Se trata de una revisión del juego original de Jordan Mechner, con gráficos modernos y con el aspecto del príncipe de “Las arenas del tiempo”. Todo lo demás permanece igual, tanto las mecánicas como los puzles y los escenarios.
Pero es un placer volver a revivir las viejas sensaciones de los juegos míticos de finales de los 80 como este. Además, por muy buena memoria que tenga uno, salvo que haya visto vídeos en “Youtube”, el juego sigue siendo un buen desafío, aunque nunca tan difícil como para tirar la toalla.
Se disfruta mucho resolviendo las situaciones, casi siempre siendo más una cuestión de habilidad y rapidez que otra cosa. Eso no quita que haya momentos de estrujarse la cabeza. Así que, aunque el juego tenga una limitación de tiempo de una hora para terminarlo, está claro que terminaremos echándole unas pocas, aunque solo sea por tratar de volver a tener más tiempo para completar niveles superiores.
Debo decir que, por mucho que me tire la nostalgia, la tetralogía de las arenas me parece bastante superior a este primer juego, pero sin duda tiene un gran valor en su diseño y apartado técnico, sobre todo para cuando salió. Esta versión lo único que hace es darle un lavado de cara y compatibilizarlo con sistemas nuevos, pero el mérito de Jordan Mechner en hacer esto cuando lo hizo, es indiscutible.

No me he leído la novela del tándem “Carmen Mola”, ni tampoco las siguientes, así que no puedo comparar la adaptación. Pero no deja de ser un thriller convencional con asesinato misterioso, heredera de las investigaciones policíacas más clásicas del género.
Los protagonistas son los típicos personajes fríos y serios, con poca profundidad, en una historia donde lo que más importa es entretener con la investigación y sus giros. La protagonista, Nerea Barros, hace un papel demasiado estirado y está más seria que un cáncer. Solo los personajes de Checa y Orduño muestran un poco más de sangre, con su chulería y dureza frente a los sospechosos.
Se retratan también aquí algunas de las tradiciones de la ley gitana, pero creo que desde el respeto, que no está el patio como para ofender.
El desarrollo de la resolución del caso, se deja ver y no cansa ni aburre, a pesar de que creo que con un par de capítulos menos habría quedado igual de bien para lo que quieren contar.
Paco Cabezas realiza un trabajo correcto, sobre todo para ser un director cuya filmografía está bastante lejos de entusiasmarme.
Es una miniserie que cumple, sin llegar jamás a dejar huella o a marcar un nuevo hito en la historia, ni muchísimo menos.

Crítica escrita tras ver los 12 episodios de la primera temporada.

Obviamente, la serie nos sitúa antes de “Rogue one”, y nos cuenta la forja del héroe Cassian Andor, desde que es un superviviente con mala suerte, hasta la creación de la rebelión tal y como la hemos conocido en el resto de la franquicia.

Viniendo de donde viene, me esperaba algo mucho más digno del personaje y de la saga, pero la cosa se ha quedado un poquito a medio gas, desde mi más humilde opinión.

Si bien la plataforma nos trae su calidad habitual a nivel de diseño de producción en las series de este universo, el argumento ya no es tan brillante, o al menos no tan cargado de la esencia de la saga que nos ha hecho soñar.

De hecho, los cinco primeros episodios son hasta flojos y aburridos, con una trama que no despega y unos flashbacks desaprovechados. A partir del sexto episodio, comienza a tomar mejor forma, con una misión en la que Andor terminará siendo pieza clave de la resistencia contra el imperio. Sin embargo, luego vuelve a decaer muchísimo el ritmo, de una forma que me llega a exasperar.

Pero la serie es bastante lenta, en términos generales. Mucha política de pasillo, presentación de personajes que, en el fondo y desde mi punto de vista, son todos bastante fríos y carentes de empatía con el espectador, incluyendo al propio protagonista. Al final resulta que el actor que mejor está, es secundario. Me refiero a Andy Serkis, el único que muestra un poquito más de “sangre” en su trabajo aquí.

Lo que sí que compro totalmente de la serie es el tono maduro y serio que ya tenía “Rogue one” y que se mantiene aquí. Nada de infantilismo ni de tonterías en un mundo pesimista. Con todo y con eso, eso no es excusa para que no nos hubieran ofrecido mayores dosis de aventura y emoción, pieza fundamental en esta galaxia lejana. En la película, la frialdad emocional se compensaba con una misión e historia espectaculares. Aquí no pasa eso, porque todo transcurre a velocidad de caracol.

Durante gran parte de la temporada, salvo pasajes puntuales, la sensación (y mala) que me ha dejado esto, es de que pasan muy pocas cosas. Es algo que ni siquiera me había pasado con “Los últimos jedi”, la película que menos me gusta de todas.

