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Voto de claquetabitacora:
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Drama. Aventuras
Un joven presidiario de apenas veinte años logra escapar de la cárcel con la ayuda de su esposa, casi una niña. Lo que se propone es recuperar a su hijo, cuya custodia ha sido entregada por la ley a una familia de acogida. Lo sorprendente es que la fuga se produce a pesar de que la pareja tiene serias limitaciones mentales. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habiendo conseguido el beneplácito de crítica y público en 1971 con “El diablo sobre ruedas (Duel)”, el siguiente proyecto de Steven Spielberg, su salto a la gran pantalla desde la televisión, fue un giro radical por su parte tanto en forma como en fondo. Es más que probable que todo el mundo esperara un producto similar, una propuesta arriesgada y de envergadura similar a la del camión asesino. Por extraño que pareciese, “The Sugarland Express” (aquí se decidió traducir por “Loca evasión”), cuyo guión procedía de las manos de Hal Barwood y Matthew Robbins, era todo lo opuesto al espectáculo tenso y radical que ofrecía aquella película de suspense con envoltorio de road movie y monstruo metálico en el interior. Aquí nos encontramos con un proyecto menos llamativo, mucho menos espectacular, exento de adrenalina pero con las formas reseñables del Spielberg más íntimo, más sentimental y que poco a poco irían dando forma a las mimbres empleadas a lo largo de toda su filmografía y cinematografía.
Para empezar nos encontramos con una historia basada en hechos reales. Ila Fae Holiday y Robert Dent son la pareja originaria mientras que Goldie Hawn y William Atherton los interpretan. Se nos ofrece una película sencilla y rural donde la clase baja (la tan cacareada White trash americana) se convertía en un circo mediático a través del objetivo de la crítica social y moral. Hoy, de suceder algo así, sus protagonistas irían a las cadenas televisivas previo cheque en blanco para arañar unos cuantos ceros a riesgo de exponer sus miserias y su privacidad a todo tipo de críticas y observaciones. Algo completamente ajeno en la década de los 70 donde la pareja central eran convertidos en una especie de héroes locales pero que a su vez mantenían en jaque a todo un país. Tan sólo hay que ver la escena donde los coches de policía persiguen a los fugados, en fila india, como si estuviesen en cierta forma al servicio del espectáculo. Actualmente todo sería mucho más mediático pero sin tanta complicidad popular.
Queda claro que en manos de otro director este título hubiese acabado tomando cierto toque o enfoque telefilmesco (aunque aún quedaba un poco para que tal adjetivo tuviese tanto revuelo o razón de peso como calificativo en críticas cinéfilas). Pero Spielberg se calza, él solo, con veintipocos años, una historia de fracasados que no pueden evitar serlo y que llegan a vanagloriarse en cierta forma de ello, creyendo estar en la línea del éxito a pesar de no saber hacia dónde ir ni si el futuro les augura una vida mejor con sus decisiones a la desesperada. Sin lugar a dudas su vida es un callejón sin salida. La escena en la que él ve el corto del correcaminos y comprende que sus vidas son como las del Coyote, sin éxito y con la desgracia a la vuelta de la esquina, es tan concisa que abruma. Una forma de llegar a la conclusión de que no les queda otra razón que vivir al límite con las malas decisiones que la desgraciada vida les ha hecho elegir aún creyendo estar en posesión de una posibilidad efímera por conseguir algo mejor o salir indemnes de una colección de tropiezos (evitables o elegidos).
Tristemente, a poco que uno rasque la superficie de esta road movie descubrirá que hay algo más en el fondo. La misión de estos dos perdedores sin remedio, hijos de una parte de la población que no ha tenido suerte en la vida ni tampoco oportunidad de enmienda, es conseguir recuperar a su hijo quien se encuentra en manos de una familia de acogida y que los servicios sociales van a darles en adopción pues ellos podrán mantenerlo, separándole de una vida abocada al fracaso. Pero como toda bala perdida que se precie no saben (o no llegan a ser conscientes de ello) que no pueden ganar. Goldie Hawn como Lou Jean Sparrow Poplin, preciosa, jovial e ignorante, es una cría en cuerpo de adulta. Esa recolección de puntos canjeables, ese deseo de maquillarse porque en la foto sale fea o esa confianza progresiva con el policía secuestrado al que le hace firmar con autógrafo el periódico demuestra que es una, tristemente, ingenua que no llega a ser consciente de sí misma ni de que su infantiloide actitud es fruto de una falta de oportunidades. Es la carta marcada de una partida que no tiene solución ni resultado favorable. Y lo mismo sucede con la pareja de ésta. William Atherton como Clovis decide seguir la loca propuesta de ella y escapar de la cárcel para ir en busca de su hijo cuando tan sólo le quedaban cuatro meses de condena. Ambos forman la típica familia resquebrajada, rota, impulsiva e infantil que va solucionando y trampeando el temporal a base de errores pero apenas aciertos.
