Nos cuenta la importantísima operación de espionaje que se urdió para distraer a las tropas de Hitler del día y lugar del desembarco de Normandía.
Es un pasaje vital de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, que hasta ahora no había sido adaptado para el cine, que yo sepa.
Sin duda es interesante el plan, pero no sé hasta qué punto daba esto de sí para una película de algo más de dos horas, más allá de darlo a conocer al gran público. Debido a esto, el film tiene muchísimo relleno, demasiado. Y uno de los elementos que utilizan es el romance aburrido, que en este título concreto lo veo muy fuera de lugar.
Colin Firth, arquetipo inglés, encabeza un reparto en el que solo reconozco al gran Jason Isaacs y a Nicholas Rowe, protagonista absoluto de la mítica “El secreto de la pirámide”, y que lleva décadas relegado a papeles secundarios y poco más que “cameos”, como el de aquí. El actor que hace de Churchill llama la atención por su parecido.
Para ser una narración de hechos históricos en la que no surgieron demasiadas complicaciones en la implementación del plan “Carne picada”, destaca más la astuta planificación del ardid que nada de lo demás.
Pero si ya se conoce el episodio, como es mi caso (por un documental y por un reportaje de “Cuarto milenio”, donde se habla de todo), no es una película que sea ni intensa o emocionante. En este sentido, “Valkyria” de Tom Cruise está mucho más conseguida a la hora de entretener y transmitir lo que sucedió.
Con todo, es un film bien hecho, que nos cuenta más o menos bien un acontecimiento interesante.
Pero, aunque me ha gustado, lo ha hecho moderadamente. Me lo pensaré mucho antes de volver a verla, pues nada quita que sea considerablemente pesada.

La famosa “criada” y el famoso “Pablo Escobar” (irreconocible, por cierto, con solo un par de cambios en su aspecto), comparten protagonismo con el gran Jamie Bell, en este psicothriller de tintes fantásticos.
La protagonista está traumatizada, y le pasan cosas extrañas muy desconcertantes. Esto permite que Moss realice un papel realmente perfecto, con esa angustia y confusión que siente su personaje.
Me ha gustado mucho Jamie Bell en el papel de malo. Este actor tiene un aspecto y una forma de actuar, que te lo crees siempre, haga lo que haga.
Tiene un buen enganche como thriller, y sus únicos 8 episodios invitan a ser vistos rápido para descubrir todo el misterio de este asesino. La parte más fantástica está poco explicada, pero no se rompe nunca la suspensión de incredulidad.
Leí el libro en el que se basa, pero no lo tengo fresco en la memoria para compararlo. Aun así, me da la sensación de que hay algunos cambios sustanciales en la historia, lo que no tiene por qué ser una pega.
Sin duda alguna, la plataforma de Apple cada vez tiene un catálogo más interesante para tratar de competir con otras ya consolidadas.

El misterio en la era victoriana siempre tiene un punto de interés y atractivo.
En esta miniserie de solo 6 episodios, empezamos con el gancho de tener a dos grandes actores, como son la protagonista de “Homeland”, que ya había hecho cine de época en sus años mozos (“Los miserables”) y al siempre solvente “Loki”.
Como toda serie de esta ambientación que se precie, cuenta con un buen diseño de producción. En el Reino Unido debe haber muchos lugares que sigan teniendo ese aspecto antiguo, porque con todas las producciones que sacan, no creo que se dediquen a construir o diseñar escenarios cada vez que quieren contar algo del siglo XVIII y XIX.
La fotografía y los paisajes donde se aparece la serpiente, me recuerdan muchísimo a “El perro de los Baskerville”.
Pero mucho me temo, que a pesar de que al principio entra por los ojos, estamos ante un producto bastante fallido.
El argumento parece que nos mezcla ciencia, misterio y fe. Es un thriller cocinado a fuego lentísimo (se podría haber resumido en una película larga perfectamente), que no engancha nada, y que a duras penas se consigue llegar hasta el final sin tirar la toalla por el camino.
Y es que en los episodios intermedios quedan meridianamente claras varias cosas.
Para empezar, lo de la serpiente es una excusa y es lo que a los guionistas menos les importa. Supongo que es algo heredado de la novela que adapta, que dudo mucho que fuera tan larga como para hacer estos 6 episodios. Si alguien quiere un “Expediente X” victoriano, desde luego no lo va a encontrar en absoluto.
Momentos como la canción del funeral del segundo capítulo, que nos tenemos que tragar de principio a fin, dejan patente que está planificada con muchísimo relleno inútil.
Si al menos hubiera intriga (que no la hay), o buen drama (que tampoco) se podría salvar. Pero no, al final esto deriva en un romance hiperglucémico no apto para diabéticos, que mueve las acciones de los tres protagonistas principales, pareciendo más bien un rollo a lo Jane Austen que cualquier otra cosa. Por cierto, que, además, el reparto está bastante desaprovechado.
Concretamente los dos últimos episodios, son completamente insufribles y como tengas el móvil a tu alcance, probablemente lo cogerás.
Me ha costado mucho esfuerzo terminar de verla y desde luego no la recomiendo. Aun siendo corta, se hace larga. Y hay demasiadas series para ver como para andar perdiendo el tiempo con algo como esto.

