Una comedia con un trasfondo dramático. Un episodio sobre una oportunidad que llevaría a la infidelidad en el matrimonio. Un episodio muy bien llevado, siempre contando con una gran actuación de Peter Sellers y perfectamente acompañado.

El trasfondo dramático se basa en esa especie de desencanto en la que desemboca una rutinaria vida. El señor Lewis (Peter Sellers), un gris empleado en una biblioteca, nos expresa ese aburrimiento mortal diario debido a su humilde vida, una vida en realidad que muchos quisieran, pero que para otros no es suficiente. Casado, con dos hijos, ve pasar la vida y se siente estancado en un punto muerto. Vive en una casa de alquiler de esas que comparten baño con otros vecinos; yo de joven estuve en una pensión así, muy modesta, pero de joven se aguanta todo. A Lewis le deprime hasta el papel de ciervos de la pared.

Parece también una película modesta como la vivienda, pero no lo es. Tiene un punto sensual muy apropiado si tenemos en cuenta el año y añadiendo la gran labor de Mai Zetterling, una actriz sueca, apareciendo como mujer fatal, caprichosa y letal. También hay que señalar el papel de Virginia Maskell, como mujer de Lewis, una mujer de su casa, hecha y derecha. Esta actriz por desgracia falleció bien joven. En la vida real no fue como en esta película.

La película tiene sus toques de humor, o más bien, sus situaciones cómicas, ya que estando Peter Sellers no se puede desaprovechar la ocasión, y por lo demás, una moralina lógica porque jugar con una mujer fatal será un juego muy atractivo, pero puede resultar muy caro.

Puede que más de uno, cuando el foco que alumbra a las nubes de la noche para que se vea la figura del murciélago, pida por favor que alumbre también la película porque es que se pasa fatal. Dicho esto vista en cine. Todo el rato a oscuras, en tinieblas, con visión borrosa. De acuerdo que el murciélago sea de costumbres nocturnas, pero eso no quita para que al menos se vea algo de vez en cuando. Hay películas en la noche que se ve todo. Incluso más que de día.

Esto viene a colación sobre la EVOLUCIÓN de las películas de Batman. Echando la vista atrás y excluyendo a los cortos, a los dibujos animados y a las más antiguas, Batman reapareció con Tim Burton con un colorido propio de ese director. Los malvados y los escenarios eran vistosos y luminosos, incluso con Batman y Robin. Entonces con Nolan, Batman adquirió el tono oscuro y un Batman más siniestro. La luz dio paso a la noche, de acuerdo pero es un poco suplicio; y así hemos llegado a este Batman de Matt Reeves. Esta evolución puede parecer a muchos muy positiva, dar aspecto tenebroso a costa de la claridad de imágenes.

El problema está en la INVOLUCIÓN argumental. Es evidente que Batman tiene su estilo pero es que no salimos del sota, caballo y Rey. El planning es siempre igual: Un enemigo poderosísimo, un peligro acechante catastrofista al máximo, policía presente a verlas venir, mayordomo de bajón de ánimo siempre, referencias a los padres, Batmóvil y luego unas actuaciones del héroe que siempre dejan la sospecha de que podía haber hecho algo más. Aquí incluso dos o tres hombres casi acaban con él si no aparece CatWoman. Y si algo merece la pena en esta película es Zoe Kravitz; el acercamiento íntimo entre ella y Batman es lo mejor, al igual que aparezca Jeffrey Wright, que también da valor a las escenas cuando él aparece junto a Batman, pero Paul Dano no sirve para ese papel de malvado porque no da la talla, aunque Turturro (fantástico), Colin Farrell y demás, sí.

Por último añadir que la duración de la película tiene un ritmo irregular e incluso repetitivo. Ha faltado más esfuerzo creativo para empezar un nuevo capítulo en la vida de Batman.

Después de escuchar un vacile al principio de la película puede uno figurarse de qué modo van a transcurrir los diálogos; en ese plan. Uno que presume ante la chica.

Pero la chica le va a salir contestona. Y con los diálogos vendrán las escenas acordes al erotismo. El caso es que Linda Fiorentino queda tan bien para este papel que anima a continuar con la trama. Es el más puro estilo de cine negro. Se ha trabajado el aspecto erótico para que el aire de mujer fatal que hace Linda, sea aún más intenso dentro de esa huida hacia adelante de una piba muy vivaracha.

Bill Pullman también tiene su parte de mérito en esta intriga expectante. Es un actor bien elegido y el joven Peter Berg, igual. Linda engancha y el desarrollo del argumento también. Además, Linda como mujer fatal, enseña un poco de la vida, de la realidad de la vida en su lado amargo, aunque aquí no se pretende dar lecciones. Las mujeres fatales, sobre todo, destacan por lo bien que actúan. Y Linda, destaca.

