Para empezar, Robert Preston parece más un clown que un policía. Creo que fue un actor bastante regularcillo y, salvo en "Víctor o Victoria" (en la que hizo el papel de su vida, y fue nominado a los Oscars) nunca destacó por sus labores interpretativas. Aquí está acelerado (no hay más que oirle en versión original), no cuela como policía, cualquier actor secundario lo habría hecho mejor.

El director apenas llegó a realizar una decena de títulos, de los cuales, éste es el mejor (las puntuaciones en Filmaffinity así lo atestiguan)

Hay numerosas secuencias muy flojas, sobre todo aquellas en las que no sale Alan Ladd.

Veronica Lake está bien, pero lo más destacable es Alan. Siendo un actor bastante soso (tengo que reconocer que ni en la magnífica "Raíces profundas" me convence, ya escribí en otra crítica que ese papel debería haber sido para un actor de más empaque) aquí me sorprende positivamente. Él es la película. Todo lo demás está para acompañarle en su representación. Todos sobran. Importan bien poco el planteamiento o el desenlace. Es un Alan Ladd jovencito, en edad y en experiencia, pero con una enorme presencia en la pantalla. ¿Por qué no supieron aprovechar otros directores la faceta interpretativa que muestra aquí? Además, oirle en versión original es un verdadero placer por la entonación, o esa sequedad de sus respuestas.

Resumiendo: volveré a verla alguna vez, pero sólo por Alan.

Ya comenté en mi crítica de "Alatriste" que los libros de Arturo Pérez Reverte (no dudo en que sabe escribir) se caracterizan por unos personajes planos, sin chispa, salvo la saga del famoso capitán que, sin llegar a ser una obra maestra, recomiendo su lectura. No he leído "La carta esférica" pero después de ver esta floja adaptación no creo que lo intente alguna vez en mi vida (ni siquiera en una isla desierta). Si Reverte esperaba que, con la película, el número de ejemplares vendidos del libro fuera a crecer notablemente se habrá llevado un buen batacazo. Sólo los grandes directores pueden hacer grandes películas con libros regulares.

Aitana Sánchez Gijón (Tánger, la protagonista) viene al pelo para interpretar a esos personajes planos a los que hacía referencia antes. Como si hubiera salido de las páginas de la novela, vamos. Pero no es esto un motivo de halagos sino todo lo contrario. Y es que no sólo no sabe actuar, sino que para hacer de "femme fatale" hay que tener dotes especiales, algo reservado a grandes actrices consumadas. Es sonrojante verla pegar saltos y gritos (como si la estuvieran descuartizando) en las dos o tres escenas de sexo.

Imanol Uribe, un director que, salvo el documental "El proceso de Burgos", se caracteriza por ser puntuadas sus películas en Filmaffinity entre el 4 y el 6 (web muy generosa a la hora de valorar por parte de sus usuarios). Es decir, director que pasará a engrosar la larga lista de directores españoles medianos, por no decir mediocres. Con un abuso de primeros planos, no sabe sacar partido a la belleza del mar.

La historia la ves venir en cuanto se conocen Coy y Tánger. Nada te sorprende. Sabes lo que va a pasar con los protagonistas y con las esmeraldas.

Carmelo Gómez no lo borda, pero se salva. Incluso los secundarios están aceptables en sus papeles. Por ellos van los 3 puntos.

Otra película fallida del cine español.

Viendo la filmografía del tal Schepisi habría que situarlo en ese montón de directores que pasan sin pena ni gloria por la historia del cine. Pero, después de ver este enorme peñazo, lo meto en ese cajón que tengo reservado para los “Directores pestiños”, es decir, directores que se quedan grabados en mi memoria para no molestarme en ver ninguna de sus realizaciones. Es algo que también hago con la literatura y la música. Si no me gusta Dan Brown o Bisbal paso de leer o escuchar sus creaciones y los ubico en cajones apropiados (“Escritores pestiños” y “Cantantes y Grupos pestiños”).

“Empire Falls” es una verdadera castaña pilonga. Por mucho que se hayan esforzado en ¿contratar? (da la sensación de que todos los grandes actores que intervienen lo hacen por amistad, compromiso, o vaya usted a saber el motivo) a Ed Harris, Paul Newman, Joanne Woodward, etc., el guión es tan manido, tan previsible el desarrollo, tan mustio el desenlace, tan sosa-descafeinada-mierda la banda sonora (ese tipo de música mediocre, sin ningún tipo de emoción o sentimiento, típicamente yanqui para telefilmes ñoños y para espectadores descerebrados o a punto de convertirse en ellos), tan excesivo el uso y abuso del flashback, que no sólo se rompe la secuencia cronológica sino lo que es grave de por sí: el ritmo y el interés. Y que voy a decir de la duración. ¡más de tres horas de metraje para contar nada! Porque sabes todo lo que va acontecer.

