29 de agosto de 2011
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La belleza hace a los humanos distantes. La maldad también. En algunas secuencias, cuando Mr. Lucky se despegaba de este apelativo simpático y paródico para convertirse en un gangster sin más, he tenido claro que Cary Grant se hubiera podido especializar en papeles de villano.
Respecto al fim que nos ocupa, no tiene nada de especial. Me abalancé sobre él con la esperanza de encontrar un tesoro ignorado, pero el cofre sólo contenía un folletín de celuloide, quizás carnaza para llevar al cine a las mujeres de los que desembarcarían en Normandía y estaban un poco solas y, acaso, hambrientas.
Al final de su carrera, a mediados de los sesenta, Cary Grant se retiró. El cine se volvía demasiado realista para él. Era un gran actor, pero no había aprendido a hacer de hijoputa. O no le interesaba, no sé. Mr. Lucky ofrece algún leve destello de lo que nos perdimos.
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