Harry Fabián (Richard Widmark) retrató al perfecto perdedor en esta gran obra de cine negro maravillosamente orquestada por Jules Dassin. Fabián se pasa la película huyendo de sus enemigos, corre y corre como un perdedor.
Fabian es un asalariado de un club de noche donde trabaja su novia cantando. Su labor consiste en captar clientes de otros locales para llevarlos al suyo. Su trabajo se le da bien, pero él siempre ha aspirado a más, y en sus aspiraciones es cuando este carismático granuja es cuando se pierde y acaba huyendo de los demás.
Fabian cree haber encontrado el negocio del siglo siendo promotor de lucha grecorromana, pero en Londres ya hay un promotor, Kristo (Herbert Lom), quien intentará hundir el negocio de Fabian. Por un momento parece que nuestro protagonista tiene la sartén por el mango, y ya no va a seguir huyendo, pero en el fondo el espectador sabe que Harry Fabian es el retrato de un perdedor. Un final grandioso lleno de emociones. Muy buen film.
spoiler:
...incluso el pobre Fabian muere corriendo. Por una vez que corría sólo por un motivo altruista, el estrangulador le paró los pies como a un buen perdedor. Se nos presenta a Fabian corriendo y muere corriendo. Triste personaje.