Le doy 2 puntos por los escasísimos minutos de Paul Newman y Joanne Woodward. El resto de los actores no se merecen más que sus nombres en el reparto y punto. Porque hasta Ed Harris está penoso.

La pongo a la altura de esas telenovelas baratas de sobremesa con las que echan una cabezadita (en este caso una cabezadita de 3 horas) los que deciden hacer mejor uso de su tiempo libre. Como decía un tío mío cuando en la tele salía un grupo de música heavy (él, tan amante sólo de la música popular):"Estos no me la meten", y se iba a acostar.

Señor Schepisi, usted no me la mete otra vez, agache la cabeza, métase en el cajón que voy a bajar la tapa.

Para empezar, a todos aquellos que:
a) piensan que “Ordet” es una obra maestra,
b) creen que “Luz silenciosa” es un plagio de la anterior,
c) consideran a Bergman el maestro de los maestros,
les invito a saltarse esta crítica e ir directamente al NO de “¿Le ha resultado interesante...?”

¿Sigues leyendo? Pues ahí va.
Ya le “puse unas buenas banderillas” a “Ordet” (expresión usada por cierto usuario al que aprecio) en una crítica hace más de un año y no quiero insistir en ella, aunque ciertos críticos me incitan a ello con sus comparaciones entre ambas películas. La de Dreyer me aburrió por sus continuos diálogos y monólogos insípidos. La de Reygadas si aburre es por la falta de ellos, pero sobre todo por esos inacabables travellings y esos planos fijos que no aportan nada.

Ha habido películas que al carecer de cualquier información sobre ellas nos sorprenden positivamente. En cambio, creo que a “Luz silenciosa” le ocurre todo lo contrario si no estás informado de cómo debe ser tu predisposición:

1. Vedla relajados, en la tele (¡jamás en el cine!) a media tarde, no a la hora de la siesta ni después de la cena si no queréis caer en un sopor irresistible (Dura más de 2 horas)
2. El argumento es sencillo. Un padre de familia religiosa se enamora de otra mujer.
3. Se inicia la película con un amanecer (duración aproximada de 4 a 5 minutos). Os vais a encontrar con secuencias eternas (algunas bellas, otras tediosas), planos fijos innumerables (algunos meritorios, otros innecesarios), algún plano fuera de campo sin motivos, travellings interminables y monótonos.
4. La fotografía, el color, son magníficos. Lo mejor. Hay un incuestionable poderío visual.
5. Si sois capaces de llegar hasta el final tendréis la sensación extraña de engañifa bella.

Durante el proceso de un montaje se seleccionan unas secuencias y se descartan otras y se imprime el ritmo a la película. No sé cuales se descartarían pero sí sé cuáles no debería haber seleccionado el montador, o cuáles debería haber recortado para que el ritmo no pase de ser lento (que es el requerido, pues un ritmo normal acortaría la película a un cortometraje de 30 minutos escasos) a producir somnolencia y desinterés.

La historia no me entusiasma, pero la secuencia del desayuno en familia me cautiva aunque la estropea el actor que interpreta a Johan, pues su llanto es más falso que la moneda de 3 euros (claro que habrá alguno que dirá que el sentimiento de culpabilidad le induce a forzar las lágrimas para descargar un poco su conciencia). La secuencia del baño de los niños es hermosa. La de la carretera y la lluvia, también. Pero...

Los diálogos son insustanciales. En absoluto me gusta el final. El mensaje (si es que lo hay) no llega al corazón del espectador.

Aún así, la puntúo por encima de la de Dreyer. Porque no hay ningún lunático con su discurso religioso intrascendente, por el amanecer, por la lluvia, por el paisaje, por la luminosidad..., por el silencio.

¿Carlo, magníficamente interpretado por Vittorio Gassman? Pero es que Carlo me deja indiferente, ni es el “bueno” con el que te identificas, ni es el “malo” al que admiras.

¿Una estupendísima Fanny Ardant, toda elegancia y porte aristocrático? ¿Prestancia, majestuosidad y elegancia natural de Fanny Ardant? Hay decenas y decenas de actrices infinitamente mejores en la historia del cine y no digamos ya más elegantes y cautivadoras.

