12 Críticas de los usuarios

El pisoteo, la avaricia, el ansia de poder, la humillación, la cuchillada trapera, la envidia cochina... todos estos aspectos laten bajo el argumento, por estúpido que sea, de cualquier película ambientada entre los despachos de un edificio de cristal.

La jornada laboral de la empresa constituye el paradigma la sociedad, y en consecuencia, se retratan en él los aspectos más extremos de la condición humana, al estar esta especie sometida a la presión de actuar sin reflexionar frente a situaciones de emergencia, en relaciones que en principio son profesionales, pero aterrizan casi siempre en lo personal.

Así, cualquier peliculilla del tres al cuarto cuya trama transcurra por los pasillos de una oficina, se hincha de carácter y personalidad, enriqueciéndose con una profundidad inesperada y cargándose de metáforas nacidas de la espontaneidad. Tal es la fuerza genética del espejo y el hormigón. Y así, una trama condenada al fracaso se torna interesante si haces que dos de sus personajes compartan ascensor.

Si además, tras una persiana, se dibuja a rayas y sombras la silueta de Michael Caine, y por las lamas entreabiertas asoman sus ojos escupiendo rabia al ser que sonríe cuando le dan fuego, automáticamente la película se hace buena. Y punto pelota.

Viva la madre que parió al tío que dobla a Michael Caine.

¿Por qué es tan fácil simpatizar con el protagonista? No por asesinar, por ligarse a la guapa de la oficina o por ser un triunfador, sino por rebelarse. A todos en un momento dado nos gustaría tener el valor de romper con las normas establecidas para sentirnos dueños de nuestro destino. Y de eso trata esta historia, de rebeliones, no de asesinatos. Al contrario que "American Psycho" (película que en mi opinión toma mucho de esta cinta, aunque quizá le pase a todas las que traten sobre ejecutivos agresivos psicópatas ochenteros), se centra en el por qué del asesinato, no en los crímenes en sí. Aquí lo importante es que el crimen tiene una razón de ser, un objetivo preciso; no hay violencia innecesaria, ni siquiera se muestra una gota de sangre, ni se mata por matar. Los directores y guionistas de películas innecesariamente sangrientas (excepto los de gore, que es un género por sí mismo) deberían tomar nota.

Técnicamente es una película correcta. Buenas interpretaciones tanto de Caine como de Will Patton, aunque los secundarios flojean un poco. La música y la fotografía flojean (aunque esto último puede ser porque lo que vi era una copia de una copia pasada demasiadas veces por televisión).

En definitiva, una película entretenida que merece la pena ser vista aunque sea una vez.

Otra vez un argumento no tan sólido pero sí entretenido.
Más que nada el giro que toma la historia cuando al protagonista parecen no salirle las cosas como quisiera.
Una buena escena al cortarse la luz y algo del suspenso de lo impredecible del protagonista.
Para verla en un día de lluvia

Un filme de media tabla, de bajo presupuesto, pero que cuenta un un gigante como Michael Caine.

La típica película que te encuentras a media tarde, sin nada mejor que hacer, de la que nada sabías. Y..... Buena.
Buena 'a secas', pero mejor que muchas otras súper-producciones con 100 veces mas presupuesto.

Saludos.

Una rareza del año 90, cuando vi la carátula pensé que se trataba de un tostón, pero no, la “cinta está potable”, está realizada de un modo descuidado, en un principio parece que hasta experimental diría yo, porque a veces pueden verse los micros sobrevolando las cabezas de los actores, y algunas panorámicas chapuceras que parecen hechas así a posta, otros movimientos de cámara que me recordaron a los típicos de Scorsese, también trabajan Elizabeth McGovern y el de “Local Hero” y el que dobla a Michael Caine es el que dobla a Jack Nicolson con su característica voz rasgada, también aparecerá en off en algunos momenos del film, para mí es algo que ayuda a hacer amena una película.

Tiene cualidades esta película que la hace destacable, sobre todo por su originalidad. La trama va de un ejecutivo que descubre que un cambio drástico del comportamiento puede ser vital para conseguir los objetivos deseados. Para ello es necesario que el cambio se realice de forma agresiva. Este punto de partida crea curiosidad en el espectador. El ejecutivo —Michael Caine— junto con otro compañero, empleados, ya maduros, en una gran empresa, si no son sumisos con la directiva, sí que están resignados a su mediocre papel y ven como sus aspiraciones de ascenso se van volando poco a poco según aparecen jóvenes valores más preparados.

