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España España · Barcelona
Críticas de Ferran Cano
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
Se levanta el viento
Japón2013
7,2
15.332
Animación
9
21 de noviembre de 2013
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas horas antes que Miyazaki anunciara su retirada del mundo de la dirección, éste había estrenado en el Festival de Venecia su última joya, The Wind Rises. A partir de allí, la película sólo se ha podido disfrutar en Japón o en los diferentes festivales de cine dónde ha estado. La cinta nos relata la biografía de Jiro, un chico que siempre había soñado en ser ingeniero aeronáutico y que acabó diseñando el avión Zero, caza que utilizaron los japoneses en la Segunda Guerra Mundial; pero, en medio de todo este proceso, estuvo enamorado de Kayo. A continuación tenéis el tráiler que ayer se publicó en Estados Unidos. Para los fans del Studio Ghibli en España, aún no hay fecha de estreno en nuestro país.

Se trata de la primera película del maestro del anime que no es una fantasía, ya que se trata de una biografía, de la vida que tuvo un personaje real; además de recrear diversos sucesos históricos que marcaron la vida de Jiro, como el terremoto de Kanto de 1923, la epidemia de tuberculosis, la Gran Depresión, la entrada de Japón en la Guerra... Pero esto no quiere decir que no haga uso de sus recursos fantásticos tan recurrentes en sus obras; pues esta obra utiliza más de una vez de los sueños del protagonista, lugar donde Miyazaki podrá jugar con su imaginación. Por otra parte, sigue con su tradición de dar vida a la naturaleza y a diversos objetos: el terremoto caracterizado con rugidos de un monstruo como si respirase, el viento como otro elemento principal de la historia que guía a los personajes, los ruidos del motor de los trenes están gravados a partir de los sonidos de la boca de una persona...

El amor vuelve a ser uno de los protagonistas de la obra, como en tantas obras de Miyazaki (La Princesa Mononoke, El Castillo Ambulante, El Viaje de Chihiro...), remarcando uno de los motivos principales del director japonés: el amor, sea cual sea su forma, es uno de los motores que mueven a las personas. Y este amor se hace presente desde la primera mirada que cruzan Jiro y Kayo, sentimiento que el espectador puede palpar y rodearse de él. Pero no debemos olvidar que también es un drama esta película, aunque podría ser mucho más duro si no fuera por el bonito estilo de Miyazaki, quien siempre intenta fijarse más en la cara buena de las cosas que en la mala.

Como antes se ha comentado, en el film también se narran algunos sucesos históricos. Pero, sutilmente, no solo los cuenta, también se puede ver la opinión que tiene el director de alguno de estos, especialmente los que tienen que ver con la política. Por ejemplo, el alemán que aparece en las vacaciones que se toma el protagonista en la montaña, le sirve para hablar de lo que está pasando en Alemania con Hitler; cuando los dos japoneses están de estancia en el país germánico, también dejan ir comentarios sobre lo mal que se invierte el dinero en Japón y de su retraso industrial; también deja ir alguna crítica a escondidas en contra de la guerra en la que Japón participó (recordamos que Miyazaki es muy pacifista)...

Visualmente se podría decir que el director japonés ha llegado a la cima. Contrapone los paisajes naturales con colores muy vivos, con grises y marrones en las calles industriales abarrotadas, la oscuridad o el frío en los momentos tristes, y las tonalidades cálidas en las situaciones más íntimas. Un arte visual que remarca lo maravillosa que puede ser la vida, el amor por la humanidad y el mundo en el que vive. Estas imágenes llenan de lirismo la historia, suavizando aquellos momentos más tristes y alzando la alegría y el amor hasta sus niveles más altos, provocando la emoción del público.

Como las otras películas de Miyazaki, la banda sonora está compuesta por Joe Hisaishi. Fantástica; como las otras veces, acompaña al espectador durante su recorrido por la vida de Jiro. El piano sigue siendo su instrumento principal pero, esta vez, alguna piezas musicales contienen instrumentos como el acordeón, el bajo... dándole un toque más occidental a estas canciones, ya que la historia, en algunas partes, tiene lugar en países como Italia (en los sueños) o Alemania (el viaje de los ingenieros).

Y con esta obra se despidió Miyazaki, dejando atrás algunas de las mejores películas de animación jamás hechas. Una marcha con un sabor agridulce para sus seguidores: agrio porque no veremos más obras del maestro, dulce ya que se retira sin haber hecho nunca una mala obra.
Ferran Cano
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10
27 de octubre de 2013
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señoras y señores, aquí tienen una historia de amor real, sin tapujos ni maquillaje, como la vida misma. Una de las principales características de esta película es la de conseguir que, durante los 180 minutos de metraje, tener la sensación de estar viviendo la vida de otra persona. A veces llega a un nivel de realidad que parece un documental (aunque los recursos y la historia sea una ficción); como si el espectador estuviera siguiendo a Adèle con la intención de contemplarla e intentar entender sus problemas. El director consigue con habilidad que el espectador establezca una conexión total con la protagonista y pueda llegar a sentir en su piel todas las angustias, alegrías y tristezas que Adèle tiene durante su recorrido.

