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Voto de TOM REGAN:
6
6,6
7.304
Drama
Marina (Daniela Vega) una joven camarera aspirante a cantante y Orlando (Francisco Reyes), veinte años mayor, planean un futuro juntos. Tras una noche de fiesta, Marina lo lleva a urgencias, pero él muere al llegar al hospital. Ella debe entonces enfrentar las sospechas por su muerte. Su condición de mujer transexual supone para la familia de Orlando una completa aberración. Ella tendrá que luchar para convertirse en lo que es: una ... [+]
8 de marzo de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
50/20(21/02/18) Estimable y apreciable propuesta chilena dirigida por Sebastián Lelio (también guioniza junto a Gonzalo Maza), un laudable intento de denunciar la intolerancia y prejuicios de una parte de la sociedad que veja y humilla por acción u omisión a los transexuales por no ser “normales”, arremetiendo contra comportamientos que denigran la dignidad, contra los abusos contra las minorías, contra la prepotencia y arrogancia de quien se cree superior moralmente, se podría ver incluso como continuación temporal de “La chica danesa” (2015) de Tom Hooper, de cómo la sociedad ha dado pequeños pasos pero aún le queda mucho camino que recorrer para la igualdad y tolerancia. El realizador Lelio se nota influenciado por el cine almodovariano, en lo que es un estudio de personalidad a través de Marina (encarnada con enorme potencia dramática por Daniela Vega), poniendo su fuerte carácter, estoicismo, y espíritu libre como estandarte ante las barreras que intentan socavarla, mostrarla como una “deformidad”, una “anomalía”, una “monstruosidad”, cuando los verdaderos monstruos son ellos. Marina también es el reflejo del dolor silencioso, de cómo todo a su alrededor en un momento crucial la aliena, siendo el epítome de esto la familia de su difunta pareja, que la desprecia y avasalla cuanto puede, Marina choca con ellos en su reafirmación de identidad y seguridad en sí misma. Tiene sus peros, y es que tras su idea, su denuncia contra el maltrato social, todo queda demasiado obvio, subrayado, no hay sutilezas, están los malos muy malos y los buenos muy buenos, no hay matices, pegando palos a diestro y siniestro, pero sin ahondar, creando algunas secuencias oníricas, pero sintiéndose estas mal cosidas al relato, apósitos visualmente atractivos, así como poco valiente en algunos recursos, me refiero a que poner a Marina con sensible cantante de ópera me queda complaciente, como si nos dijera que por ser transexual eres más sensible. En realidad solo me he acercado a esta cinta por ser la ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera, siendo además la única de las nominadas este año en lengua castellana, y me ha sido una interesante experiencia.
Daniela Vega (actriz trans real) realiza una actuación rebosante de poderío, de orgullo, emitiendo con su mirada hierática mundo interior convulso, tormentoso, hirviente, modula su gestualidad minimalista para dar expresividad contenida (ejemplo de esto es su pose doliente durante el denigrante examen médico-fotográfico en la comisaria), explotando en determinadas ocasiones puntuales que la hacen más humana, llevando con carisma todo el peso del metraje, reflejando una luchadora incansable por su condición e identidad de la que no reniega, ni esconde, respondiendo con temple a las ofensas (hasta que implosiona); Resto de interpretaciones de apoyo no pasan del esbozo cliché, meros buenos y malos , donde no cabe el gris.
La discriminación que sufre Marina no solo es social, si no institucional, criticando el realizador como desde las organismos públicos, esto reflejado en el médico en el hospital que se refiere a marina como el artículo humillante “él”, inquiriéndola como que el nombre femenino dado era un apodo”; o el policía que la interroga en el hospital llamándola por “Daniel”, su nombre en su DNI, aunque ella le dice es Marina; y sobre todo esa detective de la Unidad de Investigación de Delitos Sexuales (adusta Amparo Noguera), que tras unas condescendientes palabras esconde una inquina tóxica.
