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Voto de Miquel:
7
7 de marzo de 2010
36 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer largometraje del realizador británico John Schlesinger (“Cowboy de medianoche”, 1969). El guión, de Frederic Raphael, desarrolla un argumento de J. Schlesinger, Joseph Janni y Frederic Raphael. Se rueda en escenarios reales de Inglaterra (Londres, Bristol, Brentford, Berkshire, aeropuerto de Heathrow...), Francia (París) e Italia (Florencia y Capri) y en los platós de Shepperton Studios (Shepperton, Inglaterra). Nominado a 5 Oscar, gana 3 (actriz, vestuario y guión original) y un Globo de oro (película extranjera). Producido por Joseph Janni para Joseph Janni Productions, Vic Films y Appia Films, se proyecta por primera vez en público en julio de 1965 (Festival de Moscú).
La acción dramática tiene lugar en 1964, en Londres, París, Roma, Capri y la campiña italiana. Diana Scott (Christie) es una hermosa joven, de 20 años, natural de Sussex, que en Londres trabaja como modelo fotográfica y actriz de cortos publicitarios. De apariencia fría y de espíritu libre, desea llegar a lo más alto en el mundo de la fama, el dinero y la posición social. Casada con Tony Bridges (Bowen), se relaciona con Robert Gold (Bogarde), periodista de la televisión; Miles Brand (Harvey), hombre de negocios con influencias en la industria de la moda y los círculos de la “jet set”; Malcolm (Curram), fotógrafo gay; Cesare della Romita (Vilallonga), un noble italiano, viudo, padre de 7 hijos; y con muchos famosos, bohemios y libertinos de la alta sociedad londinense. Es guapa, inteligente, fotogénica, encantadora y ambiciosa. Le gusta la aventura y busca la felicidad plena.
El film suma drama, romance y crítica social. Elabora una parábola sobre el mito de la felicidad. Con el estilo realista y crítico del “Free Cinema”, presenta un retrato de la sociedad de los famosos en el Londres de los 60. La narración, hecha en flashback y a cargo de la protagonista, se desarrolla de modo distante, objetivo y frío, propio del cine que se impone en aquellas fechas. Explora las transformaciones que en los primeros 60 afectan a la moral, y a los usos y costumbres sociales. Frente a la moral tradicional, plagada de prohibiciones y tabús, las nuevas concepciones asumen como normales, razonables y lícitos temas demonizados hasta entonces, como el aborto, el divorcio, el abandono del hogar por la mujer, la infidelidad conyugal, la homosexualidad y la promiscuidad.
Ofrece escenas abocetadas, pero suficientemente claras, de sexo oral, sexo múltiple, sexo interracial, bisexualidad (camarero del bar), sexo gay, etc. Presenta a Malcolm (Curram) como homosexual que no se siente traumatizado por el hecho de serlo y que vive su orientación sexual con naturalidad. Él y Diana mantienen una amistad sincera, como corresponde a personas corrientes. Usa un atrevimiento y una desenvoltura inusuales hasta entonces en el tratamiento de viejos tabús carentes de fundamento, marcando un precedente en cine que sirve de ejemplo a obras posteriores.
La acción dramática tiene lugar en 1964, en Londres, París, Roma, Capri y la campiña italiana. Diana Scott (Christie) es una hermosa joven, de 20 años, natural de Sussex, que en Londres trabaja como modelo fotográfica y actriz de cortos publicitarios. De apariencia fría y de espíritu libre, desea llegar a lo más alto en el mundo de la fama, el dinero y la posición social. Casada con Tony Bridges (Bowen), se relaciona con Robert Gold (Bogarde), periodista de la televisión; Miles Brand (Harvey), hombre de negocios con influencias en la industria de la moda y los círculos de la “jet set”; Malcolm (Curram), fotógrafo gay; Cesare della Romita (Vilallonga), un noble italiano, viudo, padre de 7 hijos; y con muchos famosos, bohemios y libertinos de la alta sociedad londinense. Es guapa, inteligente, fotogénica, encantadora y ambiciosa. Le gusta la aventura y busca la felicidad plena.
El film suma drama, romance y crítica social. Elabora una parábola sobre el mito de la felicidad. Con el estilo realista y crítico del “Free Cinema”, presenta un retrato de la sociedad de los famosos en el Londres de los 60. La narración, hecha en flashback y a cargo de la protagonista, se desarrolla de modo distante, objetivo y frío, propio del cine que se impone en aquellas fechas. Explora las transformaciones que en los primeros 60 afectan a la moral, y a los usos y costumbres sociales. Frente a la moral tradicional, plagada de prohibiciones y tabús, las nuevas concepciones asumen como normales, razonables y lícitos temas demonizados hasta entonces, como el aborto, el divorcio, el abandono del hogar por la mujer, la infidelidad conyugal, la homosexualidad y la promiscuidad.