Intentar comparar la familia de Scola con las familias de Fernán Gomez en su "Viaje a ninguna parte", de Fellini en "Amarcord", de "El Gatopardo" de Visconti, o de "Novecento" de Bertolucci, como lo intentan algunos usuarios de Filmaffinity, me parece de un atrevimiento desmedido. Y es que esta familia romana de clase media me la trae al pairo, porque:
1 - Carlo, el protagonista principal (interpretado sosamente por Andrea Occhipinti en la etapa juvenil e interpretado casi histriónicamente por Gassman en la etapa madura) es un personaje sin carisma y sin personalidad (“Carlo significa hombre libre”, ¿libre de qué?);
2 - el hermano menor es un ggggggilipollas de mucho cuidado y me importa un bledo;
3 - Adriana es ese personaje tópico de mujer-cuasifeminista-liberada-buscadora-de-libertad-que-renuncia-el-amor-del-hombre-desuvida, por cierto, muchísimo más atractiva cuando lo interpreta Jo Champa que cuando lo hace la Fanny Ardant (una tabla de planchar con boca avinagrada... y como Scola nos muestra poco del mundo interior de Adriana... )
Sólo salvo a Beatriz (una Stefania Sandrelli conducida con moderación y sencillez). Es de ella de quien me enamoro, no de la hermana veleidosa.

Por mucho que se diga que es un fresco ingenioso y realista de la vida de una familia italiana a mí me resulta casi todo lo contrario. No consiento esas secuencias en las que se rompe un jarrón de porcelana y “aquí no ha pasado nada”. Y si no haced la prueba en vuestra casa. La escena del baile de la Adriana joven mirando sin cesar a Carlo delante de tanta gente no me la creo (y además nos muestra una Adriana que no tiene nada que ver con la que interpreta la Ardant). Los tres niños jugando en el pasillo lo hacen con tanta desgana que suena a mentira.

Aunque Scola mueva la cámara con cierta sensibilidad se propasa con tantos pausados travellings por el pasillo.

La música de Trovajoli es de lo mejor de la película, sin ser tampoco excelente.

¿Volveré a verla otra vez? No. Pues con un 5 va que chuta.

The New York Times, USA Today, Diario ABC, La Vanguardia, El País y El Mundo (¡hasta mi admirado Carlos Boyero!) se deshacen en elogios con la que sin duda es una de las peores películas de Woody. Me atengo no a la puntuación media (6 sobre 10) de Filmaffinity sino a las críticas. Los primeros puestos (por utilidad) los ocupan críticas duras con puntuaciones bajas. ¿Qué quiere decir esto? Que hay muchos (la mayoría) que votan pero no hacen críticas.
Hay que "tener huevos" (perdónenme ustedes la expresión machista) para atacar a tan afamado director por todos los medios de comunicación (en la Radio y en Televisión también oí alabanzas sin ton ni son, simplemente porque es Woody Allen, o quizás porque transcurre en Barcelona).

Como hay más de 300 críticas de este título no me voy a extender gran cosa en mis comentarios. Ya está escrito todo.

¿Qué me ha molestado en la película?
El haber doblado a Bardem.
La imagen del personaje, macho ibérico, ligón, culto.
Ese mundo bohemio con tanto arte (poesía por acá, pintura por allá, fotografía por acullá) y tanta falsedad.
¿De qué viven los protagonistas? Serán "hijos de papá", ricachones esnobistas, burgueses de mierda que se dedican a no hacer nada.
Nunca he estado en Barcelona, pero ¿allí no hay lumpen? A lo mejor es que los "marginales" son los protagonistas.
El ménage à trois. Claro, faltaba más. Dos tías y un tío, como tiene que ser (seguro que Woody se lo imaginaba así, él follando con la Penélope y la Scarlett).
La mierda de música que nos pone al inicio y al final el director. Parece que sólo entiende de jazz y así le ha ido. Sí, naturalmente, luego nos obsequia con el "Entre dos aguas" de Paco de Lucía, como si en Oviedo y en Barcelona el flamenco fuera la música representativa. Bueno, ya sabemos lo que es España para los extranjeros: toros, flamenco, borracheras, vaguería y juergas sexuales.

¿Qué me ha gustado?
Su corta duración.

Para terminar, fragmento de una crítica de un catalán en esta web.
"...Sí, sí, chicas, en Barcelona somos todos así, venid a vernos".

(¡Otro que se imagina en la cama con la Scarlett y la Penélope!)

¡Por favor, no jodan! ¿Ustedes han visto alguna vez los western de John Ford, de Anthony Mann, de Sergio Leone, de Clint Eastwood, etc?

Me vienen tantos títulos a la cabeza valorados según ustedes incluso por debajo de este manido topicazo del señor Harris...

El hombre que mató a Liberty Valance, La diligencia, Los profesionales, El hombre de Laramie, Raíces profundas, Winchester 73, Open Range, El jinete pálido, Sin perdón, Centauros del desierto, Círculo de fuego, La noche de los gigantes, Grupo salvaje, Duelo en la Alta Sierra, El Dorado, El bueno el feo y el malo, La muerte tenía un precio, Una trompeta lejana, Río Bravo, El pistolero, Duelo de titanes, etc., etc., etc., y muchos etcéteras más. ¿Cuál es su puntuación a estos títulos? ¿Me pueden decir que aporta de original “Appaloosa”? ¿En qué supera a cualquiera de esas películas? No jodamos, señores.