Entre sus defectos está que tras la presentación de la historia, de una transexual que tras el fallecimiento de su pareja debe enfrentarse a la intolerancia y prejuicios de una sociedad a todos los niveles infectada, no hay demasiado desarrollo, solo un y más y más, en una huida hacia adelante sin más rumbo que la denuncia, Marina enfrentándose cual Juan de Arco a sus enemigos, estos demasiado estereotipados, sin complejidad alguna, sin arco de evolución, son personalidades monolíticas; Se añaden dos subtramas que tienden a confundir y a enredar sin sentido alguno, por un lado está la de la investigación policial por la muerte de Orlando, cogida por los pelos, dejándose de lado in media res, un McGuffin artificioso, como lo es la sub-historia de la llave misteriosa, solo parece una excusa para que veamos a Marina pasearse con su físico de hombre (pero con su mente de mujer) entre estos por una sauna, ideas raquíticas en su exposición orgánica; esto mencionado en detrimento de otra subtrama que si tenía potencial, me refiero a la que se deja traslucir en una escena de Martina con su profesor de canto, esta si con jugo, pero sin exprimir, en un bosquejo de relación paterno-filial, pero que solo se dan pespuntes sin coser, y que habría dado solidez y emoción al final, y no (por lo menos a mí), resultarme acartonada para dar elitismo cultural a ella frente al atavismo cerril retrógrado de los que la vejan por su identidad sexual, como si no tuvieras cultura no pudieras ser respetada-o en tu condición sexual.
Daniela Vega (actriz trans real) realiza una actuación rebosante de poderío, de orgullo, emitiendo con su mirada hierática mundo interior convulso, tormentoso, hirviente, modula su gestualidad minimalista para dar expresividad contenida (ejemplo de esto es su pose doliente durante el denigrante examen médico-fotográfico en la comisaria), explotando en determinadas ocasiones puntuales que la hacen más humana, llevando con carisma todo el peso del metraje, reflejando una luchadora incansable por su condición e identidad de la que no reniega, ni esconde, respondiendo con temple a las ofensas (hasta que implosiona); Resto de interpretaciones de apoyo no pasan del esbozo cliché, meros buenos y malos , donde no cabe el gris.
La discriminación que sufre Marina no solo es social, si no institucional, criticando el realizador como desde las organismos públicos, esto reflejado en el médico en el hospital que se refiere a marina como el artículo humillante “él”, inquiriéndola como que el nombre femenino dado era un apodo”; o el policía que la interroga en el hospital llamándola por “Daniel”, su nombre en su DNI, aunque ella le dice es Marina; y sobre todo esa detective de la Unidad de Investigación de Delitos Sexuales (adusta Amparo Noguera), que tras unas condescendientes palabras esconde una inquina tóxica.
Entre sus defectos está que tras la presentación de la historia, de una transexual que tras el fallecimiento de su pareja debe enfrentarse a la intolerancia y prejuicios de una sociedad a todos los niveles infectada, no hay demasiado desarrollo, solo un y más y más, en una huida hacia adelante sin más rumbo que la denuncia, Marina enfrentándose cual Juan de Arco a sus enemigos, estos demasiado estereotipados, sin complejidad alguna, sin arco de evolución, son personalidades monolíticas; Se añaden dos subtramas que tienden a confundir y a enredar sin sentido alguno, por un lado está la de la investigación policial por la muerte de Orlando, cogida por los pelos, dejándose de lado in media res, un McGuffin artificioso, como lo es la sub-historia de la llave misteriosa, solo parece una excusa para que veamos a Marina pasearse con su físico de hombre (pero con su mente de mujer) entre estos por una sauna, ideas raquíticas en su exposición orgánica; esto mencionado en detrimento de otra subtrama que si tenía potencial, me refiero a la que se deja traslucir en una escena de Martina con su profesor de canto, esta si con jugo, pero sin exprimir, en un bosquejo de relación paterno-filial, pero que solo se dan pespuntes sin coser, y que habría dado solidez y emoción al final, y no (por lo menos a mí), resultarme acartonada para dar elitismo cultural a ella frente al atavismo cerril retrógrado de los que la vejan por su identidad sexual, como si no tuvieras cultura no pudieras ser respetada-o en tu condición sexual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La puesta en escena resulta buena, con un sugerente diseño de producción de Estefanía Larraín (“The Club” o “Neruda”), rodando en Santiuago de Chile, moviéndonos por la urbe con marina, por su callejeo, por sus edificaciones desprovistas de vida, asépticas, a