Aunque el amor sea el tema principal de la película, el eje principal de esta es la búsqueda interior de la joven Adéle. Como toda odisea, primero todo parece normal hasta que aparece la duda en su mente y, con la intención de solucionarla (o más bien, ocultarla), creará más dudas y malestar en su interior. Y será ésta búsqueda de su "yo" (y, en consecuencia, su felicidad), el camino por donde el espectador caminará durante estas tres horas magníficas.

Como he comentado, por fin nos enseñan una relación de amor tal y como es, tanto psicológicamente como físicamente. Esta segunda faceta ha causado polémicas en algunos sectores del público cinematográfico, por las escenas de sexo explícito. ¿Mi opinión? Tonterías. Si la intención del autor era contar una historia de amor real y "completa", era vital mostrar todas las partes que comparten esta tradición: desde las primeras miradas entre las dos protagonistas hasta sus orgasmos más íntimos. Es más, creo que una de las largas escenas de camas, es de las más bonitas que se han rodado nunca; son estas secuencias en las que puedes ver de verdad el cariño que une a estas dos jóvenes francesas.

Cabe destacar que, otro logro de esta película, es la fantástica interpretación de las protagonistas. Es gracias a su sincera actuación que el espectador puede llegar a tocar sus lágrimas o sus sonrisas. Supongo que, por esta razón, ellas también recibieron la Palma de Oro de Cannes, siendo así, de las pocas mujeres que lo han recibido. Sinceramente, se lo merecen; esta obra no sería, seguramente, tan buena sin Seydoux y Exarchopoulos.

El director también se sirve del primer plano para mostrar como se sienten los diferentes personajes que pasan por la vida de Adèle. Son principalmente estos planos tan cerrados los que estructuran esta película. ¿La razón? Es en los ojos y las expresiones de las dos enamoradas donde se puede apreciar qué sienten e, incluso, qué piensan. No hacen falta palabras en estos momentos. Para añadir dramatismo a la situación, también recurre a planos detalle, principalmente de los labios y las manos.

Comentar que es una película llena de arte y conocimiento. La joven Emma es pintora y en más de una situación se hacen valoraciones de su obra (potencia, significado, profundidad emocional). Por otro lado, Adèle es una fanática de la literatura, y también hay algún diálogo tomando como base la obra de escritores diferentes. Incluso en algún momento hablarán de cine. Destacar que, en una conversación entre las dos enamoradas, comentarán el significado del existencialismo de Sartre y lo qué cada uno interpreta de sus pensamientos.

Como último, hubieron dos detalles que me llamaron la atención. Uno fue la escena donde se ve Adèle, con unos amigos, manifestándose a favor de una educación pública y sin recortes, situando así la historia en el tiempo actual. La otra, el uso que se hace de la música diegética, es decir, aquellos temas que escuchan o bailan los protagonistas dentro de la película, pero que también tiene mucho significado fuera de la pantalla para transmitir unas ciertas sensaciones al espectador (uno de los temas aparece en el tráiler).

Sinceramente, es una película que me impresionó, más de lo que imaginaba. Es de aquellas obras que, una vez has salido del cine, a medida que pasa el tiempo, te das cuenta que te ha causado muchas sensaciones dentro y que van saliendo poco a poco. Para mi, de momento, de las mejores películas que se han estrenado este año. Gracias Adèle por hacernos reflexionar.
Ferran Cano
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8
21 de noviembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director japonés de 82 años (es de la misma generación que Clint Eastwood) nos trae su propio homenaje de Cuentos de Tokio (la mejor película de la historia según la encuesta que se hizo el año pasado a diferentes directores y expertos de cine), la obra más conocida de Yasujiro Ozu, posiblemente uno de los mentores de Yamada. Esta versión nos cuenta la historia de un matrimonio anciano que viaja a Tokio (ellos son de una isla en Hiroshima) para visitar a sus tres hijos. Estos quieren que sus padres disfruten en la ciudad, pero están muy ocupados con sus trabajos y no pueden ocuparse de ellos.

Una familia de Tokio no es una copia de la cinta de Ozu, más bien se complementan una con la otra. Yamada ha sido muy hábil y ha conseguido hacer una película con su toque personal pero con el alma que también se encuentra en Cuentos de Tokio. Aunque algunas de las situaciones y diálogos sean muy parecidos (o incluso alguno idéntico), al intentar retratar el Japón de hoy también ha supuesto hacer algunos cambios a la historia clásica. La modificación más clara se encuentra en Noriko: en la obra de Ozu era la viuda de una de los hijos, muerto durante la guerra; en cambio, en esta versión más moderna, ella es la pareja del hijo menor, quien tiene una vida menos convencional pero tiene más afecto y estima que los otros hijos.