Los personajes
El sheriff Virgil (Ed Harris) es un tipo que no puede caer ni bien , ni simpático, ni admirado. Jamás un personaje de Clint Eastwood (por poner de ejemplo a uno de los actores más vilipendiados en papeles tipo Harry el sucio) se comportó como el tal Virgil, cuando le pega una paliza a un pobre diablo porque sí, porque le sale de los cojones, hijo de puta él.
La viuda Allison (Renée Zellweger) es un putón berbenero que no despierta atracción alguna (está hecha unos zorros la Zellweger, fea, con cara de empanada, con sonrisa estúpida) y mucho menos simpatía. Nadie se cree que pueda subyugar a cuanto tío pase a su lado.
El despiadado Bragg ((Jeremy Irons) es el malo más gggggilipollas que he visto en el “cine del Oeste”. Poco iba a aportar este medicocre actor con cara de estreñido.
Sólo queda el Everett Hitch (Viggo Mortensen), que es el único que tiene algo, el único al que el director parece salvar de la insustancialidad de los demás.
Empiecen a comparar con todos esos personajes de las películas citadas y abran los ojos.

El guión.
Apenas hay nada nuevo. Típico pueblo dominado por poderoso hacendado. Y allí llegan los dos protagonistas para arreglar la situación. Ni tiene la sensibilidad de “Raíces profundas”, ni tiene la belleza de la fotografía de “Open Range”, ni tiene la fuerza de personajes como los de “Sin perdón”, ni tiene los tiroteos efectistas de Sergio Leone, ni tiene una música ni siquiera aceptable. Es que no tiene nada.
Es un guión irregular, con un ritmo muchas veces inadecuado, con tantas meteduras de pata, que no puede uno obviar. Los “malos” tienen bastantes ocasiones de liquidar a nuestros héroes, pero no, nunca es el momento adecuado. El “asalto” al tren para rescatar a Bragg es ridículo sabiendo la puntería de Virgil y de Everett.
Sólo el duelo final y la labor aceptable del Mortensen logran que vote con un 4.

Señor Harris, olvídese de la dirección. Siga de actor, que sabe hacerlo muy bien, aunque en esta película no lo demuestre.

Vaya por delante que Nanni Moretti me cae bien, que su cine, sin entusiasmarme del todo, me agrada. Creí que él estaba al mando de la dirección. Pero no.

Nada más empezar, de un plumazo, el Grimaldi borra la posible emoción que debería haber creado con la muerte de la esposa del personaje de Moretti. Es una secuencia tan artificial que ya me hace poner un gesto huraño en mi cara. Le quito dos puntos de sopetón.

Las diferentes conversaciones sobre el futuro de la empresa tienen escaso interés, me resbalan como lluvia sobre el paraguas. Otro punto menos.

El uso de la cámara con esos movimientos tan chapuceros unas veces, tan cursis en otras, me encabronan (parece como si el Grimaldi dijera “Mira, tío, cómo muevo la cámara alrededor de los dos en el parque, y mira cómo la elevo para ver la salida de la niña mientras su padre va a recogerla, qué bueno soy”) y le resto otros dos puntos.

La música es tan ñoña que estirpa de los corazones los restos que pudieran quedar de las emociones. Otro punto a la basura.

Las relaciones del Moretti con todos los personajes carecen del más mínimo interés. Los diálogos son brillantes en la nadería. Un punto menos.

La escena de sexo está tan fuera de contexto, sobre todo en su duración, que parece un pegote a última hora para llenar metraje. Otro punto menos.

Lo peor: que haya usuarios que la hayan puntuado como obra maestra (¿habrán visto de verdad alguna obra maestra?

Lo mejor: pues..., esto..., verás..., no sé..., yo creo..., ¡merde! Otro punto menos.

Lo de siempre. Parece que hay que valorar la ideología del burguesito de turno para realzar sus creaciones sin merecimiento alguno.

Hala, al cajón de mis directores pestiños.

He vuelto a ver “Matar a un ruiseñor” y me reafirmo en puntuarla con un 6 y no más.

La primera parte, la trama infantil, me resulta más interesante o más amena que la segunda, la trama judicial. Y es que el juicio me resulta muy pobre, con unos personajes (la víctima y su padre) muy “baratos”.

Y viendo luego el coloquio de Telemadrid me pareció que se estaban dedicando a vender su producto como fuera. En efecto, decir como decía uno de los contertulios que “hay escenas en las que es dificil reprimir una lágrima” me pareció de una osadía inapropiada. Vi la película con mi mujer y no la vi emocionarse y, bueno, ya sabemos que las mujeres son más propensas al llanto. Que conste que a mí más de una vez se me han llenado los ojos de lágrimas con otras películas.

