Salvajes (2001)

Basada en la obra homónima de José Luis Alonso de Santos, es el debut en la realización de Carlos Molinero, aunque de ella participan un grupo de alumnos de la Escuela de Cine de Madrid. El resultado obtenido, además, es más que estimable, siendo "Salvajes" una áspera y buena película fundamentada en 2 pilares básicos: un argumento que da para el desarrollo de un drama desgarrado y sin concesiones, y, sobre todo, la interpretación maravillosa y llena de matices, de Imanol Arias (un inspector de policía descreído con el hígado destruido y amarrado al alcohol) y Marisa Paredes (una enfermera aparentemente sólida pero de gran fragilidad), dos corazones solitarios condenados a entenderse. Alrededor de estos elementos pulula el problema de la inmigración, del racismo de los nazis yogurines, de la desorientación juvenil actual, del desapego familiar y la falta de raíces.
Molinero narra con buen pulso, aunque no elige siempre bien la mejor opción, pecando de su lógica inexperiencia, abusando a veces de la cámara en mano y de movimientos de cámara algo inadecuados.

Casi es peor el fondo que la forma, la forma que el fondo, el fondo que la forma, la fronda de la senda amuerma el hondo pozo negro de tu desvelo.
En ambos aspectos o campos es completamente desastrosa.
Histérica, grotesca, mal hecha, borrosa, ampulosa, estrepitosa, compulsiva, melodramática, grosera, gruesa, escandalosa, ruidosa, chapucera, superficialmente obscena, obscenamente superficial o cochambrosa.