Vamos a hablar de una serie algo insulsa que nació ya así: Algo sosa. Crece, se desarrolla y se mantiene sin más aliento. En cambio consigue gustar. Se supone que el carisma de los sucesivos protagonistas que se irán sucediendo jugará la baza más importante, pero ni mucho menos es fundamental quien interprete al inspector jefe. Cumplirá su papel y lo hará bien, con naturalidad.

Crimen en el Paraíso tiene dos extremos por la que atrae. El crimen y el paraíso, basando el crimen en el misterio y no en el drama. Es un grupo policial en un lugar idílico investigando el asesinato de turno que siempre tendrá cuatro o cinco sospechosos, pero un sólo culpable. Cómo siempre, el culpable será el que menos se espera uno. Pero eso da igual. Si no es uno es el otro. Lo importante aquí es el ambiente.

El ambiente es ideal y está conseguido. No se trata de ver un documental paisajístico ni una película de amor de esas de Un verano en el Caribe. Una par de fotos y arreglado, con dos cortas imágenes te trasladas espiritualmente allí y allí querrías estar ipso facto, tomando el sol y un coctel de tropical en un chiringuito de ensueño. Sería ideal ejercer de policía en esos lugares tan civilizados. Las escenas te llevan continuamente por lugares exóticos y muy bonitos, barrios pequeños con casitas al lado de la playa. Sitios tranquilos sin guerras ni bandas latinas. Una isla que es el paraíso. Eso es la serie, una isla caribeña que es francesa, con comisario lugareño, inspector jefe inglés y el dólar como moneda.

El comisario es como un fantasma. Feo, de uniforme y muy serio. Se manifiesta en la comisaría de golpe, se desplaza lentamente, y cuando se va seguro que desaparece en el aire. Así hasta su nueva aparición para ver cómo van las cosas. El tío enchufa a su sobrina en el grupo. Allí eso vale y nadie protesta.

El inspector jefe tiene a tres camaradas de ayudantes y parece que quiere ser gracioso tal vez porque sea muy listo pero no quiere que se sepa. La sargento o inspectora es muy sensata, seria y da mucho juego, y aparte del otro par de ayudantes, también muy majos, como no podía ser de otra forma. Personalmente me interesa el personaje de la mujer madura que regenta el chiringuito de la playa. Ahí está una de las bazas más importantes. La mujer es muy atractiva, indispensable para que el pícaro telespectador piense que puede haber algo ahí entre ella y el inspector, aunque no lo haya. Además, sale poco.

Ese es el tema. El ambiente. Y en plena relajación y camaradería por medio, con esos escenarios, seguro que te viene a la mente las canciones de Bob Marley. La serie quiere y consigue ser de buen rollo, con un humor bobalicón que no disgusta, y claramente dirigida a un público maduro, no por nada, si no porque no tiene más, y la gente madura no quiere muchos sobresaltos.

Personalmente prefiero las que las protagoniza Richard Poole, tal vez porque es el inspector más estirado y da más juego como contrapartida al ambiente relajado de la isla. Con él está Florence Cassell de inspectora ya con algún trienio en ese destino, guapa a rabiar, y en el primer episodio le echa una bronca al jefe que a poco se le caen los calzoncillos al suelo. Me hizo gracia y me enganché.

No es cutre pero es que no sabía qué poner. Keenen Ivory puede pasar perfectamente por su hermano Damon, actúan igual y son iguales. Damon tiene en su haber El último Boy Scout, y eso le da ventaja. Es imposible que estos tíos caigan mal, y con los demás que salen pasa lo mismo, por eso la película está bien.
Paul Sorvino, nada menos, el mafioso. Robert Culp, qué decir del que empezó siendo espía y siguió con el gran héroe americano; y tantas y tantas apariciones.
Pero quien se lleva la palma es Jon Voight. Se sale. Cómo luce su uniforme de general con toda la pechera llena de pasadores de sus medallas. Si es que no le caben. El tío debió pasarlo bomba porque exagera su papel dándole al personaje del general el aire de sonado que necesita y eso da autenticidad a la película. Por favor, no pierdan detalle de la bronca que echa al segurata de la biblioteca. "Yo sólo soy el de seguridad, jefe". ¡Cómo se cabrea porque le llama jefe! Real como la vida misma.
Esta película de mala no tiene nada. Exacta ambientación, coches patrullas a montones, helicópteros, perfectos exteriores... ¡Qué más se puede pedir! ¿Un buen argumento? Pues ahí lo tienes: Han asesinado a la Primera Dama, a la primera dama de los EEUU que no es moco de pavo. A la presidenta consorte de USA. Al estilo JFK. Y el marrón se lo cargan al bueno de Keenen, el sargento Dunn. Siempre pasa lo mismo, es verdad, pero es así.
Estas películas tienen eso, que las ver venir. y no digamos cuando en su huida se junta con la chica de turno, la periodista, que sin quererlo se ve por medio del entuerto. Eso es lo bonito de estas aventuras, que todo el mundo va a por el negro, pero siempre hay una chica guapa que se separa de los demás y le apoya.
Nosotros también le apoyamos.

