Pues sí, me sorprendió un montón encontrarme con dos de los actores fetiche de Bergman en una peli sueca no dirigida por él. Mucho. Y más teniendo en cuenta -por si fuera poco- que los roles de Liv y Max en “The night visitor” poco o nada tienen que ver con los turbios y complejos personajes a los que este par nos tienen acostumbrados. Me atrevería a conjeturar, incluso, que esta peli pudo ser para estos dos grandísimos intérpretes una especie de terapia o de canita al aire para huir -aunque de forma transitoria- de las habituales paranoias místicas, religiosas y metafísicas del sueco. Ella encarnando a una mala -malísima- hermana y él, a un Conde de Montecristo vengativo y saltarín.

Con ello no quiero decir, ni mucho menos, que la peli de Benedek sea una bagatela o un divertimento puro y duro. Es más, no creo que resulte nada fácil otorgarle tanto mordiente y atmósfera a una peli con un guión tan sencillito y una puesta en escena tan austera. Y menos, atreverse a rematarla -para más inri- con un desenlace absolutamente memorable.

Por eso mismo os animo a que la veáis. Porque vale la pena, os lo prometo. Nunca una canita al aire estuvo tan justificada, en serio. Y si no me creéis, pasaos por la crítica de Valkiria. Estoy seguro que ella sí sabrá convenceros. Conmigo lo logró. Obvio ¿no?