Parece muy difícil hacer una actualización de una obra maestra clásica como la de Ozu y que los resultados sean buenos; pero Yamada lo ha conseguido, creando un diálogo entre las dos películas, separadas por 60 años. Al tratarse del Japón actual, mucho más moderno, los problemas estarán relacionados con el tren bala, cenas con cubiertos occidentales, luces de neón... Pero las problemáticas familiares son las mismas. A pesar de la brecha generacional y el paso del tiempo, de las mejoras tecnológicas de Japón, la esencia de los conflictos son los mismos: la diferencia entre las expectativas de las personas y la realidad, entre el amor que se da y el que se recibe, la confrontación entre la urbe y el mundo rural (recordar que el matrimonio anciano ha vivido toda la vida en el pueblo)... Pero también una llamada a vivir la vida en plenitud.

Para conseguir que el espectador pueda sentir las mismas emociones que sus personajes, Yamada usa una mirada totalmente transparente. Es decir, solo usa las palabras y las expresiones de sus personajes; sin artilugios ni efectos. Es en estos discursos honestos y sinceros, sin manierismos ni falsos aires, como el público puede sentir a flor de piel la felicidad de Tomiko, la preocupación de Noriko o el orgullo del hijo grande. La banda sonora (otra perla creada por Joe Hisaishi, uno de los compositores japoneses más conocidos) también ayuda mucho a añadir emoción a las escenas, tanto si son momentos felices como tristes; el director hace uso de la música en cualquier tipo de situaciones.

Al tratarse de una película de personajes, Yamada utiliza mayoritariamente primeros planos o planos medios, ya que lo importante son sus expresiones (gestos, miradas...). Alguna vez también se usa el plano general, pero principalmente es porque son escenas con toda la familia reunida o, a veces, para mostrar la soledad de alguno de los protagonistas. Como empezó haciendo Ozu, y otros japoneses lo utilizaron más tarde, la cámara muchas veces está un poco baja, a media altura, para coger la visión japonesa, es decir, se trata del punto donde están los ojos cuando los nipones están arrodillados en la ceremonia del té. Otro recurso que utiliza Yamada (que también era común en el director clásico japonés) es jugar con los marcos de las puertas para rodear los encuadres, de esta forma el público tiene la sensación de estar observando la historia pero en situación de espectador, como si estuviera espiando todo lo que pasa.

Para los que no hayan visto nunca Cuentos de Tokio, después de visualizar el homenaje de Yamada, tendrán muchas ganas de ver la gran obra clásica japonesa. Por otra banda, los que en su momento la vieron, Una familia de Tokio hará que se vuelvan a emocionar, recordando aquellas emociones tan puras que Ozu les hizo sentir la primera vez.
Ferran Cano
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8
27 de octubre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia, aparentemente, sencilla. El protagonista, un personaje desconocido, mata a los tres asesinos que ponían en peligro la vida del rey Qin, quien pretendía unir la china (fue el primer emperador). Después, como recompensa, este consigue una cita con el rey y, a partir de allí, este explica como consiguió matar a los tres asesinos. Es aquí donde la cosa se complica un poco, porque se nos contará la misma historia des de diferentes puntos de vista para, al final de todo, ver lo que de verdad pasó y no lo que las primera apariencias nos mostraban. Se podría decir que es una historia llena de amor, lealtad y celos, ya que estos son los sentimientos que harán que la historia tomé un curso o otro. Pero, esta película, precisamente, no es conocida por lo qué se explica, sino como lo hace y los elementos que utiliza para hacerlo. ¿Lo más importante? La poesía de las imágenes.

Las batallas entre los personajes de la película tienen un peso importante en la película. Pero no hablamos de violencia como alguna películas bélicas asiáticas; ya que estas luchas son más como danzas poéticas llenas de emociones y sentimientos. Trasciende de las batallas físicas para pasar a las metafísicas (como bien dice el protagonista cuando cuenta que luchan con la mente). Para hacer esto, se hace uso tanto de planos detalles (punta de la espada, gotas de agua, hojas...) como de los movimientos ágiles y delicados de los luchadores, como si fuera polvo llevado por el viento, en armonía con el orden natural de los elementos.

Otro de los elementos que hacen de esta película una composición poética son los paisajes y los decorados. Por lo que hace a los primeros, muchas de las escenas de la película tienen lugar en paisajes preciosos, paradisiacos y, sobretodo, muy grandes, donde se puede apreciar lo pequeños que llegan a ser los personajes en la inmensidad del mundo. Por lo que hace a los decorados y a los edificios que aparecen, suelen estar cargados y calculado cada elemento milimétricamente pero en ningún lugar distrae al espectador de la acción principal, ya que están en plena sintonía con la historia y lo que sucede en aquel lugar.

