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Voto de davilochi:
6
6,4
57
Drama
Ibro lleva a su hijo Armin de su pequeño pueblo bosnio a Croacia para hacer una audición para una película alemana sobre el conflicto balcánico. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante producto cinematográfico muy bien analizado por Amor Perro en su crítica. Sin embargo, personalmente me gustaría añadir algunas cosas.
Lo más destacable del film es que Emir Hadzihafizbegovic confirma en esta película lo que ya venía siendo evidente en otras de sus actuaciones como "Karaula", que es uno de los mejores actores de todos los Balcanes, capaz de adaptarse a cualquier tipo de papel con resultados más o menos notables. En cualquier caso se le siguen negando los papeles de protagonista principal, con ésta como única excepción, quizás. Pero además de éste nos encontramos con el papel de Armin Omerovic, todo un descubrimiento (podemos verlo también en "Put lubenica", con un papel bastante logrado también y cuya comparación con éste dará una idea de su virtuosismo) en este caso dada la complejidad de los sentimientos que tiene que manifestar de acuerdo con el guión. Pues bien, hay que decirlo, lo logra y con resultados más que satisfactorios. El actor tenía dieciséis años cuando se filmó la película y verdaderamente es difícil alcanzar la madurez que éste alcanza en esta película en todo lo referido al movimiento, la mímica del rostro... Un joven que porta la tristeza como rasgo definitorio de sí mismo (especialmente revelador es el momento en que tiene que ser fotografiado para el cásting, incapaz de mostrar una sonrisa convincente) pero que, al mismo tiempo, al ser esa misma tristeza parte integrante de su existencia es incapaz de catalogarla como tal, de entender que el ser humano pueda ser de otro modo, de ahí que se sorprenda ante las interpelaciones del fotógrafo. El ser humano aprende en base a la disposición de opuestos: frío-caliente; dulce-salado; triste-feliz; etc. El bueno de Armin no ha tenido la posibilidad de conocer el antónimo de la tristeza, la vida no ha sido propicia a la hora de mostrarle sus variados matices.
La relación que se teje entre el padre y el hijo es, de este modo, lo más destacable de la película. Verdaderamente es una relación que alcanza elevados grados de lirismo cinematográfico, que nos deja constantemente pendientes de esas evoluciones, tratando de ahondar un poco más allá de la superficie (que, por otra parte, todo sea dicho, el director no penetrará en ningún momento, de acuerdo con el talante del film, cualquier otra cosa habría sido hipócrita). Pero al fin y al cabo no creo que esto haga la película mejor o peor, simplemente la acerca a la realidad de la vida, al fin y al cabo ésta es algo plagado de silencios, lagunas, partes sumidas en la oscuridad que no se desea presentar a la luz, etc. Por eso el espectador no puede hacer otra cosa que lo que hace a menudo en muchos momentos de su vida: basarse en suposiciones con las pequeñas claves que los personajes nos van dejando. En este sentido creo que el intento de Ognjen Svilicic por mostrarnos la vida y sentimientos de las personas traumatizadas por la guerra es digna de elogio.
Lo más destacable del film es que Emir Hadzihafizbegovic confirma en esta película lo que ya venía siendo evidente en otras de sus actuaciones como "Karaula", que es uno de los mejores actores de todos los Balcanes, capaz de adaptarse a cualquier tipo de papel con resultados más o menos notables. En cualquier caso se le siguen negando los papeles de protagonista principal, con ésta como única excepción, quizás. Pero además de éste nos encontramos con el papel de Armin Omerovic, todo un descubrimiento (podemos verlo también en "Put lubenica", con un papel bastante logrado también y cuya comparación con éste dará una idea de su virtuosismo) en este caso dada la complejidad de los sentimientos que tiene que manifestar de acuerdo con el guión. Pues bien, hay que decirlo, lo logra y con resultados más que satisfactorios. El actor tenía dieciséis años cuando se filmó la película y verdaderamente es difícil alcanzar la madurez que éste alcanza en esta película en todo lo referido al movimiento, la mímica del rostro... Un joven que porta la tristeza como rasgo definitorio de sí mismo (especialmente revelador es el momento en que tiene que ser fotografiado para el cásting, incapaz de mostrar una sonrisa convincente) pero que, al mismo tiempo, al ser esa misma tristeza parte integrante de su existencia es incapaz de catalogarla como tal, de entender que el ser humano pueda ser de otro modo, de ahí que se sorprenda ante las interpelaciones del fotógrafo. El ser humano aprende en base a la disposición de opuestos: frío-caliente; dulce-salado; triste-feliz; etc. El bueno de Armin no ha tenido la posibilidad de conocer el antónimo de la tristeza, la vida no ha sido propicia a la hora de mostrarle sus variados matices.
