No es la primera vez que veo un relato de terror (o supuesto terror) sobre la obsesión estética. En la segunda temporada de “American horror stories”, por ejemplo, ya hay algo similar.
La protagonista lleva una vida social lamentable incluso en Navidad, y decide probar un producto milagroso que va a volver su mundo patas arriba.
Con toques de humor negro poco acertados, y un cierto estilo “Black mirror” que tampoco llega a despegar, es un episodio bastante olvidable e incluso malo, sobre todo cuando al final se van ya por los cerros de Úbeda.
Además, la actriz principal me parece tan insulsa como el personaje al que interpreta.
Uno de los peores episodios de la serie.

En este capítulo lo que más destaca es la actuación de F. Murray Abraham, un actor muy respetado en los 80, que después no ha tenido una gran carrera.
Trata de un gran misterio relacionado con un cadáver y un extraño objeto.
Es un relato curioso y que engancha hasta el final. Me ha parecido muy entretenido y recuerda a relatos clásicos de la literatura de ciencia ficción o de viejas series como “Más allá del límite” o “En los límites de la realidad”.
Los efectos especiales de maquillaje están muy bien.

Este capítulo ofrece una interesante y macabra historia de terror sobre ladrones de cementerios y una red de subterráneos plagada de ratas (y algo más) que se alimentan de restos humanos.
Además de dar bastante mal rollo, tiene un muy buen diseño de producción ambientado en el siglo XIX.
El actor protagonista hace bastante bien su papel de codicioso sin escrúpulos.
Sin duda, Vincenzo Natali no ha perdido su pulso y talento para narrar buenas historias de género fantástico.

En esta primera historia de la antología presentada por el célebre creador mejicano, el guion se basa en una historia del propio Guillermo, del cual se nota el diseño de la criatura.
Trata sobre una subasta de un trastero, lo típico que se ve en algún programa americano (que para mí resulta tremendamente aburrido, por cierto). El protagonista adquiere todos los objetos de un muerto, habiendo, por supuesto, uno bastante misterioso.
Aunque el capítulo sabe despertar la curiosidad por saber qué pasará, termina siendo un tanto lento y en el que no pasan demasiadas cosas, hasta prácticamente los últimos minutos.
No empieza la serie con la mejor de sus entregas, para mi gusto.

En el mundo tienen que existir personas como James Cameron, que con su arte, talento y expresividad, consigan despertar de forma colectiva emociones y felicidad para hacernos sentir como si fuéramos niños, asombrándonos y maravillándonos con la fantasía.

Puedo aceptar que esta película no tiene ningún elemento fuertemente innovador a nivel de ciencia ficción, y quizás no eleve el listón técnicamente tanto como la primera, que ya lo puso bastante alto. Incluso puedo reconocer que, detrás de todo el artificio visual y sonoro, no hay tampoco un guion que suponga una revolución. Eso es cierto, hasta cierto punto. Pero aunque a algunos eso les baste para hundir la película, no le resta mérito al mayor espectáculo visual, sonoro y emocional que hemos podido ver desde que se estrenó la primera película.

No hay saga ni productora hasta el momento (no diré nombres, que es fácil pensar a qué me refiero), que me haga sentir las emociones de “Avatar”, y posiblemente en esta segunda parte, eso se multiplique, bien sea por la duración, el exceso en todo, las novedades de especies y exploración de Pandora o simplemente porque la primera entrega ya la tenemos bastante bien digerida y esta es nueva. Sea por lo que sea, “El sentido del agua” es una experiencia única por la que merece la pena estar vivo.

Por supuesto, hay que verla al menos una vez en 3D. En mi proyección, también incluía un mayor número de fotogramas por segundo, cosa que me gusta entre poco y nada, pero que es un mal menor compensado por la profundidad de visión con la que la película está concebida de principio a fin, llegando a unos niveles especiales de belleza cuando nos sumergimos.

Absolutamente todo está perfecto. Desde el increíble diseño de producción de cada fotograma (no en vano han tardado 13 años), a la emotividad del guion (me encanta la forma, relativamente sencilla, en la que aparecen casi todos los personajes que conocemos, incluso los ya muertos). Nos habla de cosas muy simples en apariencia, como la familia, la venganza, y la naturaleza, pero lo hace de forma tan orquestada, tan perfecta, que toca la fibra sensible, siendo una montaña rusa emocional en la que no importa que dure 3 horas. Incluso en los tramos tranquilos, que hay muchos, la apoteosis visual es tan mayúscula, que uno no quiere ni parpadear. Debo decir que mi primer visionado ha sido en el estreno, con la sala llena de familias con niños, y no se escuchaba ni un ruido aparte de gritos de asombro y los aplausos finales.