El género policíaco es sin duda el más completo. De acuerdo que el drama será más realista, la comedia más divertida y la ciencia ficción más sorprendente, pero el policíaco tiene un aliciente que para lo que es una película, hace que este género sea más completo. Y ese aliciente es el crimen.
Es una opinión.
La vida no es crimen, de acuerdo, pero ahí está, desde siempre y en cualquier momento, y aunque no nos alcance, nos perturba. En Pequeños detalles, la propuesta va de esa gente que se encarga de ello y que termina tan implicada en los casos, que cualquier crimen les perturba. La víctima es desconocida, pero siente su crimen como si fuera ya el de un familiar.
Pequeños detalles está bien lograda. Tiene la sonrisa de Denzel y su trabajo como policía venido a menos. Es una figura atractiva e interesante como hace que sean todos los personajes que Denzel interpreta. Y Rami Malek le va a la par al dedillo.
El tema está en que el procedimiento policial es realista. Los métodos, las leyes, funcionan como funcionan en cualquier país democrático. Se respeta la realidad en lo que es la labor policial con meticulosidad y eso hace que el espectador crea en lo que ve. Se aprecia el ritmo lento de la investigación y los mismos pasos que se exponen en la fenomenal serie de televisión Crímenes Imperfectos. El caso es además idéntico a los que, por desgracia, se dan cada dos por tres en dicha serie. La figura del sospechoso es completa e ideal.
Dice Denzel que hay que besar muchos sapos hasta encontrar el príncipe, y es un dicho válido para un policía que tiene que aguantar muchas escenas escabrosas hasta dar con el príncipe, en este caso, el asesino. Para una chica será que tiene que aguantar a mucho gilipollas hasta dar con el un tipo que merezca la pena.
El sargento (Rami Malek) le pregunta a Denzel que si cree en Dios, porque en esta película hay algo de religión, y Denzel cree en las tormentas, en los amaneceres y esas cosas, pero cuando tiene que enfrentarse al asesinato de una pobre chica, cree que Dios se desentiende del tema. Está claro, la humanidad va por libre.
Y nada más. Cuando uno es un hijo puta, si desapareciera del mundo, mejor; y si alguien dice que hay que integrarlo en la sociedad, que desaparezca también.

Estoy empezando a sospechar que el representante del señor McConaughey le juega malas pasadas eligiéndole los trabajos. No da pie con bola. Esta en concreto, ¡qué mala es!

Killer Joe tiene una apariencia en principio, pero no hay por dónde cogerla. Si las ves sin más, pues igual te da lo mismo, pero si uno profundiza dirá al poco rato: ¡Vaya tela!

Killer Joe Cooper, es un film de chiste, deprimente, grosero, sin gracia, desagradable y estúpido. Lo de comedia negra es un apelativo gratuito que no es verdad. Quien lo haya puesto se lo habrá copiado a otro de por ahí sin saber. Da que pensar que el director sea de estos entendidos que siguen pensando que si sale una señora enseñando el potorro gratuitamente, la gente considerará que está viendo una buena película. Eso de enseñar las tetas y demás hay que saber hacerlo. Existe mucho marisabidillo que se cree que el público demanda Sexo, violencia y drogas y ya está... Con eso, a su entender, la gente exclamará: "Peliculón".

En esta película no es el problema creerse la estupidez de la trama que aquí se presenta desde el minuto uno, el tema está en la relación increíble y penosa entre padre, hijo, amantes, ex parejas, asesino chulo macarrilla, niña tonta y perro atado a la lluvia. Una serie de personajes a cada cuál, más deprimente. Lo del padre hay que comprender que la droga idiotiza, pero es que el pobre Thomas H. Church realiza un papel infame. Aparte que lo que vas viendo es una cantidad tal de clichés, de parodias empobrecidas, de escenas vistas en películas buenas, y de situaciones desagradables que te amargan, un argumento que no hace más que dar y dar vueltas para no llegar a ningún sitio.

Aquí, partirle la cara a uno tiene la terrible consecuencia de pintarle con carmín un moflete y arreglado, así aparece luego el agredido. Pondremos un 2 en vez de un 1 por las sufridoras mujeres que aquí trabajan el doble que ellos y seguro que cobraron la mitad.

La película da miedo. Miedo real. No es que no vayas a dormir por la noche por culpa de las pesadillas, pero da miedo más que nada por ver a la señora esa tan arrugada que por la misma película.

Se puede ver si te gusta este género porque es una película con sentido argumental, muy acorde con los tiempos, con reacciones típicas de los sufridos nietos que tanto quieren a sus mayores; algunos, claro... Y el correspondiente pago a tanto desinterés: el egoísmo de los viejos, que no se quieren morir nunca y andan reclamando el cuidado de su persona. Nunca se es demasiado viejo para vivir un día más. Entras muy bien en el ambiente, sobre todo el de esas casas típicas de las calles Velázquez, o Serrano, o de Alfonso XII, muy grandes con techos altos y llenas de recuerdos que parecen del siglo XIX. Desde luego, con el ambiente para el tema se ha dado en el clavo al meter ahí a la vieja, perdón, a la abuela.