Sobre la actuación de Gregory Peck pues, bueno, está bien, sí, pero a mí me gustó más en “Duelo al sol”, por ejemplo, haciendo de “malo”. Y lo de que el Aticus protagonista es considerado por no sé que encuesta como el “héroe del cine más importante del Siglo XX” en USA me la trae al pairo como suele traérmela las encuestas: suelo estar siempre con las minorías.

A mí no me preocupan los votos “noes” a las críticas que escriba sobre películas aclamadas por todo el mundo y que a mí me han parecido pasables y, a veces, rollos de tomo y lomo. Con que haya un solo “sí” entre decenas de “noes” me doy por satisfecho. Además, a veces escribo críticas para provocar.

Bueno, pues eso, un 6 y no más.

Considerar esta película como obra maestra es como oir decir a un asno que no le gusta el chocolate y que prefiere la paja.

En el cine de Antonioni se habla para no decir nada. Todas esas zarandajas de la incomunicación entre las personas, de la pérdida de libertad, de innovación del lenguaje cinematográfico, son la tapadera que usan sus defensores para encumbrarlo sin merecimiento alguno.

“La aventura” (¡qué desfachatez llamar así a bodrio semejante!) consta de dos partes.

La primera despierta algún interés por la desaparición de Ana, pero salvo el plano de la Vitti abriendo el ventanuco al amanecer (tampoco es para convertirse en onanista incondicional de ese plano) nada sobresale notablemente. Todo son secuencias a base de planos sobre cada uno de los personajes que no paran de dar vueltas por la isla buscando a la imbécil que ha desaparecido.

La segunda parte es de lo peor que he visto en el cine. Planos y planos de la Vitti (su físico no coincide con mi gusto de mujer 10, y su interior es tan vacío de contenido, tan poco interesante, que no sé qué coño quiere mostrarnos el director), ahora seria, ahora sonriendo de forma estúpida sin motivos o tarareando puerilmente. Planos de habitantes machos de las islas, la clase baja, devoradores de cualquier mujer que se ponga a tiro (al menos devorándolas con los ojos). Planos de burgueses aburridos en fiestas insípidas sin que el director se atreva a diseccionarlos con vehemencia, ni siquiera con ironía. Planos y más planos de tiempos muertos y secuencias inútiles y monótonas hasta el infinito.

Los personajes son anodinos, pequeños burguesitos insustanciales como el Antonioni (nacido en una familia de clase media, él). Este marxistoide intelectual elevado a la cima por sus seguidores ha debido ejercer tal influencia hipnótica en ellos que les ha hecho enaltecer algo que sólo ellos ven, como ese supuesto cuidado por los diálogos. No hay ni un solo diálogo enriquecedor en toda la película, salvo para aquel que sea tan nimio, trivial, vulgar, insignificante, insulso, superficial, intrascendente, etc., tan soporífero como Antonioni. Y decir (como dijo el señor Lamet en el coloquio tras la emisión de la película en Telemadrid) que el final “es el más bello final en la historia del cine” me parece de una presunción absoluta. Ya chocheamos, querido Lamet.

Menos mal que luego vendrían, por poner dos ejemplos, Visconti o Bertolucci, un par de compatriotas suyos que tratarían (entre otros temas) la incomunicación, la soledad, el mundo burgués, con mayor eficiencia, más elegancia (cuando se requería), mejores personajes, acertadísimos guiones, adecuados y pulidos diálogos.

Señor Antonioni descanse en paz en el olvido.

Tened un pañueño a mano.

Hay veces que una película no te entra sin saber bien el motivo. Ésta no es una de esas, porque "Leyendas de pasión" es una verdadera castaña, una patochada, el topicazo ñoño de un director que automáticamente va a parar al cajón de "Mis directores pestiños" (insisto otra vez en que Filmaffinity debería dar la posibilidad de que el usuario vote por los 10 mejores y 10 peores directores de la historia del cine; idem con los actores).

Es la historia de una familia que me produce rechinar de dientes. El hijo pequeño es el típico gggggilipollas que va a una guerra donde nadie le ha llamado y muere por eso, por gggggilipollas. Por cierto, los otros hermanos también van, es decir, dos gggggilipollas más.
La Ormond se lía con los tres, lo que me choca es que no lo haga con el padre.
¿Y qué me decís de la madre? ¿Y del hijo mayor, babeante hipócrita con sonrisita de bueno?
Y no digamos de Tristan, ese empalagoso rubito que:
1 - ¡hala, que me voy unos años por ahí!
2 - ¡venga, que me caso con la niña! (la única persona por la que que ha pasado el tiempo)
3 - ¡demonios, que me cargo al oso!