Todo esto acompañado de un trabajo impresionante de fotografía. Gracias a esto, la emoción y las sensaciones que transmitirá cada imagen será superior. Puestas de sol en medio de una lluvia de hojas durante una batalla; luchas sobre un lago donde se ven todos los reflejos del agua y como estos también participan en la lucha... La fotografía y la naturaleza se combinan para jugar con las emociones de los espectadores.

Como antes he contado, en el transcurso de la obra se cuenta la misma historia pero des de diferentes perspectivas. Para hacer eso, el autor diferencia cada una con el uso del color. Es decir, en cada una de las visiones predominará un color, dando así otro toque especial visualmente. Por ejemplo, en una versión todos los elementos importantes (ropa, hoja, paredes, cielo) tendrán unas tonalidades rojas; en otra versión, será el azul el color protagonista... Una forma visual para que el espectador pueda diferenciar sin ningún problema cada una de las historias y, también, con el presente, ya que en este tiempo no hay predominio de ningún color, es todo bastante neutro.

Resumiendo, se trata de una obra con pocos diálogos, ya que la voz y la historia no es lo más importante. Esta película trata de las cosas que no se dicen, sino de lo que se ve y se siente. Por sobre de todo, sentimientos, emociones y misticismo. Una película que solo se puede hacer en la escuela asiática. Para aquellos que no estéis acostumbrados a ver películas de este continente, descubriréis algo nuevo. Para los que si que conocen este estilo, es muy posible que disfrutéis gozando de esta poesía visual tal y como yo lo hice.
Ferran Cano
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Fóra
Documental
España2012
6,5
53
Documental
6
23 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera obra en que participan como realizadores Pablo Cayuela y Xan Gómez. Hasta ahora, el primero había sido director de fotografía en la película A cicatriz branca, es colaborador en Blogs&Docs y Lumière y programador del Cineclube de Compostela. El segundo es investigador del cine amateur de Galicia, socio fundador y programador del Cineclube de Compostela y colaborador a A Trabe de Ouro y Blogs&Docs.

Fóra es un documental que nos cuenta la historia del manicomio de Conxo. Una exploración de las historias ocultas de este sitio que apuntan hacia la necesidad de explorar mejor el significado social de determinados espacios invisibles de la memoria urbana. Es un metraje que une el espectador con la realidad de la marginación, la historia de como se ha enfrentado durante el último siglo la sociedad y la locura... La cronología del metraje va desde la fundación del centro, creada para enfermos mentales de familias ricas, hasta el día de hoy, donde prácticamente no hay frontera entre el hospital y el pueblo, ya que los internos pueden pasear por el exterior.

Los realizadores nos cuentan la historia a través de artículos de prensa de diferentas épocas relacionadas con el centro, grabaciones con una Súper 8, fotografías, informes, comunicados oficiales, libros y algún testimonio que puede dar voz a los diferentes momentos que vivió el hospital. A partir de todos estos recursos, la historia de Conxo se va fragmentando en diferentes historias que intentarán explicar algunos de los sucesos que tuvieron lugar en el hospital. Alguna vez también hacen uso de imágenes captadas por ellos, la mayoría fijas (excepto un travelling por las afueras del centro) que acompañan los comentarios de la narradora.

Es un documental que causa debate, pues se tratan temas con varias opiniones. La cuestión de los diferentes tratamientos que recibían los enfermos (tanto físicos, como mentales y sociales) dependiendo del momento histórico y de quien estaba al mando en aquel momento. Para unos es mejor el tratamiento a baso de electroshock, para otros las pastillas, alguno creen que lo mejor es la terapia psicológica sin fármacos... El espectador reflexiona sobre temas que otras películas, como La naranja mecánica, ya había enseñado; como la definición de 'loco', y la solución a este problema, que cambia según la sociedad predominante en aquel momento. Pero, en ningún momento, los realizadores toman una postura o otra en la película. Se limita a dar una información objetiva, sin opiniones. Sólo expone la información como si fuera un profesor que estuviera dando una clase; sin críticas sociales, reflexiones personales...

Algunas veces, mirando la estructura global de la película, hay la sensación de caos, de que no hay una buena cohesión entre las diferentes partes. Hay mucha información, que se agrupan en bloques. Pero no todos parecen ir hasta el mismo sitio con un solo objetivo. Es como si unos fragmentos se estorbaran con otros. Parece más una unión de diferentes cortometrajes documentales que hablan del mismo sitio, más que de un largometraje con diferentes partes. Y esto puede causar en algún momento al espectador la sensación de confusión y de qué se ha perdido con tanta información.
Ferran Cano
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