Qué pena de vida. Cómo acaba uno, si llega. Cuando ves a la vieja desnuda se te cae el alma a los pies. Pienso que eso es el verdadero terror. ¿Cómo se quedarán aquellos que se han llenado la piel del cuerpo con tatuajes? El que tenga dibujado por ejemplo un águila, pues que sepa que terminará pareciendo una avestruz desplumada. Qué horror. Pero la película está bien sin llegar a la excelencia. Está bien planificada y bien desarrollada. Con la actuación de esa Almudena tan larga tienes un aliciente más pues lo hace muy bien.

Sensualidad contra obscenidad.

Una pena. Las críticas, como se puede ver, la ponen a caldo. Pero es una clásica, un título de esos que no pasan de moda, con un esquema argumental muy típico para desarrollar enredos, persecuciones y una acción cómica que aquí, es la verdad, no despunta demasiado. Entonces... ¿Qué es lo que ofrece? Pues una pareja explosiva.

Mel está en su mejor momento, loco como una cabra, y Goldie igual, mantiene el tipo y luce bonitas piernas, y no paran. El trabajo de ambos es loable, y así hay que reconocerlo. Bill Duke y David Carradine, el contrapunto, sólo por saber ya quienes son, pues te los crees, y sin esforzarse ofrecen esa intranquilidad necesaria para que veamos a Mel y a Goldie pasarlas canutas.

Mel y Goldie sí que se ganaron el sueldo. Las situaciones por las que pasan son de lo más variadas. Los diálogos, cierto, no son nada del otro mundo, pero lo que cuenta es el hecho de verlos juntos: Caerse, levantarse, correr, dar volteretas. Se le escucha a Goldie decir cosas así: Ay, quiero que me cojan ya y me maten, como diciendo: Ojalá acabemos ya de rodar y pueda irme a mi casa a descansar. En fin, que la película distrae, llama la atención, crea una especie de enganche visual que no para. Es la acción tontusa que te hace mirar, y luego, pues claro, es una pareja archiconocida, atractiva.

Porque Goldie es graciosa y, además, simpática. Y Mel es un icono, ya sabemos. Es el canal Mega de Forjado a Fuego, símbolo de la masculinidad, el devorador de Subastas a lo Bestia. Es tu colega, siempre el mismo, nunca te traicionará. Mel es un tío hecho para estas películas, un símbolo tanto para las comedias sin sentido como para la acción seria también un poco sin sentido. Hay que ver por las situaciones y empleos por los que pasa aquí, incluso hace el mariposón de maravilla. Puede que el asunto de la película esté demasiado embarullado, pero luego te das cuenta que también tiene muchas cosas a favor, y te distraes todo el rato, incluso te da vértigo... Y luego vas al zoo... y bueno, Mel es Mel, un icono. Es cuestión de aceptar a la gente como es.

Esta película es un cometa raro, muy persistente, que cada dos por tres aparecerá por tu órbita para darte un toque y algún día, aunque no quieras, tendrás que verla. Y no envejece, verás a Mel y a Goldie en su mejor etapa, y te alegrarás de haber ido a su encuentro. A lo mejor vuelves a esperar un tiempo para verlos otra vez y decir: A ver si ahora me entero un poco de qué iba la cosa.

Un título insípido que tendrá su parte de culpa de que esta película pase tan desapercibida. Aparentemente verás una película sosa pero no lo es, al contrario, lo que pasa es que es de esas comedias que con poco dinero y sin escenas escabrosas, sin tiros, sin peleas, sin nada..., pues consigue un resultado de lo más redondo. Que parece irreal, o surrealista, o facilona... ¿Y qué? Lo importante es que consigue llegar al final con éxito y eso es gracias a una buena idea, a un buen guion, a una bonita historia bien desarrollada, sin ínfulas de maestro, una historia simpática como pocas.

Esto demuestra la importancia de la imaginación, con que sea una idea original, o que sin serlo mucho tenga sensibilidad, es suficiente. Y el tema parte de un preso inocente al que nadie cree que sufre un derrame y termina disléxico, pues de ahí, un mundo. Luego la película transcurre sin sobresaltos, sin trampas ni giros raros. No se necesita más que eso, no hacen falta ni cuerpos esculturales ni una banda sonora marchosa. La directora lo ha demostrado con Medeea Marinescu, una actriz sencilla que te llega. Puede que la película no sea tampoco para tan alta nota, pero hay que premiar esa forma diferente de hacer cine con un poco de sentido del humor, sin intentar inculcar ideales de ningún tipo, sin denunciar nada. Hay que valorar este cine con algo más de nota...