Este director no solamente ha hecho las tonterías de “Transformers” y diversas destrucciones virtuales del mundo. También es un artista absoluto de la acción, con títulos como “La isla”, “La roca” y “Dos policías rebeldes”. De hecho, aquí se menciona a las dos últimas.
En esta nueva película lo vuelve a demostrar, y con creces, pues además del talento, tiene ya mucha experiencia en este campo.
Es un thriller de acción puro, duro y directo. Al igual que le pasaba a Denzel en “John Q”, el miserable sistema sanitario estadounidense es el punto de partida para que un personaje desesperado se meta en un auténtico follón.
El montaje y realización son absolutamente frenéticos, y nos meten de lleno en una montaña rusa de emoción por todo Los Ángeles, como hacía mucho tiempo que ninguna gran producción de Hollywood lograba. Michael Bay hace auténticas virguerías con la cámara. Se nota el uso de los drones. Y en cuanto a explosiones y persecuciones, va sobrado. Si ha utilizado infografía, no se nota ni una pizca.
Vale que el guion no es gran cosa, pero da lo mismo porque el film es lo que es y no engaña a nadie. Con todo, tenemos también a Jake Gyllenhaal, haciendo un gran papel como jefe de la banda.
Tan solo se les ha olvidado incluir una cosita, puede ser un fallo, o por evitar meterse en una secuencia o giro que sería bastante complicada. Pero es un mal menor.
La película me ha encantado. Pura acción como la que se hacía en los 90. De hecho me ha gustado casi tanto como “Speed”.

Scott Derrickson vuelve a trabajar con Ethan Hawke, tras “Sinister”, con la que comparte también su ambientación oscura y una banda sonora muy estrambótica, que es mejor ignorar y desde luego no es para escuchar fuera de la película (y dentro tampoco). Pero la fea música no empaña el conjunto.

Se ve que el director está a gusto en este género, aunque “Black phone” tiene tanto o más thriller de psicópata que terror, siendo una combinación muy acertada. Supongo que parte del buen resultado se la debemos también al talento de Joe Hill (del que todos sabemos quién es su padre). El relato aparece en "Fantasmas", que a día de hoy es lo único que no he leído del autor. Bueno, eso y "Cuernos", que con una película tan mala ya nunca me dará por leérmelo. Pero en general, todo lo de Hill es buen material, con toda la esencia de Stephen King en su lado fantástico.

El estilo, la inmersión y la atmósfera que consiguen la película, muestran un buen trabajo por parte de Derrickson y todo su equipo. En realidad, no es un film que produzca mucho miedo, pero es un título muy interesante aunque sea por el suspense. Y teniendo en cuenta que gran parte de la historia pasa en un único lugar, más mérito tiene.

Respecto a Hawke, hace un buen papel de psicópata, y eso que no muestra su cara casi nunca. Pero también hay que tener en cuenta a los chicos protagonistas, que actúan de forma bastante creíble.

Me ha sorprendido gratamente. Ha sido un acierto haber ido a verla sin saber prácticamente nada de lo que me iba a encontrar. Lo cierto es que no inventa nada, solo combina elementos ya conocidos y mil veces vistos, pero lo hace bastante bien.