La banda sonora no puede ser de James Horner por desgracia, pero está a la altura y homenajea al compositor fallecido constantemente.

El mago Cameron, uno de los mejores directores vivos (y de la historia del cine también), cuida su trabajo para crear una maravilla emocional y artística, al menos si queremos amar y entender el cine en su vertiente de espectáculo que nos toque algo en el alma. Juega en una liga muy superior a la de todo el cine “mainstream” contemporáneo.

Puede que carezca de ciertos valores cinematográficos que algunos que se las dan de entendidos exigen para calificar algo como obra maestra. No me importa, para mí lo es.

Ver “Avatar: El sentido del agua” es casi como tener síndrome de Stendhal, una experiencia vital que te llega a lo profundo del alma (cinéfila y humana).

Gracias, James Cameron.

Dentro del aluvión de videojuegos de terror que nos llegan, este “The chant” se queda a medio camino entre las grandes producciones y los títulos de bajo presupuesto que pululan en la plataforma “steam”.
Nos habla del mundo de las sectas. Tras un prólogo inquietante en el que una chica huye de un ritual, nos situamos con la protagonista llegando a una isla en la que se hacen retiros espirituales, pero no católicos, sino de un grupo que estudia algo llamado “ciencia prísmica”. Por supuesto, tras un ritual empiezan los problemas, pues unas criaturas de otro mundo entran en el nuestro, y habrá que revertirlo todo.
Llama la atención el uso de la cordura, al estilo de los juegos de mesa basados en el mundo de H. P. Lovecraft. Si baja demasiado, perderemos temporalmente el control del personaje y estará más expuesto.
Uno de los aspectos donde el juego más flojea, aparte del evidente motor gráfico que no es de primera calidad, es en el combate. El control deja que desear, y aunque no hay variedad de movimientos, cuando nos ataquen varios enemigos al mismo tiempo, es un poco caótico. No me ha gustado, y de hecho he tenido que bajar la dificultad al mínimo para tener posibilidades. Pero puede ser falta de habilidad por mi parte.
Por lo demás, es un juego de buscar objetos y llaves para poder continuar. La exploración es relativamente limitada. La isla es grande, y no hay mapa ni guía, pero normalmente no es fácil perderse ni dejar de encontrar el rincón donde se guarda la próxima clave. Es un juego sencillo en ese aspecto, desde mi punto de vista.
Aun así, una vez que lo llevamos más avanzado, no resulta ser malo y entretiene. Por ejemplo, el puzzle del faro, aun siendo fácil, es bastante divertido resolverlo.
No da ningún miedo, y debo decir también que la música es malilla, pero con sus buenas intenciones, el resultado global es un juego relativamente aceptable. Seguramente no vuelva a completarlo jamás, pero me lo he pasado bien con él en las 5 o 6 horas que me ha llevado llegar al final. Por cierto, da la sensación de que tiene finales alternativos según cómo vayas resolviendo las cosas, lo cual me da un poco igual, pero ahí queda.

