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Voto de Ferdydurke:
3
5,7
891
Western
Billy el Niño y Doc Holliday huyen del sheriff Pat Garret, que antes había sido su amigo. Los forajidos llevan consigo a la mestiza Río, que es la chica de Bill. Las peleas entre los dos amigos son constantes: cuando no es por los caballos es por Río. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Río (Grande). Duelo al sol.
Película iraní (de Farhadi nada menos,... una separación) delirante delicuescente sobre la llegada al pueblo o la ciudad de los Village People (y del circo) en su gira de despedida, estamos tan a gustito, entradas agotadas, el último vals.
Drama vodevil sainete sobre un trío de lagartonas de no te menees en plena relación abierta sadomaso con mujer de/al fondo como (poco) disimulo, para hacer bulto, de tapadera o (poco) tapadillo, tápate, anda, hermosa, nena.
Teatro filmado con música a todo trapo sonando todo el rato, tormento.
Tortura fina china y también gringa la que depara esta obra tan retorcida y absurda como ridícula y graciosa. Si no te mueres de asco o aburrimiento por el camino, te lleva(rás) lo tuyo (y lo de tu hermano o primo), el paquete, el regalo, el recado.
Vamos a ver (a ponernos serios). Esta es la historia de un niño (pederastia, sigue y suma) que se enamora hasta las trancas (amor correspondido) de un doctor (tenías que ser, lo que nos faltaba, un médico, seguramente, para mayor horror, de familia), Vidas al límite, que a su vez tiene una relación, pareja de hecho y no tan techo, con un gordo que se hace pasar por sheriff pero no cuela, parado de larga duración, pasmado, parásito, y que a su vez... nada.
Todo se trata, por tanto, de un despecho, o varios, cúrate de ellos, el diablo los carga, amasado veneno, el del sheriff al ver que le quitan a su hombre o andobo, a su maromo o palomo cojo, y el de la mujer que se siente (con toda la razón del mundo) utilizada por estos tres hombres mariposones que están todo el santo día dale que te pego, dando y dándole sin parar, tú encima de mí, yo encima de ti, mientras ella menos que cero, se come los mocos, a pan y agua, a dos velas, la utilizan de pantalla, le hacen luz de gas, testaferro o espantapájaros, la toman el pelo, no la dejan catar ni las migas probar, pobre.
Bueno, pues la película, a través de millones de diálogos (de las dos horas quitas una hora y cuarenta y cinco minutos de charlas repetitivas e insustanciales y no pasa nada, absolutamente, te quedas como estabas) a contrapelo y gestos hieráticos o estólidos, cuenta estas andanzas añagazas panpsicosexuales con todo lujo de detalles y mucho recreamiento.
(El tito) Jung y una zarzuela, solo les faltó ponerse a cantar y bailar un chotis madrileño tumbados en el diván de Valle-Inclán.
Obra gay, de culto, solo para entendidos, toda la gama o el rango, ocupa, del amor maduro al infantil o más adolescente.
Película iraní (de Farhadi nada menos,... una separación) delirante delicuescente sobre la llegada al pueblo o la ciudad de los Village People (y del circo) en su gira de despedida, estamos tan a gustito, entradas agotadas, el último vals.
Drama vodevil sainete sobre un trío de lagartonas de no te menees en plena relación abierta sadomaso con mujer de/al fondo como (poco) disimulo, para hacer bulto, de tapadera o (poco) tapadillo, tápate, anda, hermosa, nena.
Teatro filmado con música a todo trapo sonando todo el rato, tormento.
Tortura fina china y también gringa la que depara esta obra tan retorcida y absurda como ridícula y graciosa. Si no te mueres de asco o aburrimiento por el camino, te lleva(rás) lo tuyo (y lo de tu hermano o primo), el paquete, el regalo, el recado.
Vamos a ver (a ponernos serios). Esta es la historia de un niño (pederastia, sigue y suma) que se enamora hasta las trancas (amor correspondido) de un doctor (tenías que ser, lo que nos faltaba, un médico, seguramente, para mayor horror, de familia), Vidas al límite, que a su vez tiene una relación, pareja de hecho y no tan techo, con un gordo que se hace pasar por sheriff pero no cuela, parado de larga duración, pasmado, parásito, y que a su vez... nada.
Todo se trata, por tanto, de un despecho, o varios, cúrate de ellos, el diablo los carga, amasado veneno, el del sheriff al ver que le quitan a su hombre o andobo, a su maromo o palomo cojo, y el de la mujer que se siente (con toda la razón del mundo) utilizada por estos tres hombres mariposones que están todo el santo día dale que te pego, dando y dándole sin parar, tú encima de mí, yo encima de ti, mientras ella menos que cero, se come los mocos, a pan y agua, a dos velas, la utilizan de pantalla, le hacen luz de gas, testaferro o espantapájaros, la toman el pelo, no la dejan catar ni las migas probar, pobre.
Bueno, pues la película, a través de millones de diálogos (de las dos horas quitas una hora y cuarenta y cinco minutos de charlas repetitivas e insustanciales y no pasa nada, absolutamente, te quedas como estabas) a contrapelo y gestos hieráticos o estólidos, cuenta estas andanzas añagazas panpsicosexuales con todo lujo de detalles y mucho recreamiento.