Por cierto, está bien ver en los tiempos que corren una película que no se deja embaucar por la dictadura imperante de la corrección política. Aquí no se andan con tonterías y vemos acoso escolar del fuerte, maltrato infantil y violencia verbal y física sin que se corten mucho. Tal vez en parte esté ambientada en los 70 precisamente por eso. El caso es que “Blumhouse” no es Disney, y el espectador adulto al que le apetezca ver cine duro de vez en cuando, lo debe agradecer.

Tarde o temprano este juego iba a existir. Ver un mundo abierto en el Japón medieval de los samuráis, solo era cuestión de tiempo.
El protagonista está envuelto en un juego de poder por el control mongol de parte del territorio japonés, con sus castillos, paisajes y una trama marcada por el honor de estos caballeros al servicio de su señor.
La jugabilidad central me gusta mucho. Además de una historia potentísima, los combates, a espada, arco y armas arrojadizas, son dinámicos y muy divertidos. Se implementan diferentes técnicas para según qué enemigos, y hay un árbol de habilidades interesante, y no demasiado grande para el tamaño del juego. Es perfectamente posible conseguir todas las opciones.
La calidad gráfica es sublime. Es especialmente bello cabalgar por esos campos de flores rojas mientras el viento nos acompaña y vemos en la lejanía montañas y costas. Los paisajes son brutales, y el motor está muy trabajado para un acabado perfecto.
Tiene un pequeño fallo, y es que los desafíos y objetivos secundarios no son demasiado atractivos como para que haya aliciente para hacerse el juego al cien por cien, explorando cada rincón, al menos en mi opinión.
Las recompensas obtenidas por completar santuarios o madrigueras de zorros, no compensan el tiempo que podríamos dedicarle a buscar por el ingente mapa todos y cada uno de esos rincones.
Pero es un juego muy disfrutable en su campaña principal, con una épica historia y un acabado técnico y jugable muy convincentes. He jugado a mundos abiertos que me han gustado más, pero “Ghost of Tsushima” es un título bastante bueno, en general.

Ya tenemos aquí una de las películas más esperadas de 2022, que, al menos para mí, ha resultado ser algo decepcionante.

Son más los fallos que los aciertos en este fin de ciclo, habiéndome gustado incluso aún menos que “Jurassic park 3”

En la de Bayona ya se notaba que querían experimentar nuevos terrenos, y aquí eso se lleva a límite, pero no les ha quedado bien del todo la mezcla de ideas.

El film es una extraña mezcla de thriller internacional de espionaje industrial con dinosaurios de por medio, que en muchos tramos pasan a cierto segundo plano. Y no digo que esto sea bueno ni malo, pero desde luego no es lo que cabría esperar de una película de esta saga.

Además de eso, es una película de reunión de personajes, en la que solo falta por aparecer Julianne Moore. Está bien recuperarlos, pero tal y como me temía, la forma en la que lo han resuelto está un poco cogida con pinzas. Para colmo, Malcolm se ha dejado su carisma por el camino.

Otro fallo más es la excesiva duración, que junto con lo citado, redunda en un resultado escaso de ritmo. Se hace larga, porque lo es. En mi sala había alguna familia con niños pequeños, y se notaba que se estaban aburriendo.

En fin, resulta que los 11 dinosaurios de la subasta aquella (creo que decían ese número), se han reproducido y expandido por el mundo como por arte de magia. Tenemos que creernos eso, y seguir esperando una buena cacería del gigante acuático en plan “Tiburón”, pero va a ser que no.

Pero no todo es malo. Cuando la película se quiere poner emocionante, lo consigue, con secuencias bastante buenas como la de Malta y la traca final, con espectaculares luchas entre gigantes. El film es realmente entretenido, pero su problema es que solo lo es a ratos, y eso no es de recibo.

Que tengan la taquilla garantizada no es una excusa para bajar tanto el listón. A la saga jurásica se le puede exigir bastante más, sobre todo para ser el final de un ciclo. Al menos se echa el rato viéndola, pero desde luego no voy a comprármela para la colección, cosa que no me esperaba ni de lejos antes de verla.