Evidentemente, “Andor” no es mala, ni tampoco puedo decir que no me haya gustado en absoluto. Pero, para mí, me ha resultado una decepción al mismo nivel que la de “Los anillos de poder”. Simplemente, me esperaba otra cosa más emocionante, más aventurera y que me llegara a tocar la fibra, como me suele pasar casi siempre con “Star wars”. No ha sido así, pero seguiré viéndola esperando que vaya mejorando y que para cuando enlace con “Rogue one”, me deje tan satisfecho como esa estupenda película.

Este 2022 que ya finaliza está resultando un muy mal año en el cine y las series, en general. Su producción está sobrecargada de bodrios (sobre todo en las plataformas) y de enormes decepciones, incluso en títulos de gran presupuesto como “Bullet train”, por ejemplo. Así que, si en estos tiempos llega una película como esta, que dura apenas una semana en el cine, y de la que no se ve ninguna publicidad o información a no ser que la busques expresamente, poco bueno nos vamos a encontrar.
Pues hay otra cosa que me está pasando mucho en este año. Me refiero a tragarme un bodrio como una catedral, entrar en filmaffinity para ponerlo a parir, y encontrarme con una buena nota media. Debo de estar haciéndome mayor o no sé qué me pasa, pero creía que todo el mundo estaría echando pestes de esta absurda, estúpida y sobre todo aburrida propuesta del antes estupendo George Miller. Es una verdadera pena que este buen director, que ya tiene una edad, malgaste talento en este insulso cuento con un genio de por medio.
Me parece que uno de los mayores problemas del film, que no el único, es no tener suspensión de incredulidad ninguna. El tono serio y dramático, mezclado con una fantasía que no hay por dónde cogerla, que además tiene una estética y montaje un tanto estrambóticos, conforman una película que no funciona.
La protagonista, igual o más aburrida que la película, no me dice nada ni empatizo en absoluto con ella. Los diálogos largos, la escasa fuerza argumental, y los insulsos relatos del pesado de Idris Elba, tampoco consiguen despertar mi más mínimo interés.
Es una película carente de emoción, de enganche, y profundamente aburrida. No porque sea seria y adulta tiene que ser tediosa. Ahí tenemos “Un monstruo viene a verme”, que está a años luz, por compararla con otra similar.
Desgraciadamente, se parece más a la bochornosa “El atlas de las nubes”. No es más que una mezcla de historias anodinas sin orden ni concierto, que aburre hasta a las vacas.
Una mera pérdida de tiempo, que no entiendo cómo está gustando tanto al resto de usuarios.

Martin Campbell ya no es el que era en los 90, uno de los reyes del género de acción. Y Liam Neeson, en su estancamiento, sigue encadenando películas baratas, y por desgracia se ha convertido ya en el nuevo Bruce Willis (aunque se haya retirado) o el nuevo Mel Gibson.
Pero bueno, curiosamente los dos tienen la costumbre de comer todos los días, y para ir tirando (porque no creo que esta película genere muchos beneficios), han hecho esta floja historia de un asesino a sueldo con principio de Alzheimer.
Esto es lo que es, que los buenos tiempos de “Venganza” ya han quedado atrás. No es más que un producto que, en un día muy tonto y aburrido y si la ves con ganas, como mucho le podrías dar un 5 de nota. A mí no me ha pillado benévolo, así que la voy a suspender. Lo más raro es que esto se haya llegado a estrenar en el cine, dados los tiempos que corren.
Si bien el film no llega nunca a ser tan malo como podría haber sido, tampoco es que sea bueno.
Tenemos la trama policíaca de Guy Pearce por un lado, digna de cualquier serie de medio pelo. Y la parte de Neeson, no tiene ni acción, ni suspense, ni drama en buenas dosis.
Ni sus trabajos ni el tema de la memoria están aprovechados. No hay un desarrollo interesante, y encima la película tiene poquísima acción, es casi testimonial para tener la excusa de ponerle a Liam una pistola en la mano.
Y el problema no es su edad, cosas más raras se han visto. Aquí lo que pasa es que acepta todo lo que le ofrecen, por lo que se ve. Y lo que le ofrecen es cada vez peor. Viendo esta, que tiene el aprobado en la web, descarto total y absolutamente atreverme con “El mediador”. Mejor ponerse con otra cosa.

Una fiesta de ricachones occidentales en una finca en pleno desierto, es el contexto en el que se produce una muerte accidental poco clara. Al principio, parecería que esto iba a ser algo parecido a las novelas de Agatha Christie, pero no es nada de eso.
Su mejor carta de presentación es contar con Chastain y Fiennes. Pero ni siquiera ellos consiguen levantar esto del todo.
Durante bastante rato, la película no deja claro ni lo que quiere contar ni el género al que pertenece. Desde luego, no es un thriller, sino más bien un drama que critica el clasismo y el complejo de superioridad de Occidente frente a otros países. Y aunque al principio pica la curiosidad por ver lo que pasará, definitivamente termina siendo lenta, pues podría haber contado lo mismo en menos tiempo.
Lo que quiere ser una reflexión sobre las diferencias, el racismo y las costumbres ancestrales del pueblo beréber, se vuelve un rollo bastante aburrido por su falta de ritmo.
Para colmo, la acción se entrecorta con lo que pasa en la casa, que es bastante insulso y carente de interés. Por cierto, no me termino de creer el desmadre que se marca el personaje de Jessica Chastain.
Tal vez la idea tenía algún concepto bueno, pero el desarrollo me ha parecido poco acertado, y en el fondo pasa bastante poca cosa en toda su duración.