- continúa en spoiler -
Para empezar nos encontramos con una historia basada en hechos reales. Ila Fae Holiday y Robert Dent son la pareja originaria mientras que Goldie Hawn y William Atherton los interpretan. Se nos ofrece una película sencilla y rural donde la clase baja (la tan cacareada White trash americana) se convertía en un circo mediático a través del objetivo de la crítica social y moral. Hoy, de suceder algo así, sus protagonistas irían a las cadenas televisivas previo cheque en blanco para arañar unos cuantos ceros a riesgo de exponer sus miserias y su privacidad a todo tipo de críticas y observaciones. Algo completamente ajeno en la década de los 70 donde la pareja central eran convertidos en una especie de héroes locales pero que a su vez mantenían en jaque a todo un país. Tan sólo hay que ver la escena donde los coches de policía persiguen a los fugados, en fila india, como si estuviesen en cierta forma al servicio del espectáculo. Actualmente todo sería mucho más mediático pero sin tanta complicidad popular.
Queda claro que en manos de otro director este título hubiese acabado tomando cierto toque o enfoque telefilmesco (aunque aún quedaba un poco para que tal adjetivo tuviese tanto revuelo o razón de peso como calificativo en críticas cinéfilas). Pero Spielberg se calza, él solo, con veintipocos años, una historia de fracasados que no pueden evitar serlo y que llegan a vanagloriarse en cierta forma de ello, creyendo estar en la línea del éxito a pesar de no saber hacia dónde ir ni si el futuro les augura una vida mejor con sus decisiones a la desesperada. Sin lugar a dudas su vida es un callejón sin salida. La escena en la que él ve el corto del correcaminos y comprende que sus vidas son como las del Coyote, sin éxito y con la desgracia a la vuelta de la esquina, es tan concisa que abruma. Una forma de llegar a la conclusión de que no les queda otra razón que vivir al límite con las malas decisiones que la desgraciada vida les ha hecho elegir aún creyendo estar en posesión de una posibilidad efímera por conseguir algo mejor o salir indemnes de una colección de tropiezos (evitables o elegidos).
Tristemente, a poco que uno rasque la superficie de esta road movie descubrirá que hay algo más en el fondo. La misión de estos dos perdedores sin remedio, hijos de una parte de la población que no ha tenido suerte en la vida ni tampoco oportunidad de enmienda, es conseguir recuperar a su hijo quien se encuentra en manos de una familia de acogida y que los servicios sociales van a darles en adopción pues ellos podrán mantenerlo, separándole de una vida abocada al fracaso. Pero como toda bala perdida que se precie no saben (o no llegan a ser conscientes de ello) que no pueden ganar. Goldie Hawn como Lou Jean Sparrow Poplin, preciosa, jovial e ignorante, es una cría en cuerpo de adulta. Esa recolección de puntos canjeables, ese deseo de maquillarse porque en la foto sale fea o esa confianza progresiva con el policía secuestrado al que le hace firmar con autógrafo el periódico demuestra que es una, tristemente, ingenua que no llega a ser consciente de sí misma ni de que su infantiloide actitud es fruto de una falta de oportunidades. Es la carta marcada de una partida que no tiene solución ni resultado favorable. Y lo mismo sucede con la pareja de ésta. William Atherton como Clovis decide seguir la loca propuesta de ella y escapar de la cárcel para ir en busca de su hijo cuando tan sólo le quedaban cuatro meses de condena. Ambos forman la típica familia resquebrajada, rota, impulsiva e infantil que va solucionando y trampeando el temporal a base de errores pero apenas aciertos.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En el otro lado de la balanza nos encontramos con Ben Johnson, el capitán de policía que siente cierta lástima por esos dos desgraciados pero que a su vez debe realizar su trabajo porque se debe a él. Una especie de padre que a fin de cuentas entiende que son fruto de una sociedad que mira a otro lado cuando las nuevas generaciones no forman parte del sistema establecido y que en vez de arreglarlo prefieren deshacerse de ellos ante la vergüenza sufrida. Una muestra de botón al respecto es el padre de ella quien no duda en proponer que la maten por ser una desgraciada sin remedio. Una evasiva hacia la responsabilidad paterna tan concisa que estremece demostrando que prefiere que otros acaben con el problema en vez de poner solución él mismo debido a una mala educación o la ausencia de ésta misma como cabeza de familia. La otra cara de la moneda es la situación acomodada, segura, tranquila y adecuada en la que se encuentra el bebé, completamente ajeno a la vida compleja, errante y para nada adecuada de sus padres naturales. Algo que suscita un discurso moral realmente atractivo.