Esta vez he picado el casi siempre venenoso anzuelo de Netflix por el director. “Oblivion” y “Tron legacy” me parecen buenas películas. A este hombre se le da bien la ciencia ficción.
Pero esta película no tiene ni efectos especiales ni presupuesto, que se lo habrán gastado todo en pagar a Thor y compañía.
Nos lleva a una cárcel del futuro, donde se experimenta con drogas de control mental. Pero ya desde la primera escena vamos a comprobar claramente que esto no es más que lo suele defecar la plataforma a nivel de cine.
Es el típico bodrio donde todo está mal: actores, guion, montaje, ritmo, realización, el uso de la música, etc. Absolutamente todo falla, siendo para el espectador una mera combinación concentrada de aburrimiento y vergüenza ajena.
Lo único que logra el film es que cojamos el móvil o que la quitemos para ver cualquier otra cosa, como por ejemplo una buena serie de Netflix, precisamente.
Ver a Chris cantando, haciéndose el chulo todo el rato, o los simiescos actos sexuales de Miles Teller (que se parecen a los de Ben Stiller en “Matrimonio compulsivo”), es para arrancarse los ojos con una cuchara de madera, como diría el malo de “Robin Hood, príncipe de los ladrones”.
Y después se queja Netflix de estar perdiendo suscriptores. ¡No me extraña!

Voy a ser breve, porque me da mucha pereza escribir una cuarta reseña sobre una cuarta temporada de una estupenda serie que, para mi gusto, nunca ha bajado de calidad, y es más o menos continuista.
Pero filmaffinity pone nuevas fichas de cada entrega, así que ya que estamos, comentaré solo un par de cosas, manteniendo la nota que siempre le he puesto.
Lo que más me temía de esta cuarta temporada es que el paso del tiempo por la pandemia y el consiguiente crecimiento de los actores, hiciera poco creíble sus actuaciones. Pero, casualmente, estamos más que acostumbrados a ver a veinteañeros haciendo de alumnos de instituto, así que el choque visual es nulo.
Es más, se nota también su crecimiento como actores, pues lo hacen cada vez mejor.
La nueva historia me parece tan buena como siempre. Esta vez me ha llamado más la atención el guion, que la avalancha de referencias y guiños a la cultura pop de los 80, que por supuesto sigue estando ahí.
La larga duración de los capítulos no cansa, sino que satisface. Tal vez el primero, por ponernos en situación, se haga un poco más lento, pero da igual.
Y poco más tengo que añadir. Sigue siendo una de las mejores series en curso que podemos ver.

De esto ya había una buena película, que se centraba en el arca de Noé, como aquí sucede en el segundo episodio, desarrollando de forma resumida exactamente la misma historia.
Doy por hecho que esto vendrá de un cómic, que Netflix ha querido reiniciar con una serie de buena animación con la que disfrutar de misteriosas reliquias antiguas, acción y superhéroes a partes iguales.
En tan solo seis episodios, tenemos una sobredosis de “frikismo” nipón, con muy buen dibujo y buen ritmo. A diferencia de otras series y películas de anime, aquí no hay demasiado drama ni tramas personales, sino que se centra en la aventura y los combates, lo cual la hace muy divertida.
Me ha gustado incluso más que la película, ya que se nota el avance técnico y el mayor presupuesto, a nivel visual. También tiene muy buen ritmo, siendo perfectamente factible verse la temporada entera en un solo día, si se dispone del tiempo libre suficiente.
Puede que Netflix pinche muchísimo con sus películas, pero en las series son unos “cracks”, y desde luego también con el anime japonés de calidad que nos están ofreciendo.

Por fin tenemos el regreso de uno de los mejores personajes del “MCU” que siguen vivos, cuya primera parte fue bastante buena, así como su participación (pequeña, pero clave) en las de los vengadores.

Sigue un poco la línea abierta en “Spider-man: No way home”. La exploración del multiverso permite a Marvel tener un campo abierto prácticamente infinito para seguir desarrollando sus historias y personajes, que nos van a enterrar a todos y ahí seguirán.

Benedict Cumberbatch está genial, como siempre, en su papel, pero también Elizabeth Olsen y Rachel McAdams.
El humor sigue estando mucho más comedido que en otras, y eso me gusta. El multiverso está en peligro, y no es plan de estar con chistecitos todo el rato.