Que el Pitt vuelva de la guerra con la ropa sucia y la larga rubia cabellera al viento, resplandeciente, parecen planos de un anuncio de champú.

Hay tal cursilería en los planos, en la música, en la fotografía, en los gestos de los actores, en tanta lágrima derramada, que las babas rebosan por doquier.

Ya os decía en la primera línea que tuviérais un pañuelo a mano...para limpiar las babas de todos los responsables de este bodrio.

Hay películas que habrían salido más redondas si tal o cual actor se hubiera quedado en casa y hubiera sido sustituído por otro.

Siempre pongo el ejemplo a mis amigos de la gran “Raíces profundas”. ¡Ay si Alan Ladd se hubiera quebrado una pierna en los inicios del rodaje y lo hubiera sustituído Gary Cooper, James Stewart o Henry Fonda! Ahora tendría una puntuación más alta. Y lucharía por el podio del western con las grandes de Ford o de Eastwood. Aquí, el bueno de Van sale mejor parado al no ser el personaje principal.

Pues con este título me ha pasado lo mismo en las dos veces que lo he visionado. Van Heflin debería haberse ido ese año a una de esas expediciones náuticas que tanto solía realizar y haber dejado el papel a otro actor de mayor categoría. Robert Mitchum, por ejemplo.

Porque terminas hasta los testículos de que te estén mostrando una y otra y otra y otra y otra vez la habilidad de Heflin con la moneda pasando de un dedo a otro y viceversa. Parece que es en lo único que sobresale porque no da el pego como galán, ni como héroe, ni como tipo duro. Y no hablemos de Lizabeth Scott, sosa, plana, (¡quisieron venderla como la nueva Lauren Bacall!), ñoña e ida del personaje.

Del resto del reparto destaco a un primerizo Kirk Douglas (creo que fue su primer papel
de cierta importancia).

Voy a ser breve.

Rafael Azcona ha sido el mejor y mayor guionista que nos ha dado este cine español.., pero Maradona también tuvo partidos poco gloriosos.

José Luis Cuerda es un director aclamado.., sobre todo por parte de esa izquierda-burguesa que copa la cultura de este país y que aplaude cualquier obra de cualquier amiguete.

Raúl Arévalo debe ser el fan número 1 de José Mota al que imita en gestos y entonaciones (¡en un drama!). En cualquier momento (sobre todo en las charlas que tiene con el personaje de José Angel Egido) parece que va a decir..."¡Mañana!"

Maribel Verdú me recuerda a esos centrocampistas futboleros carentes de clase pero que se esfuerzan al máximo dándolo todo en un partido. Makelele no puede compararse a Zidane.

Del libro no hago comentarios pues no lo he leído. ¿Qué nos han querido contar con esta historia?
¿Los deseos irrefrenables del diácono, su reprimida lujuria, sus dudas vocacionales? Me importan una mierda, nadie le obligó a vestirse de hábito.
¿La problemática del republicano al que busca la policía? Pues no lo logran, ya que está vista de refilón, en un segundo escalón, y ese tema merece una realización más seria y más detallada.

Otra obra más fallida del cine español y van...

José Luis, si vas a volver a hacer cine, no le des más cuerda a tu reloj de la guerra civil, que el reloj no es que se haya parado. Se te ha estropeado y no funciona. Mi consejo: dedícate al humor surrealista con profundo sabor español.

Vaya por delante que hay varias películas de Robert Altman que adoro, pero...

Desde “Vidas cruzadas” ha ido chocheando poco a poco y debería haberse jubilado antes de su defunción. Basta con mirar la filmografía desde 1993 para ver que no digo tonterías: “Prêt-à-porter” (cagada supina), “Kansas City” (sólo aceptable y para enamorados del jazz), “Conflicto de intereses” (si la hubiera firmado un cineasta desconocido habría pasado al olvido mucho antes), “Cookie´s fortune” (aguanté media hora antes de apagar la televisión y ponerme a leer), y saltando los títulos siguientes (me remito a la puntuación que tienen en una web tan generosa como ésta), que no he visto, me queda pendiente “Gosford Park”. Algún día la veré.

Si eres de los incondicionales de Altman tu puntuación será más alta. Al igual si eres un
entusiasta de la música country.

Kevin Kline hace de tontolculo, porque por mucho que se golpee con la mesa, con el perchero o se caiga al suelo no veo ningún humor en esas secuencias tan manidas.
La presencia del personaje de Virginia Madsen está tan fuera de contexto que sólo la perdonas si perdonas la chochez del director. Yo no, está claro. Si ese personaje, algunos dicen que enigmático (será para aquellos que se sorprendieron con “El sexto sentido”, porque cualquiera lo sospecha al momento), lo hubieran eliminado del guión, la película habría sido la misma. Mejor aún, hubiera sido más humana. Porque lo del ángel y Tommy Lee Jones es para hacer enrojecer a cualquiera, seas más o menos racional, más o menos irracional. Como el country, por lo general, me parece tan repetitivo y al mismo tiempo tan alejado de mis gustos musicales no encuentro motivos para puntuar más alto.

