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2 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
2
El gran carnaval
La gran farsa.
Vamos a contar mentiras. La historia de un gran mentiroso.
El deporte como una de las mayores y más burdas estafas de la Modernidad; gigantesco negocio, engañabobos monstruoso y lucrativo. Ocultamiento de la información, medios de comunicación fraudulentos y vendidos, todas las empresas poderosas metidas para vender sus productos, jóvenes ambiciosos y sin escrúpulos convertidos en grotescos héroes, millones de parásitos alrededor de ellos, aprovechándose de ellos, viviendo de ellos, instituciones vergonzosas y vergonzantes forradas a su costa, políticos consentidores y aprovechados, y..., finalmente sí, también, millones de espectadores en todo el mundo con unas inmensas ganas de entretenerse (llenar el vacío de sus vidas), autoengañarse (volver a la infancia, cuando todo eran ídolos y esperanzas) y creer en algo.
Trepas, oportunistas de toda clase, familiares cómplices, entrenadores, médicos, directivos, marcas, gobiernos..., aficionados...
Pues sí, como decía aquel, el opio del pueblo. El deporte como la última y única religión que nos queda en Occidente, lo único que nos separa del abismo.
Y este documental colabora en la fiesta de la confusión y el juego de trileros. Intenta nadar y guardar la ropa, contentar a todo el mundo, pero eso sí, protegiendo de todas las maneras el mito (por increíble que parezca todavía hoy día hay mucha gente, sobre todo en Italia, que sigue "creyendo" en el "Pirata" volador), dejando caer conspiraciones ridículas y dando pábulo a las explicaciones estrepitosas de familiares, compañeros de deporte/droga y mentores (qué van a decir).
Deporte profesional (y a veces el que no lo es) = Droga/Dopaje. Si esta premisa tan básica y sencilla no la aceptamos, todo lo demás es inútil. No se entiende nada si no se tiene esto en cuenta: todos los deportistas que son algo (hay dinero en juego, empresas detrás, intereses...) se dopan a lo bestia, todo lo que pueden y más, sin ninguna duda. La cosa es que para ellos es lo normal, forma parte de su profesión, lo entienden y lo aceptan, saben que son las reglas del juego y adelante. No es posible ser deportista, de cierto nivel, y no doparse, el que no quiera pasar por el aro tendrá que dejarlo, o lo uno o lo otro. Luego está la inevitable hipocresía, el tener que mentir, el que nos los vendan como seres ejemplares ("un ejemplo para los niños", dicen en este documental, frase salvajemente cínica), como héroes a imitar, grandes personas que gracias a su voluntad y honradez han triunfado. En realidad son contravalores: la lucha depredadora en un ámbito inmoral, en el que para imponerse hay que hacer lo que sea, literalmente (se llegan a situaciones de terror casi inimaginables, aquí se habla de como los ciclistas morían durmiendo -EPO: la sangre se espesaba peligrosamente-, por lo que tuvieron que ponerse alarmas para que les avisaran cuando tenían el pulso demasiado bajo, es decir, ni el miedo a morir les detenía, solo por esta "anécdota" suena a risa -negra- cualquier justificación o intento de hacernos pasar este deporte por medio normal o aceptable).
Y Pantani: tuvo unas condiciones asombrosas y se dopó asombrosamente, de ahí su increíble capacidad competitiva. Fue más allá que los demás en todos los aspectos, más valiente, más ambicioso, más pillo, más insensato, más capaz, más estúpido, más mentiroso, más suicida, más voluntarioso, más trabajador, más caradura... más, de ahí su triste autodestrucción y su gran palmarés, sus maravillosas gestas y su sórdido final.
Y el documental: impecable en la narración de los hechos, lamentable en el enfoque; es vergonzoso que nos muestren las teorías conspiranoicas (se preguntan por qué le quitaron el Giro 99 -iba dopadísimo- y no se quejan del Tour 98 -iba igualmente dopadísimo-, que lo ganó después de que se retiraran/pillaran a montones de compañeros suyos y él siguiera como si nada, en una clara demostración de insolidaridad -dopadora- y sálvese quien pueda egoísta), que hablen de que tomaba cocaína, y que no investiguen su alucinante trayectoria médica (cuándo empezó, qué tomó...), que no digan nada de sus medias y registros cronométricos (metahumanos, marcianos, de ciencia ficción farmacológica, completamente imposibles para un cuerpo "sano") y que no pregunten a gente independiente (de verdad) que haya estudiado el tema con un mínimo de distancia y rigor, aunque también es cierto que hay poquísimos periodistas que valgan la pena, que no estén sometidos a la mentira oficial; para ellos falsear, ocultar y desinformar es lo mismo que para los deportistas doparse; parte del juego, no es negociable.
Interesante pero indignante documental.
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19 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Nacionalista pero bastante objetivo
Recuerdo que de mis épocas en las que ocasionalmente veía al ciclismo, Pantani era sin duda mi corredor preferido y es que la escalada es la parte mas sufrida, y también la mas épica del deporte, y es ahí donde se destaco el ciclista italiano que no tenia otra estrategia que empezar a atacar en cualquier puerto sin importar la distancia a la meta.