El desarrollo de la película, aunque parezca mentira a estas alturas, no es lo mismo de siempre. Todos los personajes tienen sus motivaciones muy claras, y el planteamiento de las situaciones, así como de las escenas de acción, me parece bastante original. Particularmente, me ha gustado mucho el combate con notas musicales mientras suenan extractos de música clásica. Francamente curioso y les ha quedado muy bien la secuencia.

En ritmo, está bastante bien. De esta podrían aprender mucho “Eternals” o la de los diez anillos, por nombrar solo un par de ellas más recientes. Cuando la acción flojea un poco, el argumento lo compensa, y por supuesto ahí tenemos apariciones estelares para que los fans más acérrimos lo flipen y se les ponga el vello de punta.

La música pasa de Giacchino a Danny Elfman, pero también realiza un buen trabajo, digno incluso de escucharse fuera de la película.

Y aunque Raimi está bastante contenido, también hay alguna que otra ocasión para que salga su vena más frikie y bizarra (ver “spoilers”).

En definitiva, una de esas películas de Marvel que hacen tan exitosa a la productora. Esta no es de sus también habituales pinchazos, sino que merece la pena.

Aquí tenemos de nuevo a Rowan Atkinson, el genial cómico británico, en una serie hecha perfectamente a su medida. No es Mr. Bean, ni Johnny English, pero da igual porque el actor sigue ofreciendo su mejor especialidad: hacer reír con su estilo de siempre y sus personajes atolondrados.
Con una idea sencillísima (un cuidador de casas contra una abeja que siempre se le escapa), esta divertidísima serie me ha hecho reír bastante. Es humor blanco, simple, efectivo, visual (si fuera muda daría lo mismo) y que le puede gustar al público de todas las edades. Es cierto que todo título de humor es subjetivamente bueno en función de lo que te haga reír. Pero, personalmente, es que siempre he tenido debilidad con Atkinson. Si es que solamente le veo aparecer y ya me río, aunque no haga nada. Luego se pone a hacer sus muecas y su comedia de dibujos animados, heredera de un clasicismo que sigue funcionando perfectamente, y ya es que me mata a carcajadas.
Si te lo pasabas bien de pequeño con el “correcaminos” y otras series de animación televisivas, sin duda disfrutarás esta lucha del hombre contra la abeja.
Y no entraré a comentar ninguna de sus simpáticas situaciones o escenas, porque lo mejor es no saber nada y disfrutarla.
Por cierto, es perfectamente acertado su formato. Tan solamente consta de 9 episodios de 10 minutos, excepto el piloto que dura el doble. Es decir, 100 minutos de risas que uno puede ver como le apetezca (en dosis pequeñitas para no cansarse, o como si fuera una película corta). Y una propuesta como esta tenía que ser así. Alargarla más habría sido todo un grave error.

¿Puedo demandar a Hideo Kojima por las 33 horas y pico que me ha hecho perder? ¿Puedo demandar a la prensa especializada por encumbrar este excremento putrefacto como obra de culto? No, no puedo. Pero sí que puedo, aprovechando que “Filmaffinity” tiene la extraña costumbre de poner fichas de videojuegos (y no de todos los que salen, aunque más extraño todavía es que haga fichas de videoclips, y lo hace), sí que puedo despotricar por aquí y desahogarme.

Algunas definiciones de “caminar” en el diccionario:
- Andar determinada distancia.
- Dirigirse a un lugar o meta, avanzar hacia él.

Básicamente, en el 95 por ciento del juego, eso es lo único que podremos y tendremos que hacer. Por lo general, si llevamos un deslizador o alguno de los escasísimos vehículos que hay, se nos terminará rompiendo y tendremos que seguir andando y andando. Y por supuesto, olvidaos de atajos de viaje rápido. Es como el piñazo del caballo de "Red dead redemption 2", pero con mayores distancias... y sin caballo. Al principio estuve mirando la posibilidad de construir carreteras, pero te piden tantísimos recursos, que se tarda menos en ir a los sitios que preocuparse de eso.