Lo mejor: la última actuación musical de los dos vaqueros, la de los “chistes malos”.
Woody Harrelson, un actor que no era santo de mi devoción, reconozco que me sorprende agradablemente. Al menos algo positivo he sacado.

Me produce verdadera vergüenza el cine español: los guionistas, los actores, los directores...
(¡Hay tan contadísimas excepciones...!)

¿Cómo se puede convertir un posible aceptable guión en una completa patochada?
Los actores brillan por su mediocridad (hasta el Luppi parece estar fuera de onda).
La "historia" es tan inverosímil como vida inteligente en la Luna.
Cualquier aficionadillo a los problemas matemáticos y de lógica resuelve los enigmas, archiconocidísimos (algunos me los contaba mi abuelo) de boca en boca o por la red.
El "asesino" es tan evidente (lo sospechas en cuanto sale a escena)...
Y el método que pone en práctica para asesinar a los demás es más increíble que las promesas
electorales del político de turno.

¿Qué queda?
Lástima, piedad, caridad por parte del crítico y del usuario. Ya, pero incluso hay que merecérselas, y hoy no soy benévolo.

Habría sido mejor "La habitación de Fornicat" en la que cada uno hubiera desatado sus impulsos sexuales sin cortapisas. Al menos nadie habría salido del cine engañado.

Hay películas que no se merecen unas líneas para valorarla y ni mucho menos euros y tiempo para verla. Ésta es una de ellas.

A los diez minutos, te paras. Ya has visto todo lo que hay que ver. El Hopkins le mete un tiro a su mujer por ponerle los cuernos con un teniente de policía. La "trama" consiste en buscar pruebas para el juicio. El caso es que, personalmente, quiero que le declaren culpable pero, al mismo tiempo, no quiero que el juicio lo gane el niñato gggggilipollas que hace de fiscal.

Lo que voy a escribir no tiene que ir al "spoiler" porque, repito, me paro a los diez minutos.
¿Cómo es posible que dos amantes (enamorados al parecer, vamos, que no sólamente follan y ya está) no sepan los apellidos del otro ni en dónde vive?
¿Cómo es posible que el Hopkins haya planeado el crimen sin saber si será el teniente u otro policía el que acuda al lugar del crimen?

Bueno, por lo demás, el Hopkins se limita a acordarse un poco del Hannibal en su personaje y el resto de los actores brillan por su apatía e insustancialidad.

Ayer vi por segunda vez "El verano de Kikujiro", de Takeshi Kitano, con subtítulos. Con tres euros, con un simple guión, con cuatro o cinco actores, Kitano hace una película sencilla, llena de poesía, simpatía y ternura, haciendo guiños a "Los sueños de Akira" (homenajeando al gran Kurosawa) y en algún momento a sus programas de "Humor amarillo". No es una obra maestra, pero sí la mejor de su filmografía para mí.

Es verano y el niño se aburre. Se empeña en ir a buscar a su madre. Kitano le acompaña. Es una "road-movie" barata (sobre todo porque ambos personajes se pasan más tiempo caminando que sobre cuatro ruedas).

Sí, el cine japonés se excede a veces de lentitud, de planos fijos largos, de inmovilidad de los
personajes incluso en los gestos en otros planos, pero no restan interés alguno a lo que se nos está mostrando.

Me pasa con Beat Takeshi (el Kitano actor) lo mismo que me pasa con Clint Eastwood. Siento cierta predilección por sus formas de actuar frente a la cámara. No es que sean la releche como actores, pero hacen que sus personajes nos hagan sonreir interiormente.

Recomendable para los saturados del llamado cine de acción.

Como sé que va a batir record de número de críticas, y la mayoría no está por la labor
de leer tanto, hago aquí un resumen:

Primer grupo. Por lo general, todos aquellos que la han calificado por encima de un 7 la alaban por:
a) las innumerables secuencias de acción;
b) el personaje en sí (es decir: Indy, sesentón, pero Indy al fin y al cabo)

Segundo grupo. Todos aquellos que le han dado menos de un 6 se han sentido engañados, heridos, rabiosos, por culpa de:
a) exceso de imágenes generadas por ordenador;
b) refrito de "The Mummy", “Tomb Raider”, “Expediente X”;
c) interpretaciones horribles de Shia LaBeouf y Karen Allen;
d) guión pésimo;
e) humillación de Indiana Jones.

