arrow

La carroza de oro (1952)

La carroza de oro
103 min.
6,9
709
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Disponible en:
free
Trailer
Ver 2 más
Sinopsis
América española, siglo XVIII. A una pequeña ciudad llega una compañía italiana de teatro. Camilla, la estrella del espectáculo, debe elegir entre tres hombres: el Virrey, un joven oficial y un torero. Es un homenaje a la Comedia del Arte. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Romance América colonial Siglo XVIII Teatro
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Le carrosse d'or
Duración
103 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
Links
7
La carroza
Primera de las tres películas (“French Cancan” y “Elena y los hombres”) dedicadas por el realizador francés Jean Renoir (1894-1979) al mundo del espectáculo. Escriben el guión Jean Renoir, Jack Kirkland, Renzo Avanzo, Giulio Macchi y Ginette Doymel, que se inspiran en el sainete “La carrosse du Saint Sacrement” (1829), de Prosper Merimée (1803-1870). Se rueda en la primavera de 1952 en Cinecittà Studios (Roma). Producida por Francesco Alliata para Panaria Film (Roma) y Hoche Productions (Paris), se estrena el 3-XII-1952 (Italia).

La acción dramática tiene lugar a mediados del XVIII, antes de la Revolución Francesa, en una pequeña ciudad sudamericana, en la que tiene la residencia habitual el virrey del Perú. Los personajes principales son Camila (Magnani), que en el teatro interpreta el papel de Colombina; don Antonio (Spadaro), jefe de los actores y actrices de la compañía e introductor del espectáculo; el virrey Ferdinand (Lamont); el torero Ramón (Rioli); el capitán Felipe Aguirre (Campbell) de las tropas coloniales españolas y otros. El torero es vanidoso, presumido, posesivo y celoso. El virrey es débil, ostentoso, frágil, contradictorio, posesivo y celoso. El capitán es aguerrido, idealista, posesivo y celoso. Camila, la primera actriz de la compañía italiana, es vitalista, apasionada y atractiva.

El film explora las relaciones entre apariencias y realidad, ficción y verdad, teatro y vida. Muestra las confusiones que se dan entre los extremos indicados, las diferencias que los separan y las razones que determinan la preeminencia de unos sobre otros. Muestra las grandes proporciones de vida que atesora el teatro y explica que a través del teatro se pone de manifiesto la verdad. Pese a haber mantenido opiniones diferentes en obras anteriores, Renoir en los años 50 considera que la sinceridad y la libertad residen en el teatro. La película rinde homenaje al teatro clásico, al teatro en general y, por extensión, al cine. La representación teatral o cinematográfica no tiene por objeto alejar al espectador de la realidad, sino explicársela. El teatro y el cine, como la novela, son medios de extraordinaria eficacia para la transmisión de la cultura y del conocimiento.

Los actores y el público se mezclan, combinan y confunden en más de una ocasión y a veces intercambian los roles, porque no hay fronteras definidas y claras entre ellos. En el film Renoir sitúa al protagonista en el centro de la acción llevado de la concepción según la cual es a través de los actores o actrices que la representación teatral (o cinematográfica) transmite emociones y sentimientos. En la cinta que comentamos Magnani es seleccionada como primera actriz y, como tal, acapara el protagonismo en atención a las concepciones que sostiene el realizador en aquellos momentos.

…/
[Leer más +]
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Polichinela, la simbolitis y el juego meta-referencial.
Aquejada de cierto simbolismo de chichinabo (la carroza, la moralidad de los protagonistas…), se puede justificar esa intención por las resonancias de la literatura del siglo XVII del guión, el barroquismo de la música de Vivaldi y por la condición de espectáculo con tendencia teatral bufa y de “comedia del arte” (atmósfera que Renoir consideraba necesario estilizar para contrarrestar así las connotaciones de cine “neorrealista” que incorporaba el rostro de Magnani).

Esta cinta contiene numerosos elementos a valorar, fundamentalmente –y más allá de la diva protagonista y la trama de enredo- el ejercicio escenográfico de Renoir a la hora de trazar paralelismos entre el espacio cinematográfico y la configuración teatral de la escena (ese tríptico en forma de escalera con varios niveles).

Esas reflexiones –leves- de metalenguaje son muy interesantes en sí mismas (el speech final de la Magnani sobre los mecanismos realidad-ficción, la aparición final del obispo donde se confunden los personajes con espectadores…), pero resultan también especialmente pertinentes en una cinta que, más que optar por una descripción realista, se dedica a declarar su veneración por el teatro como microscopio artificial de la condición humana, su más profunda melancolía para con esas obras de ficción que nacen, crecen, se independizan en nuestra inventiva… Y luego se cierran abruptamente. Con la torpeza de una muerte prematura.
[Leer más +]
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre La carroza de oro
Fichas más visitadas