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Voto de Naran:
9
7,3
6.794
Musical. Romance. Drama
Geneviève es una joven que vive con su madre y le ayuda en la tienda de paraguas que tienen en Cherburgo. Está enamorada de Guy, un joven mecánico, con el que piensa casarse a pesar de la oposición de su madre, que considera a Geneviève demasiado joven y a Guy demasiado pobre. Para pagar una deuda, la madre se ve obligada a vender un collar a un rico joyero que se enamora de Geneviève desde el primer momento. Mientras tanto, Guy tendrá ... [+]
11 de abril de 2011
51 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Canto al amor
para decir que ahora que te he encontrado
todo es sol y camino
que quiero cantar".
(Traducción de Canto l' amor de Lluis Llach).
Parte I: La partida.
Geneviève y Guy son dos jóvenes tortolitos que se pasan el día cantándose que se aman. Viven en un mundo de colorines, bello, alegre, maravilloso, donde la lluvia no es más que una excusa para acurrucarse en un paraguas cherburguiano de color pastel mientras hablan de planes de boda y de sus futuros hijos.
Pero el destino frustra sus sueños cuando él debe marchar al servicio militar en Argelia. Desesperados, se juran amor eterno, y, entre lágrimas, prometen esperar a su reencuentro.
Cuando se es joven, dos años es una eternidad.
Parte II: La ausencia.
Geneviève está sola. Los colores se vuelven chillones y amenazan con ahogar la esperanza de la joven. Porque cuando te mueres de amor, la enfermedad te debilita con la rapidez del fuego que te quemaba al principio, cuando reinaba la felicidad.
Roland es un buen hombre. Quiere a Geneviève con todas sus circunstancias, y quiere cuidarla. Maman, madame Emery, es ligeramente ridícula, pero en el fondo quiere que su hija sea feliz.
La vida es la que manda, y se vive día a día.
Parte III: El regreso
Los colores destiñen, y se vuelve sucios y lóbregos. Guy está triste, melancólico, amargado, y el paso del tiempo se ha detenido sobre su persona. Cada rincón, cada bar, cada estación de tren le recuerda a su amada.
Madeleine es una buena chica, que desea compartir su vida con él. Una vida apacible y tranquila.
La aceptación de la realidad es inevitable.
* Lentamente llegamos al final.
Es difícil comprender cómo una película como ésta puede ser tan bella. Pastelosa y cursi, rozando lo hortera, pero es difícil no dejarse conquistar por esta historia de amor tan corriente, tan tópica, que precisamente te enamora por eso, nacida de la suma de un guión sin fisuras y un trabajo musical de Michel Legrand impecable.
Bravo por Jacques Demy, por arriesgarse, y por reflejar las vivencias de la gente corriente. Por saber dirigir a la perfección, manteniéndote dentro todo el metraje. Por saber combinar los trajes con las paredes del decorado.
Por llenar de color un mundo gris. Tengo ganas de tararear.
para decir que ahora que te he encontrado
todo es sol y camino
que quiero cantar".
(Traducción de Canto l' amor de Lluis Llach).
Parte I: La partida.
Geneviève y Guy son dos jóvenes tortolitos que se pasan el día cantándose que se aman. Viven en un mundo de colorines, bello, alegre, maravilloso, donde la lluvia no es más que una excusa para acurrucarse en un paraguas cherburguiano de color pastel mientras hablan de planes de boda y de sus futuros hijos.
Pero el destino frustra sus sueños cuando él debe marchar al servicio militar en Argelia. Desesperados, se juran amor eterno, y, entre lágrimas, prometen esperar a su reencuentro.
Cuando se es joven, dos años es una eternidad.
Parte II: La ausencia.
Geneviève está sola. Los colores se vuelven chillones y amenazan con ahogar la esperanza de la joven. Porque cuando te mueres de amor, la enfermedad te debilita con la rapidez del fuego que te quemaba al principio, cuando reinaba la felicidad.
Roland es un buen hombre. Quiere a Geneviève con todas sus circunstancias, y quiere cuidarla. Maman, madame Emery, es ligeramente ridícula, pero en el fondo quiere que su hija sea feliz.
La vida es la que manda, y se vive día a día.
Parte III: El regreso
Los colores destiñen, y se vuelve sucios y lóbregos. Guy está triste, melancólico, amargado, y el paso del tiempo se ha detenido sobre su persona. Cada rincón, cada bar, cada estación de tren le recuerda a su amada.
Madeleine es una buena chica, que desea compartir su vida con él. Una vida apacible y tranquila.
La aceptación de la realidad es inevitable.
* Lentamente llegamos al final.
Es difícil comprender cómo una película como ésta puede ser tan bella. Pastelosa y cursi, rozando lo hortera, pero es difícil no dejarse conquistar por esta historia de amor tan corriente, tan tópica, que precisamente te enamora por eso, nacida de la suma de un guión sin fisuras y un trabajo musical de Michel Legrand impecable.
Bravo por Jacques Demy, por arriesgarse, y por reflejar las vivencias de la gente corriente. Por saber dirigir a la perfección, manteniéndote dentro todo el metraje. Por saber combinar los trajes con las paredes del decorado.
Por llenar de color un mundo gris. Tengo ganas de tararear.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
* Epílogo: El color se ha diluido. Sólo quedan el blanco y el negro, y al final, Geneviève y Guy se encuentran. Ya casi no tienen fuerzas para cantar. Han pasado tantas cosas, sin poderlo evitar... Unas cuantas frases que implican tanto vivido, dolorosamente hermoso. Como un nudo en la garganta.
Así son las cosas de la vida, camarada.
Cuanta soledad, cuanta pena y dolor
Por el final de nuestro amor
Desde que perdí tu cariño viví
Con los recuerdo que quedaron de ti
La sombra de tu ausencia me persigue más y más
De noche me atormenta con la inmensa oscuridad
No quiero ver a nadie
Ya he perdido la ilusión
Por eso así canta mi corazón.
No podré jamás vivir sin tu querer
Porque moriré si no te veo más
Sé que no podré
Dejarte de soñar porque yo no sé como olvidar.
Te estaré esperando una eternidad
Te estaré soñando cada día más
Te suplico amor que vuelvas junto a mí
Que la vida no es nada sin ti.
No olvido aquel momento en que dijiste adiós
No olvido tu figura cuando se alejó
Vuelve a mí, que es tuyo mi amor.
(Los paraguas de Cherburgo).
Así son las cosas de la vida, camarada.
Cuanta soledad, cuanta pena y dolor
Por el final de nuestro amor
Desde que perdí tu cariño viví
Con los recuerdo que quedaron de ti
La sombra de tu ausencia me persigue más y más
De noche me atormenta con la inmensa oscuridad
No quiero ver a nadie
Ya he perdido la ilusión
Por eso así canta mi corazón.
No podré jamás vivir sin tu querer
Porque moriré si no te veo más
Sé que no podré
Dejarte de soñar porque yo no sé como olvidar.
Te estaré esperando una eternidad
Te estaré soñando cada día más
Te suplico amor que vuelvas junto a mí
Que la vida no es nada sin ti.
No olvido aquel momento en que dijiste adiós
No olvido tu figura cuando se alejó
Vuelve a mí, que es tuyo mi amor.
(Los paraguas de Cherburgo).