Vestida de Azul fue un documental pionero en España en tratar la transexualidad.

Su director, Antonio Giménez Rico, selecciono inteligentemente seis perfiles diferentes de transexuales de la escena madrileña. Él mismo reconoce que intentó encontrar algún caso que no se dedicara a la prostitución y no encontró a nadie (lo cual ya es muy significativo del estado del colectivo).

La fuerza del film es su verdad. El director concentra a sus seis personajes en el Palacio de Cristal de Madrid, y las deja que hablen, sin guion previo. Eva, Renée, Loren, Josette, Tamara y Nacha nos muestran con una apabullante humanidad y naturalidad como es su vida en términos de exclusión social (Sin asistencia sanitaria, sin DNI que cuadre con su género, sin poder acceder a trabajos convencionales, perseguidas por las Leyes de Vagos y Maleantes). Giménez Rico desgrana con una mirada muy limpia, sin ridiculizar ni buscar el morbo, situaciones de su cotidianidad: la mili, sus actuaciones en los cabarettes (más cerca del freakshow), sus clientes de clase alta, sus bodas o relaciones con mujeres, su situación social por pertenecer a colectivos doblemente marginados (gitanas, edad madura).

El film transgresor en su momento, programó en el Festival de San Sebastián, y en el Festival de Chicago de 1983. Se estrenó en salas comerciales, con 250.000 espectadores. Y durante mucho tiempo estuvo sin distribución, ni posibilidad de visionado en formato digital. Un film de culto, maldito en toda regla. Imprescindible para entender la lucha del colectivo (y de cualquier minoría discriminada) en la sociedad española, supuestamente democrática, pero con grandes problemas de tolerancia en cuanto a diversidades psico-afectivas.

Imprescindible, irrepetible, honesto, lúcido.