Esta reinvención del clásico juego bidimensional de plataformas que surgió a finales de los 80, es una auténtica maravilla.
Tras una incursión en un palacio de la India, la liberación de unas arenas mágicas que permiten retroceder en el tiempo, provoca el caos en Persia. El héroe, acompañado de la princesa india Fara, debe recorrer todo tipo de escenarios para deshacer el caos.
Las mecánicas incluyen plataformas, puzles (o una combinación de los dos), y combate a espada. Los movimientos del príncipe permiten una gran cantidad de situaciones en la exploración. Puede desde rebotar en una pared hasta deslizarse por ellas. La variedad e imaginación de los acertijos a resolver es increíble.
Desgraciadamente, los combates dejan bastante que desear en su jugabilidad. No solo la variedad de movimientos es casi nula, sino que al no poder enfocar enemigos, a veces resultan bastante difíciles de superar cuando el número de combatientes es grande.
Uno de los elementos más interesantes es el uso de la daga del tiempo, capaz de rebobinar cuando morimos, con ciertas limitaciones y mecánicas.
Todo en el juego es muy bueno. El diseño de los escenarios del palacio (jardines, salones con ambientación árabe que recuerdan a la Mezquita de Córdoba) es muy vistoso, sobre todo para ser un título de 2003. Y termina siendo poderosamente adictivo. Nunca sabes cuando parar y siempre quieres avanzar un poquito más para superar los nuevos desafíos que las mentes creativas nos hayan preparado.
También merece una mención la banda sonora. Contiene piezas que suenan a árabe, pero combinadas con instrumentos modernos como la guitarra eléctrica. El tema que suena en los créditos finales (“Time only knows”) es una preciosidad.
Un juego excelente que no me canso de volver a completar una y otra vez. Afortunadamente, , junto con “Las arenas olvidadas”, sigue siendo compatible con Windows 10 y funcionando perfectamente. Aun así, en 2023 hay previsto el lanzamiento de un remake para nuevas plataformas. Ojalá hicieran lo mismo con las continuaciones.
No le pongo el 10 por el tema del combate y porque las continuaciones son aún mejores.

Lejos quedan ya los tiempos de “Los sin nombre”, y Balagueró está absolutamente consolidado como el gran director de cine de terror fantástico en España, empatado con su colega Paco Plaza. Sea como sea, viendo esta película se nota que el cineasta ha tenido manga ancha y campo libre, pues es un trabajo inclasificable y muy frikie, alejado de clichés y yo diría que incluso hasta de la comercialidad más pura.
La factura es buena, se nota que ya hay experiencia, y sabe sacar partido de todos los actores, incluyendo a la niña, pero sobre todo a la joven Ester Expósito, protagonista absoluta de esta locura, que ofrece una interpretación bastante dura en su papel.
Descubro en la ficha que esto se basa en un cuento de Lovecraft, y buscando veo que es “Los sueños de la casa de la bruja”, que curiosamente también se ha adaptado en una de las recientes curiosidades de Guillermo del Toro, que en el momento de escribir esto todavía no he tenido ocasión de ver. Lo cierto es que, aunque la premisa es de puro estilo del famoso autor, el desarrollo y la ambientación no lo es en absoluto.
Una vez más, nos vamos a un viejo edificio de una gran ciudad, lleno de gente con idiosincrasia. Me ha recordado tanto a “La comunidad” de Álex de la Iglesia, como a una versión oscura de “La que se avecina”. De hecho, tiene ciertos momentos absolutamente casposos y ridículamente cañís. Vemos una fiesta de cumpleaños sin glamour alguno, e incluso escuchamos la copla “Pena, penita, pena”. Definitivamente, este film es un poquito bizarro.
Además, es bastante gore en el terror, que por cierto tarda lo suyo en llegar. Para rizar el rizo de lo frikie, es una mezcla de géneros que también me ha recordado a “Sky rojo” e incluso a “Abierto hasta el amanecer”, por la fusión de cine negro, drama y puro terror.
Teniendo en consideración todo esto, tengo clarísimo que no está hecha para gustar a todo el mundo. Curiosamente, a mí todo este batiburrillo me ha terminado convenciendo. Es un film realmente entretenido y atrevido, que se sale por la tangente de todos los palos que toca. De hecho, su impredecibilidad y originalidad es lo que más me ha gustado de todo.

Crítica escrita tras ver la primera temporada completa.
Todo el talento del que Netflix carece para hacer películas de producción propia, lo tiene invertido en sus series, y es especialmente en la animación donde no solo no falla casi nunca, sino que suele ofrecer productos de muy buena calidad como este.
Sigue la eficaz fórmula de aprovechar una importante saga de videojuegos para ambientar una historia original de aventuras y fantasía, como ya hicieron con “Castlevania”, “DOTA: Sangre de dragón” y “Arcane”, entre otras.
He jugado algunos de los juegos, aunque ya hace bastante tiempo, y quitando las referencias y guiños que solo los más fans podrán apreciar, la verdad es que da un poco igual porque no es una adaptación. De hecho, si el título de la serie fuera diferente, no importaría demasiado.
Se podría definir como una película de robos en un mundo fantástico, y con muchísima acción.
El heterogéneo grupo de héroes tiene que unir capacidades para hacerse con un objeto mágico en un palacio fuertemente custodiado.
Combina acción, fantasía, aventura, buenos personajes y también un dibujo bastante cuidado.
Eso sí, me ha llamado mucho la atención que hasta en una serie como esta se haya metido el “woke” imperante con calzador. Con Netflix (y no solo con ellos) esto es lo que hay, nos guste o no.
Es una serie más que buena, que además presenta una primera temporada (porque acaba con final abierto) tan corta que se puede ver del tirón como si fuera una película, sin que canse lo más mínimo. De hecho, es más bien al contrario, no da un respiro.

