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Voto de cassavetes:
7
2019
Nic Pizzolatto (Creador), Nic Pizzolatto ...
6,9
11.185
Serie de TV. Thriller. Intriga
Miniserie de TV (2019). 8 episodios. Wayne Hays es un detective de la policía de Arkansas. Junto a su compañero Roland West, se ve involucrado en la investigación de un macabro crimen desencadenado por la desaparición de dos niños en plena región de los Ozarks, en el Medio Oeste americano. Un misterio que cala en la vida personal de ambos agentes y se prolonga a lo largo de varias décadas. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2019
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá el último episodio de True Detective 3 no esté a la altura del resto, si exceptuamos acaso al cuarto y al sexto.
Porque esos tres, sobre todo el octavo, sí están a la altura de los que destacan.
Y deseada. La lástima de esta tercera entrega de True Detective no es Mahershala Ali, una vez más convincente y acaparador de los elogios, y aunque sí hay un menor Stephen Dorff, tampoco es por él mi lamento. Ni por esos buenos secundarios-complementarios. Desde luego que no. Y tampoco me quejo del nivel general, sólo que a la temporada tercera de la serie le cuesta arrancar. O, mejor dicho, progresar. En ocasiones, se queda en puerto muerto.
La gracia está en ese octavo episodio en el que la trama perece de forma liviana y natural, sin aspavientos y con una inteligencia suprema. Y de otra manera. Los hilos que se trazan en las anteriores entregas, desde la primera hasta la séptima, cobran vigencia y desenlazan la historia de forma liviana, natural, etc etc. La memoria, la enfermedad. Los datos sueltos, los cabos sin anudarse y que nosotros por influencia de las dos anteriores True Detective pensamos que hay que atarlos y desembocarlos de cierta manera (conspiranoica, sí), sólo responden a una sencilla explicación que nada tiene que ver con nuestros fatuos intentos detectivescos por esclarecer el enigma. De todas formas, hay que leer el spoiler, mejor.
Es que si me dan a elegir, prefiero Fargo.
Pero esto es Pizzolatto, así que nos desviamos.
Nick Pizzolatto empezó fuerte con Woody Harrelson y con McConaughey. Pinchó casi con Farrell y una trama profusa y débil. Y remonta aquí. ¿Cómo?
Volviendo a los orígenes, con una pareja Buddy Movie aunque con el añadido racial y con una historia similar. Tras Farrell y compañía tocaba modificar y fue al valor seguro que cinco años atrás le rentó. Así que la vuelta a los orígenes no significa, pues, historia original.
El resto lo cuento en el spoiler.
Porque esos tres, sobre todo el octavo, sí están a la altura de los que destacan.
Y deseada. La lástima de esta tercera entrega de True Detective no es Mahershala Ali, una vez más convincente y acaparador de los elogios, y aunque sí hay un menor Stephen Dorff, tampoco es por él mi lamento. Ni por esos buenos secundarios-complementarios. Desde luego que no. Y tampoco me quejo del nivel general, sólo que a la temporada tercera de la serie le cuesta arrancar. O, mejor dicho, progresar. En ocasiones, se queda en puerto muerto.
La gracia está en ese octavo episodio en el que la trama perece de forma liviana y natural, sin aspavientos y con una inteligencia suprema. Y de otra manera. Los hilos que se trazan en las anteriores entregas, desde la primera hasta la séptima, cobran vigencia y desenlazan la historia de forma liviana, natural, etc etc. La memoria, la enfermedad. Los datos sueltos, los cabos sin anudarse y que nosotros por influencia de las dos anteriores True Detective pensamos que hay que atarlos y desembocarlos de cierta manera (conspiranoica, sí), sólo responden a una sencilla explicación que nada tiene que ver con nuestros fatuos intentos detectivescos por esclarecer el enigma. De todas formas, hay que leer el spoiler, mejor.
Es que si me dan a elegir, prefiero Fargo.
Pero esto es Pizzolatto, así que nos desviamos.
Nick Pizzolatto empezó fuerte con Woody Harrelson y con McConaughey. Pinchó casi con Farrell y una trama profusa y débil. Y remonta aquí. ¿Cómo?