La fotografía melancólica, casi crepuscular de Vilmos Zsigmond junto con la partitura de John Williams extremadamente sensible (dos tonos diferenciados entre la épica y la desgracia) son partes fundamentales en el cómputo de elementos que se convierten en un envoltorio preciso dotando al filme de un enfoque íntimo, sensible y por ende trágico. Es cierto que quizás el tono juega a medias con la comedia y el drama siendo un poco indefinido en muchos puntos pero a pesar de ello cuenta con momentos realmente conseguidos como el acorralamiento de los cazadores furtivos, paletos ignorantes que disfrutan apretando el gatillo como si la pareja protagonista fuese una presa fácil, la llegada al pueblo donde serán recibidos como auténticos héroes locales recibiendo los vítores y loores de una sociedad habida de sensaciones nuevas enfocadas en personajes mediáticos de medio pelo o la llegada a la casa donde la resolución final es tan brusca, seca y a la vez tan inesperada que demuestra porqué Spielberg es quien es (la realización y la posición de la cámara es magnífica). Todas estas escenas son prueba fehaciente de que nos encontramos con alguien que aún le quedaban unos metros para alcanzar la cúspide del Hollywood contemporáneo por derecho propio pero poco le faltaba para conseguirlo.
Está claro que “Loca evasión” es una película no irregular pero sí de difícil percepción, que gana muchos enteros cuantos más visionados se le ofrecen pero que de buenas a primeras descoloca o no redondea, más aún siendo, precisamente, un filme realizado por Steven Spielberg. Uno como espectador puede llegar a sentir la desgracia de una vida nada fácil a pesar de menospreciar las actitudes y decisiones en según qué momentos de la pareja protagonista. Es un camino difícil y no se puede evitar sentir cierta resignación (compasión en cierto sentido) ante una situación de tal calibre, más aún cuando se demuestra que todo está decidido en pos o a favor de reunir a la familia a pesar de ser disfuncional. Por lo demás, está claro que es un título poco conocido dentro del currículum del director pero que bien merece la pena descubrirlo. Más seria de lo que pueda parecer, con una crítica social en el interior realmente concienzuda y hasta cierto punto cruda pero que tristemente, quizás, todo se pierde un poco al no tener un tono más conciso o concreto. Pero desde luego es un título aceptable dentro de los filmes menores del maestro. Con razón el Festival de Cannes de 1974 decidió otorgarle el premio al mejor guión. Los antihéroes se convierten en forajidos de la justicia de un sistema que no supo qué hacer con ellos y por ellos.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2017/12/22/critica-loca-evasion-steven-spielberg-1974-no-hay-salida/
La fotografía melancólica, casi crepuscular de Vilmos Zsigmond junto con la partitura de John Williams extremadamente sensible (dos tonos diferenciados entre la épica y la desgracia) son partes fundamentales en el cómputo de elementos que se convierten en un envoltorio preciso dotando al filme de un enfoque íntimo, sensible y por ende trágico. Es cierto que quizás el tono juega a medias con la comedia y el drama siendo un poco indefinido en muchos puntos pero a pesar de ello cuenta con momentos realmente conseguidos como el acorralamiento de los cazadores furtivos, paletos ignorantes que disfrutan apretando el gatillo como si la pareja protagonista fuese una presa fácil, la llegada al pueblo donde serán recibidos como auténticos héroes locales recibiendo los vítores y loores de una sociedad habida de sensaciones nuevas enfocadas en personajes mediáticos de medio pelo o la llegada a la casa donde la resolución final es tan brusca, seca y a la vez tan inesperada que demuestra porqué Spielberg es quien es (la realización y la posición de la cámara es magnífica). Todas estas escenas son prueba fehaciente de que nos encontramos con alguien que aún le quedaban unos metros para alcanzar la cúspide del Hollywood contemporáneo por derecho propio pero poco le faltaba para conseguirlo.
Está claro que “Loca evasión” es una película no irregular pero sí de difícil percepción, que gana muchos enteros cuantos más visionados se le ofrecen pero que de buenas a primeras descoloca o no redondea, más aún siendo, precisamente, un filme realizado por Steven Spielberg. Uno como espectador puede llegar a sentir la desgracia de una vida nada fácil a pesar de menospreciar las actitudes y decisiones en según qué momentos de la pareja protagonista. Es un camino difícil y no se puede evitar sentir cierta resignación (compasión en cierto sentido) ante una situación de tal calibre, más aún cuando se demuestra que todo está decidido en pos o a favor de reunir a la familia a pesar de ser disfuncional. Por lo demás, está claro que es un título poco conocido dentro del currículum del director pero que bien merece la pena descubrirlo. Más seria de lo que pueda parecer, con una crítica social en el interior realmente concienzuda y hasta cierto punto cruda pero que tristemente, quizás, todo se pierde un poco al no tener un tono más conciso o concreto. Pero desde luego es un título aceptable dentro de los filmes menores del maestro. Con razón el Festival de Cannes de 1974 decidió otorgarle el premio al mejor guión. Los antihéroes se convierten en forajidos de la justicia de un sistema que no supo qué hacer con ellos y por ellos.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2017/12/22/critica-loca-evasion-steven-spielberg-1974-no-hay-salida/