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El caballo de hierro (1924)

El caballo de hierro
150 min.
7,2
769
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Escena (MUDA)
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Sinopsis
Considerada la mejor película de la época muda de John Ford, un western alrededor del ferrocarril y el espíritu pionero de los Estados Unidos de América. El presidente Lincoln ha autorizado la construcción de un enlace entre las líneas ferroviarias de la Union Pacific y la Central Pacific. Un contratista (Will Walling) y un topógrafo (George O´Brien) emprenden viaje con el objetivo de trazar la ruta idónea, pero, aunque logran localizar un paso montañoso que permitiría el establecimiento de una conexión mucho más rápida de lo que se había esperado, el riesgo de que los nativos ataquen a los trabajadores amenaza con dar al traste con el ambicioso proyecto. (FILMAFFINITY)
Género
Western Cine mudo Trenes / Metros
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Iron Horse
Duración
150 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
7
Los muchachos del ferrocarril (6.9)
Una especie de ficción con vocación documental –aunque por aquel entonces este término ni existiría– que narra, con el sentido del espectáculo de John Ford –amor, humor (¡atención a la versión americana de nuestros "juicios rápidos"!), venganzas, indios, peleas y compañerismo–, algunas de las vicisitudes que acontecieron el tendido de la primera red ferroviaria transcontinental en Estados Unidos (1860-1869).

Aunque Ford se desenvuelve bien sin sonido (porque tenía mucho talento el tío), se nota a la legua que es un director sonoro. Comparen esta película con las de Chaplin o Keaton, y verán que el uso de textos es muchísimo mayor, y que la mímica se aprovecha mucho menos.
Precisamente el mayor inconveniente de "El caballo de hierro" es su excesiva duración. En una película muda, cuanto más quieras contar con palabras, más títulos aclaratorios tendrás que poner; y eso se traduce en más metraje, claro.

Muy interesante. Además de entretenida, educativa.
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16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
AL OESTE Y EN PRIMERA CON JOHN FORD
Creo que muy pocos aficionados pueden decir honestamente que conocen la obra de John Ford; sí se puede dominar su filmografía sonora, pero el resto... esa interminable ristra de filmes que se pierden en la noche del tiempo, cuando casi todos los planos eran fijos y las voces (no la música) inexistentes, siguen siendo un gran misterio para la mayoría.

Y esto tiene su importancia, porque la gran maestría narrativa y cinematográfica de Ford se desarrolló a lo largo de todos aquellos años del cine mudo, hasta el punto de que esta película puede considerarse ya una obra de madurez, un clásico, pues su autor, con apenas veintinueve años por entonces, llevaba a sus espaldas 39 largos, y unos cuantos cortos y medios más. Por lo tanto, en esta su cuadragésima realización, Ford demuestra ya un saber hacer y un dominio de los temas y el estilo muy notables, circunstancia que hace que el filme sea muy reconocible para sus seguidores, entre los que me cuento.

La película tiene un tono épico e histórico, pero sabiamente canalizado y humanizado por medio de los característicos personajes fordianos, que encarnan siempre la tenacidad ante las dificultades, así como el espíritu emprendedor de los pioneros, capaz de vencer todos los peligros en pos de la consecución de ese sueño de libertad y progreso que encarna el Oeste. Aunque existen unos protagonistas claramente marcados, Ford concede máxima importancia a los colectivos que hacen posible la línea férrea, ya sean inmigrantes europeos (irlandeses, italianos) o chinos; los personajes más cómicos del filme se encuentran aquí, con ese trío que conforman sargento, cabo y soldado, en el que podemos reconocer los arquetipos clásicos que tantas veces empleará Ford en sus obras posteriores. La película incluye también a los vaqueros, los indios y las mujeres, y plasma todos los momentos clásicos que caracterizan un Western, como las peleas de Saloon, los duelos, los ataques indios, la lenta pero incansable construcción de las vías, las cabalgadas a través de inmensos espacios, etc. También se mezclan, con pasmosa facilidad, fragmentos épicos, humorísticos y dramáticos, todos ellos bien resueltos, y sabiamente intercalados.

Leo que a algunos usuarios se les hace larga, quizás por cierta sobreabundancia de intertítulos; en efecto, el dominio del cine mudo de Ford, pese a ser considerable, no alcanza la excelencia de un Murnau o un Eisenstein, que no precisaban palabras para expresar todas las emociones posibles. No obstante, a mí no se me ha hecho pesada en ningún momento, y encuentro que es una obra muy ambiciosa, llena de momentos estupendos. Continúa en spoiler.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
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