Las manos, ese primer contacto con el mundo; ningún otro sentido puede superarlo. La piel, ese roce, comunicación no verbal que lo dice todo sin necesidad de palabras; los propios miedos, nuestras más profundas fobias como punto de partida a partir de nuestro cuerpo carnal, sustancia primordial que nos acompaña y define. Estos dos factores son los que aborda Lynn Shelton en esta comedia dramática que no llega a culminar todo lo que debería, su conclusión es demasiado temprana y acelerada; pasa levemente por las situaciones de sus peculiares protagonistas, no profundiza lo suficiente para satisfacer completamente al espectador. Con unas interpretaciones naturales, sentidas y cálidamente humanas, nos encontramos ante un demasiado -en exceso- breve guión, con un familia cuyo relato es interrumpido justo cuando más interesante resulta y cuando más en armonía con ellos estás. Personajes excéntricos y peculiares, atractivos simplemente con su presentación y una buena dirección es lo que presenta esta producción del cine independiente norteamericano que, en esta ocasión, nos ofrece esta pequeñas pieza sencilla, ligera y simpática que, para perjuicio nuestro, demanda más contenido dramático, un precipicio más abismal al que asomarse. Gusta por ser amena, corta y de fácil visión; deja poco calado por su falta de ambición y miras. Un versátil aprobado el cual, desde el principio, era su más ansiada aspiración!

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