Tuvo un terrible accidente que casi le deja sin poder andar, quedo una pierna mas corta que la otra, un año y medio de recuperación, otra de esas historias para crear mitos.

El ciclismo, un deporte solitario que se hace por pasión y poco mas, hasta que se vuelven profesionales, llega el dinero, la presión, el doping, la corrupción y todo lo demás.

Pantani fue descalificado del giro cuando era líder en la ultima etapa por tener el hematocrito alto (52 cuando 50 es lo máximo permitido) y aunque nunca dio positivo por EPO fue suspendido por 15 dias. No pudo superarlo, no corrió el Tour de ese año porque se sentía humillado y comenzó a consumir cocaína. Ese mismo año llegaron las apuestas deportivas, había dinero en juego, y eso al final es lo que crea o saca campeones, había mucho dinero que ganar con su descalificación, o eso es lo que nos dicen.

Eso le llevo a una depresión y termino suicidándose de sobredosis de cocaína, le gustaba mucho la noche y las mujeres, que se le acercaban como a cualquier atleta de elite rico y medio famoso. Aunque el caso se reabrió y parece que fue la mafia quien lo asesino, una versión de película, que no molestara a nadie, contentara a su familia y no acabara con el mito. A saber.

El documental esta bien, por un lado repasa la carrera del ciclista desde joven, de su talento para la escalada, y a mitad del metraje meten el tema de las drogas. El Tour es una carrera tan dura que desde sus inicios los ciclistas se dopaban con heroína, brandy o una mezcla de ese tipo de sustancias. Hasta que muere un ciclista en 1967, ni siquiera se consideraba tomar este tipo de drogas como algo ilegal o incorrecto.

Después vino la EPO, ciclistas holandeses y belgas murieron mientras dormían, entonces se pusieron alarmas para despertarlos durante las noches cuando los pulsos eran demasiado bajos, si eso sucedía se ponían a pedalear en bicicletas estáticas para aumentar las pulsaciones.

Sale el escándalo del medico Franceso Conconi, el encargado de desarrollar un test de EPO para el CONI, CIO o la UC, que al mismo tiempo se dedico a dopar atletas con esa misma sustancia.

Los atletas son solo herramientas de un sistema donde un puñado de cerdos se enriquece a su costa. Vamos, como en cualquier otra industria, deportiva o no.

Las palabras de la madre:

"El deporte tiene que ser vida, el deporte no es muerte, el deporte debe ser algo bonito y sano. Me gustaría que fuese así. Yo apunte a mi hijo a hacer deporte porque el deporte significa salud y estar con buenas personas. Pero estoy descubriendo que no es así, no es así."
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