Un puñado de amigos, escaso presupuesto y mucho sirope es lo que necesitó Peter Jackson para debutar con el preludio de lo que sería la fantástica "Braindead". Sin embargo, no estamos aquí para hablar de la que, hasta ahora, sería su mejor obra, sino de un anexo anterior que, inferior o no, posee las suficientes virtudes como para que cualquiera que haya visto antes la obra citada que ésta, se deshaga de cualquier tipo de temor y disfrute con "Bad Taste" al máximo.

Su punto de partida, que se descubre a medida que avanza el film, ya resulta del todo descacharrante, pero es que ver, además, a Peter Jackson realizando dos papeles radicalmente distintos merece mención aparte, debido al enorme jugo que les saca el neozelandés y a la tremenda versatilidad que dan a su película, aunque tanto como ellos, los demás personajes que vagan por la obra dotándola de momentos de máxima hilaridad y logrando que, además de constituir un festival de vísceras y casquería, "Bad Taste" sea también un revoltijo de situaciones medidas con el suficiente sentido del humor para que el espectador disfrute de principio a fin con esta obra.

El prolegómeno con que la dota Jackson, además, con tan sólo dos secuencias desarrolladas y dos personajes presentados, logra ser tremendamente eficaz, por lo rápido que engancha al espectador, por las esperpénticas situaciones y personajes y, en especial, por el festival gore al que ya asistimos desde buen comienzo, advirtiendo a cualquiera que no sea amigo de la hemoglobina a raudales que éste no es su rincón.
Concluir, por otro lado, de tan estupendo modo, y lograr que lo que podrían haber sido bazas negativas resulten del todo positivas, dejando, además, unos desgañitados alienígenas que ya han pasado a ser un icono del terreno en que se maneja, hacen de este proyecto primerizo una buena muestra de lo que debería ser cualquier debut, llevada a cabo con el afán, la persistencia y el cariño de quien está viendo, por primera vez, nacer a su criatura.