Hasta se merece más nota porque este tío trabaja para hacerte reír a toda costa y hay que reconocer que lo consigue. Igual ríes por no llorar, o de pena, o sin ganas, o sufriendo, o con dolor, o te maldices por reír esas gracias tan estúpidas, sabes que te rebajas riéndote con el señor Sandler, porque te ríes con él, no de él, y te ríes viendo cosas desagradables, rostros estirados babeantes, deformes..., una ceja por aquí, otra por allá... pero te ríes. Y es que Adam Sandler es un cirujano estético. Sus clientes parecen escapados de la isla del Dr Moreau. O de alguna residencia de Mengele.
El estilo de este humor no es muy fino que digamos, es más bien tosco o grueso, escatológico, no sabría decir, pero tiene un mérito lo que hace. Le sale natural su actuación y consigue su objetivo porque las tonterías llevan su marca, y el director las explota perfectamente porque las conoce de sobra.
Y el marco es maravilloso. Hawaii. Allí estaba el teniente McGarrett de 5 Cero. Hablo de Jack Lord, el auténtico. El nuevo no vale nada. He estado atento por si salía, ya fuera solo o con Danny Williams y me he alegrado que no saliera porque seguro que el señor Sandler le hubiera obligado a hacer un cameo para ridiculizarle al máximo. Habría sufrido de verdad porque aquel personaje era de lo más serio del mundo. Menos mal que no ha hecho falta llamar a los 5 Cero.
Nicole Kidman se ha retocado fatal, aunque igual no, porque no sé de esas cosas, tenía que haber ido al cirujano de la película. Adam Sandler. Nicole es una buena actriz pero ha perdido encanto con los retoques. Sin retoques seguro que estaba más guapa. Jennifer, lo de actuar así lo tiene asumido, igual es una tía seria que podría incluso interpretar a Juana de Arco, por ejemplo, pero como que ya no. Y como siga por este camino terminará mal, muy mal, acabará haciendo de Ms Bean con Rowan Atkinson.
Y Adam pues a lo suyo. Si nos fijamos en su cara y en cómo es, es un vampiro de verdad. Chupa de todos los sitios. Chupa cámara, situaciones, contestaciones y posición privilegiada sobre todos. Todos los demás bajan de nivel, los matrimonios que aparecieran son miserables, sólo el amor verdadero va con él. Si hay un tío que intenta superarle le convierte en maricón y ya está. El personaje de la oveja tiene un punto de despiste que te deja fuera de juego, todavía no sé de qué iba. Ahora, también te ríes. Puede que le aplaudas. Y los niños son también de índole vampírica, se transforman cuando les da la gana y chupan más que nadie. En realidad..., es una película de terror.

Hombre busca esposa, la encuentra y se la lleva al monte. Ella tan feliz, pero el novio lleva consigo seis hermanos que el muy pájaro se ha callado. Con esta idea surge uno de estos musicales de toda la vida que siempre permanecerán en la memoria, de estos clásicos como Sonrisas y lágrimas, West Side Story, La leyenda de la ciudad sin Nombre, y otras tantas. El caso es que cada uno tendrá sus preferencias y ésta, siendo como es una película bonita, para un servidor, decae algo musicalmente en la zona media.

La pobre mujer, destapando un poco la sinopsis, llega a la casa a cocinar y a limpiar, como ella misma dice, y se encuentra su trabajo multiplicado por seis. Debe pensar: Ojalá tuviera yo esposa para que me limpiara y me cocinara, pero no, ella es la esposa y entonces esas cosas estaban así.

Estas películas tienen la condición de los tiempos y el que hay que verlas como un sueño, no tratan más que mostrar simpatía, humor y alegría por vivir. Porque está todo tan sincronizado como los bailes y las peleas, siete novias para siete hermanos, la igualdad se cumple y todo concuerda: No hay uno feo que se quede sin pareja y se jorobe. No. O una que ya tenga novio, o novia. No. Esta es la propuesta, tienes que sincronizarte para entrar en este mundo, si no, no funciona.

Lo fundamental es no querer adaptar los tiempos pasados al presente como si todo fuera un mismo instante. Esta película no es así, está en un tiempo y en un lugar y de ahí no se mueve. ¿Qué es una buena película? Desde luego. Es bonita porque es como un sueño.

En definitiva, una película de amores, humor, mucha canción, con sus momentos divertidos y sus enfados, como cuando la mujer le dice al marido que no todo el monte es orégano, echándole en cara su egoísmo, el querer llevarse las cosas por la fuerza, el encabezonarse en que hay que amar aunque sea a la fuerza. Y eso es lo malo, que no todo el monte es orégano aunque debería serlo para todos... Por eso algunos lo compran en botecitos, como yo.

Charlton Heston, el hombre del rifle, de piloto comandante en un vuelo de pasajeros que se complica por culpa de un paranoico. Y éste es un exmilitar que ha terminado mal del coco encarnado por James Brolin. Es curioso como su actuación recuerda a Anthony Perkins haciendo del trastornado Norman Bates.
Película de catástrofes aéreas ni más ni menos creíble que otras, alguna hay más exagerada como la del avión que cae al mar y se quedan todos bajo el agua a verlas venir, o aquella en la que al avión se le empotra una avioneta en el morro y va con ella como si fuera una gorra con visera.
Solvente Heston como es él pero mejor todavía Yvette Mimieux por entonces triunfando en series de televisión; una agradable participación. La película está entretenida, no es para buscarla aposta pero si aparece en un momento disponible tampoco es para echar pestes de ella. La interrelación con los pasajeros tampoco es cansina. Lo peor, los incisos recordatorios, las analepsis.

