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Maravillosa familia de Tokio (2016)

Maravillosa familia de Tokio
108 min.
5,6
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Sinopsis
Los tres hijos de una pareja que se acerca a su 50 aniversario de boda entran en shock cuando su madre pide el divorcio. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kazoku wa tsuraiyo
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2016: Festival Internacional de Valladolid - Seminci: Sección oficial
2017: Japan Academy Awards: 6 nominaciones
6
Del amor y sus ramificaciones
Con seguridad que no estamos ante un Ozu reencarnado o tan siquiera menor – como tampoco estamos ante una gran película del veterano maestro nipón Yôji Yamada – pero pese a su tono algo burlesco y convencional, desprende un poso de autenticidad en cuanto al retrato que ofrece sobre tres generaciones de una familia japonesa que viven bajo el mismo techo, sus relaciones, sus vinculaciones, sus proximidades y desencuentros, sus peleas y reconciliaciones, sus sinsabores y su nueva sabia irrefrenable que brota a cada paso y que prolongan la estirpe más allá del tronco acogedor. A veces no hace falta ofrecer una cinta redonda e impecable para abordar los misterios de la convivencia en pareja, basta con que haya un conjunto de características que nos revelen las trampas y dificultades cotidianas para convertirla en un acierto entrañable.

El humor nos puede parecer algo ganso y exagerado, más cercano al vodevil aparatoso que a una sutil comedia de costumbres, pero su textura resulta consistente y bien trabada y sus muecas se nos antojan reconocibles y cercanas pese a la lejanía cultural innegable que nos separa del país del sol naciente. Conviene fijarse en los detalles, en lo no dicho aunque sagazmente esbozado (como por ejemplo el secundario papel de la mujer japonesa, del todo sometida a la voluntad y los antojos del marido, o también la dificultad para verbalizar lo obvio, como si fuera un desdoro reconocer los propios sentimientos y dependencias más allá de lo convencional o de lo tácito). Es esa acumulación de gestos y rasgos lo que eleva esta obra más allá de lo previsible y de lo epidérmico.

Casi todas las escenas son llevadas hasta la farsa y el exceso paródico. Hay muchas muecas, mucho histrionismo y muchas reacciones extremas y sobreactuadas, pero si se acepta y abraza su acentuado y sesgado tono de sainete chusco e irrisorio se atisban los márgenes de una verdad que tiene miedo por manifestarse y decir su nombre. El exceso de recato y disimulo de la cultura japonesa parece que conlleva asociado que ciertos temas sólo pueden abordarse de forma oblicua e indirecta, como si el pudor impidiera nombrar a las cosas por su nombre y hubiera que optar por la parodia para aproximarse a las incongruencias de la vida. Quizás sea este rasgo lo que dificulte a más de un espectador occidental adentrarse en la propuesta.

En resumen, estamos ante una obra modesta y acogedora, más crítica y afilada de lo que pudiera parecer a simple vista, que si bien no alcanza niveles de gran cine, resulta cálida y sugerente.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Otra familia de Tokio
De vez en cuando está bien eso de practicar la desmitificación, sentir que uno es capaz de reírse de todo y de todos, hasta incluso de lo más sagrado. Y desde luego pocas cosas me parecen en el mundo más sagradas que el cine de Yasuhiro Ozu. En su película de 2013 “Una familia de Tokio” el veterano Yoji Yamada se acercaba de manera aceptable y respetuosa al peculiar universo cinematográfico del maestro a través de una versión actualizada de la emblemática “Cuentos de Tokio”. Ahora, cuatro años más tarde, Yamada vuelve con “Maravillosa familia de Tokio”, y le da la vuelta a la tortilla. Con los mismos mimbres de su obra anterior, con prácticamente todo su reparto y con un título casi idéntico, Yamada articula esta vez una comedia sentimental demasiado ligera y superficial, propensa más de lo deseable al trazo grueso.

En la película nos encontramos con una familia protagonista, tres generaciones de un mismo clan condenados a habitar bajo un mismo techo y a convivir con sus distintas peculiaridades e idiosincrasias. Hay hombres compartiendo sake y confidencias al calor del amor en un bar en la noche tokiota. Todo es demasiado reconocible y a la vez queda demasiado lejano, muy obvio y poco sutil. Por si a alguien no le queda del todo claro el asunto, uno de los personajes va y se pone en la tele el DVD de “Cuentos de Tokio”. Yamada no puede evitar la brocha gorda a la hora de dibujar a algunos de sus personajes y presentar la mayoría de las situaciones. Y así nos topamos con un cabeza de familia algo especial, una especie de Paco Martínez Soria en versión nipona (juro haber escrito mi comentario antes de leer a Jordi Costa), cuyo mundo se viene abajo el día en el que su mujer le anuncia su intención de pedir el divorcio. Lo que viene después se asemeja más a los supuestos de una “sit com” televisiva cutre de risas enlatadas que a otra cosa. Humor que linda a veces con lo pueril y el sonrojo (¿es necesario que algunos de los personajes sean tan, tan, tan ridículamente patosos?). Como se suele decir, se ve con la misma facilidad con la que se olvida. De momento, el maestro Kore-Eda puede seguir durmiendo tranquilo, de momento nadie va a arrebatarle el título honorífico de sucesor natural de Yasuhiro San.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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