La relación que se teje entre el padre y el hijo es, de este modo, lo más destacable de la película. Verdaderamente es una relación que alcanza elevados grados de lirismo cinematográfico, que nos deja constantemente pendientes de esas evoluciones, tratando de ahondar un poco más allá de la superficie (que, por otra parte, todo sea dicho, el director no penetrará en ningún momento, de acuerdo con el talante del film, cualquier otra cosa habría sido hipócrita). Pero al fin y al cabo no creo que esto haga la película mejor o peor, simplemente la acerca a la realidad de la vida, al fin y al cabo ésta es algo plagado de silencios, lagunas, partes sumidas en la oscuridad que no se desea presentar a la luz, etc. Por eso el espectador no puede hacer otra cosa que lo que hace a menudo en muchos momentos de su vida: basarse en suposiciones con las pequeñas claves que los personajes nos van dejando. En este sentido creo que el intento de Ognjen Svilicic por mostrarnos la vida y sentimientos de las personas traumatizadas por la guerra es digna de elogio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Se pueden criticar muchas cosas de este film, eso está claro. Por suerte somos libres de poder decidir qué nos gusta y qué no. Es obvio que esta película no resulta cómoda, por su extremado realismo, es decir, acaba siendo tediosa, pero tediosa como la vida misma puede llegar a ser con esa inacabable espera de uno no sabe qué, pero espera al fin y al cabo, angustiante; aún más si cabe por el hecho de no saber qué es lo que se busca: un cambio revolucionario, sí, pero en qué sentido, hacia dónde, a qué precio.
Aquí se nos plantea un tema un tanto bastante conocido, pero desde una perspectiva original. Además creo que no está de más volver a ahondar de vez en cuando en estas cuestiones que dejan un tanto malparada a la industria cinematográfica. Creo que, en este sentido, la película tiene su paralelismo serbio en la interesante "Zivot i smrt porno bande", por supuesto enfocada desde este prisma. Al fin y al cabo es una crítica a la gran industria cinematográfica que actúa como ave de rapiña sobre el ámbito privado de las personas tornándose invasivo y abandonándose en manos del más insensible amarillismo (el director parece no estar interesado en el virtuosismo de Armin con el acordeón en el momento en que descubre que éste puede estar completamente condicionado en su vida por un trauma de guerra, y desea mostrar esto al mundo). Muchos en Bosnia han hecho dinero vendiendo sus historias (algo que nos recuerda Gatalo en "Enter the Dragon"), algo que no me parece mejor ni peor, pues cada cual tiene derecho a hacer de su vida personal lo que quiera. Me parece noble la decisión de Ibrahim de rechazar la oferta de filmar un documental sobre Armin en tanto que él, a pesar del beneficio económico que algo así les podía reportar, sabe de sobra que su hijo no se va a sentir cómodo en esa situación y que sería violar un ámbito de su intimidad que tiene que resolver por sí mismo en el paso a la edad adulta. Al fin y al cabo éste se encuentra en un momento de tránsito y está tratando de encontrar el camino: esos primeros cigarros; la emoción del padre, sabedor de que ese es un momento iniciático en que el hijo ha decidido introducirse por voluntad propia dando muestra de su deseo por adoptar una personalidad propia (es entrañable el modo en que Armin se niega a que su padre acepte la posibilidad de que fume: forma parte del camino que nuestros padres no tengan conocimiento de este tipo de hábitos durante la juventud).
El regreso a Bosnia es de lo más interesante, el reencuentro con ese vecino frente al kiosco donde para el autobús: las mismas palabras rutinarias de siempre, el cansancio que reflejan pero la ritualística que conllevan... es verdaderamente hermoso: llevaremos a cabo un cambio, pero éste tendrá que venir desde dentro, en Bosnia, por más difícil que pueda parecer. "Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido..." dijo una vez un maestro.
Aquí se nos plantea un tema un tanto bastante conocido, pero desde una perspectiva original. Además creo que no está de más volver a ahondar de vez en cuando en estas cuestiones que dejan un tanto malparada a la industria cinematográfica. Creo que, en este sentido, la película tiene su paralelismo serbio en la interesante "Zivot i smrt porno bande", por supuesto enfocada desde este prisma. Al fin y al cabo es una crítica a la gran industria cinematográfica que actúa como ave de rapiña sobre el ámbito privado de las personas tornándose invasivo y abandonándose en manos del más insensible amarillismo (el director parece no estar interesado en el virtuosismo de Armin con el acordeón en el momento en que descubre que éste puede estar completamente condicionado en su vida por un trauma de guerra, y desea mostrar esto al mundo). Muchos en Bosnia han hecho dinero vendiendo sus historias (algo que nos recuerda Gatalo en "Enter the Dragon"), algo que no me parece mejor ni peor, pues cada cual tiene derecho a hacer de su vida personal lo que quiera. Me parece noble la decisión de Ibrahim de rechazar la oferta de filmar un documental sobre Armin en tanto que él, a pesar del beneficio económico que algo así les podía reportar, sabe de sobra que su hijo no se va a sentir cómodo en esa situación y que sería violar un ámbito de su intimidad que tiene que resolver por sí mismo en el paso a la edad adulta. Al fin y al cabo éste se encuentra en un momento de tránsito y está tratando de encontrar el camino: esos primeros cigarros; la emoción del padre, sabedor de que ese es un momento iniciático en que el hijo ha decidido introducirse por voluntad propia dando muestra de su deseo por adoptar una personalidad propia (es entrañable el modo en que Armin se niega a que su padre acepte la posibilidad de que fume: forma parte del camino que nuestros padres no tengan conocimiento de este tipo de hábitos durante la juventud).
El regreso a Bosnia es de lo más interesante, el reencuentro con ese vecino frente al kiosco donde para el autobús: las mismas palabras rutinarias de siempre, el cansancio que reflejan pero la ritualística que conllevan... es verdaderamente hermoso: llevaremos a cabo un cambio, pero éste tendrá que venir desde dentro, en Bosnia, por más difícil que pueda parecer. "Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido..." dijo una vez un maestro.