Un saludo.
El Espíritu de la Contrariedad.

Pues una película muy del estilo de Guy de matones ingleses que se pasan más que las americanas. Porque en las posiciones más altas del típico tío duro, en el podium, encontraremos a Jason, sin pegas, compartiendo posición seguramente, pero analizando la película, que está bien incluido el montaje de la historia, tenemos que decir que lamentablemente, aquí no se merece ese puesto. Por eso una nota que tenía que ser superior, acorde al carisma del actor, se devalúa.

Son muchas las películas que tratan este tema y siempre lo hacen con humor. El entuerto nos podía llevar a pensar que en realidad estamos viendo a un hombre bipolar, sabemos que muchas personas con el tiempo terminan hablando solos, tal vez porque estén solos, y se hablan como si tuvieran a otro tipo dentro y discutieran cuando son ellos mismos los que se contestan, y no es más que un trastorno, pero este no es el caso de esta película francesa. Existen ejemplos que me viene a la cabeza, como Dos veces yo (1984), en la que el alma o la personalidad de uno va a parar, o a migrar, al cuerpo de otro, encontrándose los dos en un cuerpo, ya sea por accidente o por alguna especie de hechizo, que es lo que aquí le pasa a nuestro amigo Daniel Auteuil, que recibe a otro en su cuerpo por un accidente. Este caso no hay que confundirlo con aquellos en los que se producen un intercambio de personalidad como pasa en las películas De tal astilla... tal palo (1987) o Ponte en mi lugar (2003), ni tampoco mezclar con aquellos temas de almas que vuelven para ocupar un cuerpo que no es el suyo, como un vulgar cangrejo ermitaño, que ocurre por ejemplo en El cielo puede esperar (1978).

Aquí, lo que sucede es por un accidente de tráfico y por accidente puede que sea que des con esta película y no hay que dejarla pasar porque inevitablemente te vas a reír. Enseguida entra en el conflicto el señor Ranu (Daniel Auteuil), que está genial haciendo del típico empleado gris del que todo el mundo pasa descaradamente, con el cantante Gilles Gabriel (Alain Chabat), quien invade su cuerpo a causa del golpe. La interpretación de Auteuil, apoyándose en su bandolera y en esas cortas apariciones en calzoncillos celestes, es, como uno se puede figurar, de lo más aguda, pero es que Alain Chabat, que en su tierra es un comediante polifacético muy conocido, como invasor de cuerpos, es la repera.

Los diálogos iniciales son para partirse, siempre y cuando te agrade este tipo de comedias y quieras entrar en el juego, porque no todo el mundo termina siendo un bipolar que discute consigo mismo como si fueran dos personas a la vez, que a veces hasta le pueden pillar, que yo creo que es algo corriente que no asombra a nadie, pero incluso, siendo así, cualquier espectador puede conectar con la propuesta. Increíblemente, la película mantiene el tipo durante casi todo el metraje, aunque puede que tenga algún leve bajón, pero es que es muy difícil mantener el ritmo alocado de la controversia que sufre el pobre empleado. Respecto a la jefa, Marina Fois, decir que su participación es clave también y es otro punto a repartir para las penosas situaciones que sufre nuestro empleado.

Siempre han hecho gracia esos cantantes un poco apartados de la actualidad, algo carrozas, como aquí hace Alain Chabat, interpretando a una vieja gloria de la canción que ocuparía puestos por encima de gente como Tonino Carotone, digamos, sin duda alguna. Una película lograda, en base a una idea bien concebida y puesta en escena con rigor y medios apropiados. Algo loca y surrealista pero es que así es la gente, no toda pero mucha sí que hablan solas y, por lo que sea, hacen gracia cuando las pillas.

