Dependencia sexual (2003)

Presiones que comienzan a temprana edad, que uno debe aprender a lidiar con ellas para no complacer a esas voces que gozan con preguntas y ponerte a prueba acerca de decisiones de vida, primordiales para nuestro desenvolvimiento. Cinco relatos que engloban la opresión a la que toda persona en algún momento se ha visto expuesta de una u otra manera.

Un ejemplar fabuloso que no solo aborda la transgresión de la individualidad, sino que habla de la discriminación racial, social y valga la redundancia la sexual, no importando su contexto, da lo mismo estar en Bolivia o en Estados Unidos, en la calle que en el vestidor de un gimnasio, con la familia o los amigos. Las consecuencias dentro de esta cinta se resumen hacia la ignominia que representa todo acto de opresión (odio, burla, misoginia, homofobia, etc.) que imponen conductas que la misma sociedad va estableciendo.

Tal vez algunas de las cuestiones formuladas sean resueltas con el paso del tiempo y llegada la madurez; hoy el filme se presta mucho para incentivar la comunicación y tratar de evitar que las historias se repitan. Tal vez éste sea el punto más favorable de Rodrigo Bellot y su obra, la cual es fortuita, directa y puntual.

Solo algo que personalmente no me funciona, es el empleo de dos cámaras. Aun cuando todo el tiempo vemos la misma escena y con solo unos segundos de anticipación, particularmente no me ayuda a apreciar más de las interpretaciones convirtiéndose en suficiente distracción.

De presión se trata... depresión que se carga.

Cine boliviano escasísimo... mas creo que sustancial o al menos el importado.

En la juventud las relaciones sexuales van acompañadas en muchos casos de traumas que acompañarán al individuo durante toda su vida sin que este haga manifestación de ese problema. La película recorre una serie de casos de experiencias sexuales de jóvenes de ambos sexos, empezando en Bolivia y terminando en Nueva York. Cada uno de los casos va enlazado al siguiente en el especio y el tiempo de manera que para el espectador funciona como una sola historia. Y funciona muy bien. El guión en sí ya es muy interesante pero es la forma de realizarlo lo que llama la atención y lo que hace de esta película una obra muy interesante. Montar dos veces la misma película de forma distinta y ofrecer ambos montajes en una pantalla dividida es una buena idea y que requiere un sentido artístico y un cuidado lenguaje fílmico para que el espectador, para nada acostumbrado a este modo, no se canse y siga la película y la historia. En algunos momentos la fusión de ambas imágenes en la pantalla son de un gran interés dramático, como ocurre en el relato de la muchacha de color. La cámara se mueve casi siempre a mano y se utiliza con mucha frecuencia el zoom o el acercamiento a mano para aproximarse a los objetos o a los personajes lo cual hace que el ritmo se acelere en algunos momentos pero sin despistar al espectador, muy al contrario aumenta su interés. Me ha parecido una buena película y se la recomiendo a todo el que le gusta el cine pero teniendo en cuenta que si no dominas el inglés es conveniente que te busques unos subtítulos porque a mitad de la película, cuando la historia se traslada a los Estados Unidos, los diálogos son en este idioma.