Yo me sitúo en el tercer grupo: aquellos que adoramos al personaje, que nos sentimos benévolos con Harrison Ford y le exculpamos de todas las culpas, que las hay y en proporciones enormes.

Apuntes NEGATIVOS a pesar de mi puntuación:

Llevad tapones para que los efectos sonoros no os rompan los tímpanos.

En 1956 los malos de entonces eran los soviéticos (¡faltaría más, Spielberg!)

Que no enciendan la luz cuando Shia LaBeouf se columpie con las lianas para no quedar al descubierto todos aquellos que han enrojecido de vergüenza.

Indy, nuestro héroe, el arqueólogo doctor Jones... ¡trabajó para el gobierno en la captura de comunistas!

Karen Allen debería dedicarse a cuidar a sus nietos, si los tiene.

Shia LaBeouf debería ponerse en contacto con los creadores de “Aquí no hay quien viva” a ver si así le dan un papel acorde con sus características interpretativas.

El señor Lucas y el señor Spielberg se podrían jubilar para no seguir deshonrando el prestigio alcanzado tiempo atrás.

¡Por favor, por favor! ¡Que a nadie se le ocurra hacer Indiana Jones 5 con Shia LaBeouf de personaje principal!

Me esperaba una obra con la grandeza de la impresionante “Amadeus”. Cruel decepción.

Vaya por delante que soy admirador de Milos Forman, que Javier Bardem es uno de los pocos actores españoles que soporto y que Natalie Portman lleva camino de convertirse en una gran actriz de verdad, por encima de las sobrevaloradas Julia Roberts, Demi Moore, Kim Basinger, Michelle Pfeiffer, etc. (¿cómo comparar las citadas con las grandísimas Audrey Hepburn, Katherine Hepburn, Deborah Kerr, por citar sólo unas pocas?)

La historia folletinesca que nos cuenta el señor Forman no es aburrida, pero sí poco verosímil y no basada en hechos reales, pues la vida de Francisco de Goya carece de algún interés. Lo que importa es su obra pictórica y aquí uno esperaba algún tipo de análisis sobre los cuadros más famosos del genial pintor, algún detalle que despertara interés y amor a la pintura en el espectador (como nos despertó amor a la música clásica el personaje de Salieri en numerosas secuencias).

No aparecen los fantasmas de Goya por ningún lado. El guión pedía secuencias de la duquesa de Alba, de los Disparates, de los Caprichos, de los fusilamientos del 3 de mayo, de las Pinturas Negras. Pues nada de nada.

El folletín trata más la figura del monje inquisidor Lorenzo y sus fantasmas, por cierto,
Bardem está penoso, uno de los peores trabajos que yo recuerdo. Tampoco me convence Stellan Skarsgard haciendo de Goya. La Natalie no está mal, pero no es suficiente.
Todo por culpa de un guión deshilvanado, irregular, en el que resulta que los ingleses fueron los que salvaron España.

¿Mi consejo? Toma el transporte público y vete al Prado a ver los cuadros de Goya.

Siendo en principio una buena idea para desarrollar un aceptable guión se convierte en el pedo típico del típico director mediocre estadounidense.

Que en Cinemanía le den tantos elogios “Imprescindible... un film dirigido con precisión y fuerza, con un magnífico guión... Obra maestra...” me da a pie a no leer jamás dicha revista.

Que haya algún usuario de filmaffinity que la puntúe mejor que a “Tres colores:Rojo”, o que a “Dos cabalgan juntos”, por ejemplo (no siendo ninguna de ellas obra maestra del cine), me incita a pasar de sus críticas.

Me puse a verla con ojos vírgenes, no sabía nada sobre la película. A los cinco minutos un voz interior empezó a susurrarme “No pierdas el tiempo, Bakunin, tienes más de cien obras maestras en tu filmoteca particular donde elegir, apaga el televisor. O sigue leyendo esa novela negra que tienes a medias, anda, no seas estúpido. O escucha ese disco que te han pasado de Esbjörn Svenson Trio. O házte un Sudoku Samurai. Lo que sea con tal de no tragarte esta mierda...”

Pero no hice caso a la voz interior. Así me fue. Hora y tres cuartos perdidos por gilipollas.

El guión es vergonzoso. Los actores, pésimos. Los diálogos, para descerebrados. Las situaciones, aberrantes. Los personajes, sin sustancia, te importan una mierda. El final, previsible. No destacan ni la música, ni la fotografía.
No sabes a qué agarrarte para darle ni siquiera un 2.

Lo que más me llama la atención es que un usuario tan bien catalogado como “Maldito bastardo” haya sido capaz de puntuarla como “interesante”. Pero claro, todos tenemos algún día tonto.

Meteré a David Koepp en mi cajón de los directores pestiños.