También, aunque sea con perro, se puede decir que esta película es un buddy film y como todos los buddy film policiacos, o buddy cop, las tramas tienen un esquema idéntico. El asunto de drogas que el agente -Belushi- investiga, puede decirse que es como el de Límite 48 horas (1982), Superdetective en Hollywood (1984), o incluso Arma Letal (1987). No son más que meras excusas para presentar el buen rollo que se trae la pareja protagonista mientras investigan los feos asuntos que se traen los malos.
Ese buen rollo va salpicado, por supuesto, de muchos tiras y aflojas, y también se incluye a la chica del poli para el tema romántico y completar todo el ambiente del que se pueda disponer. La chica será guapa, inteligente, sensata y muy sufridora porque el poli será un descerebrado, indisciplinado en su trabajo y en su vida, bocazas y eso sí, tocado por la varita de la buena suerte porque el caso es que la chica le querrá y nunca dejará de quererle por más gilipollas que sea. Ese es el objetivo: Buscar la sonrisa cómplice del espectador y, al menos, en estas películas mencionadas, se consigue con pleno éxito.
La fórmula funciona y aquí se optó por poner de compañero a un perro. Lo que pasa es que el perro, como es real, no habla, no hay toma y daca, y entonces Belushi se pasa toda la película hablando al animal y no dice más que sandeces, pero ocurre una cosa y es que James Belushi cae bien, no sé por qué, igual pasaba con su hermano, y al caer bien, la película se hace simpática. El perro también cae bien, se ve que es un animal dócil y las dos o tres cositas que le han enseñado a hacer las hace muy bien y están bien aprovechadas. Por eso es que la película aunque sea una tontada mayor que las mencionadas al principio, es resultona. Belushi pega dos carreras, pega un salto también muy apurado porque es un tío anchote y casi no llega, se monta en su Ford para la persecución automovilística de rigor, y discute con todos en plan vacilón (hay una escena en una comida con muchos invitados idéntica a la de Superdetective en Hollywood), y cuando te das cuenta te has visto la película sin ningún perjuicio.

Aquí tenemos al abogado de Heisenberg en una de estas películas novedosas que dan un aire irreal a la trama. Una forma de rodar moderna y diferente en escenarios exteriores pero ausentes de movimiento, sin fauna humana, con un humor irónico y ácido con personajes extraños y controvertidos que se vieron antes por ejemplo en Puro Vicio (2014), que tiene su parte de similitud con esta película, aunque no todos vean la conexión, pero la hay porque aquí también aparecerá una investigación muy enredada, en este caso por un tema banal como es un premio por el texto a la mejor tarjeta de felicitación, con personajes de lo más pintorescos y desconcertantes (recordemos a Josh Brolin y a Benicio del Toro en Puro Vicio).

Quienes aprecien a la gente extraña y controvertida que es la que verdaderamente aporta interés, pues los demás son básicos, les será más fácil encontrar estos puntos de conexión. Así que no puede faltar en este tipo de comedias negras el clásico medio detective chusquero (en Puro Vicio el equivalente sería el personaje interpretado por Josh Brolin), a sueldo del mecenas millonario. Así también le ocurría al Nota (aquí, el millonario en la sombra -el grandísimo Stacy Keach, que no nos habíamos olvidado de él- también envía a dos sicarios a por la víctima, por cierto muy quemados con el tema del odio). El tema, el asunto de las tarjetas de felicitación, es atípico pero vale como cualquier otro para este género, o subgénero, dentro del ámbito de la comedia negra.

Odenkirk, parece especialmente designado para este tipo de papeles y es una pena que no se entienda el valor de esta cinta, bastante entretenida e interesante. De hecho tiene un guion muy trabajado para la tontería del macguffin de las tarjetas de felicitación, y es un placer aprender aquí, de boca del mandamás empresario antes mencionado (Stacy Keach, repito, que me encanta porque no suele caer bien), que es verdad que las grandes celebraciones, esas fechas que en los calendarios son fiestas, provienen de algún episodio histórico sangriento. Hay que saber valorar la creación de este tipo de personajes y los argumentos que pretenden dar un aire nuevo a nuestro alrededor, un viento nuevo y fresco. Claro, que hay gente que no le gusta que le dé el viento en plena cara porque les ciega o porque se les mete cositas en los ojos, pero eso es vida. Pues esa es la característica de estas notables películas, tíos extraños pero con matices riquísimos esbozados en dos líneas. Un rico bagaje de gente corriente no tan corriente o tal vez, muy bien elegida para una película diferente.

Por tanto, muy aceptable distraimiento sobre asuntos que nadie se cree, pero que deleitan al espectador que no quiere vivir exclusivamente de la lógica acompañada de métodos tradicionales. Esta es una buena película que es otra historia, y muy aconsejable para corazones inquietos.

Pues sí, algún día un meteorito acertará de lleno en la bola pero llegará tarde, jajaja, porque ya no quedará nadie para aterrorizarse. Posiblemente, la civilización llevará miles de años extinta. Aunque aquí, sí. Estamos en la actualidad y la catástrofe definitiva que se avecina es presentada en plan de comedia. Y tenemos que reconocer que el ambiente es perfecto para el objetivo.

Vemos que algunos personajes no parecen sufrir mucho por lo que les espera, y es que ¡a esto hemos llegado! Unos sufren y otros se toman las cosas a cachondeo sin asimilar el inminente final, tomándose la vida como un chiste. Así se crea un contraste inicial muy bueno. Luego, el metraje destaca por la perspectiva de las redes sociales y las aplicaciones que hoy día, se puede decir, rigen el mundo.

La película tiene su punto canalla y su divertimento, e incluye unas esporádicas secuencias tipo documental, muy hermosas, que son reales, y que cada uno puede entenderlo como le dé la gana. Lo que intenta decir la película, creo yo, es que la naturaleza de este mundo, lo más hermoso, desaparecerá, y nadie piensa en ello.