El personaje de Michael Caine maquinará contra la directiva y contra todos con tal de no perder comba y se creerá un brujo poseedor de poderes sobrenaturales que le permitirán alcanzar sus objetivos, incluso si es necesario llegando al asesinato. Tenemos el paso a paso que va dando con un relato certero, expuesto pues de forma brillante y con el punto de humor negro bien ajustado.

Aparecerá pues el típico teniente de policía (Will Patton), inevitable en los thrillers de este género, que bajo sospechas, sin pruebas, tan solo guiado por su intuición ya que el asunto le huele raro, se dedique a incordiar al inteligente y audaz asesino muy al estilo del teniente Colombo. Hace gracia. Está trabajado muy a propósito y en el espectador crea inquietud porque se teme que pueda estropearlo todo. Y es que inevitablemente, te pones del lado del ejecutivo. Un punto más e importante a favor del director del film.

Y como este Ejecutivo Ejecutor transcurre por derroteros lejanos a lo convencional, la película consigue el agradecimiento por parte de aquellos espectadores que alguna vez desearon ser un brujo para salirse con la suya. "Tengo más poder en esta mano que el que puedas tener tú en toda tu vida."

Tiene su mérito esta película.

No me ha sacado demasiadas risas pero la sensación de presencia de humor negro en la cinta es constante, el cinismo de Caine siempre merece atención.

Simpática historia de intriga sazonada de humor negro y sarcasmo protagonizada por Michael Caine sobre la ambición desmedida de un ejecutivo resentido.

Toda una crítica al mundo empresarial con un personaje desairado al no concedérsele el ascenso que esperaba y que decide lograrlo a las bravas eliminando a sus competidores. Un ejecutivo maquiavélico y ambicioso que está dispuesto a lo que sea necesario para conseguir lo que quiere.

La película no es gran cosa pero la presencia de Caine es toda una garantía y ya es motivo de sobra para que merezca la pena verla.

Michael Caine es capaz de hacer llamar la atención de cualquier película (tenga mejor o peor pinta) por lo que ha sido capaz de demostrar en estas seis décadas de carrera profesional con grandes películas e interpretaciones, como en este caso donde su simple presencia ya es suficiente para darle el beneficio de la duda; si bien, hay otras presencias destacables como Will Patton o Elizabeth McGovern.

Michael Caine dejará ver en este caso una cara de villanía, de la que el público en general no está acostumbrado, aunque ha tenido otros papeles semejantes en otras producciones como 'La sentencia', donde interpretó a un viejo nazi. Y esta cara recordará en parte a 'American Psycho', debido a que sus personajes tienen ciertas similitudes. No es este filme mejor que la que protagoniza Christian Bale, pero se mantiene en un tono de cierto nivel que satisface las expectativas.

El actor inglés pone de su parte como no se podía esperar de otra manera y su interpretación y su personaje son el principal atractivo de la película. Sin llegar a ser totalmente visceral, es capaz de intimidar por el eficiente trabajo de Caine. Además, el soporte de los ya mecionados Patton y McGovern también hacen su papel en unos personajes de pocas capas, pero con interpretaciones sólidas. El guion de Andrew Klavan apuesta por un guion que en parte es como otras películas de la misma temática, pero mantiene un interés para saber cual va a ser el siguiente paso y como acabará todo mientras Graham Marshall (Caine) hace de las suyas e introduce, además, una voz en off que enriquece el relato que nos están contando.

Interesante también la lectura de rencores y poca piedad que existe en el mundo empresarial donde hay que aparentar una buena fachada para ir tirando. Es otra de las cosas positivas del largometraje.

Un filme, en definitiva, que para los fans del señor Caine seguramente les satisfaga. Como película, además, cuenta con puntos positivos y deja un poso grato de que no te han hecho perder el tiempo. Ciertamente, mejor productos así que otros con más ínfulas que luego resultan ser basura.