Supongo que habrá muchos que la pondrán a parir por la visión contemporánea del siglo XIX, la inclusión, el empoderamiento y el “woke”, cosa que al menos en este caso está justificada.
Pero más allá de polémicas absurdas, esto no es más que una entretenida película de aventuras. Diría que, muy lejos de ser una obra maestra del género, al menos es un film aceptable, que ya es algo para la mala cosecha de cine que estamos teniendo en 2022.
Está bien que nos cuenten un desconocido capítulo de la historia de África, aunque no deja de darme la triste sensación de que han buscado la forma de explotar el filón de las películas de “Black panther”, eso sí, de forma realista.
Resulta curioso ver las costumbres del pueblo de Dahomey, y seguir los pasos de la protagonista, interpretada muy bien por Viola Davis. No está mal que le den un papel central como este, que se limpie un poco la mancha de haber participado en la vomitiva “El escuadrón suicida”. Aun así, es un relato coral en donde no acapara toda la atención.
Respecto al diseño de producción, me valen los decorados, pero no me convence el vestuario. Todo se ve demasiado limpio y demasiado moderno, o al menos esa es mi impresión.
En cuanto al guion, no inventa nada pero juega con ingredientes que siempre funcionan: superación, entrenamiento militar, y guerras tribales, con toques de drama y romance.
Es una película que cumple en su función de entretener contando una historia interesante, que ya es algo en los tiempos que corren.
Eso sí, su filtración en internet con buena calidad, dos días antes de su estreno, hará que pinche muchísimo en taquilla, por lo menos en España. Una pena.

La he visto solamente por Rebecca Hall, una actriz muy competente aunque no demasiado conocida. Es una película de las miles que nos llegan directamente a plataformas, sin promoción alguna, y que en la mayoría de las ocasiones son bodrios como la copa de un pino. Pues me temo que es el caso.
La protagonista es una mujer muy independiente y madre de una adolescente, que de repente empieza a sufrir pesadillas y ansiedad al volverse a encontrar con un hombre de su pasado (Tim Roth).
El film aparenta en su comienzo que va a ser un típico thriller de acoso a familia y en el que el primero que la palma es el perro, solo que aquí no hay perro.
Ciertamente, Rebecca Hall no decepciona en su papel de sufridora. El que sí está totalmente desaprovechado es Tim Roth.
Creo que el film no logra nunca crear la suficiente tensión, al no enseñarnos de forma clara lo que sucedió en el pasado ni cómo de malo es realmente este tipo.
Desde luego no es una película al uso en la que el villano vaya haciendo de las suyas cada vez más. Al contrario, carece totalmente de ritmo y suspense.
La lentitud de las secuencias, el exceso de monólogos, diálogos y también silencios (cine independiente puro y duro), y el hecho de que en el fondo el malo no tenga demasiada mala leche, conforman un film bastante fallido, y que aburre bastante mientras esperas que vaya a más o que pase algo verdaderamente interesante.
No deja de parecer un telefilm solo apto para espectadores con muy poco cine visto a sus espaldas, o a críticos a los que les guste el minimalismo y las extrañezas.

Tras una larga espera, llega a nuestras consolas de Sony la continuación de la historia de Kratos y Atreus en tierras nórdicas, siguiendo por el camino que ya se veía venir con el epílogo del juego anterior.

En una primera toma de contacto, la sensación que da el juego es de que no hay una gran diferencia técnica con el original. De hecho, ha terminado teniendo un lanzamiento intergeneracional de plataformas. Los gráficos son absolutamente espectaculares, pero ya lo eran en el juego de 2018 y no hay, en apariencia, un gran salto.

Lo mismo parece pasar en mecánicas y jugabilidad. Pero esto no tiene nada de malo, de todas formas. Con todo, una vez que empezamos a adentrarnos en la aventura un poco más, es fácil darse cuenta de que sí que han incorporado nuevas habilidades, enemigos, personajes, tipos de misiones secundarias y posibilidades de exploración. Y es que, aunque parezca mentira, el mapa que nos ofrece “Ragnarök” es mucho más grande. Al que le apetezca hacerlo y buscarlo todo, que vaya reservando una buena cantidad de horas.

Además, el juego es bueno tanto en devolvernos a reinos conocidos como en el diseño de los nuevos. Y encuentro también un muy buen equilibrio entre la exploración, los puzzles y el combate, que además, como es de mundo abierto, cada jugador podrá decidir hasta dónde quiere llegar.