En conclusión, yo lo que veo es que la realidad y la tontería van juntas de la mano. Así es el mundo. Unos ríen mientras el vecino llora. Unos aman estar integrados e interactuando en la globalización que nos domina, y otros, andan solos, intentando ganarse la vida miserablemente. Qué realidad tan amarga. O viviendo feliz, lejos del mundanal ruido, que también cuenta.

En plan crítica sobre la película, decir que se tiene la sensación que se repite algo y causa el efecto de como si sobraran algunos minutos. Luego, por entenderlo así, no por decir que está mal, incido en la personalidad de la presidenta USA y su hijo como jefe de gabinete, están excesivamente caricaturizados, pero tal vez sea así el día de mañana. Hay que ver la película porque te hace pensar, pero en fin, no te cambiará en nada. En definitiva, como crítica social vale. Nadie se lo tomará como algo personal. Nosotros somos perfectos y lo sabemos todo. La película es razonablemente entretenida y está bien hecha. Como siempre, Leonardo se sale.

En principio parece que la película tiene algo que contar, potencialmente pinta interesante. Para el que le guste el género policiaco/thriller se puede prever una película entretenida, al menos, con su jaleos ocultos de rigor, sus carreras, sus mujeres fatales y algún tiro por aquí y por allá.
Es cierto que el hecho que sea holandesa resta un poco de ganas a la hora de ponerte con ella, pero también es verdad que hay que dar un margen de confianza si quieres ver algo diferente. Y diferente es.
Lo primero es que Morgan C. Jones, que es el policía de la Interpol, ya ves que es distinto al prototipo que los americanos, por ejemplo, suelen poner para estos temas. Este menda es un tío feo, no se afeita, y encima no levanta un palmo del suelo, luego con esas gracias no le pondrán una mujer despampanante a su vera coladita por su huesos, y eso pues también puede ser un aliciente, no todos van a ser Jason Statham, y sigues con la curiosidad de ver cómo se va a valer el policía este con el entuerto que le claven.
Y hasta cierto punto consigues ir adentrándote en la trama pero lo malo es cuando empiezas a vislumbrar que el amigo, el señor Fox en la película, Simon Fox, mucho prometer, pero nada, y eso que tiene una conversación con un colega pelín interesante en un bar, y es que este señor está un poco desengañado de la vida. Le dice a su amigo: ¿Qué ha hecho el mundo por ti? Nada. El otro es que da esperanzas a la sociedad, cree que va ir a mejor en el futuro y cree en los políticos.
El caso es que nada, podía haber seguido por esa línea pero para su desgracia, el personaje, encima, empieza a caer mal. Mucha culpa lo tiene el guion. Luego están los aderezos que rodean al protagonista en relación a su padre fallecido, que son totalmente innecesarios y no te llevan a ninguna parte.
Al poli pronto empiezas a verle mal. Le ves un mochilero raterillo que encima va engañando y perjudicando a la gente que tranquilamente va en sus coches o robándolos, y no. Esa mierda de gente que se muera. Has pensado que podrías ver una película de un policía acosado por la angustia y un peligro inminente que le vaya dando fuerte y eso no lo ves. Me hubiera gustado que una mujer le diera un bofetón y le hiciera rodar por el suelo. Al final, está claro. Para polis raros ya tienes a Bronson y para gente pasada de rosca, mejor Jason Statham. Con ejemplos como estos le da a uno por pensar que ya está todo descubierto.

Una buena ocasión para adentrarse en la moda hippy de los sesenta y las minifaldas. Ahí está Herb Edelman que fue un actor proveniente del teatro que se le recordará por sus papeles humorísticos, en especial con aquellas partidas de poker en La extraña pareja. Las minifaldas le vuelven loco, ¡cómo lo vive el tío! También para papeles humorísticos nadie como el genial Peter Sellers, aquí haciendo un personaje que sufre una gran transformación. No es una película para reír aunque tiene sus secuencias divertidas, pero que no es ningún portento de film a tener en cuenta.
Entra de lleno en el extraño atractivo que ejerció esa cultura hippy y que llevó a mucha gente a cambiar el estilo de vida capitalista e interesado por la vida contemplativa y el amor. Y está bien representada. Parte de la figura de Peter Sellers como abogado y enseguida sale su hermano el hippy y de ahí hasta el final. Luego aparece Leigh Taylor-Young, que se estrenó en esto del cine y es una belleza muy apropiada para el papel de chica hippy.
El humor, como se supondrá, viene del choque de lo estirado, la pulcritud y lo consabido de la familia del abogado, con la vida feliz de la contemplación y los fumetas. En la primera no cabe todo el mundo, en la segunda cabe todo el mundo, incluso la gran familia inmigrante. Momentazo cuando el padre se pone a cantar Guadalajara en la fiesta hippy. Sí te ríes.