno. El canadiense tuvo su minimomento de gloria años ha, con películas regularcillas como "Los inmortales" pero sus capacidades interpretativas fueron decayendo al mismo tiempo que su pelo hasta llegar al Bodrio, así, con mayúsculas, que nos ocupa. El Bodrio es un continuo ultraje cinematográfico que pretende contar la historia de un caudillo galo contra la invasión romana pero que acaba siendo una especie de miniserie muy cutre con una estética penosa, un descuido argumental importante y unos actores que merecerían denuncia, especialmente una asesinable Inés Sastre que, ¡oh horror! se dobla a sí misma en uno de los trabajos más lamentables de la historia del cine. El peluquín de Lambert es tan evidente como ridículo, los secundarios están más perdidos que Esteso en la ópera y los diálogos son indignos de niños de cinco años, no digamos ya de personas adultas.
Trabajos como este no deberían quedar impunes. Sin lugar a dudas, la peor película de la historia.

No entiendo las pataletas que ha montado la gente porque el trailer de la película inspirara una idea equivocada sobre el género al que pertenecía la misma. Sabiendo que las productoras utilizan ardides para vendernos su producto (¿acaso no se hace con otros artículos en los anuncios de televisión?) no veo porqué, antes que ir al cine como corderitos, no se utilizan los medios que esta sociedad sobreinformada pone a nuestro alcance tan pródigamente y se documentan bien antes de desembolsar los euros. ¿Acaso no lo hacemos con otras cosas que compramos?.
Dicho esto, paso a valorar la película.
Si nos olvidamos de las comparaciones obvias, "Un puente..." me remite a una hermosísima y muy superior película de Peter Jackson llamada "Criaturas Celestiales". Un niño y una niña en pleno tránsito adolescente se conocen y traban amistad y crean un lugar imaginario y maravilloso llamado Terabithia, donde pueden evadirse de una realidad que todavía se les queda grande. De este punto de partida y de un presupuesto visiblemente modesto, el director trata de hilar fino, lo cual consigue a ratos y factura una agradable, melancólica y extraña pelicula para cualquier público a partir de los 12 años. Lo mejor, que se trata de un filme de niños sin moraleja ni moralina; si existe un mensaje, no es otro que el de "mantened la mente abierta"...Imaginación al poder.

La mejor película de Uwe Böll.
"House of the Dead" era deleznable, "Alone in the Dark" horrible, "Bloodrayne" estúpida y...tachán tachán...llegamos a "Dungeon Siege"....que resulta ser ¡mala!. Algunos dirán ¿cómo puede ser sólo mala una película de Uwe Böll?. Pues sí señores. Por una vez, el director alemán no desciende a los abismos de lo horripilante; se conforma con facturar una peliculilla-adefesio con actores dispares (lo único que se me ocurre que tengan en común Jason Statham, Ray Liotta, Leelee Sobieski y Ron Perlman es que son mamíferos), guión imposible y alguna que otra escena apañadita. La cosa es resultona a ratos y Uwe por el momento deja de optar a la vacante por el trono de Ed Wood, lo cual no deja de ser una mala noticia para los fans de este artesano del bodrio. En fin, Uwe: la próxima vez lo harás peor.

Película sin demasiada enjundia que, con la excusa de reconstruir la antigua Roma digitalmente, nos endosa un guión de lástima, unos personajes de cartón piedra y una historia tan inverosímil que deberían venderla en un pack doble junto a la reciente "300", que no anda muy lejos en lo que corresponde a reinterpretaciones histórico-fantásticas con envoltorio maniqueo muy a la americana.

