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Voto de Naran:
8
28 de mayo de 2011
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro desgraciados disfrazados de aventureros aceptan transportar por carreteras en mal estado un cargamento de nitroglicerina a cambio de dinero. A Hitchcock no se le ocurrió.
La acción comienza en un pueblucho de mala muerte en la América central. Allí nos encontramos a balas perdidas de todas las nacionalidades posibles, envueltos en una miseria y pobreza que les ahoga. La presentación de los personajes es larga y algo tediosa, aunque ese enquilosamiento hará que la tensión posterior nos mantenga pegados a la silla.
Comienza el periplo de nuestros antihéroes. Cada bache, cada tumbo, cada obstáculo en el camino amenaza con estallar el megaflamable líquido, mientras el espectador se queda sin respiración a cada momento. Entre tanta tensión, angustia y desesperación, poco a poco vamos conociendo a los protagonistas, que hablan poco, pero dicen mucho en las miradas, los gestos… es imposible mentir en estas situaciones, por lo que la película desprende honestidad desnuda y sinceridad desgarrada.
Nada sobra en el guión -quizá todo el personaje de Vera Clouzot, insustancial y terriblemente sobreactuado-, y el ritmo narrativo es perfecto. Una puesta en escena sobria y densa a la vez, que sumerge en el barro a los protagonistas y los hace parecer más miserables de lo que son. La música de Georges Auric, que no hace más que recalcar el horror que estamos viviendo en cada escena.
Una de las películas más pesimistas de todos los tiempos. Asfixiante y desgraciada. Y es que nunca, nunca el cine ha establecido con tan cruel precisión el precio de la vida humana.
La acción comienza en un pueblucho de mala muerte en la América central. Allí nos encontramos a balas perdidas de todas las nacionalidades posibles, envueltos en una miseria y pobreza que les ahoga. La presentación de los personajes es larga y algo tediosa, aunque ese enquilosamiento hará que la tensión posterior nos mantenga pegados a la silla.
Comienza el periplo de nuestros antihéroes. Cada bache, cada tumbo, cada obstáculo en el camino amenaza con estallar el megaflamable líquido, mientras el espectador se queda sin respiración a cada momento. Entre tanta tensión, angustia y desesperación, poco a poco vamos conociendo a los protagonistas, que hablan poco, pero dicen mucho en las miradas, los gestos… es imposible mentir en estas situaciones, por lo que la película desprende honestidad desnuda y sinceridad desgarrada.
Nada sobra en el guión -quizá todo el personaje de Vera Clouzot, insustancial y terriblemente sobreactuado-, y el ritmo narrativo es perfecto. Una puesta en escena sobria y densa a la vez, que sumerge en el barro a los protagonistas y los hace parecer más miserables de lo que son. La música de Georges Auric, que no hace más que recalcar el horror que estamos viviendo en cada escena.
Una de las películas más pesimistas de todos los tiempos. Asfixiante y desgraciada. Y es que nunca, nunca el cine ha establecido con tan cruel precisión el precio de la vida humana.