Y esto no es, ni mucho menos, como la caminata de Frodo y Sam, en las que le pasaba de todo, no. El de la ballesta de “The walking dead” es un transportista de mercancías en un mundo post-apocalíptico muy desierto. Por paranoias de Kojima, lleva a un bebé en una incubadora portátil, y es capaz de detectar espectros, que esporádicamente nos encontraremos y habrá que evitar de manera sigilosa. También hay combates puntuales, con muy pocas armas y munición, que suelen ser dificilillos de superar. Pero las partes de acción, que incluyen lucha con “jefes” también, se diluyen muchísimo, en un juego donde predomina el ir de un sitio a otro (muy lejanos, y con insufribles montañas de por medio en muchas ocasiones), y tener diálogos con Guillermo del Toro, Léa Seydoux y otros actores famosos, desgranando un argumento que habría estado muy bien para una serie de anime, pero no para esto.

Kojima es un autor de culto para muchos, y es capaz de desarrollar juegos de gran acabado visual, y en este caso con buenos actores de Hollywood, pero la jugabilidad de este título es mínima. Jamás me he aburrido tanto con algo tan bien hecho. Cualquier “cutrez” técnica de la plataforma “Steam” te va a dar muchísima más diversión que esto.

Y por lo que he podido ver en internet, no soy el único que opina en esta línea. Un juego tiene que ser una experiencia interactiva inmersiva en la que uno disfrute resolviendo las situaciones que se planteen. Pero, por Dios, recorrer campos, nieve y montañas sin que se te caiga la carga (que de tan pesada, muchas veces, te enlentece muchísimo), tiene la misma gracia que hacerse una colonoscopia o ver “Morbius” tres veces seguidas sin descanso. Para esto, es mejor salir a la calle a andar, que por lo menos gastas calorías.

¡ Horroroso !

Tras el éxito de “The mandalorian” y “El libro de Bobba Fett”, tenemos aquí la primera serie de “Star wars” centrada en uno de los personajes principales más importantes de la franquicia.

La compañía está cuidando mucho estas producciones, y cuenta con el mismísimo Ewan McGregor, como no podía ser de otra forma. Aunque también me gusta mucho que respeten eso con otros personajes secundarios como Bail Organa y los granjeros.

Pues bien, la serie tiene un grandísimo nivel de producción y es un homenaje al personaje y a los fans, aunque debo decir que está un escalón por debajo de la de “Baby Yoda”.

El entorno es triste, con la orden jedi prácticamente desaparecida y Kenobi viviendo entre las sombras en Tatooine, cuando la familia Organa le reclama para un peligroso rescate para el que solo pueden confiar en él.

Hay naves, planetas (ya conocidos, y vemos por fin Alderaan), luchas con sable láser, sith y hasta la aparición de famosos personajes, que no es que sorprendan, pero que siempre son una delicia para los fans. Es decir, todos los elementos de toda la vida de “Star wars” están ahí. Y además, el tono es bastante serio, casi como en “Rogue one”, con una historia tan dramática como intensa.

Ese Mozart moderno llamado John Williams, contribuye con el tema principal, reflejo de la situación del protagonista, que no es más que un héroe caído que vivió momentos épicos, pero que ha perdido la guerra, tanto la real como la interior. Natalie Holt completa muy bien la parte musical.

Abundan las referencias y guiños a las películas en las que aparecía el jedi, quizás por eso, como fan, me guste la serie bastante más que a los que no lo sean. Personalmente, le veo bastante coherencia con todo (ver “spoilers”), aunque seguro que por ahí no faltan los “haters” que le saquen los agujeros que yo no le veo.

Sus únicos 6 episodios, que podrían verse muy bien del tirón, me han dejado bastante satisfecho en general, eso sí, como gran seguidor de “Star wars” que soy.

