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Voto de Natxo Borràs:
6
Terror Unos arqueólogos abren una tumba egipcia y liberan un espíritu maligno, que posee a una de las hijas de los arqueólogos. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción italiana rodada en Estados Unidos y en Egipto que como pieza sobreexplotada del género fantástico al retomar cintas como “El Exorcista” (The Exorcist, 1973) de William Friedkin o “Poltergeist” (1982) de Tobe Hooper, es indiscutible. Aún así se trata de una cinta no tan “explotation” como pretende aunque sí que fue rodada por un italiano como Lucio Fulci, de lo más peculiar que pretendió ir más allá de los dogmatismos instaurados por maestros de su país como Mario Bava (la Máscara del Demonio) o Dario Argento (Suspiria) dejando su particular y sangriento sello, que por ser exportable le fue la mar de bien. Lucio Fulci fluía, en los ochenta, sus momentos de inspiración más altos convirtiendo los argumentos de sus historias en un amasijo de telas de araña que a veces se contradecía o perdía el sentido. De allí relucen joyas putrefactas como “Aquella Casa al Lado del Cementerio” (Quella Villa Accanto al Cimitero, 1981).

Rodada con la surrealista “El Más Allá” (lÁldilà; el tu vivrai nel Terrore, 1981), y haciendo empleo de la misma banda sonora a cargo de Fabrizio de Angelis, Fulci volvió a contar con su guionista Dardano Sachetti para sacarle jugo hemoglobínico a su nuevo disparate: una familia americana viaja a Egipto y mientras el padre investiga en el interior, lleno de sorpresas para amenizar una función que se prevé larga, de unas ruinas arqueológicas, su mujer y la hija hacen turismo. Una baratija que adquieren, por parte de la niña, se convierte en el ojo del huracán de una maldición concentrada en su regocijante apartamento neoyorkino a su llegada: puertas al inframundo, pájaros disecados que regresan a la vida, el protagonista aquejado de una extraña ceguera que lo atormentará hasta que se desvelen las intenciones de lextraña maldición,… Forman parte de éste trueque, no olvidable pero sí algo cansino en su composición. Pero qué hay que esperar de la mano de Fulci? Pues eso: lo inexplicable por explicable que éste grande del “gore” italiano podía entender a través de su ego.
Natxo Borràs
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