Quizás no debiera haber leído "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" antes de ver "Blade Runner". Quizás no debería haberme sentido totalmente fascinada por el retrato de una sociedad moribunda que se aferra a religiones de quita y pon y animalejos de plástico para soportar la lenta decadencia que la corroe.
Es posible que si no hubiera cometido tal equivocación, "Blade Runner" me hubiera gustado un poco más. Sin embargo, ver reducida toda la carga moral e ideológica de la novela a una peliculita de persecuciones, forzado romanticismo y atmósfera de plástico de colorines no es el mejor acicate para apreciarla. Tan sólo la memorable secuencia protagonizada por Rutger Hauer hacia el final expresa con toda claridad la idea en torno a la cual gira toda la densidad de la novela.
A algunos les extraña que Ridley Scott se dedique a dirigir cosas como "Gladiator" o "El reino de los cielos" después de "Blade Runner". A mí, francamente, no me sorprende.

al contrario de lo que han expresado algunos usuarios con anterioridad, pienso que las obras maestras a veces no lo son porque sean perfectas, sino porque se elevan por encima de sus imperfecciones haciendo que tengamos que perdonárselas. Creo que "Centauros del desierto" es uno de esos casos. Hace que te importe tres pepinos los fallos geográficos o de raccord y disfrutes una vez más de la epopeya de un hombre que inicia el viaje de su vida, no sólo un viaje externo repleto de aventura sino también un viaje interno en el que deberá luchar contra la soledad, el desaliento, los prejuicios de toda una vida y también las pérdidas sufridas en el pasado. La manera en que los sucesos y sentimientos de los personajes están tratados es sutil e indirecta, nunca evidente. La cara de palo de John Wayne parece estar hecha expresamente para este papel e incluso el tan discutido final me parece lógico.
Pero en mi opinión, lo más destacado es esa sensación de soledad y de precariedad del ser humano frente a una tierra inexplorada, salvaje e impredecible y la manera en la que esto puede cambiarle.

Según el director, esta película trata sobre la incomunicación y la soledad en determinadas circunstancias (entendemos que malas) de la vida. Según yo misma, esta película trata, a un nivel más profundo, de que si ponemos a japoneses, marroquíes, mejicanos y americanos en situaciones extremas, los únicos que saldrán bien parados serán los últimos. Porque los japoneses son reprimidos, los marroquíes incivilizados y los mejicanos, pobres, pero los americanos son heroicos y ya han superado un 11 S...¿cómo no van a superar una crisis matrimonial o un tiro fortuito en un pueblo perdido de Marruecos?.
En líneas generales, los eventos que entrelazan a los personajes son ultraforzados, las interpretaciones irregulares -impecable Adriana Barraza, sin duda la mejor aunque la menos glamurosa, bien la actriz japonesa y Gael García Bernal, creíble la familia marroquí, pero teñir a Brad Pitt de canoso y pintarle ojeras no equivale a una buena interpretación- y un guión trufado de una serie de desgracias tan imposibles de creer como eran las de "Crash" o "21 Gramos". No hay diálogos que no hayamos escuchado antes, el director se recrea en innecesarias escenas contemplativas y la estructura del tipo "vidas cruzadas" ya está tan vista que no aporta gran cosa. En general, creo que esta es la clase de película que cuanto más la meditas, menos te gusta.

Hermosa y trágica primera parte de esta historia de engaño y venganza de dos familias en el marco de la agrestre Provenza francesa. Los actores representan lo más granado del cine francés- un genial Daniel Auteuil, el bonachón Depardieu y sobre todo, el veterano Yves Montand- y el guión adapta con maestría el original "Jean de Florette" de Marcel Pagnol. Da gusto ver una película tan bien manufacturada, estructurada y dirigida, que por sí sola da sentido a la frase "ya no se hacen películas como las de antes".

Descacharrante e inolvidable comedia gore que marcó los inicios de un joven Peter Jackson pre-anillos y pre-monos. Asombrosamente, al contrario que sus hermanas espirituales, las películas de Troma, no resulta tan aberrante que acaba haciendo gracia; "Braindead" tiene verdadera gracia. Esos grandes momentazos -Lionel sirviendo la comida a una cohorte de peculiares "invitados", la escena que da nombre a la peli, la lucha de kung-fu, la cara de pasmo de la Gabaldón, "lost in Australia"- que dan solera a un filme que gana con el paso del tiempo. Para no perdérsela.