Graham Marshall (Michael Caine), es un ejecutivo del mundo de la promoción, un publicista que nunca ha conocido el fracaso y está convencido de que al fin va a lograr el ansiado ascenso de su vida. Pero cuando hace aparición la informática en la empresa, Graham queda relegado y es elegido un odioso colega para sustituirlo.
Jan Egleson dirige con gran agilidad y eficacia esta cinta de intriga tipo thriller, con un buen guión de Andrew Klavan que adapta muy bien la novela A shock to the System de Simon Brett. La trama se desarrolla con gran interés, siendo incluso una buena muestra de humor negro. Yo particularmente no me levanté ni un segundo de mi asiento en esta versión original que vi hace unos días. Colabora a ello una música interesante de Gary Chang y una buena fotografía de Paul Goldsmith, que incluye primerísimos planos del protagonista Caine y su malévola mirada.
El reparto es en esencia Michael Caine que resulta perfecto como el "mosquita muerta" que afila sus garras después de haber comulgado con “ruedas de molino” y tragado de todo, por su ambición y querer llegar a lo más alto. Caine hace una labor actoral de auténtico lujo como el gran cínico que interpreta, dispuesto a cualquier crimen o acción violenta, plan tirar la piedra y esconder la mano, lo cual que le sale a las mil maravillas. Acompañan a Caine Elizabeth McGovern, que hace un estupendo papel como secretaria engañada y atrapada en la tupida red de Caine, e igual gran interpretación de Will Patton; y otros actores y actrices todos en sintonía como Peter Riegert, Swoosie Kurtz, Jenny Wrigth, John McMartin, Barbara Baxley y Phill Moon.
Esta película es en cierto modo una metáfora de nuestro mundo, una especie de modelo en el que se puede mirar nuestra sociedad competitiva y despiadada, esta sociedad de la exclusión y la codicia. La empresa donde trabaja Graham retrata los aspectos más extremos de la condición humana en este tipo de mundo tóxico y de voracidad. Las oficinas y sus moradores componen un entorno en el que la presión de actuar sin reflexionar frente a situaciones de emergencia está omnipresente, en relaciones que en inicialmente son profesionales, pero que acaban en lo personal.
La acción se inicia y se desarrolla en gran medida en uno de esos edificios típico de oficinas, cristalizado, donde se respira el empujón, la zancadilla, el ansia de poder, la humillación o la envidia. El caso es que todos estos elementos subyacen en el argumento. Pero si lo pensamos, son parte del mundo en que vivimos, una mundo que lejos de ser cooperativo e inclusivo, es competitivo hasta el límite de lo despiadado, y excluyente con quien pierde el paso aunque más no sea por un solo segundo.
El caso es que ya ese medio de oficinas, de individuos que quieren estar en lo más alto, esto, ya de suyo le da carácter y personalidad a la película, pues la carga de alegorías nacidas de la espontaneidad y de la naturaleza de este tipo de ambientes que son las grandes empresas y corporaciones de alto standing. Es la fuerza genética del espejo y el hormigón que vino de los americanos del norte y que ya hemos hecho nuestra como un esqueje que ha agarrado entre nosotros como si hubiera estado desde siempre.
Así, lo que ocurre es que en esta peli hay tensión y hay odio y hay de todo menos de lo bueno, sobre todo, sirva a modo de chiste, cuando sus personajes comparten ascensor.
Pero eso no es nada si además, los ojos iracundos y rabiosos de Caine asoman tras una persiana en sombras que dibuja su silueta a rayas por entre las lamas entreabiertas. Caine sonríe impúdicamente cuando le dan fuego, incluso a la persona a la que piensa liquidar en la siguiente escena. Eso es mucho, pues la cara de Michael Caine, unido a su voz grave y a lo bien que interpreta su instinto asesino y vengador es de infarto. En este punto me atrevo a decir que estamos ante una buena y extraña película que creo pasó injustamente desapercibida.
En resumen, película técnicamente correcta, buenas interpretaciones de Michael Caine, como de Will Patton y Elizabeth McGovern. Yo, particularmente, la recomiendo, a ser posible en versión original.

En una época en donde el cine era más parecido al teatro, donde los efectos y los coloretes eran secundarios, la maravilla de la palabra y la gesticulación era la norma. Aquí tenemos una de las tantas facetas cambiantes de Caine, generando una ambientación que atrapa sin pretensiones y que se dirige a un público inteligente únicamente utilizando sus expresiones y dando un impulso a un guión soberbiamente escrito que le sienta como un guante. Es una pena que en la actualidad o media actualidad Caine se haya dedicado a apariciones esporádicas en escenas superfluas en películas igual de decadentes, porque en esta demuestra que los colorines y las excentricidades no hacen falta para cautivar al público.

Un jefe de sección del departamento de marketing de una importante empresa con sede en Nueva York que aspiraba al cargo de director, ve frustradas sus esperanzas y ilusiones al recibir la noticia que la plaza ha sido para un compañero suyo.
Película rara y extraña la que nos ocupa ya que más bien parece obra de un grupo de aficionados al cine y no de profesionales. Está realizada con un presupuesto ínfimo y se nota demasiado, tiene una dirección mecánica, es lenta y parsimoniosa, ligeramente aburrida y de bien seguro que no pasará a la historia del thriller.
Solo es posible su visionado sin caer en el más completo tedio por la actuación de Michael Caine, pues su sola presencia engrandece un film menor totalmente prescindible.
Resumiendo: Perdida de tiempo y paciencia, un 4 justito.