La historia nos lleva a la famosa guerra de dioses que según la mitología vikinga tendría lugar en el fin del mundo, y para evitarlo Kratos tendrá que tomar partido en contra de Odín, tarea que no le va a ser nada fácil. Es un guion muy bien trabajado y atractivo, que enriquece mucho más todo el universo del que ya se sentaron las bases en el título anterior.

Si el primero era grandioso, este lo es aún más, aunque no innove demasiado (todo hay que decirlo), pero solo por el hecho de ser más largo.

Se disfruta de principio a fin, siendo un juego que hay que tener, y sin duda candidato al mejor lanzamiento de 2022, en dura pugna con “Horizon: Forbidden west”. Lo siento por “A plague tale: Requiem”, que es buenísimo, pero se quedaría el tercero en mi ranking personal.

Las tardes de domingo sin nada que hacer pueden llegar a ser tan aburridas como para caer en la tentación de ver una película como esta si no hay otra cosa y apetece ver un estreno. ¡Craso error!

Esto no vale la pena porque salga “Sansa Stark”, una actriz que no encuentra su sitio fuera de “Juego de tronos” por ahora.

Tampoco vale la pena verla por puro aburrimiento, como iba diciendo. Al final uno termina aburriéndose más todavía de lo que ya estaba.

Para empezar, tiene pura factura de telefilm y al mismo tiempo una realización pretenciosa con voz en off y un montaje de videoclip que no pega ni con cola.

La protagonista está en un centro de personas con tendencia al suicidio y otros trastornos. Este tema, del que hace poco tiempo no se podía ni hablar, ahora lo tenemos hasta en la sopa, y no es precisamente la alegría de la huerta. Un poco más adelante, se encuentra con el insulso protagonista de “24: Legacy” y los ponen en un accidente de avión a ver qué pasa. Pues pasa que el film está en general tan mal dirigido, que toda la aventura, en lugar de entretener y emocionar, aburre cual debate político.

La cámara está casi siempre muy pegada a los actores, y no para de moverse. El accidente es muy cutre. Para representarlo, menean mucho la cámara y apagan y encienden las luces muy rápido. Y una vez en la nieve, la cosa no mejora. Solo vamos a encontrarnos caminatas por la nieve, diálogos más tristes que el final de “Verano azul”, y escenas de aventura demasiado mal hechas. Lo peor de todo es que los paisajes, las montañas por las que van y la cantidad de nieve, van cambiando de forma a conveniencia, de una forma muy descarada. Vemos un plano en el que están a punto de llegar a un saliente sin salida alguna, y al siguiente están bajando cual cabras por una pendiente que se podría remontar sin ayuda de Jesús Calleja. De repente todo es yermo, y al momento siguiente hay árboles. ¡¡ Es desastroso !!

Y en cuanto al drama, “precioso”. Hay un momento de recuerdo navideño, con el que me he hartado de reír. No podía dejar de recordar el trauma del personaje de Phoebe Cates en “Gremlins”.

En fin, que esto es una bazofia para no ver. En filmaffinity dicen que hay una serie con los mismos actores. Pues como no sea la versión troceada de esto, no sé lo que será, pero por supuesto le pueden dar dos duros.

Bueno, pues una vez más me toca discrepar, y de hecho es por eso que empecé a escribir en filmaffinity hace más de 10 años. No me puedo creer que una película como esta tenga una nota media cercana al 8.

El título, y cierta escena, nos relacionan esto con la tradición de la “rapa das bestas”, sin venir demasiado a cuento, por cierto. Eso es ya una declaración de intenciones de que este falso thriller lo que quiere es estar perfectamente ambientando en la idiosincrasia y costumbrismo gallegos de la España vaciada. Pero su exploración va, sobre todo, hacia la crueldad del ser humano y la capacidad innata que tenemos de odiar y ser odiados en forma creciente, cuando la raíz del problema a lo mejor no era para tanto… o puede que sí.

Lo primero que me llama la atención, y que no me gusta personalmente, es que es una película prácticamente en versión original subtitulada. Prevalece muchísimo el gallego y el francés por encima del uso del castellano. Ojo, que el director así transmite mejor la realidad, y no tengo nada en contra de esas lenguas, pero quieras que no, esto cansa.

No solo cansa ver una película en la que todo el rato tienes que leer, sino que hay que hacerlo durante dos horas y cuarto, con una historia llena de altibajos y que, aunque pretende lo contrario (y con muchos parece que lo consigue), termina aburriendo hasta a los animales de esas parcelas.

No todo es malo. Es curioso que el protagonista sea como es, todo lo más alejado de un héroe que nos pueden poner. Después está Luis Zahera, sin duda el mejor actor que puede representar a un mal tipo gallego de pura cepa. La ambientación rural y los actores nos traen, con bastante realismo, una historia de fundamento interesante pero desarrollo completamente fallido.

Parece dos películas en una. La primera parte es mediocre y la segunda muy mala. Con escaso ritmo y mucha lentitud, esto podría haber sido enfocado como una especie de “Perros de paja” a la española, pero nada más lejos de la realidad.

