Hacer esta crítica tantos años después resulta cuanto menos divertido y casi nostálgico.
Julia Roberts en sus años mozos interpretaba a una prostituta pija que por casualidad conocía a un repelente millonario interpretado por Richard Gere. Entre ambos surgía la chispa y el amor a lo largo de una semana que él le paga.
Algunas escenas de humor, otras de amor y buena música que marcaban los 90 completaban la película romántica por excelencia.
Ahora bien, hay algunos "peros" importantes...
spoiler:
Ella es una prostituta poco convencional, es pija y su conversación es de niña del barrio de Salamanca. Él es anodino como pocos y se ve a sí mismo como un ser muy superior a ella, por lo que el machismo que emana de la peli es espeluznante.
Cuando va de compras es alucinante lo que un vestido hace, pues se ve que en realidad es una actriz multimillonaria, nada que ver con las pobres prostitutas que están en la calle. Además el problema de la prostitución es mostrado sin ningún pudor, como algo casi divertido. Una realidad muy distorsionada.
El final es más que tonto y absurdo.