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Voto de Travis Bickle:
10
Documental El documental recorre la vida de uno de los mayores iconos de la 'edad de oro' del fútbol español, recorriendo algunos de los lugares más emblemáticos de la vida del futbolista, como Japón, Liverpool, Londres y Madrid. Asimismo, presenta a varias de las personas más importantes de su carrera, como sus compañeros de vestuario, iconos del fútbol internacional y entrenadores con material recién grabado y entrevistas exclusivas con Torres, ... [+]
7 de noviembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace casi dos años que vi el documental Fernando Torres: El último símbolo y escribí esta crítica/reflexión que en su momento cayó en el olvido y no envié. Desde entonces y casi ya desde un poco antes, el fútbol en general ocupa un espacio residual en mi vida, sin embargo, no he querido alterar ni una coma el texto que en su momento escribí. El documental, como tal, me parece magníficamente realizado y transmite exactamente lo que desea transmitir, de ahí mi alta valoración.

Mi padre siempre ha dicho que si es del Atlético de Madrid es, en gran parte, por José Eulogio Gárate, “El ingeniero del área”, un caballero dentro y fuera del campo. En mi caso, si yo tuviera que nombrar un jugador por el que soy del Atleti más allá de por el escudo y los colores, ese sería el de Fernando Torres.

Nací en el año 1990 y el famoso Doblete de Liga y Copa del 96 me pilló con tan solo seis años, Esta situación podría parecer miel sobre hojuelas cuando muy poquitos años antes el Atleti levantaba la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu contra su eterno rival con un Futre estelar y Luis Aragonés en el banquillo. Pero la realidad del Atlético de Madrid no es la felicidad por decreto a base de títulos y acaparar portadas por ser los mejores del mundo mundial por los siglos de los siglos. Ser niño y colchonero y encima fuera de Madrid no era lo más habitual en mi tiempo (hoy esto parece haberse vuelto no tan extraño al menos). La desproporción en toda España entre aficionados del Real Madrid y Barcelona respecto a otros equipos es sideral y más aún cuando unos ganan Ligas y Copas de Europa y otros navegan por las aguas de Segunda División. Ir con mi camiseta de Marbella con ocho años a jugar con tus amigos a la plaza del pueblo era sinónimo de sentir miradas que se preguntaban: “¿y este qué coño lleva puesto?”

Estando en Segunda División es cuando por edad soy más consciente de mi equipo y su situación y lo que en su momento fue y ganó el Atleti. El club se encuentra en una de las situaciones más delicadas y difíciles de su centenaria historia teniendo en su apasionada e incondicional hinchada su chaleco salvavidas año tras año. Pero son demasiadas desilusiones, rabia y desesperanza para el aficionado que necesita un algo, un estímulo, algo en lo que creer. Y de repente surge como de la nada un joven canterano de 17 años llamado Fernando Torres y apodado “El Niño”. Y en menos de lo que dura un pestañeo, El niño se convierte en la esperanza de una afición que por sus filas ha visto pasar a Luis Aragonés, José Eulogio Gárate, Adelardo, Enrique Collar, Isacio Calleja, Adrián Escudero, Joaquín Peiró, Ben Barek, Arteche, Leivinha, Milinko Pantic, Kiko, Manolo, Simeone, Rubén Ayala, Pereira o Paulo Futre. Nadie sabía de su existencia ni lo había visto jugar, pero en el momento de saltar al campo con el primer equipo en su debut, y esto lo recoge muy bien el documental, el sonido y clamor del estadio cambia drásticamente cuando aparece en escena y en cada una de las veces que toca el balón. Algo había cambiado en el ambiente sin justificación racional alguna que la simbiosis afición-Fernando Torres se había fraguado a fuego para no separarse jamás. Ya en ese primer partido surge el famoso cántico “Fernando Torres, lo, lo, lo, lo, lo, lo, Fernando Torres, lo, lo, lo, lo, lo, lo”,… Y al segundo partido que juega marca su primer gol. Sólo con dos partidos mal contados la afición ya había encontrado algo a lo que agarrarse a modo de esperanza.

El mundo de Torres cambió por completo de la noche a la mañana y empezaron a aparecer los ingredientes perfectos para volverlo un buen jugador y a la vez un ejemplo en nada para nadie como tanto abunda hoy: fama, dinero, reconocimiento, publicidad, cortes de pelo extraños, tatuajes, extravagancias, soberbia, incultura a raudales, etc. Pero por suerte Torres, siguió siendo Fernando en su interior gracias también a la gente que le ha rodeado siempre y que sólo hace falta verlos y escucharlos para al menos, de entrada y sin conocerlos, no causar rechazo: gente con principios y valores que se ha demostrado que eran ciertos, desde sus padres hasta su mujer pasando por el resto de familiares y amigos. Hoy estamos hartos de besos en el escudo que no significan nada, palabras que se demuestran vacías con el tiempo, gestos y estrategias que no van más allá del individualismo y una cuenta corriente más grande. Y claro que Torres miró por sus objetivos y metas individuales, pero lo que está claro (con o sin documental) que el cariño, respeto y prioridad por su equipo siempre estuvo por encima de todo tanto cuando estuvo dentro como fuera. Como dice Petón: “Torres ha sido un jugador de muchos clubes pero de un solo equipo”.

Sigue la crítica en la zona spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Travis Bickle
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