Si bien Sorogoyen sigue los pasos de Tarantino a la hora de crear tensión con diálogos muy tranquilos, solo se lía parda de verdad en un único momento. También se le nota la influencia en ciertos saltos temporales o en contar las cosas un poquito desordenadas, pero para nada le sale igual de bien.

Y luego está el segundo tramo, de aproximadamente 40 minutos, en el que el tercio cambio a mucho peor, perdiendo por completo toda la fuerza de suspense y thriller que, a duras penas y a fuego desesperantemente lento, el director había logrado levantar a su ritmo.

De esta forma, una película que apuntaba maneras (nunca siendo una maravilla), termina desinflándose por si sola hasta morir, acabando con una fuerte curva descendente (la madre y la hija), que tampoco venía de demasiado arriba, la verdad.

Al final aburre y es muy soporífera. Yo esperaba mucho más enfoque al thriller desde lo que pasa por la mitad, pero no es así.

Nos encontramos de nuevo con otro film tan pretencioso y alabado como tedioso y vacío de contenido, del que muy pocos nos atrevemos a hablar mal, al parecer.

“Ama” es una película dramática de corte totalmente independiente que si no fuera por la (mala) recomendación de un amigo, jamás habría visto.
Sigue los pasos de una madre poco ejemplar durante unos cuantos días acompañada de su hija. La cámara se mueve mucho, como si quisiera aparentar que estamos ahí acompañando a Pepa en sus insulsas movidas. El personaje desde luego no me cae nada bien.
La película, con sus largos planos en silencio, su escasa (casi nula) estructura argumental y abundancia de escenas que no te cuentan absolutamente nada, se basa en mostrar retazos de una vida excesivamente cotidiana y normal.
Se trata de uno de esos films alabados por reflejar de forma realista algo que es absolutamente anodino, corriente y moliente. Y no me parece tan buena como dice la opinión general.
En este sentido, podemos perfectamente compararla con las también españolas “Verano 1993” y “Las niñas”. Son espejos de la vida misma, pero que aburren a las vacas y a los toros.
¡No pasa prácticamente nada! Va de una madre y una hija con problemas económicos que van de aquí para allá, y sin que apenas hablen, encima.
Soberanamente aburrida, sosa, y sin que me haya transmitido la más mínima empatía, la película se me ha hecho bastante cuesta arriba a pesar de durar solo 88 minutos con los créditos.

Siempre es un riesgo ver este tipo de películas con un actor de gancho, pero que es puro material de relleno para el catálogo de una plataforma. Viendo el aprobado justito que tiene en la página, al final me he animado, pero estoy en desacuerdo y creo que es mala.
Chris Pine es un soldado retirado a la fuerza que necesita dinero acuciantemente, y se mete a contratista del ejército, lo que viene a ser un mercenario privado.
El arranque, de prácticamente media hora, es puro drama familiar para entender su motivación.
Y el resto, pues no deja de ser nada más que uno de esos films de acción de serie B y andar por casa. Igual que los que llegan como churros de la última etapa de Bruce Willis y Mel Gibson, bueno , quizás no tan desastroso, pero desde luego esta no es una película que vaya a dejar la más mínima huella, olvidándose en pocos días.
No tiene fuerza alguna ni en el aspecto de thriller ni en el de acción, quedándose en tan solo unos momentos muy escasos, en la medianía. Siempre te deja con ganas de más.
Así que aunque a Chris Pine le pegue bien el papel, no consigue levantar esto él solo.
Y es que esa misión en Berlín, tiene demasiada poca acción. Creo que si juntáramos todas las escenas de acción, a duras penas andaríamos por los cinco minutos. Todo es escaso, breve, y flojo.
Lo demás es un thriller de espionaje previsible y que podría pasar por un telefilm de sobremesa.
Definitivamente, este género está bastante de capa caída en los últimos años, a excepción de las misiones imposibles y poco más.
No merece la pena gasta el tiempo en esto.

Sabiendo quien es el director y la productora de esta película, nadie puede esperar ver una historia convencional, ni como drama, ni como thriller y mucho menos como algo de terror.
Garland se recrea bien en la fotografía del bosque que rodea la casa a la que se va a vivir la protagonista en soledad. Durante muchísimo tiempo, casi todo de hecho, esta mujer está sola y en silencio, o en casa o caminando por el bosque.
Esto no es más que una sobredosis de cine independiente y tedioso, a pesar de su primer arranque. La extrañeza de lo que pasa, junto con la chirriante música, no solo no dan miedo alguno, sino que dan ganas de dejar de verla.
Entiendo que esto no es James Wan, pero podrían haber aprovechado mejor toda esa ambientación con algo mejor que ver a estúpidos clones de Rory Kinnear y gente en pelotas.
La lentitud con la que transcurre la escasa historia, es frustrante.
Al final, esto no deja de ser una marcianada en plan David Lynch. Solo tiene momentos raros, largos silencios y ensoñaciones o alucinaciones lisérgicas. Y es que llega un momento en el que todo deja de tener maldito sentido, derivando en un sindiós de simbolismos y surrealismos de alguien que no tiene bien sus neuronas.
Lo siento, pero es imposible conectar con algo así. Es una solemne pérdida de tiempo.