Tenemos aquí una carismática banda de ladrones, cada uno con su habilidad, que atracan bancos y roban objetos altamente protegidos, con complicados planes en plan “Misión imposible”.
La única peculiaridad es que son animales, y que el film es una divertida historia animada, de las que tienen una premisa simple, pero que saben entretener y hacer reír.
Efectivamente, esto noes una producción Pixar de gran creatividad y segundas lecturas, pero da igual porque te lo pasas muy bien viendo las aventuras de estos simpáticos personajes que no quieren ser buenos.
Con su humor directo, blanco y visual, ofrece buenos momentos como los “hackeos” de Tarántula, o las persecuciones con el coche. Es un film que se pasa muy rápido.
En cuanto a la animación, tiene un estilo entre 2D y 3D que se ve muy bien acabado, con cierto aire cómic casi a lo “Arcane (League of legends)”. Con todo, lo más importante es la historia y los personajes, pues no es para nada una revolución en técnicas infográficas.
Es una película disfrutable y entretenida para todos los públicos, en la línea general del cine de animación de toda la vida.

Crítica escrita tras llegar hasta mitad del segundo capítulo de la primera temporada.

Son varios factores, pero, sin entrar a despotricar de la serie en plan “hater” renegando de sus excelentes notas, esta ficción de Ben Stiller (cosa muy curiosa verle detrás del proyecto) no está hecha para mí.
Se trata de una distopía minimalista de corte muy independiente. Una historia de ciencia ficción en la que no se ve la ciencia ficción, y que abunda en temas dramáticos sociales por encima de efectos especiales y tecnología.
Y eso no tiene que ser malo, ahí están “Devs”, “Gattaca”, “Ex machina” y tantas y tantas otras. El problema es que “Separación” me parece profundamente aburrida.
Desde su puesta en escena, hasta su ritmo narrativo, nos dicen a gritos que esta es una serie de culto para espectadores a los que les gustan las formas más que el fondo, y que no se desesperan por la exasperante lentitud y que apenas pase nada trascendente en cada capítulo.
La premisa, de hecho, me parece tan simple que no considero que dé juego para una serie. Quizás en una película o miniserie, se le podría haber exprimido el jugo mucho mejor, sin ser tan pesada. ¿Y cómo rellenan lo que sobra? Pues con silencios, música de piano, planos de pasillos blancos de esa anodina oficina en la que (al menos hasta donde he visto) no tenemos muy claro lo que hacen, y en general bastante tedio.
Los personajes son más serios y fríos que una colonoscopia. Solo distingo como secundarios a John Turturro y a una Patricia Arquette bastante menos desmejorada físicamente que cuando hizo “Fuga en Dannemora”. Pero ni el reparto ni el argumento me enganchan como para seguir viéndola. Tengo demasiadas series para ver, y que no me dan la sensación de que una hora dure dos, como le pasa a esta.
Seguramente estaré equivocadísimo, vistas las reseñas, pero es que no puedo con ella. Que la disfruten con salud los que sí le vean el puntillo. Yo me pongo con cualquier otra.

Por enésima vez, pico el anzuelo de Netflix, que sabe vender muy bien sus producciones, darles buena pinta, pero que luego casi siempre resultan ser importantes bodrios que se quedan solo en la pinta.

Esta vez, el cebo es Daniel Calparsoro, un director cuyos trabajos son casi siempre interesantes. La historia, ambientada entre “chonis”, “canis”, drogas y motos, semeja un batiburrillo mal hecho de “Fast and furious”, que se queda para su desgracia mucho más parecido a “Torque”.

En fin, aquí tenemos al hijo gay de “Vivir sin permiso” y a la fumadora empedernida de “Las leyes de la frontera”, tratando de saldar una peligrosa deuda de drogas.

Los personajes y los actores tienen bastante menos carisma que el osito de peluche de Mr. Bean o la pelota “Wilson” de “Náufrago”.

Eso sí, he de decir que Calparsoro demuestra saber dirigir muy bien, como por ejemplo en el montaje de las carreras de motos. Lástima que, en los planos cortos, se note el “chroma” de fondo, en pleno 2022.

Pero la película, en general, está lacrada con el sello de producción de Netflix, siendo el típico caso de tener aspiraciones hollywoodienses, para quedarse muy a medio gas.

Que esté bien hecha no basta, porque lo único que podría salvar al film son las escasas y breves secuencias de acción que tiene, pero son tan flojas y convencionales, que la valoración de “Centauro” no puede ser buena, después de haber visto mucho cine de este género.

Además, llega un punto en que entra en bucle, repitiendo lo mismo sin ninguna fuerza. Llega a ser aburrida y pesada en sus 90 minutos, cuando está hecha para ser todo lo contrario, así que algo no han hecho bien.