Ofrece escenas abocetadas, pero suficientemente claras, de sexo oral, sexo múltiple, sexo interracial, bisexualidad (camarero del bar), sexo gay, etc. Presenta a Malcolm (Curram) como homosexual que no se siente traumatizado por el hecho de serlo y que vive su orientación sexual con naturalidad. Él y Diana mantienen una amistad sincera, como corresponde a personas corrientes. Usa un atrevimiento y una desenvoltura inusuales hasta entonces en el tratamiento de viejos tabús carentes de fundamento, marcando un precedente en cine que sirve de ejemplo a obras posteriores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Critica con ironía y en tono burlesco la hipocresía, el culto a las apariencias y el cinismo de la alta sociedad de ricos, poderosos y celebridades efímeras. Lo ponen de manifiesto la fiesta social de caridad para recaudar fondos contra el hambre en África, el egoísmo y la codicia que presiden sus vidas y su arbitraria división entre moral privada y pública. Glosa la vanidad, la insensibilidad y el esnobismo de los ricos, poderosos y famosos, así como la superficialidad y el desinterés que demuestran por los temas relacionados con el conocimiento, la información, el saber, el arte y la cultura. La exposición de pintura es, sobre todo, una demostración de apego a la violencia. El escritor famoso porque la televisión lo ensalza, Matthew Southgate, es un autor sin libros a la venta por haberse agotado todas las ediciones y carecer de interés la reedición de las mismas.
Las antiguas concepciones sobre códigos sociales de conducta se ejemplifican en la persona del príncipe Césare y su entorno familiar y patrimonial, anclados en el paternalismo y el servilismo, y aferrados a un mundo de hombres en el que la mujer cumple sólo funciones de acompañamiento, objeto decorativo o trofeo del éxito masculino. El príncipe habla de una manera artificiosa y anticuada, y emplea un léxico en desuso. Viste al margen de la moda y a la manera de lo que no es, un lord inglés. Su palacio de verano, ubicado en la campiña, no sirve para los usos modernos, está amueblado con elementos del pasado y es atendido por una corte anacrónica de sirvientes y criados. El film tiene un interesante valor documental.
Es magnífica la interpretación de Julie Christie, que gana el Oscar a la mejor actriz protagonista con sólo 25 años. Le dan réplica unos inspirados Bogarde y Harvey. Está ajustado y correcto nuestro José Luis de Vilallonga.
La banda sonora, de John Dankworth (“El sirviente”, Losey, 1963), ofrece composiciones melancólicas de viento y metal, que subrayan el sentido irónico y triste del relato. Añade fragmentos ajenos como una canción popular napolitana que acompaña a Diana y Malcolm desde el bar a la casa de campo, el canto de “Santa Lucía” (en Capri y Piccadilly), la celebración de la llegada a Paris al ritmo de un vals interpretado al acordeón y un fragmento del solo de un violín de aires mozartianos. La fotografía, de Kenneth Higgins, se basa en una cámara inquieta y diligente, que se mueve en busca de las incidencias de la acción con el deseo de conseguir los encuadres que mejor los expliquen. Hace uso de perspectivas generales (llegada a Capri por mar), numerosos planos generales, travellings de aproximación y alejamiento y planos a media distancia. Resalta tanto el rostro como la figura completa de Julie Christie, que aparece en prácticamente todas las tomas. Abundan las observaciones sorprendentes e imaginativas, como las de la escena final.
Las antiguas concepciones sobre códigos sociales de conducta se ejemplifican en la persona del príncipe Césare y su entorno familiar y patrimonial, anclados en el paternalismo y el servilismo, y aferrados a un mundo de hombres en el que la mujer cumple sólo funciones de acompañamiento, objeto decorativo o trofeo del éxito masculino. El príncipe habla de una manera artificiosa y anticuada, y emplea un léxico en desuso. Viste al margen de la moda y a la manera de lo que no es, un lord inglés. Su palacio de verano, ubicado en la campiña, no sirve para los usos modernos, está amueblado con elementos del pasado y es atendido por una corte anacrónica de sirvientes y criados. El film tiene un interesante valor documental.
Es magnífica la interpretación de Julie Christie, que gana el Oscar a la mejor actriz protagonista con sólo 25 años. Le dan réplica unos inspirados Bogarde y Harvey. Está ajustado y correcto nuestro José Luis de Vilallonga.
La banda sonora, de John Dankworth (“El sirviente”, Losey, 1963), ofrece composiciones melancólicas de viento y metal, que subrayan el sentido irónico y triste del relato. Añade fragmentos ajenos como una canción popular napolitana que acompaña a Diana y Malcolm desde el bar a la casa de campo, el canto de “Santa Lucía” (en Capri y Piccadilly), la celebración de la llegada a Paris al ritmo de un vals interpretado al acordeón y un fragmento del solo de un violín de aires mozartianos. La fotografía, de Kenneth Higgins, se basa en una cámara inquieta y diligente, que se mueve en busca de las incidencias de la acción con el deseo de conseguir los encuadres que mejor los expliquen. Hace uso de perspectivas generales (llegada a Capri por mar), numerosos planos generales, travellings de aproximación y alejamiento y planos a media distancia. Resalta tanto el rostro como la figura completa de Julie Christie, que aparece en prácticamente todas las tomas. Abundan las observaciones sorprendentes e imaginativas, como las de la escena final.