Siendo la saga de animación española de mayor éxito, tenía que llegar la tercera película sí o sí.
Tadeo y Sara (con mucha menos presencia) se vuelven a meter en una gran aventura llena de buen humor y diversión.
Me ha gustado el uso de la tabla esmeralda, un objeto inventado (o eso creo) que no es el típico “macguffin” de las aventuras de arqueología.
La comedia está bien llevada. No es que uno se parta de risa mucho (a lo mejor los niños sí), pero transmite muy buen rollo con los momentos de Belzoni, el perro, las referencias a Indiana Jones, etc. La momia también sale, pero en esta ocasión no es tan pesada y cargante como en la segunda película, que ya parecía ahí un remedo de Jar Jar Binks.
En fin, la película da lo que se espera y habiendo visto las otras dos, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar.
Repite una fórmula que funciona, y se echa un muy buen rato (y corto) viéndola.
Además, ha mejorado la animación en sí, con mejores gráficos y buenas secuencias de acción bastante conseguidas, como la de París. La calidad visual se nota en la iluminación y en el modelado del agua del río Nilo, por ejemplo.
Me ha gustado más que la segunda.
¡Muy bien por Enrique Gato y nuestro héroe Jones español!

Seguramente por su desconocido reparto (salvo la ya mayorcita protagonista de “Pesadilla en Elm Street”) y planteamiento aparentemente juvenil, no me habría llamado la atención verla. Pero detrás de este proyecto está Mike Flanagan, un auténtico especialista en terror, que aparte de sus miniseries de Netflix, tiene ya un amplio currículum con buenos resultados. Solo por él ya hay que darle una oportunidad.
Y la verdad es que la sorpresa ha sido para bien. Esto no va de rollos de instituto, ni es terror ligero para chavales “millennial” que se asustan con cualquier chorrada en plan “La calle del terror”, sino que puede ser disfrutado por espectadores de cualquier edad a los que les guste este género.
De entrada, trata del cáncer y las enfermedades terminales en gente joven, un planteamiento muy interesante desde el punto de vista dramático y humano.
Estos muchachos, en esa residencia de paliativos, utilizan los cuentos de miedo como válvula de escape. Flanagan enfoca esto de la mejor manera posible, que es recreando todos esos relatos que se cuentan como en una versión de miedo del club de los poetas muertos. Si solo se hubieran limitado a filmar cómo los chavales cuentan las historias, habría sido un grave error. Esto le da bastante variedad a la serie, y la curiosa posibilidad de hablar sobre recursos narrativos habituales en el género. De hecho, creo que me gustan más las historias que cuentan, que lo que les pasa en el centro.
Por supuesto, la cosa no queda ahí, y hay una trama general sobre el misterioso pasado de la casa, y de los que la habitaron en tiempos pasados.
Los actores, aunque desconocidos, no lo hacen mal y forman un grupo variado de personajes, cada uno con su historia y drama personal. Todo este cóctel da lugar a una serie sin duda interesante, que engancha bastante desde el primer episodio, y que invita a ver con ganas siempre el siguiente episodio.
Evidentemente, no es tan buena como las dos maldiciones que nos ha traído Flanagan antes, pero aun así es una propuesta a tener en cuenta, y satisfactoria.

He esperado a que estuvieran disponibles los ochos episodios para verla, y la verdad es que tenía ganas. Pero me temo que esto es un desastre. He visto solamente el episodio piloto y ya he tomado la decisión firme de abandonarla, pues hay demasiadas series para ver como para andar perdiendo el tiempo con algo como esto

La presencia de Samantha Morton es su mejor carta. Prometía mucho esta producción de época de “Starz”, con la actriz que hizo tan bien de mala en “The walking dead”.
Ha bastado muy poco para llevarme una buena decepción, hasta el punto de que no la voy a ver.

Primer error: Nada más empezar, nos topamos con una breve cabecera con música “heavy”. Ahí lo llevas, la mejor ambientación posible para el siglo XVI. No es algo que por sí solo desbarate la serie, pero es un primer clavo en su ataúd.

Segundo error: La serie está hecha con la frustrante manía de darle un aire moderno a todo. Hay feminismo y “woke” por un tubo. Es algo que no procede para la forma de pensar de la sociedad del Renacimiento, por mucho que queramos. No es creíble para esa época. Podría pasar por el aro, pero ya llevamos dos fallos.

Tercer error: La narrativa. La protagonista rompe la cuarta pared de vez en cuando. Ciertamente, este recurso puede quedar bien incluso en una producción de ambientación histórica, siempre y cuando lo hagan bien, y sé que es difícil. Otros títulos como “Enola Holmes” lo hacen mejor. Y aunque personalmente es algo que no me gusta en ninguna circunstancia, aquí en “La reina serpiente” está absolutamente fuera de lugar, porque lo hacen incluso en medio de conversaciones entre personajes. ¡Muy mal!