(El tito) Jung y una zarzuela, solo les faltó ponerse a cantar y bailar un chotis madrileño tumbados en el diván de Valle-Inclán.
Obra gay, de culto, solo para entendidos, toda la gama o el rango, ocupa, del amor maduro al infantil o más adolescente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Hay un momento en el que la película huye de cualquier posible ambigüedad y lo deja claro, grita a los cuatro vientos su mensaje, cuando Thomas Mitchell dice que eran tan felices los dos hasta que llegó el niño, el otro, la manzana, la peste, la sierpe, más claro, el chocolate, las fresas y las cocochas.
Película homosexualmente masculina activa, militante, que, claramente, atenta contra la mujer o lo femenino, misoginia, como es lo suyo, lo que toca, no hay otra, como siempre pasa, aceite (de ricino) y agua, y ajo, lo/las detestan y también odian, de ahí que a ella la tomen por el pito del sereno y le hagan todo tipo de perrerías sin cuento y le suelten todo tipo de desprecios y humillaciones, la tratan peor que al ganado y los animales, no vale ni importa, nada, un pimiento.
El final es terrible, en pleno ataque iracundo feroz de celos, Mitchell asesina a sangre fría a Huston e intenta también matar al niño, hacer con él lo mismo, pero este no se deja, todo tonto tiene un límite, con lo que se larga con cajas destempladas tan ricamente con Río que le sigue como una perrilla faldera sedienta en celo, Pavlov mediante, a la que, como ya comentó previamente, solo le interesa sacarle el jugo como cocinera o enfermera, y a la que explotará y expoliará o usará (y tirará) a modo hasta que encuentre un amante bandido hombre que le satisfaga como dios manda y a ella le dé, otra vez más, la gran en el culo patada, a tomar por saco, afreír espárragos, las habichuelas, maja, búscate la vida.
Terrorífico.
Al final se impone la leyenda (no la de Liberty Valance), la mentira (ya que el grado o la cantidad de verdad que puede soportar el hombre medio o el ciudadano de a pie o votante, según los últimos estudios realizados, es el equivalente al átomo de Demócrito el Demócrata, como todos, la parte ínfima que ya no se puede dividir más, ya está, se acabó, punto final), el mito, el timo, el niño, de hecho, no murió, está vivo, coleando, ahora hoy mismo, yo lo he visto.
Podría parecer que el niño es un completo cretino y los otros dos absolutamente subnormales, pero no, las apariencias engañan, error, equivocación, carajo, solo están enamorados, eso lo explica todo, la edad del pavo y el gallo.
Lo mejor es la única, realmente, escena de acción, cuando no hablan, cuando el polvo, del camino, se convierte en niebla, humo blanco que ciega tus ojos, belleza.
Mi reino por un caballo, no por una mujer, de prioridades cuestión, de preferencias y afinidades electivas.
Donde los demás ven dos tetas como dos carretas, ellos solo cencerros, vacas.
La mejor es la italiana Guadalupe, dónde va a parar.
Película homosexualmente masculina activa, militante, que, claramente, atenta contra la mujer o lo femenino, misoginia, como es lo suyo, lo que toca, no hay otra, como siempre pasa, aceite (de ricino) y agua, y ajo, lo/las detestan y también odian, de ahí que a ella la tomen por el pito del sereno y le hagan todo tipo de perrerías sin cuento y le suelten todo tipo de desprecios y humillaciones, la tratan peor que al ganado y los animales, no vale ni importa, nada, un pimiento.
El final es terrible, en pleno ataque iracundo feroz de celos, Mitchell asesina a sangre fría a Huston e intenta también matar al niño, hacer con él lo mismo, pero este no se deja, todo tonto tiene un límite, con lo que se larga con cajas destempladas tan ricamente con Río que le sigue como una perrilla faldera sedienta en celo, Pavlov mediante, a la que, como ya comentó previamente, solo le interesa sacarle el jugo como cocinera o enfermera, y a la que explotará y expoliará o usará (y tirará) a modo hasta que encuentre un amante bandido hombre que le satisfaga como dios manda y a ella le dé, otra vez más, la gran en el culo patada, a tomar por saco, afreír espárragos, las habichuelas, maja, búscate la vida.
Terrorífico.
Al final se impone la leyenda (no la de Liberty Valance), la mentira (ya que el grado o la cantidad de verdad que puede soportar el hombre medio o el ciudadano de a pie o votante, según los últimos estudios realizados, es el equivalente al átomo de Demócrito el Demócrata, como todos, la parte ínfima que ya no se puede dividir más, ya está, se acabó, punto final), el mito, el timo, el niño, de hecho, no murió, está vivo, coleando, ahora hoy mismo, yo lo he visto.
Podría parecer que el niño es un completo cretino y los otros dos absolutamente subnormales, pero no, las apariencias engañan, error, equivocación, carajo, solo están enamorados, eso lo explica todo, la edad del pavo y el gallo.
Lo mejor es la única, realmente, escena de acción, cuando no hablan, cuando el polvo, del camino, se convierte en niebla, humo blanco que ciega tus ojos, belleza.
Mi reino por un caballo, no por una mujer, de prioridades cuestión, de preferencias y afinidades electivas.
Donde los demás ven dos tetas como dos carretas, ellos solo cencerros, vacas.
La mejor es la italiana Guadalupe, dónde va a parar.