Con los Juegos Olímpicos de 2012 como telón de fondo, Ron Scalpello dirige un aceptable thriller sobre los bajos fondos de Londres y la delincuencia y la mafia que los pueblan. Es una historia más de redención, de un hombre que ha cometido muchos errores en el pasado y busca comenzar de nuevo de forma limpia, pero resulta igualmente entretenida y correcta.
Sí hay algo bastante claro, y es que Sam Claflin nunca ha estado mejor. Quién diría que, teniendo en cuenta la imagen de galán que ha pretendido cultivar en películas como Piratas del Caribe, Blancanieves o incluso Los Juegos del Hambre, que daría tan bien el tipo de hooligan inglés. Se puede decir que esta es su mejor interpretación, llena de matices y emoción, y además tiene una química estupenda con Naomie Ackie, a quien muchos descubrimos en la excelente segunda temporada de The end of the fucking world.
Correcta.