Empiezo diciendo que no he jugado a ningún juego de “Halo” en mi vida, aunque me da la sensación de que es una saga de acción en primera persona que en principio no tendría una base argumental potente como para montar una serie. Supongo que está inspirada en ese universo, y que luego todo lo que pasa, será una invención para darle cuerpo a la historia, aunque puedo equivocarme, claro que sí.
En el siglo 26, la Humanidad se ha expandido al espacio en busca de recursos, pero también hemos encontrado una raza alienígena con la que estamos en guerra, sin que se sepa muy bien por qué, al menos al principio.
El diseño de producción y efectos especiales, no son de los mejores que hemos podido ver en el mundo de las series en los últimos años, pero eso no quita que estén bastante bien conseguidos y sean perfectamente aceptables. Se mantiene sin problemas la suspensión de incredulidad.
Además de todo el contexto, y de las escenas de acción, han sabido darle una trama interesante, con misterios y que engancha. Tiene también política y algo de existencialismo humano, como debe ser en toda producción de ciencia ficción de calidad.
Además, los actores están bien. Me ha gustado que aparezca Natascha McElhone (“Ronin”, “El show de Truman”), una actriz a la que llevaba siglos sin ver en ningún sitio.
Esperaba encontrarme una especie de “anime” en imagen real, pero el resultado ha sido aún más satisfactorio. Claro que, como no es de Netflix ni de otras plataformas potentes, apenas está teniendo repercusión en redes sociales y en las tertulias de series del café. Una pena, porque es una serie bastante digna.
Sin duda, seguiré viéndola en la segunda temporada y todas las que hagan.

Las películas sobre la esclavitud son como las del holocausto judío: dramas intensos y tristes que, aunque básicamente cuentan siempre lo mismo, son necesarias y terminan siendo films muy interesantes en lo narrativo y lo interpretativo. La seriedad del tema lo requiere, y este nuevo trabajo de Antoine Fuqua con Will Smith, está a la altura de las circunstancias.
Además, se trata de un título perfecto para este momento de la carrera de Smith, que necesita volver a hacerse respetar por todos, y a fe que con lo consigue con su estupenda actuación.
La ambientación y puesta en escena también cumple con creces. Pero, además, y sobre todo, es una historia de aventuras y supervivencia muy entretenida, siendo comparable un poco con la mismísima “El renacido”.
Como particularidad, tenemos la dirección de fotografía. No solo es muy buena, sino que les ha dado por hacerla en un blanco y negro casi total. Al principio molesta, pero luego se acostumbra uno a este recurso y le sienta incluso bien a lo que está contando.
El film es bueno en forma y fondo, y lo único que no me parece bien es que no se haya estrenado en cines para que pudiera haber llegado a más público.
Para mí, una de las mejores películas del año, y también, sin duda, una de las mejores de la filmografía de Will Smith a nivel de cine serio.

6 episodios independientes con historias ambientadas en el mundo de los caminantes. Ninguno de ellos es para echar cohetes, y el último es hasta malo, pero por lo menos se deja ver y no es un spin-off tan espantoso como "World beyond".

Capítulo 1
Nos cuenta la historia de un “preparacionista”, encerrado en un búnker con su perro mientras todo se viene abajo. Con una más que digna fotografía y una ambientación inicial que recuerda a “Soy leyenda”, el capítulo es mitad “road movie” y mitad historia de amistad. Quizás se vuelve demasiado dulzón en un momento determinado, para estar en el mundo de los caminantes. Afortunadamente, llegando el final la cosa toma otro cariz y se pone violenta y dura, como debe ser.
No está mal para empezar esta miniserie antológica.