Y luego está la banda sonora, rimbombante y pretenciosa, de las que se nota que quieren imprimir emoción y camuflar lo mala que es la película en realidad. Lo único bueno que se puede decir de ella es que, a ratos, llega a ser relativamente mediocre. Pero me temo que eso no es decir mucho.

Cuando parecía que la franquicia estaba finiquitada, resulta que la compañía "Naughty dog", en vez de dejar esto como una expansión, montó un juego entero con Chloe y Nadine, en busca del colmillo de “Ganesh”.
Así que nos vamos a la India, a vivir una aventura de la calidad habitual de “Uncharted”, con dos únicas pegas que lo hacen algo menos grandiosa. A saber: la ausencia de Nate y su duración claramente más escasa, que hace que este juego nos deje con ganas de más.
Pero, aparte de esos detalles, la historia y la calidad gráfica tienen el buen nivel de siempre.
Las protagonistas tienen química, y las situaciones y puzzles están a la altura habitual. Los paisajes selváticos y las ruinas hindúes son espectaculares.
También tenemos una frenética parte final relacionada con un tren, igual que en la segunda parte de la saga, pero aunque estemos en la Play Station 4, no llega a ser tan memorable como la del otro.
Pero para no tener al protagonista principal de la franquicia, esto es un auténtico juegazo. Como decía Claudia (Kirsten Dunst en “Entrevista con el vampiro”), ¡quiero máaaaas!

Parecía que ya habían tocado techo, pero en “Naughty dog” siempre saben superarse a sí mismos.
La cuarta gran aventura de Nathan Drake supone la explotación de las capacidades gráficas de la Play Station 4 al límite. La calidad técnica llega a cotas increíbles. El juego entero es un espectáculo visual aunque solo fuera por ver los detalles del paisaje en “Libertalia”, el mar, la cárcel, el cementerio, etc.
Entra en escena el hermano de Drake, que le enreda en una aventura cuando el héroe ya está felizmente casado y retirado. Pero el “gusanillo” de la aventura es fuerte en él, y se embarcarán en la búsqueda de una ciudad perdida de piratas con el consabido tesoro. Y, por supuesto, no faltan los malos que, como por casualidad, siempre andan detrás de lo mismo, al mismo tiempo.
Algunos momentos, como el de de la subasta, han sido reflejados en la película con Tom Holland.
En lo que a jugabilidad se refiere, aparte del gran salto gráfico y unos puzzles con la calidad habitual, tenemos la utilización de un garfio para escalar, algo ya visto en muchos juegos pero que aquí saben incluirlo muy bien para dar juego en muchas situaciones divertidas.
El juego es bastante largo y variado, pero eso lo hace aún mejor. No cansa nunca. Al contrario, está pensado para que se pueda disfrutar muchas veces.
Quizás la única pega sea que tiene toda la pinta de ser el último (al menos con Nathan Drake), pero aunque así sea, cierran la saga por todo lo alto.

Hay por ahí opiniones, incluyendo la del famoso “podcast” del planeta de los “ewoks”, según las cuales esta entrega de las aventuras de Nathan Drake sería la peor de la trilogía original (o como mínimo la menos buena).
No puedo estar en más desacuerdo. Esta tercera parte contiene algunos de los mejores momentos de toda la saga, como el prólogo en el que conocemos el pasado de Nate y Sully, o las espectaculares secuencias del barco, el avión (trasladada a la película con Tom Holland) y el final en el desierto.
Es cierto que no se aprecia un gran avance técnico desde el segundo juego, pero eso es porque este ya explotaba al máximo la Play Station 3. Pero la historia de la “Atlántida de las arenas” es digna del personaje, que recorre todo el mundo con una, si cabe, mayor variedad de situaciones que nunca.
Personalmente, lo disfruto muchísimo y lo he completado varias ocasiones sin cansarme. Bueno, quizás un poquito las primeras veces, al atascarme en la fortaleza donde “abajo es arriba”, o en la parte de las dichosas arañas.
Una nueva obra maestra de “Naughty dog”, solo superada por la cuarta y hasta ahora última entrega.