modo de reflejo de la sociedad que la puebla, destaca en los tramos oníricos; y sobre todo potenciado todo por la excelente fotografía de cinematógrafo Benjamín Echazarreta (“Gloria”o “Nannerl, la hermana de Mozart”), realza y da vigor a la interpretación de Daniela Vega, jugando con incisivo tono metafórico alusivo con los reflejos de espejos (o cristales), como el del principio en que Marina mira el cristal tras el que está Orlando y se refleja, o el turbador plano en que Marina se baña en la bañera y en subjetivo se mira la entrepierna pero lo que vemos es un espejo que ella ha puesto en frente tapando su “secreto”, en una nada velada reflexión sobre la identidad que unos ven en marina y lo que ella ve cuando se mira, sirviendo estas retroproyecciones como exhibición transversal de lo que queda en los márgenes, los intolerantes y retrógrados, maravillosa la iluminación tanto en la escena fantasiosa en que Marina se ve como una diva en medio de un musical, o en el auto-flagelador tramo en el club gay, mezclando segmentos crudos (ejemplo el secuestro de Marina ara “vendarle” el rostro con cinta aislante), con otras oníricas (la secuencia del viento que Marina intenta atravesar); Se suma la música del británico Matthew Herbert (“Generación Éxtasis”), con inquietantes melodías de cuerdas, se suman melodías de opera cantadas por la propia Daniela Vega (además de actriz, es cantante lírica) “Sposa son disprezzata” (de la ópera "Bajazet" de Antonio Vivaldi), esto durante el viento que no consigue rendir a Marina, y “Ombra mai fu”(de la ópera "Serse" de George Frideric Handel), en el final, y temas como el “(You Make Me Feel Like) A Natural Woman”, cantada por Aretha Franklin, con claro sentido simbólico en su título, y el enérgico “Time” de The Alan Parsons Project, que suena en los créditos finales a modo de chute de optimismo en el futuro.
Momentos recordables (además de los ya mencionados): Cuando Sonia (correcta Aline Kuppenheim), dice a Marina que la mira y solo ve una quimera en su rostro; El surrealista inserto de un travelling de Marina caminando por una calle mientras un fuerte viento la empuja en sentido contrario, las hojas y basura pasan a su lado, mientras ella se resiste a ser llevada a donde no quiere, inclinándose hacia adelante de modo fantasioso, en clara metáfora de Marina luchando contra la sociedad que la intenta doblegar y ella en su dignidad se opone fervientemente. Ello adornado el aria de Handel "OmbraMai Fu", (este tiene entre sus frases la alegórica "ni usted puede soplar vientos que soplan"); La aterradora, aunque metida con calzador, escena en que Marina es secuestrada por el hijo de Orlando y unos “colegas” y un coche le retuercen el rostro con cinta aislante, después la sueltan en la calle, ella entonces se mira en el cristal de un coche y ve una cara deformada, en alegoría no de como se ve ella, si no como la ve parte de la sociedad.
En conjunto me queda una loable y ensalzable propuesta en la que se intenta dar voz y exponer una situación en la que gente por su condición sexual es humillada con la banalidad del mal cotidiano. No siendo redonda, con sus aristas, pero con momentos que la hacen interesante, añadiéndose una notable actuación de la protagonista Daniela Vega. Fuerza y honor!!!
Momentos recordables (además de los ya mencionados): Cuando Sonia (correcta Aline Kuppenheim), dice a Marina que la mira y solo ve una quimera en su rostro; El surrealista inserto de un travelling de Marina caminando por una calle mientras un fuerte viento la empuja en sentido contrario, las hojas y basura pasan a su lado, mientras ella se resiste a ser llevada a donde no quiere, inclinándose hacia adelante de modo fantasioso, en clara metáfora de Marina luchando contra la sociedad que la intenta doblegar y ella en su dignidad se opone fervientemente. Ello adornado el aria de Handel "OmbraMai Fu", (este tiene entre sus frases la alegórica "ni usted puede soplar vientos que soplan"); La aterradora, aunque metida con calzador, escena en que Marina es secuestrada por el hijo de Orlando y unos “colegas” y un coche le retuercen el rostro con cinta aislante, después la sueltan en la calle, ella entonces se mira en el cristal de un coche y ve una cara deformada, en alegoría no de como se ve ella, si no como la ve parte de la sociedad.
En conjunto me queda una loable y ensalzable propuesta en la que se intenta dar voz y exponer una situación en la que gente por su condición sexual es humillada con la banalidad del mal cotidiano. No siendo redonda, con sus aristas, pero con momentos que la hacen interesante, añadiéndose una notable actuación de la protagonista Daniela Vega. Fuerza y honor!!!