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Voto de Rodión:
3
7,1
3.419
Drama
Erik, un joven de 16 años expulsado de su escuela por su comportamiento violento, recibe la última oportunidad cuando su madre la envía a un exclusivo colegio privado. Allí pronto descubrirá, sin embargo, que los alumnos mayores ejercen un cruel reinado del terror sobre los estudiantes más jóvenes. (FILMAFFINITY)
24 de setiembre de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Usted y yo al área de "spoiler", sin más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No voy a decir solamente que es una película totalmente predecible, porque es obvio. El héroe, que es un luchador callejero profesional, de pronto tiene que poner la otra mejilla cuando unos chicos "bien", que son unos abusadores de salón, colman su paciencia con toda clase de afrentas públicas. Esto solo puede terminar de una sola forma, que el luchador profesional les de una buena paliza y los deje sangrando. Se puede intuir desde el minuto 20 esto, incluso el romance con la única chica linda del establecimiento que va a parar a los brazos de nuestro ídolo en un abrir y cerrar de ojos, y que a pesar de que el joven es desfigurado a golpes frecuentemente, en un par de horas vuelve a estar tan radiante y fresco como luego de haber dormido 16 horas seguidas.
Además de lo rebuscado del argumento, el no pelear por miedo de ser expulsado, como si a un chico rebelde (la encarnación del "mal", según el comienzo) eso le pudiera importar, porque alguien así no para hasta que lo encierren en un correccional para menores, tenemos que creer que en una escuela de alta aristocracia, donde los padres pagan millones por una educación de calidad, impera la ley de la selva ante la mirada gorda de los profesores y autoridades, tal como si fuera un colegio de los suburbios en medio de un barrio de narcotraficantes.
Claro, que el orden lo impongan los alumnos a base de torturas, todo muy normal, ¿no?. Justamente adolescentes imponiendo ley, orden y censurando las malas palabras de sus compañeros bajo amenazas de puño...¿desde cuándo son así los adolescentes?.
A colación de todo lo anterior, tenemos los golpes bajos demagógicos, con reflexiones tales como el sentido del bien el mal, la lucha de clases, la injusticia, pero nada que salga como un grito desde el corazón, sino más bien como un discurso lacrimógeno destinado a conmover incautos que por primera vez en la vida se enteran de que hay injusticias, pero no injusticias de verdad, como pasar hambre o caminar 10 km por un litro de agua, sino injusticias como la de tener que perder un torneo de natación porque el padre de uno de los competidores es un gran donante de dinero en el colegio. Ah, pero estalla la "revolución", el entrenador le dice a nuestro héroe que el deporte es democracia, y que les demuestre a los poderosos que pueden perder frente al hombre común en un mano a mano. Una cuestión de honor. Qué impresionante, me dieron ganas de cambiar el mundo.
Me dirán que cada vida es un mundo, y la suma de pequeñas batallas personales hacen la diferencia en un todo global, y les responderé que puede ser, pero para eso no necesito ver una película que está a mitad de camino de una película de universitarios yankis haciendo de las suyas en el campus y otra de Jean-Claude Van Damme rodeado de apostadores alentando en círculo a los gritos cada vez que pelea.
En todo caso, para movilizar sus emociones, con chicos duros de carne y hueso, recomendaré "Scum" (1979) de Alan Clarke. Al menos no van a tener que soportar ninguna metáfora social para niños "bien" y van a salir menos optimistas respecto al triunfo del bien sobre el mal.
Además de lo rebuscado del argumento, el no pelear por miedo de ser expulsado, como si a un chico rebelde (la encarnación del "mal", según el comienzo) eso le pudiera importar, porque alguien así no para hasta que lo encierren en un correccional para menores, tenemos que creer que en una escuela de alta aristocracia, donde los padres pagan millones por una educación de calidad, impera la ley de la selva ante la mirada gorda de los profesores y autoridades, tal como si fuera un colegio de los suburbios en medio de un barrio de narcotraficantes.
Claro, que el orden lo impongan los alumnos a base de torturas, todo muy normal, ¿no?. Justamente adolescentes imponiendo ley, orden y censurando las malas palabras de sus compañeros bajo amenazas de puño...¿desde cuándo son así los adolescentes?.
A colación de todo lo anterior, tenemos los golpes bajos demagógicos, con reflexiones tales como el sentido del bien el mal, la lucha de clases, la injusticia, pero nada que salga como un grito desde el corazón, sino más bien como un discurso lacrimógeno destinado a conmover incautos que por primera vez en la vida se enteran de que hay injusticias, pero no injusticias de verdad, como pasar hambre o caminar 10 km por un litro de agua, sino injusticias como la de tener que perder un torneo de natación porque el padre de uno de los competidores es un gran donante de dinero en el colegio. Ah, pero estalla la "revolución", el entrenador le dice a nuestro héroe que el deporte es democracia, y que les demuestre a los poderosos que pueden perder frente al hombre común en un mano a mano. Una cuestión de honor. Qué impresionante, me dieron ganas de cambiar el mundo.
Me dirán que cada vida es un mundo, y la suma de pequeñas batallas personales hacen la diferencia en un todo global, y les responderé que puede ser, pero para eso no necesito ver una película que está a mitad de camino de una película de universitarios yankis haciendo de las suyas en el campus y otra de Jean-Claude Van Damme rodeado de apostadores alentando en círculo a los gritos cada vez que pelea.
En todo caso, para movilizar sus emociones, con chicos duros de carne y hueso, recomendaré "Scum" (1979) de Alan Clarke. Al menos no van a tener que soportar ninguna metáfora social para niños "bien" y van a salir menos optimistas respecto al triunfo del bien sobre el mal.