Cuarto error: El diseño de producción. Si bien las películas y series de ambientación histórica no tienen porqué ser absolutamente fidedignas a la realidad (cosa que sabe muy bien “Starz”), aquí se han pasado tres pueblos. Vemos vestuarios absolutamente estrambóticos, que parecen sacados en ocasiones del Drácula de Francis Ford Coppola, sin venir a cuento. En serio, salvando las distancias, no sabemos si es la futura reina de Francia o la reina Amidala del planeta Naboo. Llega a la corte gala en un palanquín que parece un huevo de Fabergé, totalmente surrealista. Otro ejemplo de lo que digo es el grupo de músicos que tocan en la corte, pintados de azul como si fueran “Navi” de Pandora, y uno de ellos con una cresta punkie postiza puesta en la cabeza. ¡ Por el amor de Dios ! ¿Qué es esto?

Quinto error: El tono y el enfoque. “La reina serpiente” está bañada por una capa de humor (no sé si negro) que no es santo de mi devoción, ni debería serlo para cualquier espectador con ganas de ver una ficción histórica seria. No es algo constante, ni exagerado, pero está ahí. Se nota en la banda sonora, en las frases (tacos y expresiones propias del siglo XXI) y en varias escenas y situaciones ridículas. Los realizadores no se toman su propio trabajo en serio, y van de chulitos.

Bien es cierto que lo de modernizar la Historia no es la primera vez que lo vemos. Ahí están “Spartacus”, “Da Vinci’s demons” y por supuesto “Britannia”. Pero de alguna manera, estas series que menciono lograban que el espectador jugara a su juego, manteniendo al final la suspensión de la incredulidad, más o menos. Pero eso no sucede en “La reina serpiente”.

Y por todo lo dicho, y ya que el argumento tampoco logra ofrecer nada nuevo ni compensar todos estos fallos, sentencio que esta serie es clara y absolutamente mala. Una menos en mi lista.

Por mi parte, no tenía ni la más remota idea de su existencia hasta que la mencionaron en la sección “Cine club” del programa “Cuarto milenio”, y no es la primera película que me han descubierto.
Pero esto no es un film de terror al uso, sino que el tono es infantil, ligero y medio cómico, con el inconfundible sello y estilo de la década de los 80. No hay más que ver esa escena de los niños recorriendo el pueblo con la bicicleta para verlo claro.
Lukas Haas (el único testigo "amish" de aquella con Harrison Ford), es aquí también el único testigo de un suceso, pero del pasado, y que ve en modo fantasmal.
Durante la primera mitad de la película, mi sensación era la de no estar viendo esto con la edad o en el momento adecuados. No es para verla por primera vez de adulto, y menos aún hacerlo cuatro décadas después de su estreno. La gran parte del cine de los 80 se mantiene bien (mucho más si uno las vio en su día), pero no es el caso de este misterio. Haber visto mucho cine hace que esta película no me estuviera convenciendo, ni siquiera siendo condescendiente.
Pero tras llegar al final (con intermitentes cabezadas de sueño por el camino, todo hay que decirlo), tengo que ponerme duro y reconocer que no es algo subjetivo por mi edad y el tiempo transcurrido.
Creo sinceramente que esta película ya era mala cuando se estrenó.
Su mezcla de géneros no cuela. No puedo estar en modo suspense con el caso que el niño trata de desentrañar con esos fantasmas que no dan miedo alguno, mientras me meten a la fuerza secuencias muy patéticas con el abuelo fumando a escondidas de la abuela, y otras tonterías de diálogos sobre el onanismo del hermano mayor, entre otras cosas.
Por otra parte, el diseño de producción es de lo peor, incluso para ser de 1988. Esos decorados con niebla por el suelo, como si estuviéramos en una de serie B de la “Hammer”, son bastante lamentables. Y de los fantasmas y cuerpos astrales en plan “Superman”, mejor ni hablar.
Desde el punto de vista de la narrativa, falla también mucho por el desequilibrio de ritmo. Es una película bastante lenta, que se empeña en intercalar escenas que no aportan nada, en lugar de avanzar en la resolución del misterio, que por otra parte tampoco es que tenga mucha enjundia.
Al final me ha terminado aburriendo bastante, y ahora comprendo por qué es una película tan olvidada de la década prodigiosa. No vale la pena, pero tampoco la valía en su momento.

Se trata de un videojuego interesante a nivel estético sin duda. Este estudio independiente ha creado una aventura de puzzles con toques de terror en un entorno que podría estar inspirado en muchas fuentes: Lovecraft, H. R. Giger, las películas de David Cronenberg, e incluso “Hellraiser”.

Y desde luego entra por los ojos. Sus retorcidos diseños de grandes estructuras antiguas llenas de artilugios orgánicos, monstruos extrañísimos y restos de una civilización misteriosa, están muy bien, así como el “gore”.