Volviendo a los orígenes, con una pareja Buddy Movie aunque con el añadido racial y con una historia similar. Tras Farrell y compañía tocaba modificar y fue al valor seguro que cinco años atrás le rentó. Así que la vuelta a los orígenes no significa, pues, historia original.
El resto lo cuento en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La memoria, ese fallo neuronal en el cerebro de Mahershala Ali que ya viene anunciado en todos y cada uno de los episodios anteriores, interviene en la resolución del misterio Lucy de forma francamente magistral. Magistral porque no llega a haber resolución. Ese alzheimer. Ella, Mary-Julie, no conoce a Mahershala Ali, ni de joven lo hizo ni tampoco de anciano lo sabe, en definitiva nunca lo vio ni a la edad en que ella desapareció siendo una niña. Es decir: ¿Es o no es ella, se trata de la Mary-Julie desaparecida (nunca la hemos visto adulta, salvo en unas no muy nítidas imágenes de la cámara del centro comercial)? Nos quedamos con el mismo porcentaje de duda que de convicción. En el aire. ¿Verdadero? A elección de cada cual y de conjeturas como la de un spoiler de tantos. La naturaleza sabia, pues, a veces parezca que quiera echar el cierre al asunto. O es un fantasma quien echa una mano (a la memoria fallona de Mahershala se le unen esas apariciones-visiones-espíritus, qué retrato de la vejez, por ende) y lo que el hombre no ha resuelto lo propone la conciencia. O el inconsciente. El hecho de que el hijo de Mahershala Ali se guarde el papel en el bolsillo con la dirección de la posible Julie hace pensar que podría retomar por su cuenta la investigación (oficiosa, al fin y al cabo y nada oficial) y resolver el caso más por amor a su padre y justicia poética que por otra cosa.
Y esos devaneos detectivescos que nos montamos en la cabeza de los que hablaba, en los que gente poderosa estaría implicada en un asunto turbio, no son tal. O sí, por mor de esa resolución-no resolución que nos deja en duda todo: ¿hicieron las monjas lo del montaje de la tumba de Mary-Julie? Eso... nunca lo sabremos. Preguntemos a Pizzolato o al hijo y dejémonos de spoilers.
Y divertido cameo-coña de guión en el séptimo episodio con la aparición estelar de los ahora dos productores de la serie, McConaughey y Harrelson, en las páginas de un diario recordando el caso que ambos detectives resuelven a sus maneras en el True Detective original. En resumidas cuentas, un reconocimiento convicto y confeso de que aquel primero es el fetén. Cosa, por otra parte, la de entrelazar posibles tramas de diferentes temporadas, en la que ya se le adelantó Fargo: ese imaginario colectivo creado por Noah Hawley y auspiciado por los Coen Brothers en el que se traban argumentos de diversas entregas de la serie. Bien pensado, el cameo-coña de los primeros y verdaderos detectives no venía casi a cuento. Pasa por ser más ese guiño. Fetén, fetén, Fargo.
Y esos devaneos detectivescos que nos montamos en la cabeza de los que hablaba, en los que gente poderosa estaría implicada en un asunto turbio, no son tal. O sí, por mor de esa resolución-no resolución que nos deja en duda todo: ¿hicieron las monjas lo del montaje de la tumba de Mary-Julie? Eso... nunca lo sabremos. Preguntemos a Pizzolato o al hijo y dejémonos de spoilers.
Y divertido cameo-coña de guión en el séptimo episodio con la aparición estelar de los ahora dos productores de la serie, McConaughey y Harrelson, en las páginas de un diario recordando el caso que ambos detectives resuelven a sus maneras en el True Detective original. En resumidas cuentas, un reconocimiento convicto y confeso de que aquel primero es el fetén. Cosa, por otra parte, la de entrelazar posibles tramas de diferentes temporadas, en la que ya se le adelantó Fargo: ese imaginario colectivo creado por Noah Hawley y auspiciado por los Coen Brothers en el que se traban argumentos de diversas entregas de la serie. Bien pensado, el cameo-coña de los primeros y verdaderos detectives no venía casi a cuento. Pasa por ser más ese guiño. Fetén, fetén, Fargo.