3 de diciembre de 2008
48 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor en tiempo de cólera sólo produce dolor. No debería llamarse amor, ni mancillar una palabra tan hermosa para definir una cuestión tan abrupta y tomada superficialmente por la mayoría de sensoriales que habitan hoy en día este planeta. El amor es otorgar arriesgando el vacío. El amor es el número dos. A todas las demás cifras se les llama cariño. Es fuego que abrasa el alma y que apacigua tus acciones. El hoy, el presente, los decimales, un pestañeo... una nana de Brahms. No se espera a que te regalen flores porque construyes un jardín. Cada derrota, cada paso atrás sin que la comprensión o la intuición te acompañen únicamente causan dolor. La cólera te arrincona y agacha tu testuz. Lo complicado es mantener la mirada limpia, decorosa, incluso altiva. Nunca he creído que la vida sea una suma de desencuentros, si no más bien la suma de un encuentro. Uno más uno igual a dos, a veces... igual a tres. No hay amarres, hay sostenes, y llevo toda la vida buscándolos. El sol debe volver a salir porque la noche en vida tan sólo es para los protagonistas de otros cuentos. No para mí.
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