Pero ahí queda lo bueno, y tiene muchísima cojera en dos puntos fundamentales de un buen videojuego de primera fila, como son la narrativa y la jugabilidad.

Y antes de seguir, hay que darles a los desarrolladores un fortísimo tirón de orejas. Nada más empezar, te das cuenta de que la cámara no se puede controlar, y no, no es que no esté implementado. Es porque la sensibilidad de está puesta a cero en el menú de opciones. Ya pensaba que tenía el mando roto, pero no. ¿Cómo es posible que dejen esto así para que nos volvamos locos si no nos da por buscar en Google? ¡Muy mal!

Con respecto a lo primero, esto no tiene argumento. Así, directamente. Controlamos a un hombre (si es que lo es) que se despierta en un entorno hostil (¿un planeta, otra dimensión, el futuro?) y solo tiene que avanzar abriendo caminos mediante puzzles. No sabemos nada, ni lo que hay que hacer, ni dónde estamos, ni quiénes somos. No hay texto, ni voces, ni mapa, ni tutorial, ni objetivos, ni otros personajes, ni ayuda alguna. Por no haber, apenas hay música.
En internet hay algunas teorías de su simbología, pero es como tratar de entender “Mulholland drive”.

En cuanto a la jugabilidad, todo lo que vamos resolviendo tenemos que deducirlo a partir de unas lógicas que, en ocasiones, brillan por su ausencia. Porque “Scorn” es difícil. Sus decorados, aunque siempre son más pequeños y “pasilleros” de lo que aparentan, se prestan a que nos perdamos y nos atasquemos buscando el siguiente artefacto o habitación. En este sentido, me ha recordado a cierta moda de viejas aventuras gráficas de gran dificultad, en la línea de “Myst” (aunque “Scorn” es infinitamente más fácil) o muchas aventuras de los 90 y principios de los 2000 (concretamente los de la compañía “Cryo interactive”), en las que tenías que imaginarte lo que hacer. Y sin embargo, con un poquito de tozudez y una vez que le pillas el punto a su forma de ser y de pensar, al final se consigue avanzar relativamente bien. Y es que esas llaves, armas y dispositivos de interacción son tan estrafalarios que uno tarda en comprenderlos. De hecho, conseguir resolver las situaciones es bastante satisfactorio. No tanto lograr sobrevivir a los monstruos que aparecen ya avanzado el juego, y que te matan con demasiada facilidad.

Lo peor de todo es el puñetero jefe del quinto y último acto. Ahí, al escasear tanto la munición y tener que repetir un proceso largo para avanzar cada vez que me mataba, no he tenido más remedio, en mi desesperación, que buscar ayuda en internet. Ha sido frustrante, porque lo que quedaba después de eso para terminar, ya era muy poco y bastante más fácil.

En resumen, es un juego no apto para impacientes, que se puede disfrutar más o menos una vez que entras en su dinámica, pero que también te hace sufrir bastante con atranques y dificultad. Probablemente no vuelva a jugarlo nunca más, pero le doy el aprobado aunque solo sea por sus diseños de pesadilla.

“Cyberpunk 2077” generó muchísima expectación. Se gastaron mucho en publicidad y en contratar a Keanu Reeves, siendo además el estudio creador de los juegos de “The witcher”.
Pero al final decepcionó (al menos a mí), cuando no dejaba de ser un juego de mundo abierto más, y en el que el personaje de Reeves era despreciable y poco interesante. La acción era repetitiva y se hacía largo.
Sin embargo, esta serie de animación basada en ese universo, es otra cosa. Explotando perfectamente bien todas las ideas, y con un dibujo francamente bueno, es una historia que transcurre al margen del juego y que no pierde el tiempo con tonterías, más aún cuando se ha confirmado que no va a tener segunda temporada.
En este mundo de implantes cibernéticos y clases sociales, por necesidades económicas el protagonista se mete en el crimen organizado. A partir de ahí, la temporada no deja de entretener con buenas secuencias de acción, ciencia ficción, y una trama sólida.
Pero aunque me ha gustado, no me parece tampoco un “anime” sobresaliente, o al menos no tanto como se está diciendo por ahí.
En primer lugar, el grupo de héroes está cargado de los clichés habituales de la animación japonesa, con esa muchacha que no deja de gritar, el romance entre los personajes principales, el bruto de turno. Todo está ya demasiado visto.
Y en segundo lugar, algunas de las mejores ideas que tiene “Cyberpunk: Edgerunners” en el desarrollo de sus episodios, son sospechosamente parecidas a cosas ya vistas de sobra en “Ghost in the shell” o incluso el universo expandido de “Blade runner”. No me parece nada original. También tiene parones de ritmo por la mitad de temporada más o menos, que no eran necesarios siendo una serie tan corta. Con tantas buenas opiniones, me esperaba algo más.
Con todo, es una serie francamente aceptable que combina bien sus ingredientes. Insisto, me he divertido más viéndola que jugando a la superproducción de “CD Projekt”.