Muy acertadamente alguien ha comparado esta película con "Patterson". Como en la cinta de Jarmusch, "Lucky" se centra en pequeños aconteceres diarios, en una rutina no necesariamente aburrida repetida día a día con mínimas variaciones, salpicada en este caso con las reflexiones más o menos filosóficas, más o menos existencialistas (estamos en la América profunda, no en la Grecia clásica ni en el París del 68) del protagonista absoluto: un nonagenario que recorre los distintos puntos del pueblo donde habita, charla con quien se encuentra —ya sean gringos, negros o mexicanos, en un ejercicio maravilloso de interracialidad— y a su manera disfruta de seguir vivo aquí y ahora: apenas se nos revela nada de su pasado, salvo su participación en la Segunda Guerra Mundial, y es consciente de que le queda poco futuro, lo cual le asusta como a todo el mundo. Vivir es rellenar crucigramas, ver concursos en la tele, interesarte por la tortuga de tu vecino y dejar que el tiempo vaya haciendo su tarea. Toda una lección de vida en estos tiempos que corren.
spoiler:
…y como punto culminante la celebración mexicana donde Harry Dean Stanton (q.e.p.d.) se marca una primorosa versión del "Volver" de Vicente Fernández ante la que es imposible no soltar la lágrima.