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Drama
Frankie Machine, un hombre con talento musical, sale de la cárcel y, además, consigue dejar la heroína. Su principal problema será encontrar un medio de vida honrado y evitar las drogas y el juego. (FILMAFFINITY)
6 de noviembre de 2009
39 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de Hollywood sobre el problema de la droga, realizado por Otto Preminger (“Laura”, 1944). El guión, de Walter Newman, Lewis Meltzer y Ben Hetch (no acreditado), adapta la novela “The Man with the Golden Arm” (1949), de Nelson Algren (1909-81). Se rueda íntegramente en estudio, en un decorado de sólo 8 escenarios (sala de fiestas, escalera y vivienda del protagonista, vivienda de Molly, bar, calle, apartamento del traficante y tugurio de juego), con escaso presupuesto. Es nominado a 3 Oscar (actor, decorados en B/N y música). Producido por Otto Preminger para Carlyle/UA, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 14-XII-1955 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en un barrio marginal de Chicago (Illinois), a lo largo de unas 2 semanas de la primavera de 1955. Frankie Machine (Sinatra), apodado “el hombre del brazo de oro”, de 30 y pocos años, casado con Sofía “Zosh” (Parker), de 25 años, llega a su casa después de 6 meses de privación de libertad, que ha pasado en un centro de rehabilitación de toxicómanos. Ha superado la adicción a la heroína, ha aprendido a tocar la batería y es portador de una carta de recomendación del médico para que un amigo le presente al director de una orquesta de jazz. Lleva consigo un regalo de sus compañeros del centro: el tambor de una batería, símbolo de su felicidad futura, de su ilusión presente y del proyecto de ganarse la vida como músico. Frankie era el mejor jugador de cartas del barrio y trabajaba como jugador a comisión en las partidas clandestinas de póquer de Zero Schwiefke (Strauss). Zosh, que lleva 3 años en silla de ruedas, es una persona amargada, frustrada, caprichosa, dominante y desequilibrada. La vecina Molly (Novak), chica de alterne de una sala de fiestas de “strippers”, es comprensiva, afectuosa, sensual y atractiva.
El film suma drama, crítica social y drogas. Analiza de modo minucioso y realista la angustia del toxicómano, la dependencia de la droga, el sufrimiento y las crisis asociadas al síndrome de abstinencia. Crea imágenes poderosas que explican la administración de la heroína y el calvario del drogadicto. Con acierto expone el peso del entorno en los toxicómanos: falta de trabajo estable, desestructuración familiar, frustraciones personales, presión de los traficantes, etc. Añade la consideración de factores ambientales, como los de un barrio en el que abundan el alcoholismo, el paro, la prostitución, la marginación, la criminalidad, el chantaje, la miseria y el juego.
Sin palabras se pone de manifiesto la necesidad de incorporar la familia a los procesos de rehabilitación, el tutelaje profesional de los ex toxicómanos durante su reinserción, la ayuda en la búsqueda de trabajo y en la preparación para su desempeño, las necesidades de comprensión y cariño y su tratamiento como personas enfermas, evitando siempre su criminalización.
La acción dramática tiene lugar en un barrio marginal de Chicago (Illinois), a lo largo de unas 2 semanas de la primavera de 1955. Frankie Machine (Sinatra), apodado “el hombre del brazo de oro”, de 30 y pocos años, casado con Sofía “Zosh” (Parker), de 25 años, llega a su casa después de 6 meses de privación de libertad, que ha pasado en un centro de rehabilitación de toxicómanos. Ha superado la adicción a la heroína, ha aprendido a tocar la batería y es portador de una carta de recomendación del médico para que un amigo le presente al director de una orquesta de jazz. Lleva consigo un regalo de sus compañeros del centro: el tambor de una batería, símbolo de su felicidad futura, de su ilusión presente y del proyecto de ganarse la vida como músico. Frankie era el mejor jugador de cartas del barrio y trabajaba como jugador a comisión en las partidas clandestinas de póquer de Zero Schwiefke (Strauss). Zosh, que lleva 3 años en silla de ruedas, es una persona amargada, frustrada, caprichosa, dominante y desequilibrada. La vecina Molly (Novak), chica de alterne de una sala de fiestas de “strippers”, es comprensiva, afectuosa, sensual y atractiva.
El film suma drama, crítica social y drogas. Analiza de modo minucioso y realista la angustia del toxicómano, la dependencia de la droga, el sufrimiento y las crisis asociadas al síndrome de abstinencia. Crea imágenes poderosas que explican la administración de la heroína y el calvario del drogadicto. Con acierto expone el peso del entorno en los toxicómanos: falta de trabajo estable, desestructuración familiar, frustraciones personales, presión de los traficantes, etc. Añade la consideración de factores ambientales, como los de un barrio en el que abundan el alcoholismo, el paro, la prostitución, la marginación, la criminalidad, el chantaje, la miseria y el juego.