Capítulo 2
Juega con poner a dos mujeres con la cabeza mal amueblada y que se odian por el trabajo, a colaborar en una situación de pura supervivencia. Destaca ver a Parker Posey en un papel que a priori tiene pocas expectativas de salir viva de algo así.
A pesar del humor negro fuera de lugar, y los pésimos efectos especiales del fuego y del fondo de la escena del camión cisterna en marcha, es un capítulo entretenido y que se sale bastante de los cánones de lo que hemos visto hasta ahora en este universo de zombies.
El planteamiento que tiene, solo lo había visto hasta ahora en uno de los libros de la saga “El cuarto jinete”.

Capítulo 3
A priori, el capítulo más atractivo de la antología, ya que nos permite conocer una historia de la villana “Alpha” antes de convertirse en malvada.
Una vez más, juegan con la ambigüedad del ser humano, que nunca es del todo malo o bueno, y que, según los creadores, siempre hay un motivo para llegar a forjar su personalidad.
Nos sitúa en un barco de vapor para evitar a los muertos, algo que no deja de ser curioso.
Basta con la actuación de Samantha Morton para que valga la pena, más que por el verdadero aporte al conjunto del universo de los caminantes. Tal vez sea la entrega más interesante de esta miniserie.

Capítulo 4
Otro episodio que se va por la tangente, presentándonos a un personaje bastante extraño. El protagonista es un documentalista que estudia a los caminantes como si fueran animales de una evolución natural, y no solo los respeta, sino que los defiende.
Más allá de lo peculiar de esta idea, es un capítulo más o menos entretenido, que explora más el comportamiento humano que la aventura.
Aunque en un tramo se vuelve lento, al menos ofrece un curioso e interesante dilema moral.

Capítulo 5
El quinto capítulo resulta estar bastante alejado de lo habitual. El protagonista tiene visiones con un caminante que le habla, y es perseguido por un asesinato que no recuerda haber cometido.
Por esta situación absurda, quizás sea la entrega más floja de las 6. De todas maneras, luego todo cobra sentido de forma clara y adquiere coherencia. Aun así, no me parece que el guion tenga un interés excesivo. Es ligeramente entretenido el episodio, sin más.
Al menos recuperan a Embeth Davidtz, una actriz de moda en los 90 y a la que llevaba mucho tiempo sin ver en ningún sitio.

Capítulo 6
La miniserie antológica se despide con un capítulo desastroso, que se lo podrían haber ahorrado. Nos cuenta de una pareja que llega a casa de una anciana con pinta y fama de bruja.
Tenemos pocos personajes, y aún menos caminantes. Si no hubiera zombies, habría dado lo mismo, porque apenas salen y dan igual.
La historia trata de dar terror y da pena, siendo el culmen del ridículo el momento de los crucifijos que cobran vida como si esto fuera “El secreto de la pirámide”.
No solo no se parece a nada visto en el universo “The walking dead”, sino que es bastante lamentable. Espero que no se les ocurra seguir con estos cuentos, si van a ir en la línea de este último.

La miniserie antológica se despide con un capítulo desastroso, que se lo podrían haber ahorrado. Nos cuenta de una pareja que llega a casa de una anciana con pinta y fama de bruja.
Tenemos pocos personajes, y aún menos caminantes. Si no hubiera zombies, habría dado lo mismo, porque apenas salen y dan igual.
La historia trata de dar terror y da pena, siendo el culmen del ridículo el momento de los crucifijos que cobran vida como si esto fuera “El secreto de la pirámide”.
No solo no se parece a nada visto en el universo “The walking dead”, sino que es bastante lamentable. Espero que no se les ocurra seguir con estos cuentos, si van a ir en la línea de este último.

El quinto capítulo resulta estar bastante alejado de lo habitual. El protagonista tiene visiones con un caminante que le habla, y es perseguido por un asesinato que no recuerda haber cometido.
Por esta situación absurda, quizás sea la entrega más floja de las 6. De todas maneras, luego todo cobra sentido de forma clara y adquiere coherencia. Aun así, no me parece que el guion tenga un interés excesivo. Es ligeramente entretenido el episodio, sin más.
Al menos recuperan a Embeth Davidtz, una actriz de moda en los 90 y a la que llevaba mucho tiempo sin ver en ningún sitio.

Otro episodio que se va por la tangente, presentándonos a un personaje bastante extraño. El protagonista es un documentalista que estudia a los caminantes como si fueran animales de una evolución natural, y no solo los respeta, sino que los defiende.
Más allá de lo peculiar de esta idea, es un capítulo más o menos entretenido, que explora más el comportamiento humano que la aventura.
Aunque en un tramo se vuelve lento, al menos ofrece un curioso e interesante dilema moral.

