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Voto de Berbizier:
9
8,4
28.455
Comedia. Drama. Aventuras
Obra maestra de Chaplin, en la que interpreta a un solitario buscador de oro que llega a Alaska, a principios de siglo, en busca de fortuna. Una fuerte tormenta de nieve le llevará a refugiarse en la cabaña de un bandido. En 1942 fue reestrenada en versión sonora. (FILMAFFINITY)
27 de abril de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Combinando las listas de las películas más importantes de la Historia según los más expertos, he obtenido una lista de listas con 100 títulos. Ordenadas por año, dejo aquí mi breve comentario completamente subjetivo que irá siempre en spoiler. He dividido las cien elegidas en cinco grandes grupos, de una a cinco estrellas, siendo cinco el máximo, que corresponde a las más citadas.
Película nº 5: La quimera del Oro (1925)
Grupo: (* *)
Película nº 5: La quimera del Oro (1925)
Grupo: (* *)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El mensaje universal
Uno de los ejercicios mentales más estimulantes que he realizado ha sido contemplar cronológicamente la obra de Chaplin desde sus primeros cortometrajes hasta “La quimera del oro”. Por buscar una comparación cursi, es como ser testigo del crecimiento de un cerezo hasta que florece. Cada corto va tomando lo mejor del precedente, cada película va apoyándose en la anterior hasta convertirse en una prolongación mejorada, como si fueran, efectivamente, ramas del mismo árbol.
Yo creo que esa es una de las dos claves de la genialidad de esta obra, su carácter de “obra maestra”, en el sentido de los antiguos talleres gremiales de artesanos: la obra que doctora definitivamente al brillante oficial, consagra sus conocimientos adquiridos y lo convierte en maestro.
La otra clave es obvia, al menos para mí. Nadie como Chaplin ha sabido crear un lenguaje tan universal, basado en un personaje que desde la primera imagen traspasa la pantalla, yo diría que en todo el siglo XX. Ni en Cine, ni en Literatura, ni en Televisión. Su hombrecillo es mucho más que un prototipo: rabiosamente individualista, lleno de optimismo, de sentimientos comunes pero reacciones personalísimas, portador de un concepto único de la educación y la elegancia, así como de un manual de superviviente tan prolijo como improvisado. Es, además, el triunfo absoluto de la sencillez, de los sentimientos y de las formas.
Uno de los ejercicios mentales más estimulantes que he realizado ha sido contemplar cronológicamente la obra de Chaplin desde sus primeros cortometrajes hasta “La quimera del oro”. Por buscar una comparación cursi, es como ser testigo del crecimiento de un cerezo hasta que florece. Cada corto va tomando lo mejor del precedente, cada película va apoyándose en la anterior hasta convertirse en una prolongación mejorada, como si fueran, efectivamente, ramas del mismo árbol.
Yo creo que esa es una de las dos claves de la genialidad de esta obra, su carácter de “obra maestra”, en el sentido de los antiguos talleres gremiales de artesanos: la obra que doctora definitivamente al brillante oficial, consagra sus conocimientos adquiridos y lo convierte en maestro.
La otra clave es obvia, al menos para mí. Nadie como Chaplin ha sabido crear un lenguaje tan universal, basado en un personaje que desde la primera imagen traspasa la pantalla, yo diría que en todo el siglo XX. Ni en Cine, ni en Literatura, ni en Televisión. Su hombrecillo es mucho más que un prototipo: rabiosamente individualista, lleno de optimismo, de sentimientos comunes pero reacciones personalísimas, portador de un concepto único de la educación y la elegancia, así como de un manual de superviviente tan prolijo como improvisado. Es, además, el triunfo absoluto de la sencillez, de los sentimientos y de las formas.