Sin palabras se pone de manifiesto la necesidad de incorporar la familia a los procesos de rehabilitación, el tutelaje profesional de los ex toxicómanos durante su reinserción, la ayuda en la búsqueda de trabajo y en la preparación para su desempeño, las necesidades de comprensión y cariño y su tratamiento como personas enfermas, evitando siempre su criminalización.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pese a su solidez y precisión, el guión incorpora algunas incongruencias, que no pasan desapercibidas al público actual, mejor informado que el de 1955. La obra tiene el mérito de ser el primer largometraje que se exhibe en las salas comerciales de los EEUU sin la autorización expresa, hasta entonces preceptiva, de la Motion Picture Association of America, encargada de hacer cumplir el Código Hays. Muchas películas posteriores se acogen a la misma excepción. El tema de la drogadicción fue durante muchos años un tema tabú, que no podía ser tratado explícitamente en cine. La película se enfrenta a este hecho, consigue un notable éxito de taquilla y deja abierto un nuevo camino de normalidad. Constituye un precedente del film la obra “Días sin huella” (Wilder, 1945), con la que mantiene puntos de contacto y paralelismos. Preminger, de talante abierto y liberal, con frecuencia trata temas polémicos y conflictivos en sus obras.
Los dos personajes femeninos del film le permiten encarnar los rasgos por los que siente predilección: la mujer tierna y comprensiva y la mujer cruel y autodestructiva. En “Cara de ángel” las dos tipologías se funden en un solo personaje, en otros trabajos se distribuyen entre dos actrices. Es destacada y meritoria la interpretación de Eleanor Parker. Frank Sinatra, que no era un buen actor, entrega el que para algunos es el mejor papel de su carrera. Kim Novak, poco experimentada, cumple gracias al empeño del realizador, que no repara en repetir escenas hasta el agotamiento. El humor se hace presente a través de Sparrow (Stong), de luces muy escasas y mentalidad infantil.
La banda sonora, de Elmer Bernstein (“Matar a un ruiseñor”, Mulligan, 1968), ofrece una partitura de jazz, potente y vibrante, que se combina con las imágenes de modo brillante y eficaz. Los temas personales (“Zosh” y “Molly”) son melódicos y clasicistas. El tema principal, famoso en su momento, es pegadizo y penetrante. La fotografía, de Sam Leavitt (“Anatomía de un asesinato”), compone una narración visual potente, que hace uso de soberbios planos largos y encuadres realistas impactantes.
Bibliografía
- Oliver KÜCH, “El hombre del brazo de oro”, ‘Cine de los 50 (Jürgen Müller)’, pág. 238-243, Taschen ed., Colonia 2005.
- Lluis BONET MOJICA, “El hombre del brazo de oro”, ‘Diccionario de películas de cine norteamericano’, pág. 351-352, E&T ed., Madrid 2002.
Los dos personajes femeninos del film le permiten encarnar los rasgos por los que siente predilección: la mujer tierna y comprensiva y la mujer cruel y autodestructiva. En “Cara de ángel” las dos tipologías se funden en un solo personaje, en otros trabajos se distribuyen entre dos actrices. Es destacada y meritoria la interpretación de Eleanor Parker. Frank Sinatra, que no era un buen actor, entrega el que para algunos es el mejor papel de su carrera. Kim Novak, poco experimentada, cumple gracias al empeño del realizador, que no repara en repetir escenas hasta el agotamiento. El humor se hace presente a través de Sparrow (Stong), de luces muy escasas y mentalidad infantil.
La banda sonora, de Elmer Bernstein (“Matar a un ruiseñor”, Mulligan, 1968), ofrece una partitura de jazz, potente y vibrante, que se combina con las imágenes de modo brillante y eficaz. Los temas personales (“Zosh” y “Molly”) son melódicos y clasicistas. El tema principal, famoso en su momento, es pegadizo y penetrante. La fotografía, de Sam Leavitt (“Anatomía de un asesinato”), compone una narración visual potente, que hace uso de soberbios planos largos y encuadres realistas impactantes.
Bibliografía
- Oliver KÜCH, “El hombre del brazo de oro”, ‘Cine de los 50 (Jürgen Müller)’, pág. 238-243, Taschen ed., Colonia 2005.
- Lluis BONET MOJICA, “El hombre del brazo de oro”, ‘Diccionario de películas de cine norteamericano’, pág. 351-352, E&T ed., Madrid 2002.