A priori, el capítulo más atractivo de la antología, ya que nos permite conocer una historia de la villana “Alpha” antes de convertirse en malvada.
Una vez más, juegan con la ambigüedad del ser humano, que nunca es del todo malo o bueno, y que, según los creadores, siempre hay un motivo para llegar a forjar su personalidad.
Nos sitúa en un barco de vapor para evitar a los muertos, algo que no deja de ser curioso.
Basta con la actuación de Samantha Morton para que valga la pena, más que por el verdadero aporte al conjunto del universo de los caminantes. Tal vez sea la entrega más interesante de esta miniserie.

Juega con poner a dos mujeres con la cabeza mal amueblada y que se odian por el trabajo, a colaborar en una situación de pura supervivencia. Destaca ver a Parker Posey en un papel que a priori tiene pocas expectativas de salir viva de algo así.
A pesar del humor negro fuera de lugar, y los pésimos efectos especiales del fuego y del fondo de la escena del camión cisterna en marcha, es un capítulo entretenido y que se sale bastante de los cánones de lo que hemos visto hasta ahora en este universo de zombies.
El planteamiento que tiene, solo lo había visto hasta ahora en uno de los libros de la saga “El cuarto jinete”.

Nos cuenta la historia de un “preparacionista”, encerrado en un búnker con su perro mientras todo se viene abajo. Con una más que digna fotografía y una ambientación inicial que recuerda a “Soy leyenda”, el capítulo es mitad “road movie” y mitad historia de amistad. Quizás se vuelve demasiado dulzón en un momento determinado, para estar en el mundo de los caminantes. Afortunadamente, llegando el final la cosa toma otro cariz y se pone violenta y dura, como debe ser.
No está mal para empezar esta miniserie antológica.

En esta cuarta entrega de la franquicia, los guionistas no han querido optar por nada sobrenatural ni retorcidos planteamientos fantásticos.
Basta con poner al grupo de potenciales víctimas (y vuelve a ser difícil que no la palme nadie en la primera partida que juguemos), en una vieja mansión con trampas y un asesino al acecho, sin más artificios. Además, el prólogo en el siglo XIX y el planteamiento, nos harán cuestionarnos qué es lo que realmente está pasando entre el pasado y el presente, de una forma más efectiva que en el segundo juego (“Little Hope”).
Pero la ambientación que han conseguido con la iluminación y esos siniestros maniquíes, hace que sea una buena experiencia de terror, para jugarlo a oscuras y con buenos auriculares de “gaming”. Me he asustado de verdad más de una vez.
Esta vez no hay ningún actor reconocible. Ahí tenemos a la protagonista del bodrio “Men”, porque a los demás no se les conoce ni en su casa, cosa que no importa mucho en una película interactiva como esta, por otro lado.
Un buen título de la saga, que da lo que promete. Lo cierto es que para mi gusto sería el tercer mejor capítulo de los cuatro, pero aun así bastante bueno, y claramente mejor que el de Will Poulter.
Tan solo hay que achacarle ciertos fallos de doblaje que hacen que de vez en cuando se cuelen frases en inglés, sacándote totalmente de la inmersión. Pero claro, eso no es culpa del equipo creativo original.

La popular novela, que no me he leído, cobra vida por fin en una producción de buena factura.
Al buen resultado contribuyen, en primer lugar y por encima de todo, los actores, tanto los principales como los secundarios que hacen de locos de manera bastante creíble.
Pero también pesa mucho la historia. La investigación del crimen es igual de interesante que la recreación de la vida diaria en este tipo de instituciones, hoy ya olvidadas en la Historia de España.
La película combina bastante bien todos esos factores y consigue ser entretenida y no hacerse pesada en sus dos horas y media de duración. Funciona perfectamente en su equilibrio entre thriller y drama.
Por supuesto, no falta el sello personal de Oriol Paulo, con su estilo Hitchcock y “Perdidos”, para que nos comamos la cabeza constantemente con sus giros retorcidos de guion.
Para mí, una de las mejores películas españolas del año, bastante por encima de otras obras de 2022 ensalzadas por la crítica, pero mucho peores a nivel de entretenimiento.