Alicia (C) (1994)

Hay directores que tienen una chispa que directamente traspasa la pantalla, todas sus obras serán siempre recordadas no por lo espectacular de sus efectos especiales, ni siquiera por los increibles argumentos, más bien serán recordadas por la sinceridad de sus producciones. Porque existen realmente directores que hacen lo mismo que otros pero de una manera que aparece natural, como si viniera la cosa de serie. Son pocos los directores que consiguen esta cualidad, que las escenas vengan solas, que las tomas, por muy extrañas que sean aparezcan porque la película sea la que lo pida y no porque el director lo pida sin más. Balagueró no es una excepción, y a mi su sinceridad no me llega a través de la pantalla, más bien todo lo contrario.

Porque lo primero que pienso al ver el corto, al ver una imagen de Jesucristo ensangrentado con la menstruación de una muchacha, es que Balagueró tiene ganas de hacerse notar sea como sea. Y no es el problema esa escena en concreto, simplemente esa es la primera en la que sucede, el resto ya viene de la mano a partir de que el espectador ve que hay algo raro en todo esto, una falta de sinceridad enorme, un "quiero ser raro y me encantaría ser como Elias Merhige".

Quizá lo único que suceda es que el surrealismo de Balagueró para mi ha tenido una interpretación personal demasiado negativa, y el hecho de que prefiera hasta el cine experimental de Vladimir Todorovic antes que este pseudo producto de un director que se pone de moda y todos se dedican a mirar sus obras (pasdas y futuras) con diferentes ojos dice mucho de ello.

Por lo menos el corto da de qué hablar, cosa que otros ni por asomo, pero Balagueró no termina de ser santo de mi devoción. Quizá algun día aplauda el cine de Balagueró, pero ese día será solo cuando me crea lo que estoy viendo en pantalla.

Nadie puede negarle a Jaume Balagueró sus méritos como cineasta, aunque muchos continuen atacándole haciendo alusión al documental "OT La película". Una falta de respeto inmerecida, no cabe duda, cuando probablemente sea Balagueró el único director español (que sigue trabajando en España) capaz de crear cine de género interesante, ofreciendo resultados notables (REC) o menos sólidos (Frágiles), pero casi siempre valiosos. Sólo ha habido un antecedente que lograba lo mismo: Serrador.

Lo que más sorprende de Balagueró es que desde que empezó en esto poseía Cine en las venas, no fue algo que fuese puliendo con el tiempo, como si ha ocurrido con otros cineastas (sirva ver el rancio inicio de Tarantino, "My Best Friends Birthday"). Es una cineasta de raza que da la impresión de que sufrió un pequeño bajón en sus primeros largos, quizá como si hubiese intentado hacer algo diferente pero a la vez costumbrista, para llegar a todo el mundo, encontrándose sus mejores trabajos en los extremos de su carrera: principio y (por ahora) final. "Alicia" es su primer cortometraje* y es una ejemplificación perfecta de cómo el talento se tiene, o no se tiene, una relectura fascinante de "Alicia en el País de las Maravillas" que si viniese firmada por David Lynch o David Cronenberg sería considerada unánimemente una de las piezas surrealistas/experimetales clave de los últimos 20 años.

Balageró prescinde de la palabra y se dedica, con precisión de cirujano, a realizar una obra audiovisual que bebe de los cineastas citados pero que hermana directamente con otro de los más talentosos y personales directores canadienses de la actualidad, Guy Maddin. Perfectos encuadres, una soberbia fotografía en blanco y negro, notable puesta en escena y, sobre todo, un concepto claro, perfectamente llevado a cabo por Balagueró, que no se corta ni hace concesiones hacia el espectador que sólo concibe como válido el cine narrativo y que lo da todo mascado.

La imaginería de "Alicia" desborda la pantalla y es imposible evitar la fascinación por lo que se está viendo, se sea capaz de entenderlo, o no. Perfecto a nivel visual, rico en metáforas y significados (cada espectador podrá sacar uno), es sin duda uno de los debuts más portentosos que he tenido la oportunidad de ver en formato corto y muy superior a todo lo que ha hecho Balagueró posteriormente. Si siguiente corto, "Días sin luz" (1995) ya era más tradicional y en ciertos momentos se le notaban las costuras, pero seguía siendo valioso y meritorio, algo que a día de hoy sería imposible repetir en una época en la que experimentar y transformar el lenguaje ya no se valora, sólo se sataniza acompañándolo de palabras como "pretencioso" o "pedante".

*Balagueró hizo varios cortos antes que éste, pero no han sido mostrados al público, así que podríamos considerar este su debut.